28.-
El timbre del piso sonó y mi ceño se frunció al instante. Caminé arrastrando mis zapatillas hasta la puerta y miré por la mirilla sólo por si acaso. Lo único que pude ver fue una gorra rosa. Abrí la puerta lentamente preparada para coger el paraguas y defenderme en cualquier momento.
—Hola Brook. —saludó Aaron y me eché a reír. ¿Por qué siempre siento impulsos de defenderme cuando este chico llama al timbre? Entró en el piso y besó mi mejilla, haciéndome cosquillas con la poca barba que tenía.— ¿Todavía no ha llegado Cam? Ha salido antes que yo.
—No, no está. Pensaba que ibais a dormir en tu piso con los Dolan.
—Cambio de planes. Nos aburrimos de la fiesta y los Dolan al final no pueden, así que vengo a dormir. Subo a por un pijama de Cam, ¿por qué no me haces la cena? —me sonrió como si nunca hubiese roto un plato en su vida.
—Tienes manos y sabes mejor que yo dónde están las cosas. —refunfuñé mientras se quitaba la gorra y me la ponía a mí al revés.
—No seas exagerada, ya llevas aquí un mes. —dijo mientras subía las escaleras y se quitaba la sudadera, acompañada de la camiseta.
—¡Regla número uno! ¡Nada de desnudos! ¿Qué puta parte de vuestro cerebro es la que no funciona para que no lo entendáis? —grité lo más fuerte que pude y escuché sus carcajadas desde la habitación de Cam.
Aaron tenía una risa bonita.
—Si me haces la cena, mañana te hago el desayuno.
Me lo pensé durante unos segundos. Soy una persona muy perezosa por las mañanas.
—Hecho. —caminé hasta la nevera y busqué algo que poder darle. Hamburguesas eran una buena opción.— ¿No eres vegetariano ni nada así, verdad?
—El otro día comí pizza delante de ti. —comentó riendo mientras bajaba las escaleras de dos en dos, como si de un niño se tratase.— Y era de atún y bacon.
—Cierto, no me acordaba. ¿Hamburguesa? —asintió feliz y empecé a preparar lo necesario.— Coge una cerveza, si quieres. O Pepsi. Juraría que también había Dr. Pepper.
Los ojos de mi amigo se abrieron de par en par ilusionados.
—Me encanta. Mi favorito es el de cereza.
Le miré tratando de adivinar si me estaba vacilando porque Cam se lo hubiese comentado alguna vez.
—El mío también. —sonreí mirando mis manos entrelazadas.
—Ethan piensa que somos algo así como almas gemelas. —abrió la nevera y cogió dos latas de Dr. Pepper. Me tendió una y se sentó en la isla viendo como cocinaba.
—Eso no existe.
—¿De verdad lo piensas?
—Una persona no nace para completar a otra, es totalmente estúpido. Además, si eso fuese cierto, la mayoría de los matrimonios estarían "mal hechos" por probabilidad. —me encogí de hombros. Es un tema que tenía asumido desde hace mucho tiempo.
—¿Entonces no crees en el amor?
—No he dicho eso. Pero hay más de una persona compatible. Somos más de siete mil millones de personas en este planeta, no hay sólo una que esté hecha para ti.
—Le estás quitando romanticismo a mi próxima cita. Pensará que soy un escéptico. —se quejó.
—¿Próxima cita? ¿El niño Carpenter ha ligado? —le pinché con el dedo en el costado y se retorció para escaparse.— ¿Quién es la afortunada?
—Planeo pedírselo a una chica pronto. Pero no sé cómo. —dijo rascándose la nuca incómodo.
—No creo que sea tan difícil. No tienes nada que perder.
—A lo mejor sí. Creo que me gusta y estamos empezando a ser amigos. No quiero estropearlo. —a Cam le pasaba lo mismo. Le costaba hacer nuevas amistades porque nunca sabía de quién podía fiarse o no. En este mundo es necesario ir con cuidado.
Supongo que a Aaron le pasará lo mismo. Si esa chica vale la pena como amiga no querrá fastidiarlo.
—Si todavía no sois muy amigos no debería hacerse incómodo. Es decir, es un halago. Es como decirle que te parece guapa o que te gusta su forma de ser. Y si dice que no, al menos lo habrás intentado, ¿no crees?
Aaron asintió algo más convencido y feliz. Le puse la hamburguesa delante y sonrió como un niño pequeño.
Mientras Aaron devoraba su cena, la puerta se abrió y apareció Cam con su pelo despeinado para todos lados. Tenía una marca de pintalabios en la parte baja del cuello, casi tapada por la camiseta. Reí por lo bajo y Aaron me miró curioso. Me toqué discretamente el cuello, justo donde Cam tenía el rastro de labial rojo, y sonrió de lado al verlo.
—¡Ya has llegado! Me muero de hambre, pero primero iré a cambiarme.
Subió apurado las escaleras. Esperé a que cerrase la puerta para reírme.
—Pues no estuvo tan aburrida la fiesta. —comenté y Aaron rió conmigo.
—Cuando me fui estaba despidiéndose de Jack. Ahora ya entiendo por qué llegué antes que él. —negó con la cabeza divertido.— ¿Celosa? —preguntó curioso.
—¿Bromeas? Estoy deseando que encuentre a una chica buena y que le quiera. Estáis todos muy solos. El único que tiene novia es Gilinsky, y cada vez que Madison está lejos anda como un perro en celo sujetado por una correa. Aunque nunca haga nada.
—Mirar no es pecado. —le defendió Aaron y me reí.
—No, estoy de acuerdo. Pero debería ser un poco más discreto, creo yo.
—¿Quién debería ser más discreto? —preguntó un nervioso Cam bajando por las escaleras ya con el pijama puesto.
—Nadie. ¿Qué tal la fiesta?
—Aburrida, por eso nos volvimos tan pronto. —su voz sonaba indiferente, pero estaba intentando esconder su cara en la nevera mientras rebuscaba en ella.
—¿Nada interesante, entonces? —preguntó esta vez Aaron.
—No tío, tú estabas allí. —se rió el moreno.
—¿Tienes ganas de que sea Navidad Cam? —intenté esconder mi sonrisa con una mueca. Tampoco era necesario, porque estaba andando de un lado a otro por la cocina. Me empezaba a marear.
—Sí, supongo. Me gusta la Navidad, pero todavía queda medio año. —frenó en seco y me miró desconfiado. Me había pillado.— ¿Por qué?
—No, no, por nada. Es que como he visto los adornos rojos. ¿Quieres ser tú el árbol? —Aaron estalló en carcajadas y pronto le seguí. Los dos acabamos en el suelo, él sentado contra la pared y mirando hacia arriba, donde Cam nos miraba como si nos hubiésemos vuelto locos. Yo estaba tumbada abanicándome la cara porque ya la notaba roja de la risa.
—¿Qué... qué tengo? —preguntó Cam frotándose la frente.
—Un recuerdo en el cuello con alta probabilidad de chupetón debajo. —dijo Aaron y las carcajadas volvieron.
Dicen que reír alarga la vida. Si eso es verdad, y sigo viviendo aquí, acabaré siendo inmortal.
Con muchas arrugas, pero inmortal.
—Bonito color, por cierto. Pregúntale qué tono es de mi parte. —pensé durante unos segundos.— Si es que la vuelves a ver.
—Es rojo, ¿no lo ves? —Aaron puso cara de no comprender y me reí. Los chicos son tan inocentes cuando se trata de cosas de chicas.
—No sé si la volveré a ver.
—¿Por qué no? —me sentí disgustada durante unos segundos. Cam necesita una novia. Ya.
—No saldría con ella. Es demasiado... superficial. Me gustaría conocer a alguien con personalidad, alguien normal y corriente. No una chica que está más preocupada por la última colección de Chanel
Aaron y yo nos miramos a la vez, y sin necesidad de intercambiar una sola palabra, supe que habíamos pensado lo mismo.
Teníamos una candidata para Cam.
Muchas gracias por todo el apoyo que le habéis dado a esta novela.
A todas las que seguís aquí, gracias.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top