(Bokuaka) Las complicaciones de (no) ver películas



Las complicaciones de (no) ver películas:

—Te amo Akaashi – susurró Bokuto. Siempre decía lo que sentía. No se guardaba nada para él mismo; era muy transparente. Hablaba con seguridad, pero no con esa de saberse correspondido sino que de aquella nacida de un profundo convencimiento.

A Akaashi le gustaba esa faceta de Bokuto. Le gustaban sus «te amo» sin intenciones detrás y llenos de añoranza, porque así como siempre se declaraba, también siempre se le iluminaba la mirada cuando le respondía con un «Yo también». Como si no esperase que realmente le fuera a decir eso.

En esta ocasión en vez de palabras, la respuesta de Akaashi fue un beso. Estaban en la habitación de él viendo una película, sentados uno al lado del otro y con la cabeza del pelinegro apoyada en el pecho de Bokuto; besarlo fue fácil, solo tuvo que levantar un poco el rostro hasta que sus labios alcanzaran los del otro. Casi un gesto casual, pero en ese «casi» residían diferencias fundamentales. Todavía no habían llegado al punto de su relación en el que un beso deja de significarlo todo.

Bokuto lo abrazó con más fuerza, intensificando el beso y arrastrando a Keiji a su regazo. Estaban ahora uno frente al otro.

—Nunca terminamos de ver ninguna de las películas que traes – dijo Akaashi rompiendo el contacto y sosteniendo el rostro del otro—. Y luego, siempre las terminas de ver en tu casa. Te emocionas, me llamas por teléfono para comentarla y me acabas contando todo lo que pasa. Después llegas al club y hablas durante todo el entrenamiento de la película. Y al final terminas haciendo que les tome manía y no las quiera ver.

Los ojos de Bokuto se agrandaron, conmocionados, como si hasta ese momento no hubiera sido consciente de nada de eso. A pesar de haberlo hecho alrededor de cinco veces.

—Lo siento, sigamos viendo la película – habló arrepentido y con la cabeza gacha—. Soy lo peor Akaashi ¡¡Lo siento!! – dijo esta vez en voz alta, dramatizando— Nunca más me invites a tu casa. No lo merezco.

Akaashi suspiró. Una parte de él estaba enfadada con su compañero por ser tan inconsciente pero a la otra le parecía adorable su ignorancia, que no lo hiciera de mala fe.

—Da igual – susurró apoyando la frente en el pecho de Bokuto, algo cansado—, solo procura traer películas malas – habló, haciendo reír a Bokuto y a él mismo sonreír al darse cuenta de la reacción del otro.

—Entonces, ¿puedo seguir viniendo a tu casa?

—Sí.

—¿Y podemos seguir no viendo películas?

—Cuenta con ello – respondió volviendo a sostener su rostro, solo que esta vez para acercarlo al suyo y besarlo de nuevo.

****

En realidad... el motivo por el que Akaashi odiaba el tema de las películas tenía otra raíz. Una más profunda y compleja, que no quiso comentar a Bokuto, pero que tenía que ver con que ahora leyera las críticas de las películas en Filmaffinity y los resúmenes de las mismas en Wikipedia.

—¿Y cómo era Mad Max, Keijo? –preguntaba el padre de Akaashi a su hijo durante el desayuno. A pesar de que le gustara en lo general lo oriental y más tradicional, éste sentía una fascinación morbosa por el cine estadounidense.

—Intensa – contestó intentando permanecer impasible—. Seguramente te gustaría, pero procura verla cuando mamá no esté. Hay muchas muertes, derrumbes y cosas por el estilo – siguió diciendo esta vez dejando los palillos para comer de lado junto con la mitad de su desayuno, y levantándose de la mesa—. Me tengo que ir, nos vemos.

—Esfuérzate hoy también. Nos vemos – se despidió su padre, mientras Akaashi pensaba en que tendría que comprar algo para comer en el camino porque había quedado con hambre.

Salir con Bokuto en realidad implicaba una gran responsabilidad.

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