12.- Besos
Miraculous, les aventures de Ladybug et Chat Noir y sus personajes son propiedad de Thomas Astruc y Zag Entertainment.
Palabras: 1013.
12.- Besos
—Vamos, vamos, arriba —soltó Pierre zarandeándola—. Son las siete de la mañana de un espléndido día. Rolling, arriba.
Penny abrió los ojos sintiéndose confundida y desubicada. Se incorporó en la cama encontrándose con la cara de Pierre a pocos centímetros.
—Buenos días, señorita Rolling, ¿ha dormido usted bien?
—Sí, siento haberte robado la cama.
Él le sonrió de oreja a oreja cuando ella le miró con cierto pánico en la mirada.
—¿Qué hora has dicho que es?
—Las siete.
—¡Oh, mierda! —exclamó saltando de la cama—. ¡Es tardísimo! ¿Por qué no me has despertado antes?
—Lo he intentado, pero no ha habido manera.
Se quitó la camisa de Pierre que se había puesto para dormir y recuperó el vestido que había tirado al suelo frustrada.
—Cariño, sé que lo sabes, pero tendrás que hablar con Jagged.
—Lo sé.
—Y será incómodo.
—También lo sé. Gracias de nuevo —susurró antes de salir.
Abrió con decisión la puerta de la suite doble que compartía con Jagged esperando encontrárselo, con el ceño fruncido y una mueca de diva ofendida, pero no estaba en la sala común. Casi lo agradeció, cruzó su puerta y se dispuso a tomar una buena ducha antes de vestirse para abordar el día.
Al otro lado de la sala, tras la puerta cerrada, Jagged la había oído entrar. Aún se sentía confundido por su reacción, aunque había pasado la noche entera en blanco y pensando en ello. Penny había encargado aquella fantástica cena y las velas... le había parecido un detalle encantador, pero ¿y si era un gesto romántico? ¿y si Penny había tratado de confesarle cuales eran sus sentimientos por él? Eso le daría sentido a su enfado por no ser sincero con ella, porque él había encendido las velas aceptando aquella velada romántica. Suspiró. No, no tenía ningún sentido. Penny no albergaba ese tipo de sentimientos por él. Y esa era la base de su problema.
Cómo iba a hablar claro si no podía decirle que... bueno, que sentía cosas por ella más allá de lo laboral.
Esperó a oírla abrir de nuevo su puerta para salir y enfrentarla. Penny le miró, pero bajó la mirada en seguida como si tuviese algo de lo que avergonzarse.
—Buenos días, Penny.
—Buenos días.
—Siento lo de anoche —musitó recortando la distancia con ella—, estaba de muy mal humor y lo acabé pagando contigo.
—No pasa nada.
Había algo de pacífica resignación en su modo de responder.
—¿Has desayunado?
—Aún no.
—¡Perfecto! —exclamó Jagged—. Siéntate, voy a pedir el desayuno. Los chicos me han mandado un mensaje diciendo que estaban componiendo algo, así que hasta mediodía estoy libre. Creo que necesitamos hablar un poco.
Obedeció. Pierre tenía razón era incómodo, ojalá pudiese huir, ojalá los niños quisieran hacer cualquier cosa. Jagged también tenía razón, necesitaban hablar.
Fang se acercó a ella, con la lengua asomando por un lado de la boca, feliz de verla de nuevo.
—Hola Fang.
—Bien, en un rato tendremos aquí al del servicio de habitaciones —declaró Jagged sentándose a su lado, pero manteniendo una respetuosa distancia con ella—. Sé que soy una persona difícil, Penny, y que tienes una paciencia infinita conmigo.
—No tanta.
—La tienes —insistió moviendo las manos con suavidad—. He tenido muchos asistentes desde que empecé y ninguno ha sido capaz de aguantarme más de un mes. Tú, en cambio, llevas conmigo ya seis años y no siempre he sido justo contigo. A pesar de ello sigues aquí, a mi lado, soportándome.
»Eres una de las personas más importantes de mi vida. Jamás haría nada para que te marchases de mi lado, de hecho, si dimitieses me tiraría al suelo y patalearía como un niño de cuatro años con una rabieta.
Aquellas palabras la hicieron sonreír, podía imaginárselo perfectamente.
Llamaron a la puerta, Jagged se levantó para abrir y llevar el desayuno hasta el sofá para poder disfrutarlo mientras seguían hablando.
—No quiero irme —susurró Penny.
—Bien.
—Pero anoche parecía que quisieras que me fuera.
—No, ni hablar, siento que te llevases esa impresión.
Sonaba arrepentido de haberle causado aquella sensación, pero seguía sin cumplir con su petición.
—¿Por qué no eres claro conmigo? —repitió con tono suave—. Siempre dices que confías en mí, y a pesar de ello nunca lo demuestras siendo claro.
—¿Qué es lo que quieres que te diga?
—No lo sé, lo que sea.
—Hay muchas cosas que podría decirte, Penny —murmuró olvidándose del desayuno—. Pero la más importante podría llegar a molestarte.
—Prefiero que me digas algo que pueda molestarme a que no seas claro conmigo, Jagged.
Podía decirle muchas cosas, desde cuanto la valoraba hasta cuanto la quería, también que quería comérsela a besos. Pero la iba a hacer sentir incómoda y, tal vez, obligada a decirle algo que no sentía. No quería que pasara eso, bajo ningún concepto.
—Eres especial para mí —declaró decidiéndose por ser ambiguo.
—Porque confías en mí.
—Sí y por más cosas.
—¿Qué cosas?
De acuerdo, no se esperaba que Penny tratase de empujarle a confesarse. Bebió de su café pensando en algún modo de escapar, sin encontrarlo.
—Ya sabes, cosas.
—Eso es, literalmente, no decir nada.
—¿Qué quieres que te diga, Penny? Que te quiero, que estoy enamorado de ti y que me muero de ganas de besarte cada vez que te veo, pero que sé que no funcionaría porque soy un idiota inmaduro, que ya tienes suficiente con tener que aguantarme mientras trabajamos. Y, claro, no hablemos de la diferencia de edad, soy un viejo. ¿Eso es lo que quieres que te diga?
Volvió a beber enfurruñado, bien, lo había soltado como si nada, como si fuese el argumento de una película estúpida. Esperaba que Penny riera y le dijera que no.
—¿Es eso lo que me estabas ocultando? —Él se encogió de hombros sin ni mirarla—. Seis años son apenas un suspiro.
Él los sentía como toda una eternidad.
—Jagged, ¿es eso?
—¿Y qué si es así?
—¿Sí o no?
Suspiró derrotado.
—Sí. Pero eso no cambia nada porque...
—Cállate y bésame, idiota.
Continuará
Notas de la autora:
¡Hola! ¿Ha sido la declaración más estúpida del mundo? Es posible, pero es la que ha sido y la he sentido demasiado Jagged como para cambiarla.
Nos leemos mañana.
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