Bajos y similitudes

''Era increíble estar a su lado, caminar con él, conversaciones casuales. De alguna manera lo convertía en momentos inolvidables. Ahora veo el pasar del tiempo y añoro de nuevo esos días''

Al volver al sótano, me sorprendió mucho encontrar que Castiel y Lysandro conversaran tan cordialmente. Me había montado toda una película por las puras y al saber ésto, suspiré de alivio. ''Simplemente son tan geniales'' pensé.

- Holas chicos - les saludé muy casual - Lamento haberles preocupado.

- Eres una caja llena de sorpresas - habló Castiel con su sarcasmo de siempre.

- Lo sé - respondí riendo.

Terminó el receso y todos nos dispusimos a irnos a nuestra clase. Lysandro mostró más soltura con Castiel y Priya, yo no dejaba de sonreír por su actitud y por lo bien que estaba resultando el primer día de clases. ¿Bajo qué estrella habría nacido? No lo sé, pero empecé a sentir más empatía por aquellos astros en el firmamento.

Nos sentamos juntos en el salón de clases en cuánto llegamos y Priya me miraba con su burlona risita, yo le devolví de la misma manera y me reí un poco. Castiel se mostraba serio viendo su celular con mucho interés... Vaya, había algo de lo que no me he enterado. Todos los demás empezaron a mirarme atónitos, como que ''El primer día y ya se está ligando a uno''; pero poco me importó. Aunque no podía pasar desapercibidas todas aquellas miradas envenenadas de las chicas hacia mi persona, pero ser el centro de atención hizo que me sintiera triunfante. ''Tienes un club de fans'' le comenté al oído del albino y él soltó una pequeña carcajada. Qué lindo era verlo así.

Como el profesor de Química se mostraba con ganas de no hacer nada, ni siquiera un discurso de bienvenida; Lysandro y yo empezamos a charlar sobre nuestras vidas. Me dijo por ejemplo que a él, desde chiquito, siempre le gustaron los animales. Que a sus padres les encantaba cuidarlos y de toda clase: tortugas, perros, gatos, conejos, pollos hasta caballos. Qué divertida me pareció aquella historia y yo no dejaba de sonreír con todo lo que me contaba. Yo hablé poco, pues como decía antes, quería saberlo todo de Lysandro Ainsworth. Ya que por alguna razón, empezaba a ocupar un lugar importante en mi corazón ¡Y sólo en un día! Así me pasé toda la clase con el misterioso albino que tanto llegué a admirar, cada vez que miraba esos ojos bicolor, esa sonrisa... Sentía que mis problemas no tenían ningún sentido y lo único que quería hacer es mirar sólo esos hermosos ocelos que empezaban a enloquecerme y claro que él tampoco los despegó de mí en todo momento. No sé si estábamos cayendo en los síntomas del amor, si cupido ya hizo de las suyas. No me importaba, ni siquiera a Kentin le tomó un día para hacerme sentir que puedo llenar mi pecho de orgullo y salir por la ventana volando. Tampoco me importó volver a cometer esos mismos errores del pasado, ni estar pensando si es el indicado o no. Como dijo Priya ''Las cosas fluirán según su naturaleza'' y yo simplemente sentía que estaba bien junto a él y no pensaba llenarme la cabeza de cosas que me harían pensar lo contrario.

- Señor Castiel, entrégueme ese celular - habló el profesor de química, que hizo que me sacara de todos mis pensamientos. Todos se voltearon a mirarlo, medio sorprendidos; Priya con incredulidad. El pelirrojo se mostraba un poco asombrado, con películas de sudor cayendo de su frente; pues Melitón lo había pillado infraganti y no era algo que Castiel comúnmente hacía.

Además... ''¿Por qué reaccionaba así?'' pensaba. Lo normal hubiera sido que hubiera salido con lo de siempre, respondiéndole con sorna al profesor. Pero éste no se inmutaba así que a Castiel no le quedó de otra, entregó lo que finalmente el profesor quería y todos pensábamos que ahí acabaría la cosa. Sin embargo Melitón comenzó a revisar su celular y a Castiel se le subió la sangre a sus mejillas como la de su propio cabello. Luego habló el licenciado:

- ''Tu pelo tan suave como la seda, tus labios tan rojos como la cereza que se esconde dentro de tus mañanas. Tienes todo un universo dentro de esas cuencas donde guardas tu mar de ojos, no puedo quitármelo de la cabeza. Pero mi pensamiento, eres tú''

Empezó un murmullo de risas y sonidos de ambulancia ''uuuuhhh...wiii...iuuu'' aullaban todos y las facciones del rostro de Castiel me parecieron decir ''trágame tierra''. Yo no sabía como reaccionar, pero mi morena amiga coreó una risita al ritmo la de Lysandro; quien lo miraba al pelirrojo compadecido ¿Había algo entre ellos dos? Pero... Castiel no sería capaz de escribir un verso en años, muy bien sabía yo que él repugnaba la literatura. Pero aún más importante... ¿Castiel está enamorado? Vaya, vaya... Supongo que tendré que prender una lamparita dentro de un cuarto oscuro y hacerle un interrogatorio policial... Una gran sonrisa burlona se me extendió de oreja a oreja.

Después de unas cuantas risitas y de que el profesor Melitón le diera una larga y aburrida cátedra a Castiel... salimos a tomar un descanso, respirando aire nuevo. Priya y yo teníamos muchas ganas de hacerle el famoso interrogatorio, Lysandro se mostraba apacible y parecía no importarle aquello. Sin embargo, el pelirrojo no nos dirigió la palabra en cuanto salimos del salón y Priya y yo nos miramos desconcertadas ¿Que sucedía con Castiel? ¿Es que no le tenía la suficiente confianza a sus amigos? Me sentí herida en mi orgullo.

La canción de ''Hallelujah'' sonaba en mi cabeza, como si un tocadiscos roto y rayado lo hiciera, mostrando lo triste que estaba.

- ¿Qué... demonios?

- ¡ÉSE tinte barato no te queda tan bien como crees! - grité enojada mientras veía al encaprichado pelirrojo a lo lejos, pero sabía que de todas maneras pudo escucharme.

- Creo que necesita estar a solas por ahora - dijo Lysandro intentando calmar las llamas, tan ardientes como un volcán, del ambiente.

Nos fuimos hacia un rincón de la cafetería, y por increíble que parezca, se me había quitado por completo el hambre que comúnmente sentía y al parecer; a Priya también. No dejábamos mirarnos con desconcierto y decir alguno que otro reproche hacia Castiel. Dándole vueltas a todo aquello, me hizo pensar que tan fuerte sería el lazo de nuestra amistad y se me encogió el corazón. Lysandro sólo se pidió un par de sándwiches.

- Estoy tan molesta con él ahora - repliqué sin bajar los humos aún.

- Yo igual - bufó Priya igual de fastidiada.

- En realidad... debo decirles algo... - comenzó Lysandro y nosotras invadimos su espacio personal a la velocidad de un rayo. El albino se sonrojó un poco, pero luego se amilanó y comenzó a hablar - Cuando Castiel y yo estábamos a solas, él me pidió que compusiera un poema romántico al contarle que se me daba muy bien el arte de la literatura. Claro que lo hice en su celular y se quedó impresionado. Eso es todo lo que puedo decirles, quizás Castiel sí esté enamorado.

Priya y yo abrimos los ojos como platos ¿Él no lo había escrito? Bueno, pensándolo bien, era obvio; el pelirrojo no poseía esos dotes ni de broma. Pero lo que más me asombró fue que... Lysandro también escribía. También amaba el literato como yo, aunque fueran géneros diferentes, teníamos algo muy en común. Una pasión que nos ardía febrilmente por dentro cuando tenemos un bolígrafo y una libreta a la vista.

- Se le va a pasar, será el mismo Castiel de siempre y no los va a contar - dijo Priya con aires de ánimo.

- No actúes como si lo conocieras - objeté yo casi con el mismo ánimo - Uno no puede terminar de conocer a la persona.

- Pero debemos aferrarnos a alguna esperanza, por más pequeña que sea.

Cayó la tarde y llegó la hora de la salida. Aglomeraciones de personas se juntaban en el gran portón con ganas de querer irse a sus casas, se mostraban eufóricos porque por fin salían de la cárcel llamada ''escuela'' (Aunque yo no lo veía de esa manera) Sin embargo, nosotros nos encontrábamos ansiosos por ver a Castiel y bombardearle con nuestras preguntas, pero por más que esperamos nunca apareció. Se había ido más temprano el muy canalla.

- Que no cunda el pánico - habló Priya soltando un suspiro de hartazgo, lo que no nos trajo mucha ''esperanza'' - Sólo es cuestión de tiempo, váyanse tranquilos a sus casas.

- Espera ¿A qué te refieres con ''váyanse'? ¿No vendrás con nosotros? - pregunté un poco insistente y muy ruborizada.

- Significa lo que significa - dijo sarcástica y luego me lanzó un guiño. Obviamente ya sabía qué es lo que tramaba y me ruboricé mucho más.

*

Lysandro y yo caminamos en silencio rumbo hacia mi casa, despacio y una que otra sonrisa al mirarnos. Pero mi cara ardía y no pude contar los latidos de mi corazón que palpitaba aceleradamente... No pude contenerme, una energía cósmica me invadió, como el calor de millones de estrellas en aquella bóveda oscura y tenebrosa. ''Pero cuando las estrellas brillan ése miedo desaparece y te quedas impresionada mirándolas. ¿Cómo se verán cuándo las mire con Lysandro?'' Mi corazón latió con más fuerza y de un brinco inesperado, me aferré al albino que tanto admiraba. Ni siquiera sé de dónde había sacado las fuerzas para ello, pero estaba ahí con mi cabeza enterrada en su pecho cometiendo tal crimen. ''O tal hazaña...'' Entonces él me devolvió la jugada y empezó a acariciar mis cabellera escarlata. Me gustó, quería que nunca se detuviera, que el tiempo fuera eterno y lo siguiera haciendo. Me sentía tan feliz, tan protegida, tan en paz que todo ese nerviosismo se disipó; agradecí a la morena por dejarnos éste maravilloso momento y lo de Castiel no le tomé importancia. Fue como si estuviera bien guardado en una caja con candado y más tarde la volvería a abrir... Luego pronunció aquellas majestuosas palabras:

- Aurore... por favor... Nunca me dejes, Aurore...

Mis ojos se humedecieron al escuchar tales palabras, lo abracé más fuerte, aparté sus mechones albinos de su cara y con la sonrisa más dulce que podía esbozar le dije: ''No hay nada que pueda separarme de ti, Lysandro Ainsworth. Ahora soy parte de tu vida, y tú de la mía''.

No voy a mentir, tenía ganas de probar aquellos labios y fundirnos en un beso como dulce caramelo. Pero me contuve, me comprimí al pensarlo. Pues no podía poner en alerta roja nuestra bella amistad que se había formado en tan sólo el primer día de clases, quizás los milagros si sucedían después de todo. Que siempre es bueno abrir una puerta más a pesar de todo. Aunque aún no estaba segura de mis verdaderos sentimientos, de mi real potencial en el ámbito del amor; me mantenía firme. Con los pies en la tierra me apegaba a la realidad, también todo podría ser efímero, ya que no siempre ocurre que encuentras a tu primer amor a simple vista en el primer día de clases.

Cuando llegamos, quería invitarlo a pasar, pero él rechazó amablemente mi propuesta. Dijo que no podía porque debía llegar temprano a la suya. Me entristecí un poco y noté que él también lo hizo. Como si le hubieran dado ganas de quedarse conmigo pero el deber era el deber.

Al cabo de unos minutos, ocurrió lo más tierno e inimaginable que nunca pensé que iba a pasar. Él se acercó a centímetros de mi rostro y sentí su dulce beso en mi mejilla dejándola toda roja como el color de mi cabello. Pero ese nerviosismo ya se había disipado y me abalancé para regalarle un gran abrazo de oso pardo, agradeciendo para mis adentros todo lo que me había brindado en sólo un día. Lysandro rió.

- Nos veremos mañana, mi linda pelirroja - dijo el hermoso albino con su magnífica voz resonante como campanillas y ésto causó que no despejara mi mirada de su rostro en ni un sólo momento. Luego le di un golpecito amistoso en el hombro.

- Tienes que unírtenos para hacer volver a Castiel a la realidad. Hasta mañana Lysandro, que pases una linda tarde.

Y así fue como vi partir a Lysandro desde mi puerta, con las ganas de que llegara el nuevo día para volverlo a ver.

Subí rápidamente a mi habitación como un rayo y noté que mamá no estaba, de todas maneras me encontraba emocionada. Me lancé hacia el colchón e hice pataletas a causa de la inmensa alegría que sentía recordando todo lo que había pasado en mi primer día de clases. Estiré el brazo para agarrar mi peluche acorazonado y abrazarlo con la fuerza de un huracán. No me preocupó si sufría algún daño, pero... ¿Dónde reúnes toda aquella felicidad acumulada?

''Pisa tierra Aurore, no todo puede ser eterno'' mandó mi subconsciente, pero lo lancé a los demonios. Me importaba un comino si fuera efímero, mi corazón estaba contento de poder querer a alguien de nuevo y no lo iba a cambiar por nada del mundo. ¿Qué haría sin éste ingrediente picante en mi vida? Se volvería monótona y aburrida en mi opinión, pero no podía saberlo...

En cuánto terminé de aplastar mi peluche de corazón, quedó medio desfigurado. Me reí muy fuerte, y mediante aquellas risas me acordé de que la profesora Delanay siempre tomaba examen de entrada, así sea la primera clase. Abrí mi celular para escribirle a Lysandro de que estudiara, sobre todo para que doña Delanay no lo humillara... No podía dejarlo. En cuánto terminé de hacerlo noté el nombre de Castiel en mis contactos... ''Demonios'' pensé.

Después de abrir la caja de Pandora, inhalé una gran bocanada de aire y lo solté de un tiro, entonces mis dedos comenzaron a ejercer presión sobre las teclas del celular mientras escribía el mensaje. Él de todas maneras era mi amigo y necesitaba saber lo que le pasaba de alguna manera u otra. Así es una amistad cuando es verdadera y muy aparte de todo, quería demostrarle al pelirrojo que poseía una buena amiga a su lado. ''Hoy por ti, mañana por mi'' decía el dicho y él me había ayudado en innumerables ocasiones... Tenía que hacerlo, quería mandarle tal mensaje que rezaba lo siguiente:

''Castiel, no nos ignores. Estoy muy preocupada por ti, por el destino que puede tomar nuestra amistad con tus actos. Tú siempre puedes contar con mi apoyo y no tengas miedo al contárnoslo. Porque... somos amigos... ¿No?''

Abrí mi libro de biología con la esperanza de que mi mensaje lo cambiaría todo y mañana volvería a ser el mismo de antes. Aunque la verdad, quería saber quién era la afortunada a la cual el corazón del pelirrojo había elegido. De nuevo me dolió un poco mi orgullo, pues los buenos amigos se cuentan esa clase de cosas y pensar que yo le contaba todo... Entonces comencé a concentrarme en el texto que tenía ahí al frente para que aquella angustia se esfumara... y en efecto, así lo hizo.

''Un reino aparte: los virus

Los virus son microorganismos muy pequeños, capaces de atravesar incluso los filtros que impiden el paso de las bacterias. No pueden realizar actividad biológica alguna si no es introduciéndose en otras bacterias. No se incluyen en ninguno de los cinco reinos anteriores porque su estructura no celular concuerda con la de ninguno de sus representantes.

Incluso, aunque son capaces de reproducirse, no pueden hacerlo independientemente, sino que para ello necesitan una célula huésped.''

Sin duda estaba cayendo lentamente en la locura, pues al instante lo relacioné con Lysandro. Imaginé de forma divertida, que los dos éramos virus que atravesábamos esos filtros. Claro que literalmente hablando, serían los obstáculos que nos impedía estar juntos y que con ayuda de una célula huésped podíamos lograrlo y hacernos más fuertes.

Cerré mi libro de biología y comencé a reír jovialmente. De nuevo tendida en la cama.







Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top