1.5 "Dando malas noticias"

¿Quién era la pequeña que había fallecido?

¿Brooke Carrington o Chloe McGraw?

¿Quién rayos era?

Oh, si tan sólo enumeraran las hojas, no hubiera chocado con José y hubiera puesto atención. Pero el hubiera ya no existe ahora.

-Hanna, ¿recuerdas quien era la bebé que estaba mal?

-Chloe McGraw.

Me contestó muy segura la rubia. O más bien me contestó lo primero que le vino a la mente porque estaba ocupada leyendo una revista de chismes mientras masticaba chicle.

-¿Estás segura? Creo que era Brooke.

Me frunció el ceño con esos ojos llenos de rímel y contorneados con delineador excesivo.

-¿Si no me vas a hacer caso para qué me preguntas?

Tenía razón. Le pedí una disculpa y esta vez escribí en un papel el nombre que me había dado de la pequeña. Le eché una ojeada y me dirigí hacia la familia McGraw a darles la mala noticia.

Entré en la habitación 502 y allí se encontraba la señora Charlotte, una rubia de cabello corto lacio y ojos verdes; y el señor Damon, un señor alto de ojos grises también rubio lacio. Seguramente Chloe hubiera sido muy parecida a ellos.

-Buenas tardes, señores McGraw.

-Enfermera, dígame, ¿cómo sigue nuestra pequeña?

Se acercó el señor Damon a preguntarme muy angustiado. La señora Charlotte me miraba con la cara pálida y los ojos rojos desde su cama. Se notaba que había estado llorando.

Esto sería muy difícil.

-Señores, lo lamento mucho. Ella ha fallecido.

Charlotte soltó un gran sollozo y comenzó a llorar entre gritos de desesperación. Damon llegó a su lado y la abrazó para llorar con ella.

Me quedé mirando esa escena, tenía los ojos algo lagrimosos.

-En serio lo lamento, su aparato respiratorio no venía en muy buenas condiciones. Y-yo también le agarré cariño a su pequeña.

Unas lágrimas salieron por mis ojos. No. No debía de llorar. Tenía que ser fuerte, era algo que el personal tenía que cumplir. Dar apoyo y no dañar más a las personas.

Tenía la cabeza algo abajo cuando una mano se posó sobre mi hombro. Levanté la vista y era el señor Damon con una sonrisa de conforte que no llegaba a ser de alegría.

-Enfermera...

-Hayley, o Johnson.

-Gracias, enfermera Johnson. Sabemos que hicieron todo lo posible pero así debía de ser. De todos modos gracias.

Hice un esfuerzo de sonreír a pesar del dolor.

-No hay de qué. Los dejo solos, me tengo que retirar.

Me despedí y salí por la puerta. La cerré, me recargué en la pared y me solté a llorar sin parar.


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