18.- Pulsera

Miraculous, les aventures de Ladybug et Chat Noir y sus personajes son propiedad de Thomas Astruc y Zag Entertainment.

Palabras: 995.


18.- Pulsera

Penny miró con el ceño fruncido la pantalla de su móvil, acababa de recibir un mensaje de Jagged quien estaba sentado justo frente a ella sobre el mantel. Lo abrió y leyó:

¿Qué le puedo regalar a los niños? Creo que estoy desatendiendo a Luka. Ayuda. Socorro. Esto se me da fatal.

El teléfono vibró al llegarle una veintena de emoticonos de carita triste. Sonrió. Era como un crío más. Escribió:

Les has hablado de los colores. ¿Por qué no les compras pulseras de la amistad? Esas de hilo, con los colores que dices les representan.

Él alzó la mirada de la pantalla y le sonrió de oreja a oreja, supuso que la idea le había gustado.

—Papá —musitó Luka—. Estoy componiendo una canción y me preguntaba si... ¿me darías tu opinión?

—Seguro que es estupenda, ¿me la tocarás al volver al hotel?

—Claro.

—Fantástico, sigamos con la excursión, vamos, todo el mundo arriba.

Penny y Pierre recogieron los contenedores de plástico vacíos y la poca basura que habían generado para tirarla en el contenedor más cercano. Luka dobló el mantel y Pierre lo guardó en una bolsa de tela que le ofreció Penny.

El parque era enorme, no lo habían sabido calcular bien sobre el mapa, aunque, por suerte, como Jagged lo conocía pudieron ver gran parte de él sin problemas. Penny se dio cuenta de que cada vez que Luka intentaba profundizar en su relación con Jagged, Juleka, devolvía la conversación a algo absurdo o relacionado con gustos románticos. Era evidente que no se daba cuenta de que estaba lastimando a su hermano, que no había ningún tipo de malicia por su parte, que sólo buscaba divertirse y estaba aprovechando la ola de confianza en sí misma que promovía Jagged. Sin embargo, le preocupaba que aquel viaje acabase convirtiéndose en una fuente de frustración para él.

Mientras Jagged y Juleka iban a por algo de beber al bar cercano, Luka se sentó en uno de los bancos de madera desgastada. Tenía la morada clavada en el suelo y se le veía desanimado. Normalmente no se metería, pero caminó hasta a él sin poder evitar preocuparse.

—¿Estás bien?

Luka miró a Penny que se sentaba a su lado con una sonrisa amable en los labios.

—Sí, no es nada.

—¿Es por tu hermana?

Suspiró al sentirse descubierto.

—Deberías decirle que necesitas un poco más de atención de Jagged.

—No puedo hacerlo —declaró cabizbajo—. Juleka es muy tímida, le cuesta mucho relacionarse, pero con él lo está logrando. Es capaz de hablarle con seguridad y firmeza. No puedo quitarle eso.

—¿Y qué hay de ti? —le interrogó con suavidad esperando no hacerle sentir incómodo—. Tú también tienes necesidades. Está bien que protejas y ayudes a tu hermana, pero no puedes privarte de algo que es tan importante para ti.

»A penas os conozco, pero es fácil darse cuenta de que para ti tener un padre es mucho más importante de lo que lo es para ella. Juleka te quiere y entenderá lo que significa para ti el tenerle y que necesitas conocerle mejor.

»Date un poco más de prioridad, puedo llevarla conmigo para que estéis a solas. ¿Qué me dices?

—Gracias.

Sabía que Juleka aceptaría ir con ella a donde fuera porque así podría sacarle algo de información, aún y así sentía que apartarla de Jagged era algo cruel.

—¡Te he traído un té helado! —exclamó Juleka emocionada.

—Gracias, Juls.

—Y para Penny un café bien largo con leche y hielo —añadió Jagged.

—Gracias.

Le dio una palmadita en el hombro a Luka y se puso en pie.

—Oye, Juleka, tengo que hacer un par de cosas, ¿por qué no me echas una mano? Entre las dos seguro que acabamos antes.

—Nada de trabajo, estamos de paseo —protestó Jagged.

—No he dicho que sea algo de trabajo. —Jagged intentó descubrir qué era lo que estaba planeando, se encogió de hombros—. Entonces qué, ¿me ayudas?

—De acuerdo.

Penny le hizo una seña con la cabeza a Pierre para que las acompañase. Luka se encontró a solas con su padre que parecía totalmente desconcertado.

—¿Ha pasado algo?

—Sólo quiere ayudarme.

Jagged le miró con las cejas enarcadas en una muda pregunta, se sentó a su lado como si sintiera que era eso lo que tenía que hacer.

—¿A qué?

—A compartir tiempo contigo.

—Ah, ya lo entiendo. Ella también se ha dado cuenta de que necesitas más de lo que estás recibiendo —musitó el músico bastante más relajado—. Pero no sabía cómo hacerlo, no quiero que Juleka se sienta desplazada o que piense que no la quiero.

»Te prometo que en Francia será mucho más fácil y que estaré ahí cada vez que quieras. —Frunció el ceño y le palmeó el hombro—. Bueno, si estoy actuando no podré, y si estoy de gira tendrá que ser por teléfono, pero creo que entiendes lo que quiero decir.

—Sí, gracias.

—Cuéntame, ¿ya no te resulta raro que sea tu padre?

Era algo de lo que no habían llegado a hablar, pero era evidente por la leve tensión en sus gestos. Para él también había sido raro, tras hacerse a la idea de que jamás podría tener una relación familiar con ellos, encontrarse enredado en aquella dinámica le tenía fuera de juego.

—A veces. Yo era tu fan —confesó avergonzado, no había llegado a decírselo, aunque se imaginaba que lo sabía—, supongo que me imaginaba que me encantaría tener un padre como tú. Un músico extraordinario. Y de repente descubro que eres el padre que mamá me ha ocultado toda la vida. Aún me siento un poco estúpido por todo ello.

—No es estúpido. Es culpa nuestra, de los dos. De ella por hacer que me mantuviera alejado y mía por hacerle caso.

Cuanto más tiempo pasaba más cuenta se daba de que tendría que haberse negado a mantenerse apartado de los dos niños. Al final lo estaba pagando quien menos culpa tenía.

Continuará

Notas de la autora:
¡Hola! Poco que decir sobre este capítulo, un poco más familiar.
Nos leemos mañana.


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