Pacto y lealtad

- Su majestad está segura... - Leo se tensaba al preguntar esto. 

- Si, es la decisión de este mundo. Necesitamos que él siga en este lugar, es por ello que deberá hacer un pacto al igual que todos los demás. - Arelis apretaba sus puños con rabia, no le parecía justo que lo retuvieran allí más de lo necesario. La reina estaba actuando de forma sospechosa. 

- Pero... - 

- He dicho. - Se retiraba la reina con esas palabras. 

Mediante volvía a casa. 

- No te preocupes, se nos ocurrirá algo ya lo verás. - Intentaba animar Leo de esta forma a Arelis. 

- Dime algo Leo, ¿ qué fue lo que juraste cuando llegaste a este lugar? - Una mirada desafiante llegaba a los ojos del nombrado, que por unos instantes quedaba sorprendido ante aquella pregunta. Debían hacer un pacto que los enlazara al mundo, pacto que si rompieran provocaría su caída. Era algo cruel, pero no tenía por qué ser tan malo. Nunca eran obligados a jurar lealtad ante el mundo, cosa que obligaría a Sora si no lo impedían. 

- No necesitas preocuparte por ello, no me afectará por ayudarte. - Respondía transmitiendo total serenidad. - Deja de preocuparte tanto, encontraré la solución, siempre lo hago. - 

Por otro lado los chicos seguían conversando. Sora no paraba de decir tonterías y el otro las seguía de alguna forma, era por ello que el joven de cabello castaño se sentía tan cómodo con aquella persona y que por alguna razón desconocida para él, empezaba a querer abrazarlo. 

- Oye Riku... me preguntaba si puedo... - Se avergonzó al momento, se sentía totalmente estúpido por lo que iba a decir. 

- Vamos escúpelo. - 

- Bien pero no te lo tomes a mal. Esto... ¿puedo abrazarte? - Riku se sorprendió, no esperaba que ese chico fuera tan directo al respecto y antes de que se arrepintiera lo abrazó tirando de él para que quedara totalmente encima suya. Sora estaba totalmente avergonzado, rojo como un tomate quería que la tierra se lo tragara por un lado, pero por otro su corazón no podía estar más feliz. Sentía una tranquilidad y un alivio que no había experimentado desde que llegó a aquel mundo. Era difícil alejarse de algo tan cálido, por lo que simplemente cerró sus ojos y rodeó al otro con sus brazos para intensificar el efecto y de esta forma acomodar su cabeza sobre aquel pecho. No sabe en que momento pasó, pero calló dormido y no logró despertar hasta la mañana siguiente en la que Riku ya no estaba. 

- ¿ Riku? - Un mal presentimiento inundó la mente de Sora que levantó de inmediato de la cama y se dispuso a salir a toda prisa a buscar a aquella persona, cosa que no fue necesaria ya que el mismo se encontraba en la cocina desayunando. 

- Buenos días, Sora. - 

- Riku.- Gritaba, mientras el nombrado sonreía pensando "tan ruidoso como siempre".

- Parece que alguien se le han pegado las sábanas. - Sonreía Leo quien lo esperaba para comenzar a entrenar como ya era costumbre. 

- Ah, enseguida voy. - 

- Tranquilo, no hay prisa. - Al final terminó de desayunar y salió. A Arelis se la podía ver degustando un té un poco apagada debido a los acontecimientos anteriores, sin embargo, aún mantenía la esperanza de contar realmente con la ayuda de Leo.

- No pareces muy animada. Parece como si ocultaras algo... - La joven se sorprendió, pero no se extrañó tanto ya que últimamente su cara era todo un poema. Estaba segura de que podría ser leída como un libro abierto. 

- Eres perspicaz, si, así es... pero no es algo que se me permita decir. - Ya no importaba mucho el saber que había algo tras su silencio, aunque no dijera nada al menos daría a entender que tenía motivos para ello. - Dime una cosa Riku, - decía mientras observaba el entrenamiento de los dos que estaban fuera. - ¿ qué estarías dispuesto a hacer para protegerlo? - 

- Nada, ya no podría, tan solo puedo ayudarle a salir de los problemas. Supongo que te preguntarás por qué digo esto, es simple, él es así. Jamás dejará que otros lo protejan, y hará todo lo posible para que los demás estén a salvo, es por ello que llegó a este lugar. -

- Ya veo. - 

- Por cierto, ¿no tendrás algunas espadas de madera? - Extraña pregunta.

- Déjame pensar... mmm... no, pero tengo algunas maderas y puedes hacer con ellas lo que quieras. Tan solo cógelas. - Riku asentía y así lo hizo, con las maderas sobrantes, algunos clavos y algo de cuerda hizo un par de espadas de juguete. En cuanto las terminó se acercó hasta el lugar donde entrenaban los otros dos, pidiendo a Leo que cambiaran posiciones. 

- ¿ Una espada de madera? - Riku le arrojó una y se quedó con la otra, colocándose en posición para atacar. Sora por su parte se percató de que el otro iría en serio, cosa que debería resultarle extraña, pero que por alguna razón desconocida aún para él, podía notarlo con solo verlo. Era como si se conocieran hace mucho pero en los recuerdos del joven de cabello castaño no existía hasta pocos días antes. 

Comenzaron de un momento a otro, Leo observaba como parecía que aquel joven consiguiera lo que él no podía. Llevaba un tiempo intentando que Sora sacara su máximo potencial, pero le había sido imposible, sin embargo, ese chico con tan solo intentarlo lo hizo posible. La pelea era increíble, un par de espadas de madera que parecían reales, cómo era posible. Mediante pensaba un poco sobre ello, Leo decidió alejarse para conversar con Arelis quien parecía algo indispuesta. 

Los chicos por su parte sonreían y se divertían, era increíble observar como eran capaces de moverse de aquel modo, y de atacar y defenderse de aquella manera. Pareciera que desde hacía mucho se dedicaran a pelear. En cierto punto Sora consiguió hacer retroceder a Riku, el cual decidió burlarse como había hecho en ocasiones. 

- Vamos, Sora. Creía que eras más fuerte... - 

- No fastidies, mira cual de los dos está ganando. -

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top