¿Un engaño?

Y así pasé mis días mostrando ésa máscara a los demás, sonriendo como si ya todo estuviera mejor y llorando desconsoladamente cuando entraba a mi cuarto porque cada cosa que había en ese lugar me recordaba a él. No quería pisar la realidad tan rápido, no quería darme cuenta de que ya no volvería a verlo nunca más. Entonces, entre mi patética locura llegué a pensar, como cualquiera, la idea más descabellada que se me pudiese haber ocurrido. Se trataba de que él ya se había enamorado de otra chica, pero ella se fue a Londres y él decidió dejarme para ir con ella. Por corolario, los celos comenzaron a apoderarse de mí como una especie de virus irremediable y cada vez me hacía sentir más miserable; preguntándome ¿Qué hay de malo en mí?¿Es que acaso mi dulce militar, amante del chocolate, no me amaba? Pero esa idea se me fue borrando de la mente porque... ¿No toda su familia va a ir con él por una pequeñez como ésa no? A pesar de todo no vi nada raro en su comportamiento mientras estaba conmigo, nunca vi algo que le molestase de mí o quizás sólo se estaba aguantando ¿Y para qué? ¿Qué ganaría con ello? Si realmente su verdadero propósito es relamerse de gusto pensando en cuánto estaría sufriendo ¡Pues felicidades señor Kentin! Lo ha conseguido. Mostrando la desguanzada de mi persona, más patética y manipulable de lo que ya era. Nunca pensé que me haría tanta falta un hombre en mi vida, que se convirtiera en algo muy esencial e importante con el cual, no podría vivir. Quiero salir airosa de ésto, defenderme y ser feliz por mí misma y por las cosas que yo haga ¿Pero cómo? Entonces otra idea cruzó por mi mente, duplicando el efecto de la morfina dentro de mi corazón... ¿Le habrá sucedido algo malo? ¿Y si... ya no existía?

Con esos pensamientos tan horripilantemente chocantes, cualquiera se hubiera convertido en una persona suicida y se hubiera tirado de un puente de no más de 16 metros. ''¡Adiós a todos, voy a suicidarme. Si quieren encontrarme, pueden verme en... el cielo!'' Pero eso sería caer muy bajo, no estaba tan demente aunque se me vinieran muchos pensamientos negativos a la cabeza, de alguna manera conservaba la cordura. ¿Y tanto calvario por qué? Por un hombre, como si me hubiese... domesticado. No sabía nada de él en absoluto y para el colmo en ese entonces no existían redes sociales como Facebook o Twitter, algo tan eficaz que necesitábamos todos en ésa época, los que sufríamos relaciones a larga distancia. Tal vez hubiera sabido el por qué no me llamaba, de esa manera. Claro que al momento de su partida, lo acompañé y lo vi subirse al inmenso avión de Air France, sin antes besarme en los labios a manera de despedida aunque no sentí tanta pasión como en el anterior ¿Sería una señal del fin de mi felicidad?

No sé qué fue de él, no he sabido nada de Kentin hace tres años y poco me importó. Aunque parezca imposible de creer, lo llegué a tomar como que esas cosas pasaban en la vida ¡De veras! ¡Por fin las personas que me querían me veían con mi verdadero rostro, mi verdadero yo!La verdad no tenía ningún conocimiento si ya no me soportaba más aunque no encontraba negativas razones para que yo no fuera una buena amante. Si siempre he estado ahí para él cuando lo necesitaba, si siempre le compraba sus galletas de chocolate favoritas, cuales me producían un martirio al verlas cuando vivía enjaulada en mi calvario.

Quizás él no supo valorar mi buena compañía que siempre le había brindado, quizás la vida lo quiso así y se había enamorado de otra allá en Londres o qué sé yo la razón por la cual ya no me llamaba, ya no le tomaba mucha importancia. Realmente me había liberado de aquellas cadenas del pasado y por fin me sentía libre. Podía ver que el sol brillaba más que nunca con todo su resplandor y que la luna y las estrellas me sonreían cada vez que curvaba los labios de par en par, expresando una dulce melodía que sólo yo podía escuchar.

Entonces me metía a la cama, esperando que cuando caiga en los brazos de morfeo, se me aparezcan hermosos sueños con los cuales saborear sus más deliciosos mensajes. Claro que ya no me veía al espejo con cara de alma en pena y mi almohada ya no se encontraba mojada por mis lágrimas. Aunque una se atrevió a caer por mi mejilla, porque después de tanto sufrimiento, de pensar que ya no podía levantar ese mundo que se encontraba encima mío y reconstruirlo. ¡Pude salir adelante!

Basta con decir que en el mes de los enamorados, yo me la pasé muy bien con mis amigos fuera del Sweet Amoris comiendo pizza, chocolate, helados, gaseosa y algunas chatarras más que me hicieron subir 1kg. Y claro que no hay nada mejor como los amigos que te ayudan a olvidar de tus problemas y te sientes como si nada hubiera pasado. Te sientes feliz de haber superado esa trágica página.

Pero como mi nueva visión del mundo es que no todo es color de rosa, claro que aún quedaban esas cicatrices marcadas dentro de mi ser. Porque como dice el dicho ''Donde hubo fuego cenizas quedan'', aún así serían marcas que al mirarlas te hinchas el pecho de orgullo. Es indescriptible el placer que sentí cuando al contar mi dolorosa experiencia a los demás, no había soltado ni una sola lágrima. Mi mejilla se había mantenido pulcra y firme, mi sincera sonrisa formando hoyuelos en mi rostro iluminada por el placer de la victoria.

Había pasado por los momentos más desoladores de toda mi corta existencia y mi único anhelo era salir de ésta oscuridad de una vez por todas.

Y por mí misma lo había logrado.

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