Nido y pelea

Hibari Kyoya conducía a alta velocidad por las calles un tanto solitarias que estaban fuera de la ciudad; estaba enojado, si es que podemos catalogar dicha emoción así.

Después de haber propuesto la anticuada idea de construir un nido, preparándose para cuando Tsunayoshi quedara embarazado, pensó que sería una actividad que podría hacer con su amado; le emocionaba la idea de que ambos pasaran tiempo extra en arreglar el lugar que el castaño había elegido para construir el nido.

Sin embargo, sin explicación lógica, el omega le obligó a jurar que no se involucraría para nada en el nido; ni siquiera en algo tan simple como limpiar. Accedió sin pensarlo, porque creyó que era una ridícula petición que hacía por vergüenza a pedirle ayuda. Entonces, un par de días después de que se desmayó, aprovechó que su amado estaba trabajando para darle una sorpresa cuando regresara a casa.

Entró a la pequeña habitación que estaba en la primera planta, fue sacando todas las cosas inservibles que ocupaban dicho lugar y, cuando finalmente consiguió dejarlo vacío, empezó a limpiar la habitación para que no hubiera ni una triste mota de suciedad. Sí, sin duda alguna fue algo agotador; pero al imaginarse la sonrisa que haría su esposo al darse cuenta que la labor de construir el nido se había reducido enormemente le daba ánimos.

Creyó que, con la limpieza hecha, se concentrarían en ver cómo querían el nido para cuando llegara el momento.

Kyoya abrió la guantera de su auto, buscando con la mano sus lentes de sol, sacó sin querer su frasco de píldoras anticonceptivas y, tras volver a guardarlo, finalmente se hizo con el accesorio que buscaba; el sol de la tarde lo estaba cegando, casi tanto como la irritación que sentía en ese momento.

Cuando salió del lugar en el que sería el nido con la última bolsa de basura, se encontró a un Tsunayoshi perplejo. El castaño acababa de llegar con varias bolsas de compras que había hecho y, a pesar de que parecía necesitar ayuda, no permitió que el azabache tomara un par de bolsas.

Tsuna, en lugar de hacer la sonrisa con la que su esposo se imaginaba, hizo un gesto de enojo; le molestó que Hibari no hubiera cumplido con su palabra de no involucrarse. Le recordó amargamente la promesa que había roto, le gritó que se largara de la casa y se encerró en donde sería el nido, dejando sus últimas palabras en el aire.

El azabache, con lo cansado que se encontraba por haber pasado la mayor parte de su día limpiando, simplemente obedeció de mala gana, tomó las llaves de su auto y salió sin decir a dónde iba o cuándo regresaría; estaba molesto, enojado, inconforme por la actitud de su esposo.

Quizás, después de todo, aún era apresurado pensar en algo como tener crías.

Kyoya llegó a la ciudad vecina, reduciendo considerablemente la velocidad para evitar ser multado, aparcó el auto en el estacionamiento de un bar que solía frecuentar y, al bajarse del vehículo, rechazó una llamada entrante a su celular; había pasado poco más de una hora tras haber salido de casa, por lo que aún faltaba tiempo para que su enojo desapareciera.

— ¿No descansaste hoy, Hibari? — Una persona que acababa de salir de su carro reconoció con facilidad al mencionado, pues era un compañero suyo del trabajo.

El alfa se detuvo al escuchar su nombre, se dio la media vuelta para ver de quién se trataba y decidió apagar el celular al escuchar que nuevamente le estaban marcando. —Lo mismo digo.

— ¡Ja, ja, ja! — Takeshi hizo una sonrisa nerviosa mientras se acercaba al contrario—. Gokudera se enojó conmigo.

Kyoya arqueó una de sus cejas, curioso en saber qué pudo haber hecho mal alguien como Yamamoto.

— ¿Y Tsuna? — El deportista miró a su alrededor en busca del mencionado, incluso dejó su mirada quieta sobre el automóvil del contrario en espera de ver alguna silueta—. No me digas, ¿problemas? ¿O...? — Se encogió lo suficiente como si estuviera a punto de decir un secreto, rodeó con su brazo al contrario y su expresión cambió a algo mucho más serio—. ¿Una aventura?

Hibari se alejó rápidamente de su compañero tras escuchar sus últimas palabras, observándolo con los ojos abiertos y las pupilas dilatadas, se preguntó qué de él podía dar la apariencia de estar teniendo algo tan estúpido como un amorío y se relajó al escuchar la tonta risa del contrario, al parecer era una simple broma, pero aquello, por alguna extraña razón, le motivó a hablar sobre su situación; creyó que como él ya había tenido crías, podría orientarlo un poco. —Se enojó porque rompí la promesa de no involucrarme en el nido.

—Espera... — La sonrisa que había hecho Takeshi tras su pequeña broma se borró rápidamente—. ¡¿Qué?!

Ambos se quedaron callados; Hibari no pensó que reaccionaría de aquella manera, Yamamoto esperaba que su compañero continuara hablando.

—No puedes hacer eso — comentó el de ojos color café con total seriedad en su voz, Kyoya le costó recordar la última vez que lo había visto así de serio, guardó sus manos en sus bolsillos e hizo un largo suspiro—. Los omegas se vuelven muy protectores con el nido, ellos necesitan tener el control para estar bien.

Hibari se quiso dar un golpe a sí mismo, aquello explicaba la insistencia del contrario respecto al nido, es solo que su emoción de hacer un nido con su amado era tanta que le era imposible no contribuir en algo. Ahora se sentía como un gran idiota, tenía que regresar a casa a pedirle disculpas a su esposo.

— ¿Por qué el herbívoro se enojó contigo? — Interrogó Kyoya con intención de devolverle el favor al contrario.

—Me comí la última rebanada de pastel que quedaba — respondió Yamamoto con una sonrisa de culpabilidad en el rostro, se encogió de hombros al recordar lo tonto que había sido y dejó su mirada en el contrario.

Hibari sacó un par de billetes que llevaba con él y se los entregó al contrario. —Comprale otro.

— ¡Ah! ¡Qué buena idea! — Takeshi corrió de vuelta a su vehículo, abrió la puerta con rapidez y se giró hacia el contrario para despedirse de él—. ¡Muchas gracias!

☁ ☁ ☁ ☁ ☁

Tsunayoshi se hundió tristemente en el sofá, finalmente se rindió al intentar comunicarse con su esposo. Debido a sus remordimientos por haber sido tan cruel con su amado, no consiguió hacer nada en el nido, más que dejar las compras que había hecho para empezar a decorar.

Nunca se habían peleado de esa forma, aunque dudaba si aquello era una pelea, le dolía estar solo en casa por haber exagerado en la forma que reaccionó. ¿Qué pasaría si Hibari se encontraba con otro omega más lindo? ¿Y qué tal si ese omega nuevo le dejaba hacer lo que quisiera en su nuevo nido? ¡Ahh! ¡Maldición!

Tomó una almohada y la abrazó fuertemente, ocultando su rostro afligido en ésta; no tenía la menor idea de qué hacer más que esperar el regreso de Hibari. No podía contárselo a nadie, porque de una manera u otra Reborn terminaría sabiendo y las cosas no acabarían bien para Kyoya, y tampoco podía salir a buscarlo porque ni siquiera sabía a dónde pudo haberse ido.

Se sentía como un gran idiota, debió haber pensando mejor las cosas; después de todo, era su pareja. Sin embargo, le dolió en el alma que su amado hubiera roto un juramento que le era tan importante.

Se levantó de un brinco después de algunos minutos, diciéndose a sí mismo que Hibari posiblemente no volvería a casa pronto, subió a su habitación y del armario empezó a sacar la ropa de su esposo para reconfortarse con su aroma; lo extrañaba, a pesar de solo habían pasado algunas cuantas horas. No era usual quedarse solo en casa tanto tiempo cuando su amado esposo descansaba.

Pasada una media hora finalmente escuchó el auto de su esposo, provocando que saliera de la montaña de ropa en la que se había sepultado y corriera a la entrada para recibirlo con un gran abrazo. Gracias a la intensidad de dicha muestra de afecto, ambos terminaron cayendo al piso junto a unos cuantos pétalos que no soportaron la sacudida. Tsuna se separó un poco de él, sin levantarse, y empezó a llenarle de besos su rostro; estaba agradecido de verlo más rápido de lo que se temía.

— ¡Kyoya! ¡No te vuelvas a ir! — Suplicó el castaño con algunas cuantas lágrimas en los ojos, dejó descansar el costado de su rostro en el pecho del mencionado y se calmó al escuchar los latidos del azabache—. Perdón, no quería...

—Fue mi culpa — Hibari lo interrumpió abruptamente, dejó el ramo de rosas que llevaba con él en el suelo y abrazó con cariño a su omega, haciéndole entender que estaba pidiendo perdón por todo lo que había pasado—. Voy a respetar la promesa, ¿está bien?

Tsunayoshi asintió con la cabeza alegremente, no estaba seguro de lo que había pasado, pero sintió como si la relación hubiera crecido un poco más.

—Te amo.

—Yo más.

Y, sin decir nada más, los problemas que habían aparecido finalmente desaparecieron.

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Una disculpa:'3 esto era para ayer, pero estoy con un tonto proyecto de la escuela que no tuve tiempo de escribirlo jasjajsa

Gracias por la espera!!

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