19.-

Busco las llaves en mi bolso. Por un momento temo haberlas perdido, pero las encuentro y abro el portal. Subo en el ascensor y miro mi aspecto en el espejo: tengo las mejillas sonrojadas por el frío y mi pelo está algo alborotado. Cuando las puertas se abren prácticamente corro hasta la puerta de casa. Meto la llave en la cerradura y la abro. Cerrada con dos vueltas, lo que significa que Cam no está.

Subo a mi habitación, me quito el vestido y los tacones, me pongo una camiseta larga como pijama y cojo el cargador de mi móvil. Bajo corriendo a la cocina y localizo mi bolso encima de la isla. Rebusco en él hasta que encuentro mi móvil y lo conecto a un enchufe que hay en la pared. Espero a que se encienda y cuando al fin lo hace llamo a Cam.

Una.

Dos.

Tres.

Cuatro veces. Las cuatro obtengo la misma respuesta: ''Lo sentimos, el número al que llama está apagado o fuera de cobertura''. Resignada subo el volumen a tope por si me llama y voy al baño. Me desmaquillo sin muchas ganas, dejando ver mis notables ojeras.

Son las cuatro de la mañana y todavía no sé nada de Cam.

Quince minutos después ya he recorrido toda la planta baja al menos cincuenta veces. Intento recordar de nuevo si le vi en algún momento. Nada.

En medio del silencio absoluto suena el timbre del piso y me abalanzo sobre la puerta con una gran sonrisa. Tengo el corazón en la boca.

Seguramente haya perdido las llaves en medio de todo el follón, igual que yo casi pierdo mi bolso.

Abro la puerta apunto de suspirar de alivio, pero ese suspiro nunca llega a salir, y mi sonrisa se borra al instante.
—¿Tú? —pregunta.

—¿Qué demonios haces aquí? ¿Me has seguido? —pregunto al chico que me trajo en coche. Con la mano izquierda intento coger un paraguas del paragüero por si me tengo que defender. Calculo las posibilidades de cerrarle la puerta en las narices, subir a la habitación de Cam corriendo y rezar porque tenga el bate de béisbol en su sitio.

El chico me mira totalmente confuso. Me fijo en que se ha cambiado. Va con un pantalón de chándal gris y una camiseta blanca básica.

A lo mejor le gusta matar a gente cómodo.

—¿Qué? No, yo venía a... —hace una pausa y sonríe feliz. Será psicópata el tío.— Tú eres Brook.

Agarro con fuerza el mango del paraguas, abro la puerta y le apunto con mi arma lo más firmemente que puedo.

—¿Cómo sabes mi nombre? —pregunto seria. ¿Cuánto daño se puede hacer a alguien con un paraguas? Si le golpeo con él en el abdomen tiene que doler. O puedo darle con la punta en sus partes de chico.

Al menos tengo posibilidades de ganarle. A no ser que se saque un cuchillo o una pistola. Entonces estoy jodida.

En estos momentos podría ser Lara Croft. ¿No os dije que era Angelina Jolie?

—Ay Dios, esto es un malentendido. —dice poniendo las manos al frente para protegerse. O para que me confíe y baje el paraguas, entonces sacará la pistola. Pues no pienso bajar mi paraguas. En este momento Cam ha quedado en segundo plano y mi mejor amigo es este objeto.

—Te advierto que hice taekwondo casi un año. —que me echasen por mala casi que mejor no lo digo.

El moreno ríe y niega con la cabeza.

—Soy amigo de Cam.

Bajo el paraguas confundida y le miro de arriba a abajo. ¿Amigo de Cam? Quizás por eso me suene. Pero no tengo ni idea de cuál es. ¿Quiénes me faltaban por conocer?

—Soy Aaron. —dice como si me leyese el pensamiento y uno todas las piezas. Aaron Carpenter, uno de los mejores amigos de Cam. Al que supuestamente estaba destinada a no conocer.

Me pongo roja como un tomate al darme cuenta del ridículo que acabo de hacer y doy un paso atrás, haciéndole un gesto de que pase.

Ahora todo tiene mucho más sentido.

—¿Por qué has venido? —pregunté cerrando la puerta. Dio una vuelta sobre sí mismo observando el piso vacío.

—Vine para ver si estabais bien. —le miré frunciendo el ceño. No nos conocíamos, no debía preocuparse por mí.— Sabía que no querías ser reconocida. Es la razón por la que hasta ahora no quisiste conocernos.

Esto es extraño. No nos conocemos y yo, como siempre, no sé qué decir. Deberían darme un premio a la chica extrovertida del año, lo dejo caer.

—Cam no está. —le informo.— Le he llamado cuatro veces y me da apagado. Espero que no le haya pasado nada. —me muerdo el labio nerviosa. Sólo la idea de que a Cam le haya pasado algo hace que me entren ganas de llorar. Es mi mejor amigo, la persona que me conoce mejor que nadie. Le necesito.

Aaron debe de notar mi preocupación, porque se acerca a mí, me mira a los ojos y me dice:

—No te preocupes, Cam es un chico listo, y no es un crío. Estará bien.

Asiento no muy convencida. Veo como saca su móvil y llama a alguien. Niega con la cabeza.

—A mí tampoco me lo coge. —hace una pausa.— ¿Has llamado a alguien para preguntar por él?

Debería haberlo hecho. Sin contestar corro a donde está mi teléfono y busco en la agenda a Matt. Tarda unos cuantos tonos en contestar, pero al fin lo hace.

—Ey, Brook, ¿todo bien?

—Más o menos. ¿Cómo está Kate? —pregunto. Noto la mirada de Aaron sobre mí, supongo que no sabe que ya he conocido a casi la mitad del grupo.

—Está bastante nerviosa. —dice mientras baja la voz. Supongo que estará cerca y no querrá que le oiga.— Creemos que nos han sacado una foto cuando nos subíamos al coche. Notamos un flash. Sólo espero que no salga su cara. —le oigo suspirar y hago una mueca. Pobre Kate.

—Matt, ¿sabes algo de Cam? Le llamo al teléfono pero no me contesta.

Tarda un poco en contestar, lo que me pone de los nervios.

—No, la verdad es que no. No le veo desde que estabais en la pista. Si me entero de algo te llamo, lo prometo.

Cierro los ojos y suspiro para calmarme.

—Está bien, Matt. Gracias de todas formas. Un beso, adiós. —escucho como se despide y cuelgo.

Niego con la cabeza y Aaron se pasa las manos por el pelo frustrado. ¿A quién más podríamos llamar? ¿Quién estaba en la fiesta? Los Dolan.

—Llama a Ethan, yo llamo a Grayson. —digo mientras busco en mi agenda por la G. Le doy al botón verde y escucho como los tonos van pasando. Al otro lado de la sala Aaron está hablando con Ethan, pero no tiene muy buena cara. Me quedo mirándole un rato.

—¿Brook? —preguntan al otro lado de la línea. Parpadeo para despejarme.

—Sí, hola. Dime que sabes dónde está Cam, por favor. —suplico. Me está empezando a doler el labio de tanto morderlo.

Escucho a Ethan hablar por atrás, obviamente con Aaron. ''No le vi, lo siento'' y de nuevo Aaron me mira negando con la cabeza.

—La última vez que le vi estaba cerca de la barra, buscándote y llamándote a gritos. —explica Grayson y sonrío. Al fin alguien que le había visto.— No, espera, también le vi después, en el jardín. Pero sólo fue un segundo.

—Muchas gracias, de verdad.

—No es nada. Avísanos cuando sepáis algo. Y también si pasa algo entre Aaron y tú. —dice y escucho como Ethan ríe desde lejos. ¿Y a ese que le pica ahora?

Nos acabamos de conocer, ¿qué va a pasar?

—Eso no pasará, ¿por qué pensáis eso? —pregunto confusa. En serio, nunca, en mi vida, entenderé el funcionamiento del cerebro masculino. Y el de estos dos en concreto menos.

—No, por nada. —responde divertido.— Hasta pronto. —dice y a continuación cuelga.

—Adiós. —murmuro confusa.

Vale que Aaron sea un chico muy guapo y que me quedase semi hipnotizada cuando nos miramos a los ojos por primera vez, pero llevaba demasiado alcohol en la sangre, sigo llevándolo.

Me paso las manos por la cara por décima vez en lo que va de noche.

—Dime que está bien, por favor. —murmuré. Conozco a Cam perfectamente. Sé que es irresponsable con la bebida, pero no con el resto. Buscaría la forma de contactar conmigo igual que lo haría yo.

—Está bien, estoy seguro de ello. —asentí, ahora más tranquila.— Lo mejor será esperarle, no podemos hacer nada más.

Aaron tenía razón, no podíamos hacer nada más. Me senté en el sofá e intenté no dormirme, pero a las seis de la mañana mi cuerpo no aguantaba más, cerré los ojos un segundo y me quedé dormida al instante.

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