Capítulo 1
Aquel día en Arendelle comenzó de la mejor manera posible para las hermanas, el sol cubría todo el Reino llenado aún más de alegría a su pueblo, en el Castillo se podía ver a todo el servicio dando su mejor esfuerzo para la celebración, iban y venían de un lado a otro, varios llenos de alegría, algunos otros con un poco de nerviosismo, pero todos repletos de felicidad por aquel gran acontecimiento, sin duda alguna, aquello superaba por excelencia al día en que las puertas habían sido abiertas después de llorar el luto por los anteriores monarcas.
Era cierto que la vida no había sido fácil para ninguna de las hermanas, el haber sido separadas en primera instancia ya sonaba a un gran martirio para el par, después, la repentina perdida de sus padres, sin duda alguna, esto había sido el mayor golpe, uno que fue más agraviado al estar lejos la una de la otra.
La Reina de hielo fue otro de los momentos en que más pavor sintieron las hermanas, pero aunque aquello hubiese empezado siendo un mal recuerdo, se había convertido en el motivo para recuperar la conexión perdida de sus primeros años, hacerse ante la idea de perderse les había hecho saber lo muy mal que sería la vida sin la otra, y como nos dice aquel viejo refrán, "nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde" aunque hay que agradecer que en este caso solo fue un espanto de empacho y las hermanas aún siguen unidas, y todo cambio para mejor, aquella familia que habían perdido años atrás, volvió a ellas, aunque en una manera un tanto peculiar, ahora tenían a un muñeco de nieve con vida y un reno como nuevos integrantes, pero el mejor de todo era Kristoff, pues había devuelto la alegría a los ojos verdes de la hermana menor, aquella tristeza que vivió en el pasado se borró al conocerlo, y ahora su hoja estaba en blanco para escribir una nueva y mejorada historia, una en donde por fin pudiese tener su final feliz.
Ahora llena de alegría y emoción, con ojos enamorados como la primera vez, se miraba feliz ante el espejo sabiendo que pronto llegaría a ese punto, a su tan ansiado fina feliz al lado de su príncipe azul.
—Te vez hermosa Anna — Alentaba Elsa dando los últimos toques al vestido de su hermana —. Tan sólo falta... — De sus manos comenzó a brotar una luz azul que poco a poco fue creando varias mariposas de hielo que comenzaron a volar por toda la habitación para terminar posando se en el vestido de Anna, casi todas en la parte inferior.
Anna dio una ligera vuelta modelando su vestido, la alegría no cabía dentro de ella, se sentía tan feliz y emocionada, pero también aterrada, estaba a pocas horas de convertirse en la señora
Bjorgman, dio una última vuelta para terminar frente al espejo y admirar el gran trabajo que su hermana había hecho.
—Ay Elsa es hermoso — Recalcó mientras miraba el vestido con detenimiento tocando con delicadeza algunas mariposas en su escote.
—¿Sabes qué es lo más hermoso de esto?— Anna miro con curiosidad a su hermana, no podía saber que era lo más bello pues para ella todo era perfecto —. Tu sonrisa.
La sonrisa se intensificó aún más, sus ojos se cristalizaron pero trato de reprimir el llanto, no quería arruinar el trabajo de su hermana en cuanto al maquillaje.
—Gracias Elsa — La rodeo con un fuerte abrazo, aquello la hacía tan feliz, tener a su hermana cerca, poder volver a abrir las puertas del castillo, estar con el hombre que amaba, tener una familia de nuevo.
Al soltar el abrazo pudo notar a su hermana con los ojos húmedos al igual que ella, ahora ya no tenía una sonrisa, su mirada mostraba tristeza y algo de dolor.
—¿Qué tienes Elsa?
—Ay Anna, siento que has crecido tan rápido, los últimos recuerdos que tengo de ti es de cuando éramos niñas, cuando por las noches no me dejabas dormir pidiendo que hiciéramos un muñeco, y ahora, mírate, estás a unos pasos de casare, me perdí tantas cosas a tu lado — decir aquella confesión sólo incremento su nostalgia.
—Tranquila Elsa, se que no estuvimos juntas pero ahora lo estamos y nada volverá a separarnos, tal vez no podamos recuperar el tiempo perdido, pero tenemos todo el futuro por delante.
Ambas ahora con las mejillas empapadas decidieron sellar aquel momento con un fuerte abrazo reconfortante, aquel no era el momento de sufrir por cosas del pasado, era tiempo de celebrar lo bueno que venía.
Varios barcos habían desembarcado en Arendelle ansiosos de la gran celebración, todos los Reinos vecinos habían sido invitados, inclusive los doce príncipes de las Islas del Sur estaban ahí, claro, excluyendo al menor de ellos que por ningún motivo sería permitía de vuelta en Arendelle, y claro, el Duque de Weselton que había dejado de ser un socio comercial hace algún tiempo.
Todos comentaban con alegría el acontecimiento que parecía ser el evento más esperado, era cierto que desde que las puertas se habían abierto Arendelle se había vuelto un lugar lleno de maravillas y sorpresas, cosa que lo hacía muy popular y turístico, había algunos que aún dudaban de la Reina y sus poderes pero la mayoría admiraba aquella habilidad suya y no dudaba en visitarlo cada vez que fuera posible.
Las campanas comenzaron a sonar y aquello llamo la atención de todos que ya se encontraban dentro de la residencia aguardando con ansias a la novia, entre ellos Kristoff que se sentía muy nervioso y más torpe de lo normal, aún no podía creer que estaba a tan poco de unirse en matrimonio a la mujer que más amaba en el mundo, desde el momento en que ella había dicho que sí se sintió el hombre más afortunado de todos, y ahora estaba emocionado y asustado, pero sobre todo feliz, aguardando a ver a Anna entrar por la puerta.
En las primeras bancas se podía ver a los padrinos principales, Sven y Olaf qué aún provocaban cierta curiosidad en los invitados, Olaf por el hecho de ser un muñeco de nieve viviente, y Sven, bueno, aún se preguntaban cómo es qué un Reno había entrado ahí.
Aunque aún así prefirieron que los anillos ceremoniales los llevará Elsa, no querían tener algún mal percance.
La música comenzó a sonar y todos los presentes se pusieron de pie volteando al pasillo y admirando a la radiante novia, llevada del brazo de la Reina, su rostro era cubrido por un tenue velo que dejaba un poco a la vista su rostro, su pelo estaba recogido en una corona formada con dos trenzas que dejaba suelto un par de rizos que le daban un toque no tan formal, finalmente llegó al altar en donde un sorprendido y muy enamorado Kristoff la esperaba, levantó su velo con suavidad dejando a la vista el bello rostro de su prometida, ambos se sonrieron llenos de alegría y amor.
—Kristoff — Llamo Elsa su atención —. Se supone que debería decirte que cuides de mi hermana, que la quieras y respetes, pero créeme, estoy segura de que harás eso y más.
Se alejo hasta llegar a una de las primeras bancas dando inicio a la ceremonia, a un nuevo inicio, una nueva vida, una nueva historia.
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