❃II
En el capítulo anterior...
—¿Cuántos años tiene?
—Tiene 21, pero no se casará por su propia voluntad, nuestro padre tiene un socio aquí en Rusia y comprometió a su única hija con mi hermano.
—Eso es horrible, espera... —dije y empecé a recopilar información. El padre de James tiene un socio aquí en Rusia, ese socio tiene una hija y la única familia de mafiosos que tiene una hija es la mía.
—¿Qué pasa?
—James, ¿te sabes el apellido de esa familia?
—Si, si mal no recuerdo son los Vólkov.
Y ahí fue cuando mi mundo se vino abajo.
Capítulo II
“La fé es lo último que pienso perder”
¿Matrimonio?
Sabía que mi padre me odiaba, pero no a tal extremo, ¿cuando pensaba decírmelo?
Seguro un día antes de la boda.
Deja de burlarte.
No me estoy burlando, te estoy diciendo la verdad, que tú no quieras aceptarla es otra cosa.
Mi mente está en blanco.
No, ahora mismo está de un rojo carmesí.
¿Rojo carmesí?
Si, la furia que llevas por dentro lo convierte todo en rojo.
Genial, pero no es momento de pensar en eso.
—James, ¿cómo es tu hermano? —le pregunté tratando de ocultar mi nerviosismo.
—¿Por qué preguntas? ¿Conoces a la hija de los Vólkov?
—Si, algo así.
—Si es tu amiga lamento decirte que está en serios problemas.
—¿Problemas?
—Si.
—Pero, ¿qué problemas?
—Mi hermano es el problema.
—¿Tú hermano?
—Es un maniático, ya sabes... —se quedó pensando por un momento y en un susurro dijo— Sexual.
¿Maniático sexual?
Si, el chico acaba de decir "maniático sexual".
¡Wtf!
—James, ¿cómo sabes eso de tu hermano? —le pregunté, esperando una respuesta razonable.
—Lleva una mujer diferente cada semana, la mantiene en el cuarto de tortura, desde mi habitación puedo escuchar sus gritos todas las noches, lo peor es que nunca salen de ahí, no se que hace con ellas, pero me hago la idea.
¿Qué?
Esto se está volviendo una película de terror.
No creo que quieras casarte con el.
¿Tú crees?
—A veces entro al área de lavado y veo su ropa llena de sangre.
Me estoy mareando.
¿Puedes marearte?
No, pero esto es demasiado para mi.
¿Para ti? Yo soy la que se tiene que casar con el monstruo del hermano de James.
Buen punto.
—Si conoces a la hija de los Vólkov — Claro que la conozco—, Por favor adviertele.
—Está bien, lo haré.
Continuamos hablando por un rato, luego James recibió una llamada de sus padres, los cuales estaban enojados, ya que tuvo que llamar a sus guardaespaldas y irse con ellos, yo decidí buscar una manera de distraerme y conocía la mejor forma de hacerlo.
¿Carreras?
Si, no creo que padre se de cuenta.
¿Podrías usar la máscara?
Me da picazón.
Tú y tus excusas, usa el casco entonces, no podemos permitir que alguien te reconozca.
¿Cómo esconderé mi cabello?
Umm, es una buena pregunta, no lo tenías tan largo cuando corrias antes.
Es mejor que no use nada, seguro que nadie se da cuenta.
¡Callate! Usarás el casco y punto, enrolla tu cabello y listo.
Esta bien, lo haré, no te enojes
No estoy enojada, me molesta que no te preocupes por ti misma.
Si me preocupo por mi misma.
Pues si tanto te preocupas, usa el casco.
Esta bien, lo usaré.
¿Aún tienes el número de Vladimir?
Yo nunca borro nada.
¿Ni las fotos de tu ex?
Bueno, eso sí lo borré, pero no entra al caso.
Era un chico lindo.
También era un estúpido.
No puedo contradecir eso.
Siempre gano.
No siempre ganas, bueno ya, deja de discutir como una niña, llama a Vladimir, a lo mejor se acuerda de ti.
Claro que se acuerda de mí.
¿Estás segura?
Bueno...
—¿Hola?
—Hola Vladi, ¿te acuerdas de mí?
—¿Reina?
¿Reina?
¿Reina?
¿Quién es reina?
Y yo que voy a saber.
—¿Hola? ¿Estas ahí Alyona?
—Si, solo me sorprendí por el apodo —dije riendo.
—¿No sabes? —me preguntó, pero yo no tenía la más mínima idea de que me hablaba.
—El apodo, los chicos te lo pusieron cuando dejaste de correr —me sorprendió bastante esa respuesta.
—Esos tontos, ¿por qué no me lo pusieron mientras estaba allá?
—¿En serio? —preguntó Vladimir.
—Na, solo bromeo, ¿cómo has estado?
—Pues perdí mucho dinero cuando te fuiste, pero luego las cosas mejoraron bastante.
—De verdad que lamento haberme ido tan de repente.
—No pasa nada, ya era algo peligroso el que estuvieras corriendo en las carreras Berezutski.
—En eso tienes razón.
—Entonces dime, ¿en qué puedo ayudarte?
—Quiero correr.
—¿Correr? ¿Qué haremos si tu padre se entera?
—Usaré el casco —dije y el se quedó en silencio, suspiró y me contestó.
—Está bien, ¿qué cupo quieres?
—¿Cuáles quedan libres?
—El que quieras, te haré espacio incluso donde no haya.
—Sabía que eras el mejor, gracias.
—Aún no me agradezcas, quiero ver si aún puedes correr como antes.
Pensándolo bien, yo tenía muchos años sin correr. No sabía si aún tenía el toque de corredora.
—Puedo hacerlo.
—Genial.
—Dame el cupo de las 8, no puedo llegar muy tarde a casa.
—Perfecto, nos vemos donde siempre.
—Espera, ¿puedo pedirte un favor?
—Claro que si, lo que necesites.
—¿Puedo vestirme en tu casa?
—¿En mi casa?
—Si, no puedo dejar que mi familia me vea.
—Claro que puedes venir, ¿aún recuerdas la dirección?
—Como olvidarla —dije y el rió—, Bueno, nos vemos después.
¿Qué vas a hacer si no puedes correr bien?
Correré mal.
Muy graciosa, ¿ahora quién es la sarcástica?
Tú.
Uy si, mejor ve pensando en que harás.
Correré y lo haré como nunca antes.
Ya debiste de haber perdido el toque.
No importa, llevo esto en la sangre, no dejaré que unos años sin práctica me arruinen el momento.
Perfecto, ahora vamos de compras.
¿Compras?
Si compras.
¿Para qué o qué?
Ropa nena, necesitas ropa para correr.
¡Ah! Cierto.
En ese momento recibí una llamada de Irina.
—¿Hola?
—Alyona, ¿en dónde rayos estás?
—Estoy en mi casa.
—¿Qué pasó? ¿Por que no entraste a clases?
—Tuve un pequeño accidente con mi ropa y tuve que volver.
—¿Estás bien?
—Si, estoy bien, no te preocupes.
—Está bien, hablamos luego, tengo que entrar a clases.
—Claro, ve tranquila.
No me gusta mentirle a mí mejor amiga, pero no puedo dejar que se enteré de que volveré a correr.
Creí que yo era tu mejor amiga.
¿Por que suenas indignada?
Porque lo estoy.
Creí que ya no querías este trabajo.
Solo necesitaba vacaciones, mejor vamos a comprar la ropa, estás perdiendo el tiempo aquí.
Bueno vale.
Y eso hice, subí a mí auto y conduje hasta el centro comercial más cercano.
Desde fuera de las tiendas, asomaba mi cabeza, mirando la ropa, pero nada llamaba mi atención, hasta que lo vi, era el conjunto perfecto para mí vuelta a las carreras.
Entre a la tienda y me lo probé y si, era la ropa indicada. Un bandeau rojo vino, con un chandal negro, unas mallas negras con algunas aperturas y opté por combinarlo con unas converse blancas.
Pagué y me fui del centro comercial, tenía que llegar a la casa de Vladimir para prepararme. Al cabo de unos 40 minutos ya había llegado.
No recordaba que fuera tan lejos.
Ni yo.
Toqué el timbre y esperé que alguien me abriera, después de unos 2 minutos alguien me abrió y no fue nada más y nada menos que, Vladimir Berezutski, definitivamente los años no lo habían atacado, seguía igual de guapo, cabello largo rubio, ojos ezmeralda, un rostro lleno de pecas y debía admitir que le quedaban bien, lo mejor es que no había cambiado en nada, seguía siendo el mismo Vladi de siempre.
—Alyona hija, por fin llegas —dice mientras me abraza—, Ven.
—Gracias.
—Has crecido mucho —solloza, mientras me abraza de nuevo.
—Ya, ya —digo sobando su espalda, tratando de calmarlo—, Antes no eras tan sensible.
—Tantos años que te cuide como a una hija —declaró.
—Si si papá, y fuiste el mejor.
—Lo sé —afirma con orgullo.
—De verdad que no quería irme, amo correr y estar contigo y los chicos era super divertido.
—Te extrañamos mucho, ¿quieres contarme lo que pasó? —murmuró y a mi mente vinieron los recuerdos.
F L A S H B A C K
—Oye tú —escuché la voz de mi padre y me dirigí a el.
—¿Qué pasa padre? —pregunté confundida, se le notaba cara de enojado y yo temía lo peor.
—¿Es cierto que andas en las carreras ilegales de los Berezutski? —gruñó enojado y ahora sí que temía por mi vida.
—Si padre, pero no sabía que era tu enemigo.
—¿La estúpida de tu madre no te enseña nada?
—Perdona padre, no sabía nada.
—Te enseñaré para que sepas lo que sucederá si vuelves a hacer ganar a mis enemigos —dijo y sacó un látigo de su bolsillo.
—Padre por favor —dije, pero me dió una patada en el estómago y caí retorciendome en el suelo.
—Estúpida, ¿quién mierda te dio permiso de ir a correr?
—Perdóname padre, no sabía que era malo —pero el ya no escuchaba nada de lo que decía, estaba sumido en la tortura.
—Claro que no lo sabías, ¿qué vas a saber? Eres una inútil y una idiota, no sirves para nada, también debiste de morir.
¿Por qué mi padre siempre decía que yo también debía morir?
¿Acaso mi madre tuvo otra bebé y murió?
—Padre, por favor, ten piedad —sollozaba mientras suplicaba.
—Lo hubieras pensado antes de ir y hacer que los Berezutski ganaran tanto dinero —De repente los latigazos eran más fuertes y yo ya no podía soportar más.
—Padre, por favor.
—Cállate perra —gruñó y con su pie golpeó mi rostro, en ese momento no supe más nada de mí.
—Ese día mi padre me interrogó, le conté que no sabía que él y la familia Berezutski eran enemigos.
—¿Enemigos? —dijo y rió— Tú padre perdió un juego de cartas con mi abuelo y desde entonces nos odia.
Tiene que estar bromeando.
Sabía que mi padre era un imbécil, pero no que era tan idiota.
Pues te acabas de enterar.
Increíble, si hubiera sabido la razón, hubiera continuado corriendo.
Definitivamente es una razón muy estúpida.
—¿Te golpeó? —me preguntó y la verdad es que me envió al hospital, pero no podía decirle eso a Vladi.
—Solo unas bofetadas nada mas —dije y el me miró dudoso— Lo digo en serio.
—Te voy a creer, pero no te acostumbres —afirmó el.
—Si si, lo que digas —dije y en ese momento vi a una super modelo bajar las escaleras.
¿Una super modelo? ¿En serio?
Bueno, vi a una mujer que parece una super modelo, era alta, cabello corto en tonos gris y negro, unos labios carnosos y piel morena.
—Hola, tú debes ser Alyona —dijo saludandome.
—Si soy yo.
—En un gusto conocerte, Vladimir me ha hablado mucho de ti, soy Rita Novikov.
—Es mi prometida —susurra Vladimir.
¿Prometida?
¿El mujeriego de Vladimir tiene prometida?
Eso sí que es una sorpresa.
—El gusto es mío Rita.
—Eres tan dulce, prepararé algo de comer, no pueden irse con el estómago vacío.
—Gracias —dije un poco avergonzada.
Vladimir y yo continuamos hablando, el me contó como conoció a Rita y la ayuda que recibió de ella para dejar de ser mujeriego.
Probablemente usó la fuerza.
Si, probablemente fue eso.
Después de una larga charla, Rita nos llamó para comer. Comimos y luego conversamos un rato.
—Bueno, ya casi tenemos que irnos — dijo Vladimir y yo miré la hora y es cierto, se nos hacía tarde— Amor, ¿puedes ayudar a Alyona?
—Claro que sí.
Rita me mostró el baño y me prestó productos nuevos que ella tenía guardados. Incluso tenía bragas nuevas.
Me duché y me vestí, Rita me ayudó a recoger mi cabello en una trenza, para poder meterlo en el casco, fue un poco complicado, pero no imposible.
Me maquilló sencilla y listo.
—Muchas gracias por todo Rita, espero que tú y Vladimir puedan ser muy felices.
—Gracias a ti nena, adiós.
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