Un nuevo objetivo y un mensaje para despertar

La mañana llegaba y tocaba la ventana con su luz, despertando así a una dormida Arelis que parecía haber tenido un buen descanso. Por alguna razón, últimamente aquellas pesadillas no permanecían por mucho tiempo, sino todo lo contrario, desaparecían con el gesto de una sombra según describía la joven. 

- Buenos días. - Saludaba Sora que ya estaba en la cocina por alguna extraña razón. 

- Buenos días. Es raro que te levantes tan temprano, pero enseguida tendré preparado el desayuno. - En un abrir y cerrar de ojos comenzó a preparar algo simple pero delicioso, tostadas, huevos y bacon frito, además de zumo natural, mientras tanto...

- Ah, si, pero hoy Leo prometió ayudarme a entrenar. - 

- ¿Entrenar?- 

- Si, pronto habrá un un torneo y he decidido apuntarme. - En ese momento Arelis se preocupó un poco. 

- ¿ Estás seguro? - 

- No te preocupes, soy fuerte y además ya te he dicho que Leo me ayudará a entrenar, no hay de que preocuparse. - Sora parecía muy motivado por lo que Arelis no dijo nada más, pero seguía preocupada, es por ello que no dudó en reclamarle a esa persona cuando lo viera, cosa que no tardaría en suceder. 

- Buenos días, Sora ¿estás listo?. - 

- Ya voy. - Tomó una última rebanada para ir al baño a terminar de asearse y salir posteriormente para comenzar el entrenamiento. 

- Te lo diré solo una vez, espero que cuides de él. Si las cosas se ponen feas, sácalo de la competición de inmediato. - Arelis hablaba totalmente en serio, sabía lo agresivos que algunos participantes eran debido al premio. 

- ... - Ninguna palabra más salió de la boca de Leo, tan solo una sonrisa tranquila brotaba de sus labios. 

- Vamos. - Y con esto último Sora y Leo salieron de la cocina y comenzaron a entrenar. Por razones obvias, Sora no parecía ser un novato, es por ello que Leo se lo tomó un poco más en serio, sin embargo llegado a cierto punto, el joven se bloqueaba y era goleado de la forma más tonta posible, lo que hacía extrañar al mayor quien paraba en esos momentos para descansar, y hacía que practicara lo básico. 

Pasaron varios días, y Sora seguía estancado. Por alguna razón que desconocían seguía pasando lo mismo. Era extraño, si un momento demostraba ser muy diestro, al siguiente tropezaba como si esa parte que de él desapareciera o no hubiera existido. Las cosas parecían estar empeorando ya que se sumaba a ello algo de lo que no eran conscientes. 

- Ahg... - Se quejaba Arelis a quien parecía dolerle el pecho. Unas lágrimas salían de sus ojos mientras caía de rodillas al suelo. ¿Qué ocurría?, nadie más que ella y la reina sabían al respecto, nadie más podría saber con certeza los hechos. 

- Arelis... - Una voz preocupada la llamaba. - Arelis... - De nuevo la misma persona clamaba su nombre una y otra vez hasta que esta terminó desmayando. Al parecer los viajes a aquella isla le habían pasado factura, por ello dejó de visitarla por unos días. Esto es lo que la reina le recomendó, y lo que hizo además de descansar. En cuanto a Sora seguiría entrenando y cuidando de la joven junto con Leo, quien no se apartaba de su cercanía. 

Una semana después, Arelis al ver que no mejoraba de forma normal, decidió encontrar otra forma de contactar con quien pudiera ayudar, es por ello que pidió a Sora sin decirle nada que la acompañara a cierto lugar, y arrojara cierto objeto lejos por ella. Por ello los dos jóvenes marcharon hasta un lugar cercano, la desembocadura de un río que conectaba al mar. 

- Hermosa vista, ¿verdad? - Decía Arelis quien en ese momento se encontraba calmada sintiendo la brisa tan agradable que en el lugar corría. 

- Si. - Sora observaba el paisaje, por alguna razón sentía como sus lágrimas comenzaron a brotar. En ese momento Arelis de nuevo comenzó a sentir como su pecho volvía a tener aquellas molestias, aquel dolor que ahora tenía certeza a que se debía. Los recuerdos de Sora estaban despertando, y no solo eso, estaban intentando escapar con todas sus fuerzas, era por ello que el sello impuesto se estaba debilitando, y también el por qué Arelis se sentía de aquel modo. El sello se alimentaba de su fuerza, cosa que no la mataría pero si la haría sufrir. Era algo que ella escogió y no se arrepentiría de ello, aunque en ese momento la estuviera asfixiando y la hacía retorcer de dolor. 

Unos segundos interminables pasaban, la joven pensaba tan solo en que volvería a desmayarse y era por ello que debía actuar. Sora al verla se preocupó y se acercó a ella diciendo que volverían, pero esta no lo permitió, no sin antes cumplir aquello que se propuso. Era ahora o nunca. 

- Sora, toma esto y arrójalo, por ... favor. Piensa en lo que has sentido... - Tomando la botella de la mano de Arelis, el joven así lo hizo, pensó en aquellas lágrimas y a qué se debían. Sin preguntarse mucho aquello, lanzó aquella botella con fuerza esperando que sirviera para ayudar a aquella persona que pocos segundos después se desmayó en aquel lugar. 

Escasos momentos después Leo apareció y la cargó hasta casa, acostándola en su cama y dejándola descansar. Sora iba a pedir perdón por lo ocurrido, pero el otro le pidió que no lo hiciera pues no era su culpa, ya que sabía cuan cabezota podía ser. 

Al día siguiente cierta persona se presentó en aquella casa donde la joven descansaba. Esta portaba un colgante que según decía mandaba su majestad, cosa que parecía importante y así era, ya que poco después Arelis despertaba sintiéndose mucho mejor. 



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