Cap 6.

-Interesante. Jamás pensé que te hubieran inculcado valor para hacer lo que estás haciendo en este momento. Debí haberte traído conmigo mucho antes. - la cara de aquella mujer cambió su expresión, pasando de estar molesta a mostrar como si pasara algo interesante, mientras que Tignari la miraba preocupado a la par que desafiante. No sabía lo que estaba maquinando, pero pronto todo se iba a aclarar, ya que la persona parecía haber llegado. Un par de hombres despejaban el camino a alguien más, y misteriosamente por alguna razón, el chico enorme llamado Itto no lo impedía. El pequeño grupo miraba un tanto sorprendidos. Pronto la señora volvía a cambiar su cara, pero esta vez a una enojada. - ¡¿Qué dominios haces aquí?! -

- He venido a saludar y a buscar a Tignari. - al escuchar aquella voz, el nerviosismo de Tignari aumentaba, deseaba tanto verle y abrazarle.

- Debes estar bromeando. - se levantaba torpemente al decir esto. -No se quién te has creído que eres para decir eso, pero él es mío. - al decir esto, se acercaba cada vez más a el joven, el cual permanecía estático, pero no ausente. Inmediatamente golpeaba la mano de la mujer y la miraba con ira.

- Ven. - Cyno lo llamaba ofreciéndole su mano para que la tomara. -Tú y yo hablaremos largo y tendido. -

- Hazlo si tienes valor. - de un momento a otro una pistola apuntaba a la cabeza del joven. El ambiente se ponía tenso y nadie se atrevía a mover un músculo. Sin embargo, aquel a quien apuntaba la pistola, que no era otro que Tignari, se había cansado de todo aquello, y en lugar de intentar alejarse, se acercó más aún.

- Lo mismo te digo. Hazlo, pero en cuanto lleves a cabo tu acción, ellos serán libres para hacer contigo lo que les dé la gana. - la anciana estaba furiosa, todo su plan se iba al garete y no había nada que pudiera hacer.

- Si tan solo no se hubiera entrometido el maldito niño... -

- Si te refieres a aquella vez cuando intentaste secuestrarle, era obvio que nunca lo hubiera permitido. - Tignari se sorprendía. Sabía a lo que se refería, pero no tenía claros recuerdos de aquello, más tarde le pediría que le contara todo, ahora la prioridad era salir de esa situación con vida. De un momento a otro cambiaba la posición de su pistola para apuntar a Cyno pero sin suerte, ya que el otro se entrometía colocándose delante y sujetando su arma.

- Si quieres lograrlo, antes tendrás que pasar sobre mi cadáver. - había tomado una decisión, y era la de no perder a nadie.

- Pues que así sea. - decía mientras apretaba el gatillo y una explosión de pólvora daba lugar. La tensión no podría ser mayor y más cuando había disparado por impulso al joven frente a ella. Había sido tan impertinente y atrevido que no tuvo más opción, o eso se decía a sí misma. Ahora todo había acabado.

- Nari. - la angustia envolvía el corazón de Cyno. No podía estar pasando, no era justo. Después de tanto tiempo sin poder siquiera verle, ahora tendría que despedirse para siempre. Era lo peor que podría haberle pasado nunca.

- No ...¡Maldita vieja loca! - gritaba repentinamente Tignari arrebatándole la pistola. - ¡Eres una escoria de ser humano!. - al final terminaba asestandole un puñetazo a la cara. Ni siquiera pensó en contenerse después de lo que hizo.

- Creo que esto ha ido demasiado lejos. - una voz masculina intervenía y tomaba a la mujer del brazo. - Espero que no hayas olvidado tu deuda con mi sobrino. - se trataba de Al-Ahmar, y parecía muy enfadado. - Es hora de pagar. En cuanto a vosotros, - decía mirando a los dos jóvenes, - que os lleven a casa. Cyno aún debe descansar. Nahida, vienes conmigo, necesitaré tu ayuda con algunos asuntos. A los demás, gracias. - terminaba de decir para retirarse arrastrando a aquella mujer que no volvería a meterse en sus vidas, ya era suficiente de aquello. Ahora tan solo les quedaba seguir con su vida.

- Nari - el nombrado se sorprendía y volvía en si. Había pasado un rato desde que salieron de la anterior ubicación. - ¿Te encuentras bien? - este tomaba su mano y lo miraba desde su posición, ya que aún se dirigían a casa en un coche, eso y que como era obvio no terminaba de sanar. Su brazo se encontraba vendado todavía y conservaba algunas más en otras partes del cuerpo. Tignari tan solo asentía mientras apretaba un poco su mano, pero no lo miró a los ojos. Ya fuera por el hecho de estar nervioso u otra razón, pareciera como querer esperar para hacerlo.

Una vez dentro, Tignari ayudaba a Cyno a acomodarse en el sofá. Mediante miraba aquel cuerpo vendado, pensaba en como habría pasado todo aquello. Poco a poco alzaba la vista y vislumbraba las vendas en su cuello además de los vendajes en su rostro sumado a un par de puntos de papel en su labio inferior. Suspiraba. De repente una mano contraria se posaba en su rostro, haciendo que este se alzará para poder tener una visión directa a los ojos ajenos. Unos ojos llenos de bondad y amor dirigidos hacia el contrario, que se acercaban lentamente hasta que sus frentes se encontraban y Cyno finalmente abrazaba fuertemente a Tignari con su brazo sano.

- Te he hechado de menos. - decía para cerrar los ojos y sentir como el otro devolvía suavemente el abrazo.

- Cyno, ¿ me lo contarás ahora? - el nombrado asentía.

- No hablé por miedo, pero ellos me hicieron entender que si no lo hacía se cumpliría igualmente. - estás palabras desconcertaban al propio Tignari. - Dos veces han intentado apartarte de mi lado, y las dos veces se ha debido a la misma persona... - a partir de ese momento Cyno relató todo lo que le sucedió durante el tiempo que estuvo desaparecido. El cómo aquella mujer lo contactó y lo amenazó, y a raíz de ese acontecimiento su vida se convirtió en un infierno. - En este momento me parece tan irreal. Él estar aquí abrazándote, contándote todo esto. Siento que se trata de un sueño del que me da miedo despertar. - Al escuchar esto, Tignari mordía ligeramente su labio inferior. El también se sentía de la misma forma, es por ello que tomó su mano y le besó, mordiendo ligeramente la herida de su labio inferior. Cyno se quejaba un poco, pero lo dejaba actuar a su antojo. Esto lo hacía consciente de que era real, además de que si era él, no le importaba, ya que más tarde esperaba curaciones por su parte. Al separarse ambos se miraban fijamente. Tenían deseos de continuar, pero era peligroso, ya que las heridas de Cyno aún no se recuperaban en su totalidad, aún así, ganas no les faltaron. En sus cabezas resonaba la misma frase, "si no fuera por esas heridas..." Al final tomaban la cena y pasaban la noche juntos. 

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