Cap 5.
Ajeno a lo anterior, Tignari se preocupaba al ver a Nahida en aquel estado. Sabía de sobra que ella no lo culparía de la situación, y él tenía claro que realmente no era cosa suya, sin embargo, no podía quitárselo de la cabeza. Esperaba que un milagro ocurriera y aquello no fuera más que un sueño.
Repentinamente, la puerta se abría de forma lenta. Todos miraron hacia arriba esperando ver la cara de aquel hombre que se había marchado minutos antes, pero en su lugar, una pequeña con una cara sin expresión alguna se presentaba ante ellos diciendo simplemente pipí. La tensión que se respiraba se fue en un momento, y el hombre trajeado resoplaba molesto. "Cuán incompetente era su compañero", pensaba mientras dejaba a un lado a Nahida y se acercaba rápidamente a la recién llegada, ya que temía que esta pudiera dar problemas más adelante. La niña retrocedía al pasillo, por sus saltos parecía que aquella urgencia se agravaba. A un paso de atrapar a la pequeña, un click lo hacía consciente de que no estaban solos.
- Sería mejor que soltaras el arma. - Decía alguien más, la cual ocasionaba que la atención recallera sobre ella misma. Apenas un segundo después un fuerte pinchazo se hacía notar en la muñeca donde sujetaba el arma.
- Su punto de presión ha sido punzado, quiera o no la soltará.- decía una voz infantil. El hombre se decía a sí mismo que no eran normales, y efectivamente era obvio. Al final caía mientras se maldecía por no prestar más atención a su alrededor, había sido descuidado, y ahora se encontraba en una situación totalmente desfavorable.
- ¿Os encontráis bien? - preguntaba aquella extraña mientras cambiaba su expresión a una sería y tranquila. Tras lo cual se acercaba a Nahida y desataba la cuerda que la restrigía. La nombrada por su parte simplemente asentía, y rápidamente buscaba su teléfono para mandar un mensaje a alguien más.
- Listo, es hora de marcharnos, nos esconderemos hasta que las aguas se calmen. - Tignari la observaba extrañado, por un momento había olvidado que Nahida era adulta. - Tignari, vamos.- el nombrado por fin volvió en sí.
- Espera, no. No pienso huir de ella. Ya soy un adulto, y no tengo intención de seguir en esta situación por más tiempo. -
- ¿Estás seguro? - de forma sería miraba Nahida a Tignari esperando su respuesta, pero más que esta, la forma en que la daría.
- Ya lo he estado haciendo durante toda mi vida, creo que es hora de enfrentarla y solucionar esto. - decía con determinación.
Apenas un par de minutos pasaban para que aquella chica extraña acabara de registrar a los secuaces, mientras Nahida se dedicaba a rebuscar las ubicaciones del GPS del coche. Posteriormente un par de personas llegaban al lugar, presentándose como Thoma e Itto. El primero era calmado y delgado. Parecía bastante confiable, en cuanto al otro, no se podía negar que era fuerte, pero era todo un cliché. Mucho músculo y poco cerebro, se podría decir que era bastante "tontito", pero no cabía duda de que al parecer la joven de cabello verde sabía perfectamente cómo lidiar con él.
- Es inútil. Han borrado el historial. - las pequeñas suspiraban.
- Si es solo eso, puedo ayudar. Montad. - decía Thoma de forma calmada y alegre.
- Os seguiré con la moto. - respondía Kukki. En una media hora habían salido de la ciudad y se encontraban a las afueras.
- ¿Dónde estamos? - preguntaba Tignari con impaciencia mientras que Thoma paraba el coche a escasos metros de la puerta.
- Digamos que quería hacer una visita, pero no tenía alguna excusa. - respondía mientras desviaba la mirada hacia el anterior.
- Chicos, - ambos eran sorprendidos por Kukki. - nos ceñiremos al plan de la señorita Kamisato. Tignari se sorprendía, que demonios había pasado en aquel escenario ajeno a él. Thoma por su parte solo asentía y salía del coche. -Esperaremos tu señal. - este tan solo daba algunos saltos y corría a toda velocidad como si su vida dependiera de ello. Unos minutos más tarde un par de coches salían del lugar y el grupo a la retaguardia entraba. Llegaban hasta la puerta y eran interceptados por un par de hombres que no parecían tener muy buenas pulgas, pero que inmediatamente cambiaban su expresión y les dejaban el camino libre, además de guiarlos hasta la persona que buscaban. Poco después se encontraban delante de la puerta de una habitación destinada a salita para recibir invitados, en la cual se encontraba el mayor muro a superar por parte de Tignari, quién poco a poco comenzaba a ponerse ansioso. Finalmente terminaba por tomar aquella manilla y girarla para acceder a la sala, encarando de forma seria a aquella mujer que tanto daño le estaba haciendo. Si miraba al pasado, esta llevaba desde su niñez acechando, pero nunca llegó a dar un paso más allá, como si estuviera esperando algo. Ahora era consciente de que era peligrosa, más de lo que jamás hubiera imaginado.
- Tiempo sin vernos. - saludaba el joven de cabello oscuro y serio semblante.
- Vaya, vaya. Por fin mi querido nieto me acompaña. - cuan hilarantes eran sus palabras. - Ahora que estás aquí, siéntate. Te presentaré a alguien muy importante. A partir de ahora él te cuidará. - "Qué demonios estaba insinuando." Se preguntaba Tignari, pero no importaba, no estaba allí para eso.
- No me importa lo más mínimo eso. Solo he venido a decirte que no tengo interés en tu persona o nada que tenga que ver con tus asuntos. -
- ¡Qué acabas de decir! -
- Lo que has escuchado. Déjame en paz. -
- Interesante. -
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