Capítulo 33
🚨ATENCIÓN🚨
En este capítulo encontrarás contenido adulto, pero solo un poco. Si no quieres/puedes leer este tipo de escenas, prescinde de la parte entre los banners de +18. Para todos los demás, adelante. 😊
Aquí comienza el +18 😊
Se detuvo delante de la puerta de la habitación, respirando hondo.
—¿Señor Jeon? —lo llamó, entrando.
—Por fin regresas —lo recibió este acercándose preocupado—. ¿Dónde has estado? ¿Por qué has tardado tanto en regresar? —le preguntó cogiéndole la cara para mirarlo.
—Lo siento, necesitaba tranquilizarme después de saber que fui yo quién os golpeó.
—Ya te he dicho que no fuiste tú.
—Sí que lo fui —replicó con firmeza—. Pero me comprometí a no tomar represalias y lo cumpliré. Además, el hecho de que sea yo, facilita las cosas, ya que así estoy seguro de que nunca más os volveré a golpear.
—Me alegra ver que lo entiendes. ¿Y esa ropa?
—El señor Haeng me la ha prestado.
—Haeng...
—Es de Deulso. Al parecer estuvo buscándome para dármela. ¿Podríais agradecérselo? —le pidió mirándolo.
—Desde luego que sí, no hace falta que me mires así. Te ha ayudado, lo mínimo que puedo hacer es darle las gracias.
—Gracias. Hay varias cosas de las que me gustaría hablar con vos, pero, primero, permitidme ayudaros —le pidió.
—¿Ayudarme?
—El veneno —asintió—. No os ha bajado la fiebre y mi cuerpo ya es estable, así que os ayudaré antes de hablar.
—No hace falta —rechazó el señor Jeon.
—Fue un trato —le recordó mirándolo serio—. Y yo he cumplido con mi parte, así que ahora os toca a vos. ¿Os vais a negar?
—Sae...
—¿Qué? Dijisteis que no me lo permitías porque mi cuerpo no era estable, por eso pasé por la ceremonia, Ahora no podéis retractaros —le advirtió.
—Sae, ¿hay alguna manera de que entiendas que no podemos hacerlo?
—No, no la hay. Vos dijisteis que rechazabais mi ayuda era porque mi cuerpo era inestable, y ya no lo es. ¿O acaso hay alguna otra razón para que no me permitías ayudaros? —le preguntó receloso.
—Sae, tienes que entender que eres mi... —comenzó cuando al ver como lo miraba, se detuvo.
—Señor Jeon, ya os vi enfermar una vez. No me pidáis que lo repita —le pidió. No quería volver a vivir aquellos días sintiéndose tan impotente.
—Esto es absurdo —se lamentó el señor Jeon.
—¿Absurdo?
—¿Por qué lo haces parecer como si yo estuviese equivocado al impedírtelo?
—Porque lo estáis. Vos necesitáis ayuda y el deber de un sirviente es ayudar a su amo. Mi deber es hacerlo. Incluso los encargados han dado su consentimiento y yo pasé por la ceremonia para que mi cuerpo fuese el adecuado. No tenéis ninguna razón para negaros.
—Eso es cierto —murmuró.
—En tal caso permitídmelo —le volvió a pedir—. Lo haré de la manera en que querías, pero dejadme.
—Deja de decirlo así —le pidió el señor Jeon—. Esto no puede ser bueno —se lamentó a media voz cuando suspiró—. Está bien. Aunque no me guste todo esto, no puedo tan solo empeorar hasta que no pueda detenerte y dejar de nuevo toda la responsabilidad en tus manos. Pero lo cierto es que yo tampoco sé que hacer, es la primera vez que estoy en esta situación.
—Si me permitís —le pidió y cuando su amo asintió, le indicó que se tumbase antes de cogerlo de los tobillos separándole las piernas para ponerse en medio.
—¿Qué se supone que haces? —exigió alarmado sentándose y apretando las piernas.
—Siempre lo hago desde aquí —le explicó.
—Creo que esto no va a funcionar —negó.
—Señor Jeon...
—No, de verdad. Esto no va a funcionar.
—Eso no lo sabremos si no lo intentamos. Primero confiad en mí, si no podéis, lo intentaremos de otra manera, pero ahora haced un esfuerzo. Por favor.
—Está bien, dame un momento —le pidió levantando la mano y respirando hondo varias veces—. Muy bien, creo que ya puedo intentarlo, pero deja de hacer cosas de repente.
—Como ordenéis —aceptó viendo como se volvía tumbar y en cuanto lo hizo, volvió a separarle las piernas antes de abrirle la ropa.
—Tan solo si te digo que te detengas, hazlo —le advirtió con los ojos cerrados.
—Desde luego —aceptó.
—En cuanto te lo diga.
—Como mandéis —aceptó cogiendo su miembro con la mano.
—¿Qué haces? —Se sentó sujetándole la mano.
—Excitaros —respondió deteniéndose—. Al principio pensaba que bastaba con metérmela en la boca, pero luego me di cuenta de que era más fácil si primero...
—Deja de explicarme esas cosas con tanto detalle —le pidió dejándose caer hacia atrás mientras ese tapaba la cara con los brazos.
—Lo siento. ¿Puedo seguir? —solicitó después de un momento de duda al ver que no decía nada.
Y cuando asintió, se la cogió comenzando a tocarlo con cuidado sintiendo como reaccionaba en su mano. Aprender aquello requirió de mucha práctica, ya que, si no lo excitaba lo suficiente, la reacción era demasiado lenta, incluso no había, pero si lo excitaba demasiado, el señor Jeon acaba rápido haciendo que todo aquello fuese inútil y es que él tenía que acabar dentro de un cuerpo, un cuerpo humano. Por suerte, practico bastantes veces aprendiendo y aunque los gemidos del señor Jeon le ayudarían a saber cuánto le faltaba, en aquella ocasión este parecía decidido a no dejar escapar ningún sonido y al mirar supo por qué: por alguna razón se estaba tapando la boca con las manos
—¿Podríais dejar de hacer eso? —le pidió, pero su amo lo miró negando con fuerza—. Es que vuestros gemidos me ayudan a saber cuánto os falta —le explicó, pero el señor Jeon se puso más rojo mientras negaba con más violencia. Al parecer, por alguna razón que no comprendía, no quería ser escuchado—. Está bien —aceptó resignado volviendo a centrarse en lo que estaba haciendo hasta que cuando estuvo listo se la metió en la boca, el problema es que antes de poder hacer algo, el señor Jeon se corrió dejándolo sin saber muy bien qué hacer—. ¿Es porque estáis consciente? —murmuró pensativo.
—¿Qué? —preguntó el señor Jeon respirando agitado.
—Es que os habéis corrido nada más metérmela en la boca. Normalmente tardabais... —comenzó a explicarle cuando su amo le dio una patada haciendo que se detuviese.
—Pero cómo puedes ser tan... —se lamentó diciendo algo ininteligible dejándolo sin saber qué hacer.
A partir de aquí no hay escenas +18, aunque sí puedes encontrar frases incómodas. Dejo a vuestra elección leerlos o no. 😉💖
—Señor Haeng, lamento venir de repente —se disculpó sentándose.
—No importa —negó este haciendo un gesto despectivo mientras Deulso traía té sirviéndolo y él le dio las gracias—. ¿Y qué te trae por aquí? Por qué imagino que no es para decidir cuándo te enfrentarás con Deulso.
—Lo lamento —se disculpó negando—. En realidad, he venido porque quería consultaros una cosa.
—¿Sobre Jeon? —Él asintió. Había acudido al señor Haeng porque era el único humano, aparte de ellos, que vivía allí—. He escuchado que no está mejorando.
—La parte de correrse dentro de mi boca, la hacemos sin problemas —le explicó—. Es cierto que es reticente, pero una vez que comenzamos, llega al final sin contratiempos. El problema es que no me deja... ¿Señor Haeng? —lo llamó al ver que lo miraba con la boca abierta y Deulso le quitó la taza de la mano sin que este pareciera darse cuenta—. ¿Señor Haeng? —insistió.
—Creo que hay varias cosas de las que tenemos que hablar. La primera es que no deberías contar ese tipo de cosas con tanta facilidad.
—¿Y por qué no? Es su tratamiento.
—¿Acaso no te explicó Jeon que hay cosas que pertenecen a la intimidad y no deben ser tratadas con extraños ni decirlas de manera explícita?
—Como que cuando come, después su parte humana debe expulsar los restos en forma de...
—Sí —lo interrumpió el señor Haeng—. Exacto.
—¿Y esto es igual? —cuestionó con duda.
—No, pero se debe manejar de la misma manera. Todo lo relacionado con el tratamiento de Jeon, es privado.
—Ya veo —murmuró.
Lo cierto es que nunca se le había ocurrido, pero ahora que lo pensaba, se daba cuenta de que el señor Haeng tenía razón. El señor Jeon siempre tuvo mucho cuidado de no hablar ni dejar que él viese lo que pasaba con las mujeres que mandaban y cuando él le preguntó la razón, este contestó que era porque aquellas mujeres merecían respeto. Algo que nunca terminó de entender.
—En tal caso, cuida tus palabras a partir de ahora —le advirtió.
—Desde luego, mis disculpas. Y muchas gracias por el consejo.
—Y aclarado este punto, prosigamos. Así que la parte de la... extracción, transcurre sin problemas.
—Me lo permite, pero no parece gustarle. Además, no me deja... tocarlo —concluyó—. Al principio pensaba que era porque estaba asustado, pero ahora no estoy tan seguro.
—¿Por qué piensas eso?
—Por su actitud. Es cierto que cuando tratamos el tema parece incómodo y se rehúsa, pero no es solo eso. Parece... dolido. Creo que he hecho algo, pero no sé de qué puede tratarse.
—Creo que el problema es el contrario —murmuró el señor Haeng haciendo que él lo mirase ya que ¿lo contrario?—. ¿Hablaste con él de lo que te dijo? Que tú eras muy importante para él.
—Hablamos, pero no sirvió de nada. El señor Jeon me explicó que me lo dijo porque yo era su familiar. Era obvio que mentía, así que insistí, pero me prohibió volver a mencionar el tema, por lo que no puedo hacerlo.
—Comprendo —asintió el señor Haeng cansado.
—Si sabéis cuál es el problema... —le pidió.
—El problema eres tú. Y el problema es lo que debes hacer. Por desgracia, no podemos cambiar ninguna de las dos cosas.
—¿Entonces eso significa que no existe solución?
—Desde luego que la hay. Muy fácil, además. Pero no te la pienso decir. Si Jeon decidió no decírtelo, yo tampoco puedo hacerlo —zanjó—. Pero a cambio, te daré algunas indicaciones.
—Preferiría la respuesta.
—No siempre tenemos lo que queremos —replicó mirando por un segundo a Deulso antes de volver a él—. Y lo primero que debes hacer es pensar en lo que sabes sobre el señor Jeon y sus parejas.
—No quiero pensar en esas mujeres.
—Pues si quieres ayudarlo, no te queda más remedio que hacerlo. Recuerda todo lo que has visto, todo lo que el señor Jeon te ha dicho sobre ellas, sobre su relación. Aunque no quieras —añadió al ver su expresión.
—Está bien —aceptó disgustado. No quería pensar en aquello, pero si el señor Haeng decía que era necesario, lo haría.
—Lo segundo, es que pienses en lo que Jeon espera de ti.
—Lo que espera de mí —repitió sin comprender.
—Será más fácil de lo que crees, después de todo, tú también eres humano.
—Pero nunca llegué a vivir como uno —le recordó.
—En este caso, no hace falta. Deulso, ¿vamos? Tenemos una reunión con los encargados y no podemos llegar tarde —le preguntó levantándose mientras este asentía.
—Lo lamento —se disculpó al darse cuenta de que llegó justo cuando estaban a punto de salir.
—No te preocupes, y quédate aquí hasta que regresemos —lo detuvo el señor Haeng.
—De ninguna manera.
—¿Y por qué no? Después de todo ha sido la suerte la que te ha traído hasta aquí ahora.
—¿Suerte? —El dios asintió mientras se dirigía a la salida.
—Seguro que el que hayas venido aquí justo ahora, tiene alguna razón. Así que quédate mientras lo necesites —repitió saliendo y Deulso se despidió con la cabeza. Seguía sin ser demasiado hablador.
Miró la puerta. No le gustaba abusar de la generosidad del señor Haeng, pero tampoco se le ocurría otro lugar en el que pudiese pensar sin interrupciones sobre lo que este le acababa de decir, por lo que decidió permanecer allí un poco más.
En realidad, he cortado la escena a mitad, ya que seguía con la reflexión de Sae, pero eran más de tres mil palabras, así que pensé "¿y si partimos el capítulo por la mitad? No creo que importe... 🤔" ¿Importa?😅
Por cierto, ¿qué os pareció el primer acercamiento con el Sr. Jeon consciente? A Sae le quedan muchas cosas que aprender 😆
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