❃VII

En el capítulo anterior...

—Pues si, ¿a qué chica no le gusta que le hablen así? —dije mirando hacia otro lado, ya que el estaba muy cerca de mi, pero cuando vi para que se había acercado, quise que la tierra me tragara.

—Tenías una hoja en el cabello —dice alejándose de mí y tirando la hoja al suelo.

—Gracias, bueno si quieres volver a salir, estoy disponible.

—Aceptaré gustoso la oferta —dijo sonriendo— Buenas noches.

—Buenas noches —murmuré mientras veía como se subía a su auto y se iba.

Es hora de irme.

Subí a mí auto y conduje hasta mi casa.




Y si, es lo que se imaginan. Aleksei me esperaba en la puerta, literalmente dando vueltas.

—Hermano, ¿no quieres sentarte? —le dije mientras me acomodaba en el sofá.

—No, me siento bien aquí de pie.

-Ambos sabemos que diste vueltas en la puerta por más de una hora, así que ven acomodate a mí lado —dije, pero el me miró dudoso— Veamos una película, ¿si?

—Esta bien —suspiró y se sentó a mi lado, busqué una buena película en la tele y nos quedamos ahí hasta la madrugada.

Yo terminé durmiendome, por lo que Aleksei tuvo que llevarme cargada a mí habitación.

Pero lo peor acaba de suceder...

Salí de mi habitación ya vestida, me había despertado tarde, por lo que sabía que todos habían terminado de desayunar, pero antes de bajar por las escaleras escuché un grito.

Sabía de dónde provenía. Me asomé por la puerta y vi a mi madre de rodillas en el suelo, despeinada y con poca ropa, noté que había sangre en el suelo y al mirar a mí padre entendí el porque.

Tenía una botella rota en la mano y se notaba que estaba furioso.

¿De qué hablaban? ¿Por qué estaban discutiendo? ¿Por qué mi padre estaba tan enojado?

En cuanto mi madre mencionó mi nombre lo supe.

—Por favor, te lo suplico Sergei —Mi madre lloraba desconsolada y yo quería entrar y abrazarla, pero si lo hacía solo empeoraría las cosas.

—Ya te dije que no, las negociaciones ya están hechas con el señor Hayden.

—No puedes vender a tu única hija por poder —¿Vender? Así que hablaban del matrimonio con el hermano de James... Así que era cierto, tendré que casarme con alguien que no conozco y peor aún con una personalidad retorcida.

Ya he tenido suficiente con mi niñez y con mi adolescencia, ya tengo 18 y aún sigo atada a esta horrible familia, tengo que soportar a mí estúpido padre y de paso tengo que casarme con un maniático.

¿Puede mi vida ser peor?

No lo sé.

Obviamente no lo sabes, yo tampoco lo sé, solo lo sabré cuando me ocurra otra desgracia. Hasta entonces tengo que manejar mis problemas como pueda.

¿Y qué piensas hacer?

Nada, por ahora nada. No le mencionaré a nadie que se lo del matrimonio, espero que James tampoco le haya contado a su familia que conoció a una supuesta "amiga" de la hija de los Vólkov.

Jaja, me causó mucha gracia que le dijeras eso.

Si, pero no estoy en una posición de reírme por mentirle, en cualquier momento James sabrá quién soy, no creo que mi padre me haya simplemente vendido, sin antes haber mostrado una foto mía.

Pero tú no sueles tomarte fotos, ¿de dónde crees que la haya sacado?

Obviamente mis amigos no se la pudieron haber dado, mi madre tampoco, ya que hace años que ni siquiera pasamos tiempo juntas, el único que puede tener alguna foto mía es...

...


—Alyona, ¿me escuchas?

—Si, si te escucho, perdón, ¿que decías?

—¡Agh! Has estado muy distraída hoy, ¿pasa algo?

—No, tranquila, no pasa nada.

—Estoy 100% segura que pasó algo en tu casa y también estoy 100% segura de que no me lo contarás —dice Irina refunfuñando.

—Claro claro, me conoces muy bien, te daré una pegatina por eso.

—¿Una pegatina?

—Perdón yo... No se que me pasó.

—Me dabas pegatinas cuando éramos más pequeñas, cada vez que yo hacía algo bien y cuando no llegabas a tiempo a jugar. Así que no tienes de disculparte por recordar los hermosos momentos que vivimos.

—Gracias.

—Un gracias no me sirve de nada, ¿y mi pegatina?

Reímos y recordamos nuestra niñez, aunque fue una época difícil, nada sostiene lo que sucede ahora y peor aún... Lo que sucederá de ahora en adelante.

...

—¿Estás bien?

—Claro, ¿por qué lo dices? —dije mientras limpiaba el sudor de mi frente.

—Te notas distraída.

—¿Distraída?

—Si, he tratado de no usar toda mi fuerza, porque parece que en cualquier momento caerás.

—¿Cómo crees que voy a caerme? Estoy en perfecto estado de salud, no me siento mareada, además hoy es un buen día para entrenar.

—Esta bien —dijo, pero aún tenía cara de preocupado.

—No te preocupes, estoy bien, sigamos —dije y Nikolai solo asintió.

...

«Iván»
¿Ya llegaste?
Enviado a las 04:48 pm
Visto a las 04:48 pm

«Alyona»
Si, ya llegué.
Enviado a las 04:49 pm
Visto a las 04:49 pm

«Iván»
No te veo, ¿estás segura de que estás en la tienda que te dije?
Enviado a las 04:49 pm
Visto a las 04:50 pm

«Alyona»
Si, estoy segura. Además solo hay una tienda con ese nombre en este centro comercial.
Enviado a las 04:50 pm
Visto a las 04:50 pm

«Iván»
Cierto, cierto. Entonces, ¿por qué no te veo?
Enviado a las 04:51 pm
Visto a las 04:51 pm

Porque estoy detrás de ti.

—¿Qué rayos? ¡Agh! Alyona, me asustaste.

—Jaja, perdón.

—Ya que estás aquí, solo queda esperar a los demás.

—Es raro que Nikolai no haya venido contigo.

—Después de entrenar contigo tuvo que hacer algunos encargos.

—Entiendo, a mí por suerte me dejaron libre después de entrenar.

—Eres la suertuda —dijo el y hizo una cara extraña, la cual me dió bastante risa.

—¿Le escribiste a Irina?

—Si, como siete veces, pero no da señales de vida.

—Entiendo, ¿vamos a la cafetería?

—Si, ya me estoy cansando de estar de pie. Mis pies me exigen descansar.

—Jaja, no lo dudo.

Nos sentamos en una cafetería que había cerca de la nueva tienda. Cada uno pidió algo y nos quedamos hablando por un buen rato, hasta que Irina y Nikolai aparecieron.

—Por fin llegan —dijo Iván abrazando a  su amado.

—¿Y yo qué? — gruñó Irina.

—Perdón, es que necesitaba ver a Nikolai, lo extrañé mucho —respondió Iván.

Pero lo mejor del momento fue que Nikolai se sonrojó al escuchar eso, Irina se dio cuenta porque inmediatamente me miró.

Las mejores amigas no necesitan más que una mirada para comunicarse.

¿Y yo qué soy?

Eres mi extraño subconsciente.

¿Extraño? ¿Quieres decir que solo soy un espécimen raro para ti?

Eso lo dijiste tú.

Pero fue lo que tú quisiste decir. Me siento ofendida.

Sabes que eres extraña, ¿cierto?

Si lo sé, no te preocupes.

—Estas son-ro-ja-do, querido Niko —se burló Irina.

—Claro que no —clamó Nikolai y empezó a caminar con Iván.

—Que aguafiestas.

—Claro claro, vamonos.

Los cuatro miramos todo lo que había en la tienda, era una nueva tienda que había abierto hace poco, Iván ya había venido y quiso traernos a nosotros.

Y valía la pena, tenían cosas muy lindas y adorables. Además tenían de todo, hasta armas.

Mucho se preguntarán, ¿quién vendría a una tienda a ver armas?

Solo una palabra: Nikolai

Es un amante a las armas, no le interesa nada más que no sean armas, entrenar y practicar disparo. Yo aunque sea buena usándolas, no tengo interés en ellas, por lo menos no tanto como Nikolai.

Al final tardamos unas cuatro horas comprando, luego fuimos a cenar.

—Este lugar es lindo.

—Si que lo es. Iván, ¿dónde lo encontraste? —preguntó Irina.

—Mi madre me trajo a comer hace unas semanas, la comida es súper deliciosa y es un ambiente tranquilo.

—Es perfecto.

Los cuatro ordenamos la comida, pero yo estaba dudosa, no por la comida, sino por el camarero que nos atendía.

Los otros camareros atendían varias mesas, pero este sólo nos atendía a nosotros, aunque estuviera libre.

También noté que la mayoría de clientes eran hombres grandes y fuertes, y casi todos traían maletines grandes.

Esto no estaba bien.

Tenía que alertar a Nikolai, sin que nadie se diera cuenta, y yo tenía la mejor manera de hacerlo.

Cuando Nikolai y yo éramos enviados a algún lugar en cubierto, nuestra señal era agarrar una servilleta y rasgarla en varios pedazos.

Pero no, no habían servilletas en la mesa.

Agarré la servilleta de tela y con el cuchillo intenté hacerle un corte, era imposible, los cuchillos que ponían en la mesa no tenían filo, pero aún así esperaba que Nikolai se diera cuenta.

—Alyona, ¿estás bien? —dijo Irina viéndome preocupada.

—Si, estoy bien.

Por suerte Nikolai me miró y notó lo que estaba haciendo, inmediatamente llamó a su gente, pero tardarían en venir.

En eso llegó nuestra comida, agradecimos al camarero, pero, ¿qué me aseguraba a mí que la comida no tenía veneno o píldoras de dormir?

Nikolai estaba pensando exactamente lo mismo, ya que me miró y asintió. Tenía que pensar en una manera de no empezar a comer, sin que se viera sospechoso.

—Irina, vamos a lavarnos las manos antes de comer.

—¿Eh? Pero tengo hambre.

—Vamos a lavarnos las manos.

—Esta bien, tú mandas.

Si alejo a Irina del peligro, para mí será más fácil protegerla. Se que Nikolai se encargará de proteger a Iván, por lo que no me preocuparé.

Ni siquiera sabemos por quién vienen.

Si es por mí no hay problema, los enfrentaría y Nikolai sacaría de aquí a Iván y a Irina, pero si vienen por alguno de ellos dos será más complicado.

No me preocupo si vienen por Nikolai, el puede resolver sus problemas el solo.

—¿Por qué tanta insistencia con lavarnos las manos? —se queja Irina.

—Escúchame bien, estamos en una alerta roja.

—¿Quién es el enemigo?

—Ni siquiera sabemos por quien vienen.

—Entiendo —Irina se nota tranquila, pero puedo notar su nerviosismo.

—Tranquila, no dejaré que te pase nada —le dije intentando calmarla y noté que se tranquilizó un poco.

—Toma esto —dije sacando un revolver de mis botas.

—Alyona —se quejó ella. A Irina nunca le han gustado las armas, pero ahora mismo no hay opción.

—Solo por esta vez, no puedo dejar que te pase nada, no me lo perdonaría.

—Esta bien, esperaré aquí.

Ahora tendría que encontrar al camarero y ver que trama. Algunas veces me siento una espía.

¿En serio?

Si, ¿Qué tiene de malo?

Nada de nada.

Estás siendo sarcástica.

¿Yo? Imposible.

¡Uy! ¿Te ofendes cuando te digo la verdad?

No me hables con un tono tan arrogante.

No estaba siendo arrogante.

Y yo no estaba siendo sarcástica.

Vale, yo seguiré con lo mío.

¿Por qué no simplemente salen del restaurante?

Nos seguirían y eso sería peor.

¿Por qué?

Lo último que quiero es tener una batalla de autos y peor aún, tener un accidente.

Tienes razón.

Siempre la tengo.

No siempre y no insistas en que sí.

Esta bien, tú mandas.

—¿Esta pérdida? ¿Puedo ayudarla? —Una voz me saca de mis pensamientos.

—No, todo está bien, muchas gracias —Es un chico.

Muy guapo.

Tú solo piensas en eso.

Aunque la verdad es que si está guapo.

¿Más que Jayden?

No, el tiene un encanto único.

Ohh.

No, o sea, quiero decir que... ¡Agh! Tú ganas.

Me encanta ganar.

Lo sé.

—Entiendo —dijo aquel chico y se fue.

Ese fue un momento muy incómodo.

Demasiado incómodo.

Aunque fue amable al preguntarme si necesitaba ayuda.

Tienes razón, además, ¿no se te apetece volver a verlo nuevo?

¿No pudiste decir otra cosa en un momento como este?

No te enojes, yo solo decía.

Claro claro.

Desde el pasillo del baño observé todas las mesas en busca del camarero, pero no lo vi por ningún lado.

Y literalmente no pude ver nada más, ya que alguien me noqueó por detrás.


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