Capítulo 35
Entró en la habitación encontrándose al señor Jeon sentado mirando el jardín perdido en sus pensamientos. En aquellos momentos estaba pálido, con profundas ojeras y tenía el pelo sin vida, señal de que la inseguridad que sentía su parte humana estaba afectando a su parte elemental, descompensándola.
—Señor Jeon —lo llamó con suavidad, a pesar de lo cual este se sobresaltó volviéndose cuando, al verlo, le dedicó una sonrisa forzada.
—¿Ya has vuelto? —Él asintió sentándose a su lado—. ¿Y me dirás ahora a dónde has ido?
—A hablar con el señor Haeng.
—¿De mí? —Él volvió a asentir—. ¿Y qué te ha dicho?
—Antes de eso, debemos hablar.
—Ya te he dicho que, si es lo que quieres, puedes sacar el veneno —le recordó—. Después de todo, no es más que una parte de mi tratamiento.
—Lo lamento, pero no puedo hacerlo en estas condiciones —rechazó y el señor Jeon asintió cansado—. Pero tampoco puedo dejaros así, por eso quiero saber qué es lo que debo hacer.
—Ya te he dicho que...
—Lo que quiero saber es lo que debo hacer para que me aceptéis como pareja —lo interrumpió—. Después de hablar con el señor Haeng estuve pensando y me he dado cuenta de que vos siempre tenéis un vínculo con vuestras parejas. Al principio eso me molestó, ya que nosotros también tenemos un vínculo y me dolió pensar que este no era lo bastante fuerte para vos.
—Eso no es cierto —negó el señor Jeon mirándolo.
—Lo sé. Después comprendí que no era una cuestión de fortaleza, sino que nuestro vínculo es diferente. Sin embargo, eso es algo que no podemos cambiar, por eso quería hablar. Para saber cómo conseguir que nuestro vínculo me permita ser vuestra pareja.
—Sae, ¿qué se supone que te debería decir?
—Lo que debo hacer.
—Lo que deberías hacer es dejar de ser tú y dejar de intentar equilibrarme para salvarme.
—Entendido —Tenía razón en sus suposiciones.
—Sae, ¿entiendes lo que te estoy diciendo?
—Sí.
—Te estoy diciendo que debes acostarte conmigo, pero no porque quieras estabilizarme.
—Lo entendí.
—¿Acaso no te das cuenta de lo que te estoy pidiendo? Eso no está permitido.
—Los encargados dieron su permiso.
—Como parte de mi tratamiento.
—Siempre y cuando lo haga, no creo que les preocupe demasiado la interpretación que le demos —replicó.
—¿Desde cuándo replicas tanto? —le preguntó el señor Jeon disgustado.
—Siempre os he respondido —le recordó haciendo que este suspirase.
—¿De verdad... de verdad estarías dispuesto a estar conmigo? —inquirió sin mirarlo y él asintió sin dudar.
—Estoy más que dispuesto —le aseguró.
—Más que dispuesto...
—Quiero saber lo que se siente al estar dentro de vos —le explicó.
—¿Cómo puedes...? —comenzó a preguntar mientras se ponía del mismo color rojo brillante que su pelo.
—Así que no era fiebre —murmuró al comprenderlo. Al parecer se sonrojaba con facilidad. Nunca se había dado cuenta antes.
—Deja de hablar —le ordenó apretando los dientes.
—Perdonadme. Solo estaba intentando explicaros la situación, no sabía que estaba diciendo algo inadecuado —se disculpó.
—No es que sea inadecuado, es tan solo que... prefiero que no lo digas —le advirtió y él asintió mirándolo. No entendía por qué se negaba cuando solo estaba diciendo la verdad, pero si era lo que deseaba, lo obedecería—. En cualquier caso, no es solo un problema físico —comenzó—. El que tú tengas... interés en mí facilita las cosas —admitió—, pero no es bastante.
—Sentimientos.
—Sí tú no sientes nada por mí, no puedo hacerlo.
—Yo sí siento algo por vos —le recordó.
—Desde luego que lo sientes, soy tu amo, fuiste creado para sentirte ligado a mí.
—Eso es cierto, pero no es del todo correcto —le explicó.
—¿Qué parte no es correcta?
—Creo que algo salió mal cuando fui creado. Tal vez porque soy un humano y vos sois medio humano—añadió pensativo—. La cuestión es que siempre he tenido sentimientos inadecuados por vos.
—Sentimientos inadecuados —repitió el señor Jeon.
—Desde hace algún tiempo, cada vez que os veía, quería hacer algo. En aquella época no sabía qué, pero ahora sí —añadió señalando su excitación.
—Sae —le pidió el señor Jeon.
—De manera que yo quiero hacerlo y mis sentimientos por vos son los adecuados, incluso puedo afirmar que son más fuertes que los de cualquiera de esas mujeres, después de todo llevo sintiendo esto mucho más de lo que vive cualquier humano. El problema sois vos. Entiendo que es desagradable tener que hacer algo así con vuestro sirviente, sobre todo con uno con una forma base como la mía, pero querría pediros que me tuvieseis en consideración. Yo haré todo lo posible para convertirme en alguien digno de estar con vos.
—Sae —lo llamó serio haciendo que se pusiese alerta—. Regresa a tu forma original —le ordenó firme, por lo que no le quedó más remedio que hacerlo—. Ven —le ordenó tendiendo la mano y cuando estuvo encima subió la mano poniéndola a la altura de cara—. Mírame —Y cuando lo hizo, sintió los labios del señor Jeon en los suyos, por lo que lo miró sorprendido—. Yo nunca he pensado que eres desagradable. Nunca. Ni una sola vez. Y como vuelvas a insinuarlo siquiera, te ordenaré correr cinco días seguidos alrededor del palacio de los encargados con Deulso encima —le advirtió dejándolo en el suelo.
—Lo siento —acertó a decir sorprendido regresando a su forma original y es que el señor Jeon lo había besado. A pesar de tener su forma original—. Pero si no es mi forma... —murmuró sin entender.
—No es tu forma, Sae, es quién eres y son mis sentimientos por ti.
—Pero ya os he dicho... —comenzó cuando se detuvo al ver su expresión. Aquello no llevaba a ninguna parte y dado que no llevaba siglos sirviéndolo para nada, usaría todos sus trucos—. Señor Jeon —lo llamó con suavidad mientras encogía su cuerpo mirándolo desde abajo—. ¿Podríais explicármelo de una manera que lo entienda?
—Sae...
—Por favor —le pidió mirándolo.
—Es... es tan solo que yo no soy como piensas —comenzó—. El problema no es que me no me gustes, el problema es el contrario.
—Eso no lo entiendo —admitió.
—Sae, ¿tú sabes que yo fingía dormir porque sabía que, cuando lo hacía, tú me tocabas? Era el único momento en el que lo hacías —le explicó mirándolo.
—¿Queríais que os tocase? —El señor Jeon asintió.
—Tú eras mi sirviente, sabía que no lo harías y tampoco podía pedírtelo, mucho menos ordenártelo. Pero, a la vez, quería que lo hicieses. Por eso empecé a fingir que estaba dormido, porque sabía que tú te acercarías a mí, me tocarías. ¿entiendes lo que eso significa?
—Yo os gusto —respondió inseguro.
—Sí. Me gustas, no como mi sirviente, sino como pareja. Pero eres mi sirviente, un sirviente que no conseguía tener forma adulta a pesar de todos los intentos. No podía permitirme esos sentimientos por ti.
—Pero ahora soy un adulto y tenemos el permiso de los encargados.
—No es tan fácil, es demasiado tiempo. Por más que sepa que has crecido, una parte de mí no puede dejar de verte como a un niño.
—Señor Jeon, disculpadme —lo interrumpió molesto levantándose para quitarse la ropa—. Pero. ¿en qué os parezco un niño? Porque incluso el tamaño de mi...
—No lo digas —lo detuvo levantando la mano.
—Solo quería deciros, por si no lo sabéis, que el tamaño está por encima del promedio. Los encargados me ayudaron a ir al mundo humano para comprobarlo y así estar seguros de que podía cumplir con mi función de forma satisfactoria.
—Gracias por la información —replicó el señor Jeon entre dientes.
—De nada. Quiero dejar claro que ya no soy un niño y que puedo cumplir con esa función.
—Muy bien, hablaremos de esto. Pero haz el favor de vestirte.
—No —rechazó sentándose con las piernas cruzadas—. No lo haré hasta que no me miréis y comprobéis ya no soy un niño —le advirtió cruzándose de brazos—. Y si lo que queréis es comprobar si funciona...
—Sae, te lo pido por favor, para —le pidió haciendo que se detuviese—. ¿A ti te parece que es adecuado hablar así y enseñarme... eso?
—Reacciona así cuando os veo, no puedo hacer nada —replicó mirándolo y es que ¿qué se suponía que debía hacer? No era algo sobre lo que tuviese control.
—Sae, ¿tú sabes lo que es la delicadeza?
—Una vez me dijisteis que tratabais de ser delicado con vuestras parejas —asintió pensativo.
—Pues usa un poco conmigo, por favor —le pidió haciendo que inclinase la cabeza sin entender—. Sae, entiendo que no tienes experiencia, así que voy a intentar explicártelo. —Él lo miró con atención—. Si... acepto, tendremos que estar juntos y tú tendrás que usar eso.
—Lo sé.
—Y meterlo dentro de mí.
—Eso también lo sé.
—Pues ver el tamaño no me ayuda. Y deja de reaccionar —le advirtió entre dientes.
—Ya os he dicho que no es algo que pueda controlar, pasa cuando pienso que puedo estar con vos —le explicó—. Pero me gustaría haceros una pregunta antes de continuar.
—¿Cuál?
—¿Me vais a dejar hacerlo? Es que empieza a ser doloroso —le explicó.
—Desde luego que no. Soluciónalo tú.
—¿Cómo?
—Me niego a explicártelo.
—¿Y entonces qué debería hacer?
—No lo sé, pero soluciónalo en otro lugar.
—Como mandéis —aceptó dirigiéndose a la puerta. El señor Jeon parecía agitado, así que mejor solucionaba aquello y volvía para seguir hablando.
—Sae, vístete —le advirtió.
—No —se negó. Se negaba a vestirse estando así.
—No puedes salir así.
—Solo será hasta la habitación del señor Haeng.
—¿Vas a ir hasta la habitación del Haeng?
—Es el único humano aquí aparte de vos —le recordó.
—Ni se te ocurra —le advirtió el señor Jeon.
—Señor Jeon, disculpadme, pero ¿os dais cuenta de lo absurdo que es esto? —le preguntó mirándolo cansado—. O me lo explicáis vos o permitís que el señor Haeng me ayude.
—¿Y por qué debe ser él?
—Señor Jeon —le pidió molesto y es que estaba siendo infantil.
—Yo tan solo no quiero que vayas con él para que te ayude con... con eso.
—Pues hacedlo vos —replicó y el señor Jeon abrió la boca, dispuesto a decir algo, cuando, de repente, dejó caer los hombros, derrotado.
—Está bien —aceptó.
—¿Me lo vais a explicar?
—No. Dejaré que seas mi pareja.
—¿De verdad? —cuestionó sin terminar de creérselo y el señor Jeon asintió.
—No puedo dejar toda la responsabilidad en tus manos y dado que voy a tener que explicarte algo, prefiero esto. Así acabaré de una vez y no seguiré alargando esta situación. Y ahora ven aquí —le pidió por lo que se acercó y cuando llegó a su altura, el señor Jeon lo cogió de la cara—. Te nombro mi compañero —le dijo antes de besarle al frente y él sintió como la frente le ardía por un momento antes de que el dolor comenzase a difuminarse.
—¿La ceremonia? —Se tocó sorprendido la zona.
—Sí. Nunca pensé que la haría contigo —admitió.
—Pues yo me alegro —le dijo contento—. ¿Y ahora qué debo hacer? —le preguntó impaciente haciendo que el señor Jeon suspirase.
Por fin nuestra pareja protagonista ha hecho la ceremonia 🥳🥳🥳 (corta, pero ceremonia😆)
Coged chocolate para celebrarlo 🍫🍫🍫🍫y, los mayores de edad, un brindis por la nueva pareja 🍻
Y después de 35 capítulos, problemas y desencuentros, la semana que viene +18 😉 ¿Alguien quiere leerlo? Porque va a ser... interesante por cierta claúsula que solo conocemos algunos encargados, Sae y yo 🤭 Perdón Sr. Jeon, vive feliz hasta la semana que viene 😇💖
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