Familia.
I
Kagami Taiga nunca pensó que una simple visita al médico terminaría en eso, una noticia demasiado sorpresiva para un joven de apenas diecisiete años como él.
Estaba embarazado, de su novio, Aomine Daiki. Si, de ese vago, egocéntrico, narcisista, flojo, irresponsable, orgulloso y egoísta estudiante de Tō.
Tenían un noviazgo prácticamente a escondidas, prácticamente porque los únicos enterados de la relación eran Himuro Tatsuya, su bro, y Kuroko Tetsuya quien gracias a su poca presencia y sus teorías sobre su noviazgo los encontró haciéndolo en uno de los baños de su escuela, pero prometió solemnemente no mencionarlo ni comentárselo a nadie.
Él era doncel, lo sabía, su madre se lo había explicado desde que tuvo su fiebre típica del doncel, con apenas once años. Por eso, cada vez que tenían relaciones, él tomaba pastillas anticonceptivas, pero al parecer esa vez se había olvidado o simplemente no tuvieron efecto.
- ¿Está totalmente seguro, doctor?... - Preguntó Kagami, después de salir de ese pequeño shock en el que se encontraba.
El médico sonrió de una consoladora manera.
- Completamente, si gusta ahora mismo podría revisarlo en las ecografías o exámenes de sangre. - Respondió sin borrar la sonrisa en su rostro, dejando algo incómodo a Kagami.
- Si usted lo dice no es necesario, gracias... - Dijo el pelirrojo saliendo del consultorio médico con todas las pruebas entre sus manos.
Estaba mareado, nervioso y preocupado. Y quién no. A penas cursaba el tercer año de escuela superior, recién iba a entrar a la universidad...
¡¿Qué rayos haría?! Él era demasiado inmaduro mientras su novio lo era aún más, sus padres lo matarían, no podrían hacerse cargo de una responsabilidad tan grande, el dinero no era una preocupación, pero... ¡¿Cómo rayos se harían cargo de la pobre criatura?! A duras penas podían con ellos mismos... Y ni eso.
Inhaló, exhaló, debía calmarse.
Lo primero ante todo era contarle a Aomine lo que estaba sucediendo. Pero debía ordenar bien sus pensamientos y ver la manera correcta de hacerlo, necesitaba ayuda.
Tomó su teléfono y envió dos mensajes de texto idénticos.
"De: Kagami Taiga
Para: Kuroko Tetsuya, Himuro Tatsuya
Título: Importante.
Cuerpo del Mensaje: Chicos, necesito su ayuda urgentemente, bro, si estás en la ciudad ven a la cafetería cerca a mi casa, Kuroko, tú también. Rápido. Espero su respuesta."
No tuvo que esperar mucho para obtener las respuestas.
"De: Kuroko Tetsuya
Para: Kagami Taiga
Título: Estoy en camino.
Cuerpo del Mensaje: El título lo dice todo, llego en veinte minutos, espero que no haya problema si voy con alguien."
¿Con quién estaría Kuroko? Se preguntó mentalmente, mas fue interrumpido por el pitido de otro nuevo mensaje.
"De: Himuro Tatsuya
Para: Kagami Taiga
Título: Right now.
Cuerpo del Mensaje: Voy ahora bro, llegué a la ciudad por la mañana con Atsushi, ya veré como me deshago de él por una hora.
Se sintió aliviado por las respuestas y decidió tomar un taxi para llegar más rápido hacia el lugar acordado.
Fue un trayecto de casi diez minutos lo que podría considerarse rápido al tratarse de Tokyo, cosa que agradeció. Ingresó a la cafetería a paso moderado, la cafetería no era la gran cosa, era un lugar sencillo y cómodo, con un aire hogareño. Pensó que sería el primero en llegar, pero ubicó rápidamente a Himuro sentado en una mesa al lado del ventanal.
- Te estábamos esperando, Kagami-kun. - Le dijo una voz que salió de la mismísima nada. Kagami dio un respingo algo asustado. -Himuro-san, Mayuzumi-san y yo llegamos hace poco.
El pelirrojo no tardó en soltar unas cuantas maldiciones por el susto que le acababan de causar. Pero al notar la presencia del nuevo y desconocido integrante en la mesa dejó atrás el susto producido rápidamente.
- ¿Te conozco? ...- Preguntó Kagami.
- Soy Mayuzumi Chihiro, antes era jugador en Rakuzan, jugamos contra ustedes en la Winter cup de hace tres años, estudio en la universidad T.- Le respondió de manera monótona.
- Bueno, Taiga, ¿para qué nos llamaste? - Himuro interrogó algo ansioso.
Su rostro comenzó a tomar color y de manera involuntaria apretó los papeles que había entre sus manos.
- Pues... Ocurrió algo. –
- ¿Te peleaste con el idiota de Aomine-kun? - Supuso Kuroko.
- ¿Terminaste con él? -Le continuó el pelinegro.
- Eh... No es nada de eso. En realidad, si tiene que ver con él, pero no tiene que ver con nuestra relación. Bueno, en realidad sí, pero no en ese sentido, pero... Ugh, no lo sé.
Hubo un pequeño silencio después de que terminó de hablar, Tatsuya lucía confundido y Tetsuya, pues, lo miraba expectante. El único que se animó a hablar fue el mayor y sus palabras, por muy extraño que sonase, dieron justo en el blanco.
- Estás esperando un hijo de él. - Comentó Mayuzumi como si hablara del clima, los otros tres lo miraron impactados, el rostro de Kagami se había vuelto más rojo que su cabello y no pudo decir más que un simple balbuceo.
- Creo que debo dejarlos hablar solos, te espero afuera Tetsuya. -Continuó el de cabello gris para levantarse e irse del local con una bebida en la mano.
- ¿Es verdad, bro? -Preguntó Tatsuya mirándolo algo sorprendido.
No supo que decir, simplemente dejó los exámenes sobre la mesa.
- Yo... Hoy fui a una revisión con un médico para asegurar que estaba bien y eso, pero resulta que me di con la sorpresa de tener tres meses de embarazo. -Respondió algo avergonzado mientras Kuroko y Himuro observaban los papeles sorprendidos.
- Y en realidad no sé qué hacer ni tampoco como decírselo y mucho menos como se lo tomará él, mis padres...-Continuó nervioso, realmente el tema le agobiaba muchísimo. - ¡Él ni si quiera puede consigo mismo, yo soy inmaduro y a las justas puedo hacerme cargo de mí! ¿¡Qué se supone que tengo que hacer!?
E inconscientemente Kagami se estresó a tal punto que comenzó a llorar de frustración. Los otros dos instantáneamente intentaron calmarlo, el estrés obviamente no era bueno y mucho menos en la situación de Kagami.
- Bro, cálmate, estar así te hace daño...-Susurró Tatsuya abrazándolo y despeinándolo suavemente.
- Kagami-kun, Aomine-kun por más estúpido que sea se muere por ti y es capaz de hacer todo, creo que se asustaría y estaría nervioso al inicio, pero sé que sería muy feliz. -Animó Tetsuya con una minúscula sonrisa en el rostro.
- ¿Cómo podría decírselo? ...-Preguntó Kagami ya más tranquilo limpiando sus lágrimas.
El silencio volvió.
- Sé directo, él es un idiota, lo mejor es decírselo de manera calmada. -Comentó Kuroko analizando bien la situación.
- Y rápido, no puede pasar de hoy. Ya tienes tres meses Taiga, muy pronto empezará a hacerse notar. -Continuó con la idea el mayor.
Estuvo pensando unos pocos minutos y logró ver una buena manera de hacerlo.
- Gracias realmente chicos, me sentía bastante mal...-Agradeció el pelirrojo con una ligera sonrisa.
- Kagami-kun, ¿quieres que le diga a Aomine-kun que vaya a tu departamento? -Preguntó el de cabellos celestes.
- Sí por favor...
"De: Kuroko Tetsuya
Para: Aomine Daiki
Título: Rápido.
Cuerpo del Mensaje: Aomine-kun, por favor, ve lo más rápido que puedas a la casa de Kagami-kun. Necesita decirte algo importante."
Kagami estaba nervioso, muy nervioso. Aomine no es alguien muy tierno o dulce por así decirlo, tampoco era alguien que pensaba antes de actuar. Tenía tanto miedo de que no los aceptara.
Llegó a su casa en menos de quince minutos, al abrir la puerta se encontró con Aomine sentado en el sofá viendo un partido de baloncesto.
- Hola Taiga. -Saludó distraído sin siquiera mirarlo, estaba más concentrado en ese estúpido partido.
- Daiki, ¿podrías apagar la televisión por favor? Lo que te tengo que decir es en realidad importante...-Dijo Kagami algo molesto y nervioso. Aomine tomó el control remoto y algo irritado apagó el televisor.
- Bueno ya está, ¿podrías decirme qué es eso taaaaan importante?... -El pelirrojo se tensó y suspiró.
- Verás Daiki yo...-Susurró despacio. -Y-Yo estoy...-El más bajo se sonrojó un poco y al notar la atenta mirada de Daiki comenzó a hacerlo un poco más.
- Cálmate, tómate tu tiempo si es necesario. -Le calmó el de ojos azules.
- Yo estoy embarazado, Daiki. - Respondió el de ojos rojos mirando hacia sus azules ojos fijamente.
Un silencio que parecía ser eterno inundó la sala.
- ¿Qué? -Preguntó el de piel morena confundido.
- No sé si lo sabes, pero soy doncel y... -Kagami fue interrumpido.
- ¡Claro que lo sé! Pero... ¿¡Al menos te preocupaste en cuidarte o algo así!? ¡Tenemos diecisiete años Taiga! ¡Somos apenas unos niños inmaduros! -Gritó Aomine, sin notar que el otro chico comenzaba a encogerse en sí mismo.
El de cabello azul esperó la respuesta del pelirrojo más ninguna palabra siguió a las suyas, sólo unos pequeños hipidos, buscó la procedencia de estos y lo que pudo observar fue a su novio llorando, por culpa suya. Se sintió como la peor persona del mundo en ese momento.
- Taiga...-Lo llamó, el de cabello rojo no se animó a mirarlo. -Lo siento, estaba nervioso y eso... Tú sabes que te amo, prometo hacerme cargo.
- Yo también te amo idiota. -
- Ya veremos cómo nos arreglamos para hacer todo, a nuestro bebé no le faltará nada...-Finalizó abrazándolo.
II
Fue temprano, en un día de nieve cuando Yukio nació, era pequeño, sus cabellos eran de un negro tan oscuro como el del carbón, piel nívea y ojos azules tan profundos como los de su padre. Cuando Aomine lo vio por primera vez, el pequeño estaba dormido y él se sintió un poco decepcionado, no se parecía en nada a él, en realidad se parecía más a Himuro, pero al momento en el que lo cargó y el pequeño abrió sus grandes ojos azules por primera vez supo que era su hijo.
El primer día con el pequeño Yukio fue algo muy difícil para ambos, era un ser tan indefenso e inofensivo que no sabían ni siquiera como cargarlo, pero poco a poco fueron llegando personas, familiares, amigos, y compañeros a verlos, ayudarlos y darles consejos. Todos sus amigos y compañeros e incluso ellos mismos habían acabado la escuela hacía ya dos meses. Y varios de estos fueron a visitarlos ese día, entre ellos estaba Kuroko.
- Se parece a tus padres, Kagami-kun, aunque tiene los ojos de Aomine-kun... - Comentó Kuroko bastante centrado en el niño. A su lado, Mayuzumi observaba de rabillo al pequeño también.
Ambos fantasmas estuvieron acompañándolos allí un rato hasta que se fueron media hora después, un par de días luego pudieron ir a casa, arreglándoselas para quien va a cuidar al bebé en la madrugada, cambiarle los pañales y alimentarlo.
Desde eso, ya habían pasado seis años donde, tanto Kagami, Aomine y el pequeño Yukio habían vivido una odisea de momentos, tanto buenos como malos, pero todos esos no deseados habían quedado atrás ya que ese día su pequeño cumplía seis años y ellos habían invitado a los amigos del menor, a sus amigos y a los hijos de estos, los cuales se consideraban casi familia a excepción de una pequeña molestia rubia que se la pasaba acosando a su bebé, aunque el que lo molestaba fuese menor.
- ¡Yukiocchiiiiiiii! -Gritó una pequeña y chillona voz. No hacía falta voltear para saber de quién provenía esta.
- Ryouta, ¿qué te dijeron tus padres de gritar? -Le preguntó Aomine en un tono 'amable' mientras se agachaba a su altura.
- Que es descortés y no debo hacerlo. -Respondió el niño con una sonrisa.
- Entonces...-Aomine fue interrumpido.
- ¡Yukiocchiiii! -Volvió a gritar el rubio, ignorándolo olímpicamente y corriendo a atrapar a su hijo, cosa que logró.
A pesar de que Ryouta sea dos años menor que Yukio, este era más rápido, cosa que perjudicaba a su pequeño bebé para huir del rubio.
Aomine, sacando su lado de padre celoso al extremo, envolvió a Yukio entre sus brazos mientras empujaba a Ryouta, sin fuerza, ya que se trataba de un niño de cuatro años.
- ¡Tetsu, tu mocoso no deja a mi bebé tranquilo! – Gritó a su amigo mientras Yukio veía la manera de huir de los brazos de su padre.
- Ryouta-kun, ¿qué te dijo tu padre sobre acosar a la gente? – El fantasma apareció de la nada frente al niño rubio y por poco no gritó. El menor bajó la cabeza mientras el de cabellos negros salía corriendo alegremente.
- Que es de mal gusto y no debo hacerlo. Pero si lo hago lo tengo que hacer bien y que nadie se dé cuenta...
- ¿Y qué pasó?
- Aominecchi se dio cuenta. – Respondió el menor con un puchero.
- Entonces, discúlpate con él.
- Lo siento, Aominecchi. – Dijo Ryouta.
- Disculpado, ahora ve a jugar con Yukio-kun. – Finalizó Tetsuya animando a su hijo.
III
- ¡¿Qué hacías besando a mi bebé?! – Gritó Daiki furioso abriendo fuertemente la puerta de la habitación de su hijo.
Desde que descubrió que Yukio era doncel a los once años lo cuidaba como si de un diamante muy valioso se tratara. Su pequeño siempre se pudo defender por sí mismo, pero al parecer no había heredado la altura de ninguno de sus padres. Yukio a sus dieciséis años medía tan solo 1.70 mientras a su edad ellos medían alrededor de 1.90, siempre se preocupó por cuidarlo y defenderlo, pero ese día que no había estado tan pendiente se encontró a ese estúpido adolescente hormonal hijo de su mejor amigo besando a su pequeño e inocente bebé.
Rápidamente, los dos jóvenes voltearon apresurados hacia el mayor.
- P-Papá, yo... – Yukio fue interrumpido por su padre.
- Puedo explicarlo. – Dijo Ryouta seguro, desafiándolo y parándose delante del de cabellos negros.
- ¡Besaste a mi bebé! – Volvió a gritar Aomine más molesto.
- Papá, ya no soy un bebé. – Reclamó el más bajo, apartando al rubio para enfrentarse a su padre. – Ya estoy harto de que me sigas tratando así, puedo defenderme por mí mismo.
- Pero eres... – Yukio lo interrumpió abruptamente, no era necesario que Ryouta lo supiera.
- Sé lo que soy, no lo repitas.
- Pero... –
- Pero nada, recuerda cuando mi mamá y tú eran jóvenes, ¿sus padres o alguien se entrometía o los molestaba? Si no me equivoco él y tú comenzaron a ser pareja a mi edad. – Argumentó el de cabello negro.
Un incómodo silencio inundó la habitación.
Taiga, al escuchar los gritos, fue corriendo hacia la fuente de estos.
- ¿Qué está pasan...? – Al notar la presencia de Ryouta decidió autocorregirse. – Oh, Ryouta, que sorpresa. ¿Cómo están tus padres?
El rubio se encogió de hombros.
- Callados, como siempre... Aunque no quieren que pase mucho tiempo en casa este mes. – Respondió.
- ¿Ya se hartaron de ti? – Preguntó Yukio riéndose.
- No, solo es que mamicchi está llegando más tarde del trabajo y saliendo después y quieren un poco de tiempo a solas.
- Deberíamos hacer eso. – Dijo Taiga.
- ¿Y dejar a mi pequeño bebé con este estúpido adolescente hormonal? Ni pensarlo.
Kise notó como Aomine y el pelirrojo empezaron a discutir y a Yukio uniéndose.
- Creo que estoy incomodando, lo siento, yo realmente quiero a su hijo y dejaré que hablen más tranquilos. – Dijo Kise yéndose y despidiéndose de los tres Aomine.
- ¡Mamá no sabes lo que casi hace papá! – Gritó Yukio al notar que Ryouta al fin salió.
- ¿Qué cosa? – Preguntó Taiga curioso.
- ¡Casi dice que soy doncel frente a Ryouta!
- ¿Pero eso qué tiene de malo? – Volvió a preguntar, pero de modo indiferente esta vez.
- Es que... Me avergüenza. – Un suave sonrojo cubrió las mejillas del menor.
- Ay, tranquilo cariño. ¿Por qué sentirías vergüenza de esto? –
- No lo sé, es solo que él ha estado conmigo toda la vida y si me llega a tratar diferente por esto o es más delicado conmigo me sentiría bastante mal... – Le respondió un poco más apenado que antes.
- Él te aprecia muchísimo, además el que seas doncel no tiene nada que ver, solo podemos tener hijos y... No creo que esto cambie su relación. – Le animó el pelirrojo sonriendo, notó a Yukio más calmado, pero no del todo.
- ¡¿Relación?! – Gritó Aomine metiéndose a la conversación.
- Si, relación, Daiki. – Respondió Taiga sonriendo amenazantemente, el pelirrojo sabía que si Daiki diría algo malo rompería el corazón de su pequeño, así que decidió que lo mejor sería que se vaya del lugar donde estaban conversando.
- Yukio, cariño... ¿Podrías ir a la cocina un momento? Preparé galletas. – Comentó dulcemente a lo que su hijo asintió con la cabeza y se fue.
- ¡Mi bebé no puede tener una relación con él! – Exclamó Daiki desesperado.
- Él ya no es un bebé, Daiki, tienes que dejarlo ir. Lo mejor que podemos hacer es darle consejos, pero las decisiones las toma él. – Afirmó mirándolo fijamente. – A él le gusta Mayuzumi-kun, pero no te lo dijo porque no tiene confianza contigo.
- Tienes razón... – Se disculpó con un infantil puchero. – Pero si me entero que lo ha lastimado juro partirle la...
- Ahomine, si lo lastima, hasta sus padres lo desheredan. – Bromeó para relajar un poco más el ambiente.
IV
Un año había pasado y con eso muchos rencores se habían ido, principalmente por parte de Aomine hacia Ryouta. Al menos ya no sentía tanta necesidad por matarlo, ello era un gran progreso.
Ese día su hijo se quedaría viendo películas en su casa con Ryouta, aprovechando que ellos habían planeado ir a cenar.
En un principio se arrepintió, pero su hijo prometió ser responsable y pues...
Allí estaba, con Daiki en un restaurant fino, sentados en una mesa conversando de temas comunes o alternativos hasta que recordó el porqué de esa cena.
- Pues, yo tengo algo que contarte, Daiki... – Dijo Taiga nervioso.
- Entonces dilo. – Respondió Aomine.
- No sé cómo... Tal vez fue un descuido mío, un problema en las píldoras o algo así. –
- Amor, no me digas que... –
Daiki lo miró fijamente mientras Taiga asentía feliz con los ojos cristalinos.
- Ya puedes dejar a Yukio tranquilo. Yo estoy embarazado, Daiki...
- Gracias, gracias Kagami. – Dijo parándose de su lugar y abrazando a su esposo, quien comenzó a llorar al finalizar la oración anterior, todo eso por lo que pasaron, los celos, la alegría, la emoción, la pequeña tristeza y el amor volverían a ser el mismo de hace diecisiete años. Después de todo, eran una hermosa y unida familia... Esas buenas y malas experiencias nunca terminarían, tampoco la vida no terminaría con esto, ellos pasarían por más experiencias y se encontrarían más cosas en el camino.
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