El castaño cerró la aplicación con rapidez tras leerlo, pretendiendo no haber leído nada, dejó su mirada pensativa en la mesa que tenía enfrente y dio un sobresalto al escuchar una notificación de su celular; era Reborn, aparentemente estaba fuera de su casa esperando a que le abrieran la puerta. ¿Había tocado el timbre? Al abrir la puerta notó que su tutor llevaba con él una maleta, una sonrisa falsa y nerviosa se dibujó en su rostro y se hizo a un lado para permitirle la entrada al azabache; si su intuición no fallaba, y era raro cuando lo hacía, todo parecía indicar que otra vez peleó con Lambo e iba a quedarse unos días (o semanas) con él. 

— ¡Reborn! — Su acostumbrado saludo de joven salió sin siquiera pensarlo un momento, cerró la puerta después de que entrara a su hogar y corrió para quedar frente a él—. ¿Dónde está Lambo? 

—Es un idiota — respondió sin vacilar, aquello confirmaba sus pensamientos sobre otra pelea conyugal, caminó escaleras arriba sin esperar a ser invitado y se adueñó de la habitación principal, como ya era costumbre—. ¿Dónde está Hibari? 

Reborn, cuando la sociedad reconoció su mayoría de edad, se puso en marcha para tramitar los papeles de adopción de Tsuna, aunque era algo sin sentido tomando en cuenta la edad de ambos; sin embargo, contra todo pronóstico, el azabache de patillas rizadas lo consiguió más rápido que cualquier otra persona con condiciones favorables. 

Tsuna iba a responder hasta que la puerta de la casa fue abierta por Kyoya, se giró para recibirlo con abrazo junto a la noticia de que su padre adoptivo se quedaría por un tiempo en casa, pero en un abrir y cerrar de ojos sintió como sus labios eran presionados con los de él, impidiéndole pronunciar una palabra. 

—Ya tenía ganas de estar contigo — comentó Hibari al separarse para permitir que el contrario tomara algo de aire, lo abrazó con rapidez para volver a besarlo y sus manos no dudaron en desplazarse por su espalda hasta tocar su suave trasero. Sus labios bajaron por la barbilla hasta llegar al cuello, donde se permitió dar pequeños mordiscos y besos sintiendo como la piel se erizaba reaccionando a sus acciones. 

—Hi… Hibari — era extraño cuando lo llamaba por su apellido, pero al azabache no le dio importancia porque continuó haciendo lo mismo, intentó separarse de él antes de que su temible tutor bajara las escaleras y se paralizó de miedo al reconocer el sonido de una pistola al disparar. 

Ante el sonido ensordecedor, Kyoya también quedó paralizado, sentía que ya había vivido algo como eso antes, levantó las manos para dejar el trasero de su amado y alzó la vista para encontrarse con su suegro; no había palabras para describir el desafortunado encuentro entre los dos alfas, pero Tsuna sabía que le esperaban días largos. 

—Es bueno volver a verte, Reborn — traducción: "vete al demonio". 

—Lo mismo digo, Hibari — traducción: "tú primero". 

Los dos se sostuvieron la mirada por un tiempo, teniendo una acalorada discusión telepática. Tsuna intercambió su mirada entre ambos, el infierno acababa de situarse en su casa en el peor momento posible, suplicó mentalmente que la estadía de Reborn se limitara a un par de días y tomó su celular para poder escabullirse hasta la cocina sin llamar la atención; ahora que lo recordaba, tenía que informarle a Kyoya sobre los resultados de su prueba de embarazo. 

☁   ☁   ☁   ☁   ☁

El castaño finalmente había terminado de hacer la cena, sirvió tres platos para acomodarlos sobre la mesa y se sentó frente a uno de éstos al notar que las dos personas se estaban peleando para ver quién se sentaría a un lado de él; sabía que si se esperaba a que hubiera un ganador, la comida estaría fría por lo que colocó en su boca una cucharada sin pensarlo dos veces. Ciertamente dejaba a la vista su falta de modales, pero estaba hambriento. 

Los dos alfas ignoraban por completo que el castaño ya había empezado a comer, estaban muy ocupados golpeándose con almohadas —única arma que fue autorizada por Tsunayoshi gracias a su habilidosa técnica de poner ojos de cachorro que siempre funcionaba cuanto tenía que intervenir entre ambos— hasta que saliera un ganador entre ellos dos; sin embargo, antes de darse un golpe de gracia, se detuvieron en seco tras escuchar una arcada proveniente del castaño. Tsuna tenía los labios apretados, con la mirada clavada en su comida, su tez se veía cada vez más pálida y parecía estar temblando, aunque era difícil darse cuenta debido a la agitación de la pelea. 

— ¿Te encuentras bien, cariño? 

— ¿Pasa algo, Dame-Tsuna? 

Los dos hablaron al mismo tiempo, lo único que entendió fue la mezcla de sus dos apodos. Tsuna no consiguió aguantar más tiempo, se llevó ambas manos a su boca y corrió tan rápido como pudo al baño de la primera planta. 

Kyoya dejó la almohada en el sofá en el que debía estar y se encaminó hacia donde su esposo se había encerrado a vomitar, por lo que conseguía escuchar. Le hizo una señal al azabache para darle a entender lo que estaba sucediendo. Reborn comió una cucharada de los tres platos, pensando que quizás Tsuna había arruinado la comida, pero no; todo sabía delicioso. Se encogió de hombros, en una forma de decirle a Hibari que la cena estaba bien. 

—Amor — golpeó un par de veces la puerta tras escuchar silencio al otro lado de ésta—, ¿estás bien? 

Kyoya no solía usar mucho aquellos apodos cariñosos, pero como su suegro se encontraba con ellos lo hacía para hacerlo enfadar. 

—Sí — salió del baño con ojos vidriosos, tenía las manos mojadas al igual que sus labios por lavarse antes de salir, y se abrazó fuertemente a la persona que lo estaba esperando; lo tranquilizaba poder olerlo tan cerca y era mejor todavía cuando podía escuchar sin problemas los latidos de su corazón—. Kyoya, vamos a ser padres. 

— ¿Qué? 

— ¡Vamos a tener hijos! — Alzó su voz llena de emoción, se separó de él para poder ver su rostro y, cuando iba a volver a sus brazos, escuchó los platos de la mesa caer. 

Su mirada cayó rápidamente en su tutor tendido sobre el suelo y, cuando la regresó hacia su amado, notó que él también yacía ante sus pies; al parecer tenía que avisar antes de soltar una noticia tan grande.