Algo extraordinario
Lysandro, Priya, Castiel y yo nos dirigimos a la cafetería. Pues todos teníamos las tripas rugiendo de hambre a pesar de que yo había tomado un buen desayuno. El pelirrojo poseía un metabolismo demasiado rápido y Priya, a pesar de su apariencia de modelo, también era muy usual verla comerse tres sándwiches de queso cuando asistíamos a alguna pastelería. En conclusión, somos un trío de hambrientos y estábamos dispuestos a vaciarnos todo lo que había en la cafetería ¿Y qué hay de Lysandro? Seguro que también poseía un barril sin fondo dentro de su estómago. Y pensar en esto hizo que me sintiera divertida y solté una risita.
- ¿Qué te parece tan divertido? - preguntó con una linda sonrisa, el albino.
- Sólo me preguntaba si tú también tienes el metabolismo rápido...
Priya y Castiel me miraron divertidos y siguieron con mi juego. Esto hizo que me riera mucho más y Lysandro empezó a mirarme como si me hubiera vuelto loca.
- ¡Es cierto! - exclamó Priya con sorna mientras giraba a nuestro alrededor con sus pasos tan gráciles y ágiles. Castiel me pasó el brazo por mi hombro, lo que me sorprendió y lo miré intrigada; pero él no me devolvió la mirada. Se estaba entreteniendo mucho con aquella escena - A nosotros nos conocen por ser una banda de hambrientos. Y siempre vivimos con una ley ''La comida no se la sugestiona, se la disfruta'' ¿Aceptarás ese pacto?
Esta vez Castiel y yo nos reímos a más no poder porque todo lo que dijo la morena fue inventado. ¿Que nosotros tenemos una frase? Me reí tanto que empezaba a dolerme el estómago y con el hambre se duplicó más la tortura.
- Estás en un grupo de locos - dijo el pelirrojo en cuánto se hubo calmado. Pero aún seguía intrigada del por qué su brazo en mi hombro se mantenía firme. ¿Qué demonios estaba haciendo? Somos amigos claro, pero no quería que malinterpretasen ese gesto; aunque por alguna razón no podía zafarme de ese brazo.
Pero Lysandro se mantenía callado con una serena sonrisa, como si estuviera guardando circunspección. Fue algo que me pareció muy admirable, además de tener un porte firme sobre sus pies y a las primeras se podía notar que era de un temperamento tranquilo. Alguien que raras veces se enoja cuando le hacen bromas, aunque podría decirse que su aparente introversión no encajaba en un grupo de extrovertidos maniáticos con la comida... Me despertó mucho interés en conocerlo mejor.
- Vaya en que grupo me has metido Aurore - dijo él con una voz tan pasiva que era casi posible saborear cada una de sus palabras.
- A pesar de todo Lysandro... - le dirigí la palabra empleando más sarcasmo - Somos un gran equipo.
- Es cierto - habló Priya entusiasmada - Y tú eres ahora parte de él ¡Hay que brindar por ello!
- ¡Vamos a vaciar la cafetería! - gritó Castiel alzando su mano convertida en un puño. Su brazo ya no se encontraba sobre mi hombro y por alguna razón me sentí mucho más aliviada.
- ¡A la cafetería! - grité yo llena de vigor por todo lo increíble que me sucedió hoy, hasta podría decirse que era un sueño. Del cual no quiero despertar...
Estar en la cafetería fue divertido, noté como Lysandro nos miraba asombrados por la forma de cómo comíamos. Sonrió divertido y también hizo lo mismo con su cheesecake de fresas, lo que me causó muchísima gracia. Aún así, seguía con su introversión que empezaba a inquietarme un poco; es cierto que es nuevo pero estando con nosotros podía tener toda la confianza que quisiera. Es cómo si nos mirara desde lejos, como si no se sintiera dentro del ''equipo'', respondía siempre con la misma monotonía las preguntas que hacían Priya y Castiel. Pero al parecer fui la única en notarlo, pues ellos seguían con su algarabía entre los platos y la compañía en general.
En cuánto nos acabamos lo que habíamos pedido, el albino pidió que le hiciéramos un recorrido de las instalaciones. Todos aceptamos con gusto y lo llevamos a la biblioteca, al gimnasio, al área donde se practicaba la jardinería... Pero a pesar de que le contábamos nuestras grandes expectativas, y quizás exageradas, de cada lugar de la escuela; no le tomaba mucho interés. De nuevo fui la única en notarlo, puesto que Priya y Castiel estaban más entusiasmados en las instalaciones que si realmente le agradaba nuestro pequeño tour.
Sentía muchas ganas de decirle por qué no tomaba interés en nada, pero tampoco quería arruinar el jovial ambiente que se había creado con las ocurrencia del dúo de locos que teníamos al frente. De pronto sentí que alguien me agarraba la mano por detrás y di un pequeño brinco. Al voltear, solté un suspiro de alivio al ver que era el de ojos bicolor que me hacía ''silencio'' con la mano. Yo lo miré confuso e inesperadamente nos piramos del área de jardinería.
- ¿Qué haces Lysandro? - pregunté muy intrigada cuando nos encontrábamos en el hueco de las escaleras.
- Lo siento Aurore, pero realmente no podía soportar más ese ambiente - me dijo limpiándose la película de sudor que caía por debajo de su sien. Yo al ver que seguíamos tomados de la mano, me sonrojé y la solté de un brinco. Lysandro me miró divertido de nuevo.
''Tiene unas manos tan cálidas y suaves. También son demasiado grandes, pero poseen mucha más gracia que las de Castiel... creo que hay algo que las hace especiales, como su contacto con la mía...''
Luego sacudí levemente la cabeza por andar volando en las nubes ¡Pisa tierra Aurore, pisa tierra!
- ¿Aurore? - preguntó él a lo que yo reaccioné de un salto - No creas que no me caigan bien tus amigos, sólo que... siento que no encajo con ellos ¿Comprendes?
Por fin se había revelado el misterio que me carcomía de preguntas desde la cafetería. Claro que lo entiendo perfectamente... Castiel y Priya son como un enorme helado que resulta difícil reducirlo con solo lengüetazos, pero al final terminas comiéndotelo todo. Es decir, puede parecer muy lejano acoplarse a su ''alocada'' forma de pensar, pero al final terminas aceptando porque ellos no se acoplarán a ti. Pero eso significaría... ¿Que yo también incomodo a Lysandro?
- Te recuerdo que yo también pertenezco a ellos - le dije sin apartar mi mirada de sus magníficos ojos bicolor, pero me resultaron más penetrantes que los míos.
- Tu esencia es completamente diferente Aurore, eso es lo que me gusta de ti - dijo y sentí que mi cara iba quedando del mismo color de mi cabello y mi sangre comenzó a circular más rápido. ¿Qué él había dicho qué? ¿Me he lavado bien los oídos? Luego el albino contestó después de segundos al ver mi repentina reacción. - No me refería a eso, en serio, sólo que...
No pudo terminar lo que estaba diciendo. Cuando mi sangre empezó a bajar de mis mejillas, inhalé una gran bocanada de aire y lo solté con mucho alivio, luego le di una cariñosa palmada en el hombro.
- ¡No me confundas Lysandro! - le dije riéndome y él también lo hizo. Ascendiendo su voz a octavas que no dejaban de sonar como dulces campanillas dentro de aquella atmósfera. Ésto hizo que nos largáramos de inmediato del sitio para que no nos oyeran.
Le mostré desde lejos el gran sótano que teníamos y Lysandro accedió a que nos quedésemos allí para sentarnos. A solas con un chico... no es la misma situación que estar con Castiel, pero de alguna manera me emocionaba por experimentar estar con alguien diferente; aunque me sonrojaba también. De todas maneras, en ese momento dentro del sótano, aprovecharía la oportunidad de saberlo todo sobre Lysandro Ainsworth. El chico albino que logró acelerar mi corazón desde el primer momento que nuestras miradas se cruzaron.
Entonces Lysandro empezó la plática de aquella vez:
- Oye Aurore - me dijo mientras ponía sus brazos encima de sus rodillas y yo lo miré con mucho interés - ¿Quieres saber por qué cambié de escuela?
- ¿Por qué?- le pregunté, queriendo saber... cómo acabaría la conversación de ése día.
- Es que mis padres se acaban de divorciar. No me preguntes la razón porque ni siquiera yo la sé. Mi mamá se encuentra muy confundida ahora y por eso no insisto en ello - dijo mientras sentía como mi ceño se fruncía. Porque si yo pasara por eso... la verdad no sé qué haría... - Y como la casa es de él, mamá y yo tuvimos que alojarnos donde la abuela.
- Me entristeces de nuevo Lysandro- dije algo nostálgica, y la verdad lo estaba. Claro que los problemas de mis amigos me preocupan, pero éste sentimiento que sentía... se acrecentaba cada vez más por alguna extraña razón.
- No es para tanto Aurore - habló clavando esos hermosos ojos bicolores en mí que me tenían cautivada, tratando de tranquilizarme y... lo hizo. Definitivamente él podía hacer lo que sea con esos ojos - No me agradaba mi padre y a mamá tampoco, sí; supongo que es por eso. Pero quizá sea por algo más. De todas maneras me pareció muy bien que nos hayamos mudado, aunque tuve que dejar a todos mis amigos atrás.
- Esa parte es lo más triste - le dije sintiéndome identificada. Esa etapa es muy chocante para cualquiera y bien lo sabía yo . ''Pobre Lysandro'' pensé con una ligera melancolía mientras se me venían aquellos remotos recuerdos de mi niñez y decidí contarlo - Una vez mi papá cayó mucho de estabilidad económica y me tuvo que mandar a una escuela pública. Me sacó de aquel lugar donde había pasado cuatro años de mi vida.
- Oh, qué triste - en cuanto ésas palabras fueron dichas por las palabras del albino, sentí que esa preocupación era mutua. Me impresioné bastante y sin querer abrí los ojos como dos grandes platos. Ni yo misma entendía el porqué de todo aquello, pero la atmósfera que revoloteaba a nuestro alrededor se sentía tan cálida con un ligero aroma a dulce. Algo... perfecto.
- Pero aprendí a superarlo - dije subiendo de ánimos de forma abrupta - Además no tuve más contacto con ellos, pero tener a personas como Priya y Castiel lo vuelve algo más increíble. Creo que si te sientes bien aquí, está bien. Hacer amigos no es tan difícil.
- Tienes razón Aurore - me dijo mientras se acercaba más a mí, acto seguido; colocó su cabeza sobre mi hombro y sentí que lo humos salían de mi cabeza provocando un ardor irremediable. Tantos altos y bajos de mis emociones hacían que los cables de mis neuronas se confundieran cada vez más; mientras mi corazón latía como nunca lo había hecho. Provocando que dentro de mí, se produjera un cortocircuito.
Miré de reojo los blancos cabellos de mi amigo y me ruboricé, me moría por tocarlos. Quizás eran tan suaves como la seda, tal y como lo mandaba mis supuestas imaginaciones. Pero no era necesidad de tocarlos para comprobarlo, era completamente obvio. Aún así, quería sentir su contacto contra la palma de mi mano.
Finalmente lo hice.
Él no mostró ninguna mueca de disgusto, era como si estuviera escrito en su frente ''No me parece que estés abusando de mi confianza''. Por eso sentí más libertad y empecé a acariciar su cabello, era... ¡Increíble! Ésa sensación de suavidad parecida a la de los dioses, además tan brillante. Tan... precioso. Me emocioné y comencé a revolotear su cabello como uno lo hace con su mascota, luego paré de forma abrupta porque Lysandro comenzó a reír y yo no pude hacer más que sentirme avergonzada.
- Lo... siento - dije en voz baja. Sonrió de nuevo.
- Hace tiempo que no sentía una sensación como ésta. ¿No sientes que reina una paz total en el ambiente, Aurore? Ojalá fuera así todos los días...
''Tengo las neuronas fundidas por tu culpa'' pensé ''¿Cómo quieres que esté tranquila?'' Pero no podría decirle eso ni en un millón de sueños.
- Mucha emoción puede resultar agobiante en el primer día ¿No crees? - pregunté mientras lo miraba, abrazando mis rodillas.
- Puede ser - dijo él mirando hacia el agrietado techo y yo también lo hice, por simple curiosidad. Luego su mirada bajó hacia mis ojos cristalinos y yo lo copié sin sonrojarme esta vez - ¿Qué opinas tú de éste día Aurore?
Hubiera querido decir miles de cosas, pero por más que quisiera no podría ordenarlas dentro de mi cabeza¿Por donde comenzaría? Sería toda la lista de sinónimos de la palabra ''increíble'', sería que lo guardaría en mi mente por siempre, sería que... pude observar la belleza del mundo en esos dos huecos cóncavos que guardaban dos hermosos ojos bicolores. Que después de tanto tiempo... puedo sentir que esa llamita, está viviendo y creciendo dentro de mí.
Luego vi que esos ocelos azuliverdes brillaron, noté que lo míos también emanaban el mismo resplandor como si una mecha se hubiera prendido en ellos.
- Un día totalmente extraordinario - dije sin duda alguna.
- También creo lo mismo - dijo de la misma manera y me mostró aquella sonrisa que irradiaba aquella brillantez que yo tanto admiré.
De pronto, unos fuertes golpes arruinaron ese mágico momento. Lysandro y yo nos separamos de forma abrupta, luego empecé a maldecir aquella voz que gritaba desde lo lejos, que yo conocía tan bien. ''No puede ser...'' pensé.
- ¡Sabemos que están aquí adentro! - gritó la voz de mi amiga morena, un poco desesperada. Y con el ceño fruncido, me paré rápidamente a abrir la puerta. Encontrándome cara a cara con los responsables de mi magnífico momento arruinado.
- Chicos... - empecé a decir con hartazgo.
Priya también me miraba con el ceño fruncido, pero no era cuestión de alarmarse; pues a veces solíamos tener pequeños pleitos como éste. Castiel, en cambio, se mostraba un poco atónito por encontrarnos a los dos solos en un lugar tan cerrado ¿Qué estaría pensando? Espero que sea algo razonable, si no... Bueno, no querría que se lleve una mala imagen de mi persona por un malentendido.
Pero no pude explicar nada, Priya me agarró del brazo y me arrastró hacia fuera; dejando que Lysandro y Castiel se quedaran solos ¿Qué le iría a hacer Castiel? ¿De qué hablarían? Conociéndolo, hasta podría salirse de sus cabales.
- ¿Qué pasa Priya? - pregunté un poco alterada, pues no me esperaba esto para nada.
- Tú y yo tenemos que hablar - habló ella mientras seguía arrastrándome, sin ni siquiera, dirigiéndome la mirada.
Fue así, con un incómodo silencio, como llegamos al área de jardinería donde antes habíamos estado. ¿Qué le estaría rondando por la cabeza? O... ¿Qué se me estaba pasando por la cabeza? me pregunté recordando la escena de Lysandro con su cabeza apoyada en mi hombro y yo acariciándole sus sedosos cabellos. Aunque sea vergonzoso recordarlo, no dejaba de ser hermosa.
- Está bien Priya - dije yo un poco más calmada - Escupe todo lo que tengas que decir.
Creí que seguiría con su ritmo alterado y me respondería a los cuatro vientos, pero ella también se había calmado y ésta vez miraba las flores. Como queriendo encontrar en ellas, las respuestas a todas sus preguntas.
- ¿Estás segura? - me preguntó con una seriedad que empezaba a inquietarme. Pero calmé mis nervios y mantuve mis manos firmes; mirándola fijamente mientras ella también lo hacía. Obviamente sabía a qué se estaba refiriendo con aquella pregunta.
- Para serte honesta - empecé a decir tratando de ordenar todos los pensamientos adecuados en mi mente - No tengo idea de lo qué está pasando conmigo y es raro porque después de aquella enorme cicatriz. Es como si ésta vez no pasara nada.
- Quizás sea el destino - me habló mi amiga dibujando una linda sonrisa en su rostro.
- Aún no estoy segura de nada, respondiendo a tu pregunta - hablé yo un poco confusa de no tener claro todo lo que sentía.
- No tienes porqué preocuparte por eso ahora, las cosas seguirán fluyendo según su naturaleza. Pero me parece bien que... no rechaces cuando otra puerta se te abre. Quién sabe qué podría haber dentro.
- Eres la persona más loca del mundo - dije con una gran sonrisa llena de felicidad - Es bueno tenerte cerca pese a todo.
- Lo sé - rió ella y caminamos juntas hacia donde se encontraban Lysandro y Castiel ¿Qué estarían haciendo? De alguna manera me divertía la idea.
''Un día que recordaría por toda la eternidad''
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top