Deseo de Tsuna

El castaño agitó su mano de un lado a otro mientras observaba desde la puerta la joven pareja junto a sus gemelas caminando hacia el auto, suspiró por finalmente tener algo de tranquilidad en casa y, antes de poder disfrutar aquel ambiente de paz, se deprimió cuando su mirada bajó a su vientre plano; por alguna razón sentía que se había quedado atrás desde el momento que supo del embarazo de Gokudera.

Cerró la puerta perezosamente y se permitió acostarse sobre el sofá que había en su sala, observando atentamente el gran recuadro que estaba colgado en la pared; la imagen mostraba a dos jóvenes recién casados disfrutando el día de su boda. Su vista pasó por los pocos cuadros que estaban situados alrededor del más grande de todos, pensando en lo maravilloso que sería tener fotos de sus futuros bebés acaparando las paredes de la casa.

Había intentado de todo, desde tomar pastillas que aumentaran su fertilidad hasta hacerlo sin ningún tipo de protección, pero todo había terminado en un rotundo fracaso. Parecía que sería imposible conseguirlo; sin embargo, no se daría por vencido tan pronto.

Tsunayoshi tenía un plan en el que tenía puestas todas sus esperanzas; pronto sería la temporada de celo de Kyoya, por lo que la fertilidad en él aumentaría más todavía, y, como si fuera cosa del universo, coincide a la perfección con el suyo. Era imposible no quedar embarazo con estos dos eventos juntos.

Aunque aún le parecía extraño tener que recurrir hasta aquella opción; ambos estaban saludables, según los doctores, y estaban en la edad perfecta para tener niños. ¿Entonces porqué no ocurría? El castaño se sentó sobre el sofá para encender la televisión y, como si ésta le hubiese contestado su pregunta, observó un comercial de unas pastillas anticonceptivas especiales para los alfas; una punzada atacó su pecho.

Si aquello era lo que estaba evitando que se quedara embarazado entonces, por más vergüenza que le diera, tendría que hablarlo finalmente con su esposo. Le daba algo de nervios la reacción que fuera a tener.

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Hibari suspiró con pesadez tras bajar del auto, había tenido un día cansado en el trabajo y lo único que lo motivaba a caminar era poder descansar un rato junto a su omega ya que era su día de descanso, se desacomodó la corbata que llevaba puesta y abrió la puerta de su casa para encontrarse con un castaño en delantal recibiéndolo con el rostro rojo; así es, solamente el delantal.

El azabache parpadeó perplejo, no se esperaba encontrar a su esposo de aquella manera, cerró la puerta con rapidez para evitar que alguien de afuera pudiera echar un vistazo y permitió que los brazos del castaño lo rodearan por detrás del cuello, juntando sus frentes.

—B... Bienvenido, cariño — saludó amorosamente Tsunayoshi recordando las miles de escenas de películas que había visto sobre los omegas consiguiendo que lo que querían con sus alfas, subió su rodilla para dejarla descansar a un lado de la cintura del contrario y con una de sus manos empezó a juguetear con la corbata de su esposo torpemente—. Quería pedirte...

— ¿Hm? ¿Quieres que mate a alguien? — comentó Kyoya con un suave tono de diversión en su voz, para haber tenido dicha bienvenida sabía que lo que le iba a pedir iba a ser algo grande, sus manos se deslizaron por la espalda desnuda del contrario hasta quedar en su cintura y la apretó suavemente, haciéndole saber su esposo que les esperaba una larga noche—. Porque lo puedo hacer si me lo pides así.

El castaño parpadeó perplejo, sin borrar la sonrisa que tenía dibujada en su rostro, estaba a punto de decir algo respecto a eso, pero no quería perder el tiempo; dio un par de pasos hacia atrás, alejándose de su amado quien lo veía en espera de que se quitara el mandil que impedía su completa desnudez, y bajó la mirada un poco nervioso. —Bueno... Yo quisiera que...

Hibari acortó la distancia entre los dos y jaló con suavidad el tonto nudo que mantenía atado la única prenda que llevaba el contrario; no lo dejaría escapar.

—Tengamos hijos.

Las palabras recitadas con el omega fueron como alguna clase de hechizo para el alfa, porque tan pronto había terminado de hablar éste se paralizó como si de una piedra se tratara y aquella petición tan repentina ocasionó que perdiera el aire; de un segundo a otro, el azabache estaba en el suelo inconsciente.

— ¡K-Kyoya! — El castaño se arrodilló rápidamente, acercando con cuidado uno de sus oídos al rostro del mencionado, esperando escuchar su respiración, se levantó para dirigirse al teléfono de la casa y, sin dudar, marcó el número de emergencias.

Nunca se imaginó que las cosas terminarían así por aquel simple deseo que tenía.

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Tsunayoshi agradeció amablemente las atenciones del doctor que recibió a su marido, tuvo que ponerse ropa decente antes de que los paramédicos llegaran a su casa, entró a la habitación en la que reposaba el azabache y cerró la puerta para evitar que fueran molestados.

—El doctor dijo que le sorprendía que alguien con tan buena salud le bajara la presión tan de pronto — comentó el omega al notar que su esposo fingía dormir, tomó una de sus manos delicadamente y tomó asiento en la silla que estaba más cerca de la camilla; quizás tendría que llevar las cosas con más calma si no quiere provocarle un infarto la próxima vez.

Hibari abrió uno de sus ojos, encontrándose directamente con la mirada del contrario, se giró sobre la camilla para observarlo en silencio y pensó en lo débil que debió haberse visto por desvanecerse por algo tan trivial como aquello. Se sentía como todo un herbívoro. —Me sorprendiste, eso fue todo.

Ambos se quedaron en silencio, reflexionando sobre lo que había pasado. El castaño se sentía como si quisiera apresurarse, de algún modo, y le daba miedo abrumar a su marido de aquella manera; el azabache, por su parte, se lamentaba profundamente por haber tenido esa reacción, nunca se le pasó por la mente que su esposo pediría algo así.

Tener hijos no era algo sencillo, ambos lo sabían bien.

—Perdón — finalmente, como si no hubiera de otra, Tsunayoshi terminó pidiendo disculpas con voz entrecortada—, yo... No quiero presionarte.

—No es eso — comentó el alfa con voz suave, no quería sonar alterado porque aquello ocasionaría que las lágrimas de su amado salieran como si fueran un par de cataratas—. Pensé que tú no querías hijos.

— ¿Es una broma? ¿Qué te hizo pensar en...?

—Toda tu adolescencia tuviste que cuidar a tres niños — Hibari no contó a Reborn ya que éste lo cuidaba tanto que recordaba con pavor la amenaza que recibió el día de su boda para que no escapara—, pensé que estarías cansado de eso.

Tsuna abrió la boca con intención de defenderse, pero le encontró sentido a lo que el contrario acababa de decir por lo que la cerró sin emitir ningún sonido. Eran sus instintos de omega los que exigían reproducirse.

—Habrá que hacer un nido antes, ¿no lo crees?

— ¿E...? ¿Entonces es un sí?

A Hibari le bastó con sacudir una sola vez su cabeza hacia arriba y abajo para que el castaño lo estrechara en un efusivo abrazo lleno de felicidad. Finalmente tendría su familia soñada.

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Hola! Este shortfic, aparte que también forma parte del reto de diciembre, tendrá 5 capítulos:3
Se deberían (pongo deberían porque puede que no lo haga ese día exacto jaja) de actualizar los siguientes días:

11 - 12 - 21
17 - 12 - 21
23 - 12 - 21
31 - 12 - 21

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