Capítulo 36
Ejem
😇
🚨ATENCIÓN🚨
😏
En este capítulo encontrarás contenido adulto. Si no quieres/pueder leer este tipo de contenido pasa al siguiente capítulo. Para todos los demás, perdón por la espera pero, por fin, estos dos harán algo.
Así que adelante 💖
—No hay reglas —enumeró.
—No —confirmó el señor Jeon.
—Puedes hacer lo que quieras siempre que la otra parte esté de acuerdo.
—Sí.
—Y, aunque se puede negociar, hay que detenerse cuando el otro de verdad no quiere.
—Exacto.
—No parece tan difícil.
—Porque no lo es. Lo que es difícil es explicárselo a alguien que es virgen y que no sabe nada.
—Yo me esforzaré —le aseguró serio.
—Gracias —le agradeció el señor Jeon suspirando.
—En tal caso comenzaré —le dijo cogiéndolo de los tobillos.
—Espera.
—¿Por qué? ¿Acaso no puedo?
—¿Recuerdas lo que te dije? No puedes empezar sin más, sobre todo la primera vez, hace falta cierta preparación. Al menos yo la necesito —añadió incómodo.
—Los encargados dijeron que debíais prepararos al tener cuerpo masculino —asintió intentando hacer memoria.
—No hablo de eso —replicó el señor Jeon cortante—. De hecho, me llevan obligando varias semanas a estar preparado por si se presenta la ocasión —añadió incómodo—. Yo estoy hablando de que no se puede empezar sin más la primera vez con alguien.
—No es la primera vez —negó, cuando se detuvo. Hasta ese momento, su amo le permitió extraerle el veneno porque era parte de su tratamiento, pero ahora iba a hacerlo a través de su vínculo—. ¿Entonces qué es lo primero que debo hacer?
—Desnudarse, imagino. Aunque en tu caso no es necesario —añadió.
—Si queréis, me visto y me vuelto a desvestir.
—No es necesario —rechazó entre dientes—. Ojalá pudieses dejar de tratarme de una manera tan formal —se lamentó.
—Lo lamento, pero no puedo hablaros de otra manera —le recordó y es que aquella era un de las características de los familiares, que solo podían hablar con los dioses de manera forma, sobre todo con su dueño.
—Ya lo sé, pero eso no he dicho nada. Y ahora dime, ¿qué quieres hacer?
—Meterla —contestó sin dudar.
—Antes de eso.
—No lo sé —admitió pensativo y es que, si bien era cierto que quería estar con el señor Jeon, dado que siempre estuvo seguro de que era imposible, nunca pensó en ello. Era cierto que tuvo aquellos sueños, pero eran pesadillas que prefería olvidar.
—Muy bien. Lo haremos a mi manera —decidió acercándose para poner sus labios sobre los suyos por lo que lo miró. Había visto en varias ocasiones al señor Jeon hacer aquello con sus parejas, incluso él se lo pidió al principio, celoso, pero después de un par de veces, se rindió ya que no tenía sentido. ¿Qué tenía de divertido unir los labios?—. Sae, haz el favor de cerrar los ojos y separar los labios —le advirtió.
—¿Para qué?
—Tú hazlo —le advirtió.
Asintió cerrando los ojos mientras entreabría la boca cuando sintió de nuevo los labios del señor Jeon, Lo cierto es que eran suaves, aquello no lo podía negar, pero no entendía el propósito de aquello, cuando de repente sintió como este profundizaba el beso enredando sus lenguas haciendo que él abriese los ojos para mirarlo sorprendido. Así que aquello era un beso. Volvió a cerrar los ojos y cuando sintió como se colgaba de su cuello lo apretó contra él correspondiendo al beso. Tal vez era la primera vez, pero él siempre fue rápido para aprender. Muy rápido. Sobre todo, cuando el maestro era el señor Jeon.
Lo empujó sin pensar hasta que al sentir que estaba entre las mantas debajo de él, se separó para mirarlo.
—Aprendes demasiado rápido —se quejó su amo respirando agitado.
—Gracias —contestó sin escucharlo y es que, al verlo sonrojado con el pelo extendido sobre las mantas, solo se le había venido una palabra a la cabeza: hermoso y esa palabra no dejaba espacio a nada más. Bueno, quizás sí a una cosa más. Así que iba a bajar cuando el señor Jeon lo cogió del pelo deteniéndolo.
—¿Qué haces?
—Voy a chupárosla —contestó
—¿Podrías no decirlo así?
—¿Masturbaros con la boca?
—¿Pero por qué eres...? —comenzó molesto golpeándole el pecho molesto y él de nuevo lo miró y es que, dado que, en aquellos momentos, el señor Jeon no tenía fuerzas, al golpearlo así parecía... adorable—. Es inútil —se lamentó apoyando la frente en él.
—¿El qué?
—Esto. No puedo hacerlo así.
—Ya lo sé, por eso os excitaré.
—No me refiero a eso, yo necesito... preferiría ciertos preliminares —le explicó sin mirarlo.
—¿Qué preliminares?
—¿Por qué tengo que explicarte estas cosas? —se lamentó volviendo a apoyar la frente en él.
—Porque no sé —le recordó mirándolo sin entender.
—Ya lo sé, pero ¿acaso no es bastante con que tenga que ser el de abajo? —se lamentó el señor Jeon y él por primera vez lo entendió.
Su amo era de los que prefería no hablar de esas cosas. De hecho, siempre hablaba con eufemismos, como "estar con su pareja", "pasar la noche juntos", "tratamiento", era evidente que no le agradaba hablar de aquellos temas, mucho menos de una manera tan abierta. Sí a eso le unía el rechazo que le causaba siempre estar con un hombre... Aquello no debía ser fácil para el señor Jeon y si bien era cierto que para él tampoco, ya que no tenía ni idea de qué hacer, debía encontrar una manera de colaborar.
—Lo siento —se disculpó abrazándolo—. Lo cierto es que no sé qué debería hacer, así que decidme qué queréis y yo lo haré —le aseguró.
—En realidad, no es como si lo supiese, ¿sabes? También es la primera vez para mí, al menos así. Pero nunca me ha importado que me toquen —añadió.
Asintió comenzando a tocarlo descubriendo que su piel era fina, mucho más que cualquier otra cosa que hubiese tocado y entonces recordó que varias parejas del señor Jeon hablaron de aquello. Al parecer, al ser medio elemental, su piel era diferente de la de un humano, más cálida, pero también con un tacto mucho más suave y aunque él no había tocado a ningún humano, lo cierto es que ni siquiera la madera pulida o la seda se podía comparar.
Se regañó obligándose a centrarse y es que si bien su amo dijo que no le molestaba que lo tocasen, no hacía falta ser un genio para saber que tendría sus preferencias sobre dónde y cómo quería ser tocado y dado que quería aprender rápido comenzó a observar con atención sus recciones.
—Sae, deja de mirarme así —le advirtió el señor Jeon entrecortado.
—Tengo que aprender —se negó y es que quería hacerlo bien y aquella era la única manera.
—Es una orden.
—Lamento deciros que vuestra orden no me afecta —replicó haciendo que el señor Jeon enrojeciese y a que solo existía una razón por la que una orden suya no lo afectaría: que este no estuviese ordenando de verdad.
—El trato era que te detendrías si te lo pedía.
—Y también me dijisteis que se podía seguir si la otra persona no se negaba de verdad —replicó. Y es que el señor Jeon se negaba porque se sentía incómodo, no porque no le gustase lo que le estaba haciendo, aquello era evidente ya que estaba reaccionando. Y dado que, según la personalidad del señor Jeon, su incomodidad solo disminuiría cuando se acostumbrase, decidió no hacerle caso.
—Tienes buena memoria.
—Recuerdo todas vuestras palabras.
—Pues dado que no voy a conseguir que me obedezcas, tendré que tomar otras medidas —replicó incorporándose para abrazarse a él antes de besarlo lo cual le planteó una interesante cuestión.
Dado que aquella era su primera vez, no era capaz de besarlo y tocarlo a la vez, necesitaba un poco más de práctica, y aquella era la razón por la que el señor Jeon lo estaba besando. Pero a la vez no podía detenerse y es que él estaba excitado incluso antes de que el señor Jeon le diese permiso y el tenerlo abrazado a él desnudo no lo ayudaba. Pero tampoco podía entrar en él sin más, aquello lo entendía.
Se planteó qué hacer.
Lo más fácil sería empujarlo para que dejase de besarlo y seguir tocándolo, pero incluso él era consciente de que no podía hacer algo así. Al parecer su amo estaba decidido a ponerle las cosas difíciles, pero él tampoco era de los que se rendían, de manera que lo sujetó mientras se sentaba hasta que acabó con él sentado encima.
—¿Qué haces? —le preguntó el señor Jeon separándose para mirarlo.
—Es difícil para mí tocaros si estoy encima y me abrazáis, de manera que pensé que en esta posición sería más fácil —le explicó—. Y ahora sigamos —le dijo volviéndolo a besar mientras comenzaba a tocarlo descubriendo una ventaja de que el señor Jeon lo besase y abrazase y es que si bien su amo hacía todo lo posible porque él no supiese lo que sentía, en aquel caso, cada vez que hacía algo correcto, este gemía contra su boca cogiéndose a él. Una manera muy útil de saber qué le gustaba y que iba memorizando para usarlo en la siguiente ocasión.
Siguió bajando cuando, al mirarlo, se dio cuenta por su estado de excitación, que este no aguantaría mucho más, y dado que aquello no tenía sentido si no acababa dentro de él, dejo de besarlo para tumbarlo.
—¿Sae? —lo llamó el señor Jeon mirándolo con los ojos entrecerrados.
—Es que ya no vais a poder aguantar mucho más —le explicó separándole las piernas, pero apenas lo tocó, su amo acabó, por lo que tuvo que metérsela a toda prisa en la boca—. Señor Jeon —lo regañó.
—¿Qué? —contestó este a la defensiva del mismo color rojo que su pelo—. ¿Qué creías que iba a pasar cuando me tocases así?
—Está bien —asintió. No tenía sentido hablar de eso—. Y ahora ha llegado el momento de seguir, pero antes, ¿estáis seguro? —le preguntó y es que aquello era un paso muy importante, sobre todo para el señor Jeon.
—¿Acaso no he hecho la ceremonia?
—Cierto, pero el que hayamos hecho la ceremonia, no significa que tengamos que hacerlo así —le recordó.
—Sae, sí que la tenemos que hacer así y la tenemos que hacer así por una razón. Yo prefiero que sea así. Esa es una de las razones por las que no quería admitir nada de esto, pero ahora que estamos aquí, imagino que no se puede esconder nada. Si puedo elegir, prefiero sentirte dentro de mí que a la inversa.
—En tal caso, una pregunta.
—¿Cuál?
—¿Puedo meterla toda de una vez o hay que hacerlo poco a poco? —inquirió.
—Sae... —comenzó el señor Jeon molesto.
—Lo lamento, pero es que ya no puedo esperar más —le explicó y es que, aunque estaba haciendo todo lo posible por controlarse, él también tenía un límite.
—Poco a poco.
—Bien —asintió separándole más las piernas.
—¿Qué se supone que estás mirando? —le preguntó tapándose con las manos.
—Es que, si no, no sé qué debo hacer.
—¿Y para eso es necesario quedarte mirando?
—Sí —asintió y es que, si no miraba, ¿cómo iba a saber dónde debía meterlo?
—Me niego, prefiero hacerlo yo —decidió el señor Jeon sentándose.
—¿Y vais a poder? —inquirió dubitativo y es que, si bien era cierto que era su primera vez, para su amo también.
—Lo prefiero a tenerte mirándome de esa manera —replicó.
—Como prefiráis— aceptó viendo cómo se ponía sobre él mirándolo antes de respirar hondo.
—Se supone que esto debería ser más fácil que para los humanos, ya que puedo manipular mi cuerpo —murmuró el señor Jeon cerrando los ojos mientras parecía concentrarse.
—¿Qué hacéis?
—Solo estoy... cambiando un poco. Y ahora no me desconcentres —le advirtió por lo que asintió cuando el señor Jeon abrió los ojos abrazándose a su cuello antes de besarlo profundizando el beso y de inmediato lo sintió contra él entrando haciendo que gimiese por la sorpresa contra la boca del señor Jeon. Era la primera vez que sentía algo así y si bien era placentero, muy placentero, aquella sensación comenzó a convertirse en impaciencia. Quería entrar, más que quererlo, lo necesitaba después de tanto tiempo, pero su amo bajaba con lentitud y aunque su cabeza entendía que este se estaba esforzando, a otra parte de él aquello no le servía de mucho.
—Señor Jeon, ¿y si os ayudo?
—De ninguna manera— se negó deteniéndose mientras poyaba la frente en su pecho—. Lo haré yo.
—Pero yo os podría ayudar.
—He dicho que no. Soy el único que tiene experiencia aquí —repitió y al oírlo se lamentó de lo cabezota que podía llegar a ser.
—Como prefiráis —se rindió. No podía hacer nada mientras el señor Jeon no lo dejase, por más que sus instintos le dijesen que aquello no iba bien.
—Muy bien, inténtalo tú —aceptó poco después rindiéndose jadeante con la frente perlada de sudor.
—Gracias —le dijo cogiéndolo para tumbarlo separándole las piernas y aunque en un principio el señor Jeon pareció dispuesto a protestar, se detuvo, así que se colocó mejor, lo que le valió una mirada nada agradable de este que él fingió no ver. Empezó a empujar entrando con relativa facilidad mientras el señor Jeon apretaba los dientes a la vez que comenzaba a tensarse hasta que se vio obligado a detenerse antes de hacerle daño de verdad.
—¿Podríais relajaros? —le pidió
—Eso intento, pero tú sigues y sigues —contestó el señor Jeon mientras respiraba hondo apretando las mantas—. ¿Hasta cuándo se supone que vas a empujar?
—Hasta que entre todo.
—Dime que es una broma —le pidió.
—Desde luego que no —negó molesto, ¿cómo iba a bromear en un momento como ese?—. Los encargados me dijeron que, para ayudaros, debía meterla entera.
—Es mi primera vez —replicó el señor Jeon tapándose la cara con los brazos.
—Pero los encargados dijeron que vuestro cuerpo no es como el de un humano normal y que podéis soportarlo.
—¿Y? ¿Acaso crees que el que pueda soportarlo lo hace más fácil?
—¿Debería parar?
—¿Puedes? —le preguntó el señor Jeon a su vez.
—Preferiría no hacerlo —admitió—. Pero si vos queréis... —añadió cuando el señor Jeon se incorporó con dificultad para besarlo antes de apoyar la frente en la suya.
—Si de verdad no quisiese, podría detenerte en cualquier momento, así que al menos déjame quejarme si me duele o me incomoda.
—Podéis quejaros tanto como queráis— asintió al comprenderlo besándole la frente.
—¿Qué haces? —exigió enrojeciendo hasta las orejas mientras se tapaba la frente con la mano.
—Lo que vos siempre me hacéis a mí —contestó mientras lo cogía para tumbarlo de nuevo—. Y ahora seguiré —le advirtió colocándose bien antes de empezar a empujar—. Señor Jeon —repitió cuando se tensó.
—Lo intento, te aseguro que lo intento —contestó este apretando las mantas y al verlo suspiró. Dado que era la primera vez del señor Jeon, al parecer existía un límite que parecía ser aquel, así que debía conformarse. Siguió empujando hasta que cuando estuvo dentro por completo se detuvo bajando.
—Señor Jeon —lo llamó.
—¿Qué? —contestó este entre jadeos. Al parecer estar así no era fácil, mejor empezaba rápido.
—Necesito que os abracéis a mí para comenzar. Según los encargados es importante.
—¿Cogerme a ti? —murmuró con la mirada perdida, por lo que asintió cogiéndole los brazos para ponerlos a su alrededor.
—Y ahora comenzaré —le dijo empezando a moverse y el señor Jeon gimió por la sorpresa cogiéndose a él con fuerza mientras él se centraba en lo que estaba haciendo ya que debía hacerlo bien.
—Sae —lo llamó el señor Jeon algún tiempo después.
—¿Qué?
—¿Cuándo vas a acabar?
—Cuando cumpla mi función —le explicó.
—¿Cumplir tu función? —Él asintió—. Antes acabarás.
—No, yo no acabaré —le explicó deteniéndose para mirarlo apartándole le pelo sudoroso de la cara—. Yo soy un sirviente, mi cuerpo desapareció hace mucho, solo tengo esta imitación. Por eso, aunque puedo sentir placer, no puedo acabar. Me basta con entrar en vos para sentirme satisfecho. Esa es otra razón por la que soy más adecuado que cualquier humano. Después de todo, lo que necesitáis es sentir a otro ser humano cerca, tan cerca como sea posible y yo puedo hacerlo hasta que os sintáis satisfecho.
—¿Y cómo sabrás cuando estoy satisfecho?
—Os quedaréis dormido —le recordó.
—¿Me estás diciendo que estarás dentro de mí hasta que me duerma?
—¿Acaso no os lo han dicho? —le preguntó y cuando vio su cara, supo la respuesta. Al parecer habían obviado esa parte de la explicación—. En cualquier caso, no os preocupéis, dado que me acabáis de dar energía, puedo continuar mientras sea necesario.
—Pero yo no.
—No os preocupéis. Los encargados dijeron que, esta vez, no haría falta tanto tiempo debido a vuestro estado.
—Sae...
—¿Preferiríais que no me moviese? Es que los encargados me dijeron que era mejor que lo hiciese, ya que es lo usual en las relaciones humanas, pero yo no lo necesito, así que, si vos tampoco queréis, dejaré de hacerlo.
—No te hace falta moverte —repitió él señor Jeon.
—Como os dije, yo ya estoy satisfecho con solo entrar, así que no lo necesito. Es más divertido —admitió—. Pero puedo quedarme quieto si es lo que preferís.
—Prefiero que te muevas cuando lo hacemos.
—En tal caso, continuaré —añadió comenzando a moverse cuando se detuvo—. Por cierto, como veis, puedo detenerme cuando quiera, por lo que cuando necesitéis descansar, solo debéis decírmelo y lo haré.
—Pues detente.
—Si queréis descansar...
—No quiero descansar, quiero que acabemos por ahora.
—No os habéis dormido y eso no es una orden. Por lo tanto, la respuesta es no. Tan solo decidme cuando queréis que vuelva a comenzar.
—Esto es absurdo —se lamentó cuando suspiró—. Empieza —le pidió de manera que lo hizo, abrazándolo.
—Señor Jeon, debéis abrazaros a mí —le advirtió y este lo hizo.
—Esos encargados, me las van a pagar —juró contra su oreja entre gemidos cuando comenzó a moverse de nuevo.
—Creo que solo querían que no os preocupaseis.
—Tonterías, ese encargado siempre ha hecho todo lo posible por molestarme, incluyendo todas esas absurdas condiciones sin sentido para conseguir equilibrarme.
—Pero es gracias a esas normas que ahora estamos así —le recordó él.
—Cierto —admitió—. Aun así, no lo perdonaré —añadió.
—Como prefiráis –asintió divertido sin dejar de moverse mientras sentía como los brazos del señor Jeon a su alrededor eran cada vez más débiles, así como sus gemidos, cuando se repente sus brazos cayeron son fuerza y al mirarlo se dio cuenta de que se había quedado dormido, por lo que salió de él mirándolo.
Una parte de él había dudado que pudiese quedarse dormido cuando lo tenía a él dentro, pero, el hechizo funcionó y ahora dormía mientras el pelo comenzaba a recuperar su vitalidad, incluso tenía mejor aspecto. Era cierto que aquello solo era una pequeña ayuda, pero ahora que habían dado el primer paso, se aseguraría de que se recuperase por completo, pensó acomodándolo contra él para abrazarlo.
Y aquí hemos averiguado algunas cosas más sobre Sae y el Sr. Jeon, pero yo, lo que quiero, es conocer al encargado que ideó la ceremonia y los pormenores. Quiero saber en qué estaba pensado 🤔
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