Capitulo 2

El tiempo pasaba con bastante rapidez, habíamos pasado de aquel verano, en el cual dos almas habían decidido unirse en una sola, para pasar el resto de sus vidas juntas. Aquel verano había llegado a ser un otoño, que dejaba caer con libertad sus hojas al aire, el invierno vino después, reteniendo a la mayoría de personas en sus hogares por el clima tempestuoso de aquella época, pero acogidos en un hogar que los protegía de todo mal, la primavera fue la siguiente en tocar la puerta, permitiendo a toda flor comenzar a creer y florecer adornando a Arendelle de bellos colores, de nuevo el ciclo volvió llegando al caluroso verano y saltando al otoño con rapidez, aquella hermosa época para nuestra familia protagonista, pues esperaba con ansias el día, aguardando con amor al nuevo ser que estaba a punto de entrar en sus vidas.

Todos aguardaba con ansias el suceso, la princesa llevaba ya un rato dentro de la habitación y entre más pasaba el tiempo, el servicio del castillo se ponía aún más nervioso, algunos platicaban entre ellos planeando la nueva a rutina a seguir, otros apostaban a ver si sería un niño o una niña, y las más antiguas de las empleadas oraban para que su princesa estuviese con bien. Un par de pasos apresurados llamo la atención de todos que miraron su lugar de procedencia con ansias, un empleado se presentó ante ellos y antes de cualquier pregunta hablo a los presentes.

-Todo a salido de maravilla, la Princesa Anna, de Arendelle, a traído a este mundo a una hermosa niña de pelo rubio como el oro y ojos verdes como el bello bosque que nos rodea.

Todo el servicio comenzó a celebrar dando gracias a aquel acontecimiento que sin duda marcaría un gran acontecimiento en el Reino de Arendelle.

- Es tan pequeña, y tan hermosa, igual a ti - Elsa cargaba a la pequeña que llevaba pocas horas de haber conocido aquel mundo, se encontraba llena de alegría, por su hermana y Kristoff, y por la nueva familia que pronto llegaría a Arendelle.

Anna le sonreía desde la cama mientras aún reposaba, se sentía cansada y prefería que por el momento su hermana cuidara de la pequeña, confiaba en ella. Kristoff se encontraba a su lado, sujetando su mano y mirando con ternura a la pequeña entre los brazos de su cuñada, cuando la pequeña pareció estar cansada decidió devolverla a su madre para que ambas pudieran descansar juntas, como la familia que habían iniciado.

Olaf logro colarse entre toda la gente estando con las hermanas en el momento de recibir a la joven princesa, teniendo la oportunidad de mirar a la pequeña se acercó para conocerla.

-Hola, soy Olaf y adoro los abrazos - Exclamó con emoción, jamás había visto a un ser tan pequeño y le llenaba de ternura y curiosidad.

La pequeña que aún no podía abrir los ojos sonrió con levedad, su primera sonrisa, gracias a él mejor muñeco de nieve.


Del otoño volvimos al invierno, el primer invierno de Diana, Princesa de Arendelle. Aquel había sido el nombre que sus padres habían elegido para ella, y todo el Reino había estado totalmente de acuerdo, aún era joven pero su curiosidad había crecido con mayor rapidez, le encantaba pasear por todo el castillo en los brazos de su madre o padre, buscando un equilibrio para que ambos pudieran cuidar de ella, le gustaba pasar largos ratos al lado de Sven y Olaf quienes lograban hacer bien el papel de niñera, y sobre todo adoraba cada juguete de hielo hecho por Elsa. Crecía en un hogar repleto de amor y eso la hacia la bebé más feliz y afortunada de todas.

Aquella noche de invierno parecía ser bastante tranquila, el viento soplaba una bella y tranquila melodía, suaves copos golpeaban las ventanas del Castillo, parecía ser una noche normal como cualquier otra, o eso parecía.
Elsa se encontraba aún despierta, mirando como la nieve caía sobre Arendelle esa noche, aquella temporada en particular la ponía un poco sensible, pues recordaba que era la única persona en ese mundo que poseía un poder como ese, de hay en fuera lo único que lograba crear aquella bella danza era el clima cambiante. Trato de olvidar sus ideas y entrar a la cama, aunque un ruido la irrumpió, procedía del cuarto de Diana, decidió ir a investigar de que se trataba, aquello no sonaba muy normal.

Entro con cautela creyendo que sólo eran alucinaciones suyas y que de seguro su sobrina ya estaría dormida, y lo que menos quería era tener a una bebé llorando a esa hora de la madrugada, aunque aquellos ruidos eran reales y lo pudo comprobar cuando la puerta se abrió por completo.
Al lado de la cuna se encontraba un chico, tan sólo pudo ver su silueta pero reconoció lo que era.

-Alejate de ella - Amenazó con las manos levantas, apuntando al chico dispuesta a atacar.

El extraño joven salto del susto y giro su vista a la Reina que parecía estar asustada más que intimidante, la miro confundido por escasos segundos sin comprender que sucedía.

-No has escuchado, he dicho que te alejes de ella - Su tono de voz había aumentado, al darse cuenta trato de guardar compostura, no quería alarmar a alguien, no a menos que fuera necesario.

-Tranquila, no vengo a hacerle daño - El extraño trato de acercarse a la Reina para calmarla pero aquello sólo logro asustarla más haciendo que sus poderes salieran disparados al chico en afilados picos de hielo.

Antes de que pudieron llegar a él fueron detenidos por una barrera del mismo material, aquello desconcierto a Elsa pues ella no había sido la causante de la barrera.

-No e venido a hacerle daño. Mi nombre es Jack Frost y soy un guardián - La Reina se encontraba tan confundida, no lograba entender lo que había pasado o lo que el chico trataba de explicarle -. No te asustes, sólo e venido a cumplir una misión.

Elsa trato de salir de su bloqueo para poder volver a la realidad, tenía que entender lo que ahí sucedía - ¿Qué quieres?

-Sólo quiero que ella pueda verme.

Sin dejar que la mujer entendiera algo comenzó a hacer un pequeño copo de nieve cubierto con destellos zafiros, lo coloco sobre la pequeña nariz de Diana, al momento de hacer contacto explotó en millones de destellos que cubrieron todo su rostro, una pequeña sonrisa se pinto en su rostro después de eso.

-Listo, ahora ella podrá verme.

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