Extra

Ya que por ahí se quejaron de que no actualizaba, lo cierto es que la historia está terminada. En dedicatoria a todos esos comentarios que tanta risa me provocaron, beshitos....

 ------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

-Demasiado tranquilo.- Decía Tartaglia mientras jugaba con una pequeña moneda entre sus dedos. Estaba bastante aburrido, desde que supo que tendría que pasar unos días encerrado sin poder tener libertad, estaba bastante molesto, y no era para menos. Si Lumine no se hubiera metido en aquel berenjenal, él podría ir a divertirse, pero no, la chica tenía que intentar librarse de quedar con los nobles y tenía que arrastrarlo con ella, que original. 

Pocas semanas después del tema de Aether, ahora era Lumine la que estaba en problemas con los compromisos. Por supuesto que era una chica con la que no podía lidiar facilmente, pero esto ya se había pasado de castaño oscuro. 

- Esto es aburrido... - Terminaba diciendo mientras la puerta de su habitación era abierta, dejando paso a un rubio cuyo semblante mostraba lo emocionado que estaba.

- ¿ Cómo sigues Childe?, me enteré de lo que pasó con mi hermana, pero no me dejaron visitarte hasta hoy. - El nombrado comenzó a hacer puchero, y mostrar una expresión con la cual esperaba que Aether mostrara misericordia con él.

- Sácame de aquí, por favor. - Aether suspiró. 

- No cuela, digamos que aún recuerdo el maldito vestido que me obligaste a llevar. - 

- Oh, vamos no te sentaba nada mal, estoy seguro de que Xiao me lo agradeció en su mente. - 

- Tú no aprendes. - Suspiró. - Esperó que te guste pasar una temporada más aquí. - Decía mientras colocaba su mano en su boca y reía a modo de burla. 

- No, por favor. Aether, vamos, te ayudé. - A ese punto se podía ver al pelirrojo desesperado.

- Está bien, está bien. Pero con una condición... - Tras escuchar aquello... 

- Jamás, antes prefiero morir, no lo haré. - La queja continuó durante un par de días, pero adivina qué...

Liyue.-

- Ah, por fin llegamos. Es cierto lo que decía Xiao, el lugar es enorme. - Desde la perspectiva de Aether el puerto de Liyue se veía abarrotado. Gente de un lado para otro, numerosos puestos de todo tipo, personas haciendo negocios, niños corriendo... 

Minutos más tarde desembarcaban en el lugar, donde Xiao junto a su padre les esperaban. Aether se apresuraba a los brazos de Xiao, mientras que... 

- Te he hechado de menos. Pero pensé que vendrías acompañado de... - El joven de cabello oscuro interrumpía la frase para quedar boquiabierto por la escena. Estaba totalmente en shock, eso era una broma, ¿verdad?.

- Si, me acompaña esta persona, espero que no sea una molestia. - Aether sonreía totalmente inocente, pero en su interior no podía contener las ganas de reir. Sabía perfectamente como se veía Childe, es más, sabía de sobra que ese aspecto le traería problemas de lo más divertidos. Por otro lado el pelirrojo estaba totalmente avergonzado. En su cabeza se repetía una y otra vez que mataría a Aether por aquello, no era suficiente el ponerle una camisa y una falda que fue más allá. 

Una peluca de su mismo color, un maquillaje lijero, labios rosados, y un vestido pegado. Incluso le habían puesto unas tetas postizas, no podría ser más humillante para él. 

Por si fuera poco, nada más llegar, llamó la atención de más de una de las personas que por allí transitaban. 

Pasearon por toda Liyue mientras escuchaban el extenso conocimiento de parte del padre de Xiao, quien se disculpó en primer lugar con Aether por no haber podido reunirse antes con el joven, pero se debió a todo lo acontecido con la famila Tao, quienes fueron parte importante de en la trama ya pasada. El rubio no le dio mayor importancia, ya sabía de ello por Xiao, por lo que no le pareció algo que debiera seguir en discusión o sus mentes, por lo que simplemente continuaron con lo suyo. 

- Bueno creo que es hora de movernos, tenemos una reserva en el Quiosco Xinyue, estoy seguro que os gustará. - 

Tiempo después.

- Una comida expléndida como siempre. - Decía mientras tomaba té. Xiao y Aether parecían disfrutar de la comida, mientras cierta pelirroja se veía en apuros. Apenas había conseguido probar un poco debido a su torpeza con los palillos.

- ¿Se les ofrece alguna cosa señores?. - Aparecía de repente la camarera y observaba a todos los integrantes de la mesa, sonriendo de forma entrañable cuando su vista se posó sobre el pobre cuyos palillos no respondían a sus deseos. En aquel momento debía parecer un niño pequeño, pues la misma señora que preguntaba por sus peticiones en no más de un minuto tomó unos cubiertos normales y se los extendió.

- Gracias. - Decía el padre de Xiao.

- No es molestia, no se preocupe Sensei, y disculpe el no haber preguntado antes. De esa forma hubieramos evitado esto. - Childe calmó su expresión, he hizo un pequeño gesto en señal de agradecimiento.

Tiempo después.

- ¿Se os apetece alguna cosa más?. -

- No, por mi parte estoy lleno. - Decían los dos más jóvenes.

- Entonces vayamos a otro lugar.- De esta forma terminaron por ir a una localización en particular. El estanque Luhua, donde un famoso pintor del lugar intentaba plasmar aquellas vistas.

- Dime Aether, ¿cuánto tiempo más seguirás castigándolo? -

- No se de que me hablas. - El nombrado sonreía como si con él no fuera la cosa. Lo cierto es que en principio tan solo se burlaría un poco de él, pero sus padres lo convirtieron en un castigo y de este modo, terminió en el lugar con aquellas pintas. - De todas formas, esperaremos a la noche... -

- ¿Te diviertes? - Preguntaba a Childe. Este no contestaba, no tenía ganas de escuchar como se burlaban. Tan solo lo ignoró, y se marchó a dar un paseo. Durante este tiempo, su cabeza se llenaba de como quería hacer pagar a Lumine, y como se las haría pagar a Aether, sin embargo, aquellos pensamientos cesaron cuando se topó por desgracia con un numeroso grupo de bandidos. 

- Mierda. - Fue lo único que alcanzó a decir, antes de que lo rodearan. 

- Vaya, vaya, ¿qué hace una preciosidad como tú en un lugar tan apartado como este?, ¿no te gustaría acompañarnos señorita?, estamos seguros de que te divertirás. - Ante estas palabras, Childe no pudo hacer otra cosa que reir, estaba totalmente frustrado y ellos serían los perfectos sacos de arena para acabar con aquel sentimiento. Sonrió y comenzó a reír, como si de un psicópata se tratara, su expresión daba a entender que cometería un crimen. 

Uno tras otro, todos los bandidos fueron callendo, y la cosa quedaría ahí, si no fuera porque apareció un guardia con cañón hidro, he hizo que todos los caidos volvieran a resurgir debido a su habilidad. Ahora si, se encontraba en serios apuros, ya que por muy fuerte que fuera, se trataba de un número importante de enemigos, y lo que era peor, al anterior, se le sumó un recaudador. El panorama era crudo.

- Parece que ya no eres tan valiente, señorita... - Una gota de sudor recorría el cuello del pelirrojo debido a la tensión y el cansancio que se iba acumulando poco a poco. Ciertamente no se encontraba en una situación ventajosa, pero no se rendiría sin dar pelea. - Deberías rendirte, o acaso no conoces tu lugar... -

- Parece que sois vosotros los que no conocéis vuestro lugar. - Una voz se escuchaba a la espalda de Childe, tan conocida y a su vez pesada, pero agradable en esos momentos. 

- Sensei, ¿qué hace aquí? - ¿Sensei?, de nuevo ese apodo. Childe se prenguntaba qué demonios pasaba, y por qué de repente la atención había pasado a ser acaparada por el otro. - Sentimos si lo hemos infortunado, pero no sabíamos que la señorita estuviera con usted, tan solo queríamos ayudarla ya que se encontraba sola y supusimos que se había perdido. - 

- No es necesario, ahora marchaos. - Una presión podía sentirse con aquellas palabras. ¿ Cómo era posible que una biblioteca andante fuera capaz de emitir semejante aura asesina. Tartaglia quería preguntar, aunque tambien... 

- Parece que va a ser entretenido. - Susurraba, si aquellos idiotas huyeron aterrados, algo le decía que aquel ratón de biblioteca podría ser un buen entretenimiento. Sin pensarlo mucho, invocó sus dagas y se lanzó al ataque haciendo que su oponente esquivara rapidamente, aunque al parecer esto no fue un gran esfuerzo para el mismo. 

- Parece que necesitas algo de ejercicio. ¿ Acaso no ha sido suficiente lo anterior?. - Childe volvía a sonreir, realmente sería entretenido el sacar a esa persona de sus casillas. 

- No lo entiendes, tan solo quiero divertirme, lucha. - De esta forma volvió a lanzar su ataque, pero esta vez no dejó que escapara. 

Atacaba cuerpo a cuerpo sin detenerse, pero ninguno de sus ataques acertaban. El otro lo esquivaba todo. 

- Deja de huir y ataca. - Con este último golpe logró cortar un poco la vestimenta de su contrincante. - Ya te tengo. - Cuando parecía que iba a conseguir algo más, el otro tan solo lo volvió a esquivar, aprovechando para posicionarse tras Childe, agarrando su muñeca derecha en el proceso, y colocando su mano libre en el cuello del pelirrojo de forma suave. Para cuando quiso percatarse, el joven no podía moverse, es más, sus manos no podían sostener sus armas, por lo que calleron al suelo desvaneciéndose en el proceso. 

- No tengo intención de pelear con alguién tan impaciente. Sigues siendo muy joven, así que supongo que es normal tener tanta energía. - 

- ¿Cómo...?- Seguía totalmente perplejo.

- Deberíamos volver. - Por fin lo soltó. Este tan solo caminaba de forma lenta. 

- Tú nombre. - Si lo habían vencido, al menos saber quién fue era lo menos. 

- Puedes llamarme Zhongli si así lo deseas. - 

- ¡Childe! - Aether llegaba por fin. - ¿ Te encuentras bien? - 

- Si. - El rubio suspiraba tranquilo mientras Childe intentaba tranquilizarse. El que lo hubieran dejado tan indefenso había sido la primera vez que pasaba. 

Tiempo después, terminaron en la posada Wangshu, la cual se trataba de un lugar encantador. Distribuida en varias plantas, y cuya estructura respetaba perfectamente un enorme y hermoso árbol que hacía las veces de base y hogar para la propia posada. 

- Wow... - Se asombraba Aether. - Es impresionante. - 

- Vayamos arriba. - Tras decir esto tomaron el ascensor, y visitaron a la dueña. 

Su nombre era Verr Goldet, una señora de cabello castaño y suave semblante que al parecer los estaba esperando. 

- Sed bienvenidos. Los preparativos están listos. Seguidme. - Y con un simple gesto, los guió por unas escaleras hacia arriba hasta llegar a lo que era un enorme balcón. Este estaba adornado con algunos faroles como iluminación, y en su centro se encontraba una mesa repleta de algunos manjares y bebidas para todos. 

Una vez terminaron de comer, Xiao tomó a Aether y lo subió a los tejados, pues quería algo de privacidad con su pareja. Habían pasado bastantes días separados, y ahora que su amado estaba cerca, no iba a desaprovechar la oportunidad de abrazarlo y sentir su piel. 

- Por fin solos. - Tras lo cual, Aether besó a Xiao. Este último se sorprendió un poco, pero no tardó en corresponderle mientras colocaba sus manos alrededor de la cintura del contrario. Continuaron durante lo que algunos describirían como una eternidad, pero para ellos, no había sido más que un instante. De repente un ruido atrajo su atención. Algunos cohetes normales, daban pie a la apertura del festival. 

- Ven aquí, rápido. - Xiao sonreía mientras tiraba de la mano de Aether, haciendo que se sentara entre sus piernas y abrazándolo desde atrás, hacía que el rubio se acomodara para ver aquel espectáculo. 

En un momento, aquellos cohetes que en el cielo dejaban un ligero humo blanco cesaron, para dar paso a unos llamativos fuegos artificiales que iluminaban el cielo como hermosos colores. 

- Son increibles. - Decía Aether sin parar de observar. 

- Sabía que te gustaría. Tanto esfuerzo por terminar todo el trabajo mereció la pena. - Tras decir estas palabras, apoyó la cabeza sobre el hombro del rubio, y cerró sus ojos. Estaba cansado debido a todas aquellas tareas, Aether por su parte se encontraba bien, pero en cuanto el espectáculo terminó, llevó al otro a una habitación a descansar. 

Mientras se marchaban, se podía ver como Childe y Zhongli conversaban mientras seguían bebiendo algunas bebidas con alcohol. El rubio estaba seguro de que al día siguiente el pelirrojo no despertaría pronto. 

Una vez en la habitación, hizo que el moreno se acostara y se tumbó a su lado en la cama mientras lo abrazaba. Xiao iba a oponerse, pero se sentía tan cómodo en sus brazos, que pocos minutos después cayó dormido.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top