— ¡Dale Jeongin, decime que vos tenés mi campera y listo! ¡Faltan cinco minutos para que Chris venga a buscarnos y no tengo ni las zapatillas puestas!— gritó Felix desde el otro lado del departamento, buscando entre su armario la campera de cuero que tanto ansiaba usar esa noche. Irían a una fiesta que organizó un compañero de la facultad, y obviamente quería ir a "tirar facha", y quizás comerle la boca a alguien. Necesitaba tener sexo, pero no estaba desesperado.

— ¡Te dije que estaba metida en el chiquero de tu habitación! ¡Mañana te voy a hacer limpiar esa pocilga, ¿cómo mierda podés dormir ahí? ¡¿Ves?! Estaba en tu armario. —manifestó Jeongin, a medio maquillar, acercándose a la habitación de Felix para investigar en su armario, encontrando dicha campera fácilmente.

—Upa, gracias. —dijo Felix acompañado de una risa nerviosa.

—Gracias mis pelotas, boludo. — declaró Jeongin para después salir de la habitación, yéndose a la propia.

— ¡Terminate de pintar ya nene, Chris no va a esperar mucho!—gritó Felix poniéndose la campera de cuero, con el celular en un bolsillo y sus llaves en el otro. Caminó hasta la entrada del departamento, recostándose contra la pared para esperar a su roommate.

— ¿Qué hiciste para que Chris nos llevara? El man no lleva a nadie a ningún lado. —preguntó Jeongin apareciendo de la nada, asustando a Felix. El menor abrió la puerta y salió del departamento, dejando pasar al contrario para luego cerrar bien la puerta.

—Quizás le habré hecho un muy buen favor... quizás...—murmuró Felix con una risita juguetona.

—Hijo de puta, ¿le chupaste la... ¡Jodeme! ¿Posta?—Jeongin, perplejo, abrió los ojos tanto que parecía un loco. Felix soltó una carcajada limpia, disfrutando de la reacción del menor.

—Dije quizás. —

Ambos llegaron a la planta baja y salieron del edificio, esperando cerca de la puerta a que Chris venga. Después de unos minutos, un auto negro de vidrios polarizados se estacionó frente a ellos, Jeongin retrocedió unos pasos por precaución. El vidrio bajo y se pudo divisar la rubia cabellera de Chris, aquella sonrisa matadora y sus venosas manos sosteniendo el volante del auto.

— ¡Chicos, suban!—gritó Chris destrabando las puertas.

Felix se adelantó y subió al asiento del copiloto, saludando a Chris con un beso en la mejilla, haciendo el tan característico chasquido sin tocar sus pieles con los labios. Jeongin se subió en el asiento de atrás, saludando a Chris de la misma manera en la que Felix lo hizo. Noto la mirada de Chris algo más intensa, pero no se atrevió a decir nada.

— ¿Esperaron mucho? Mil disculpas che, gire mal y tuve que dar mil vueltas. —dijo Chris poniendo música en bajo volumen, para luego arrancar y salir de allí, dirigiéndose a la casa del anfitrión de la fiesta.

—No hay drama che, no esperamos casi nada, salimos y llegaste, así que nos vino al palo...—expresó Jeongin, conectando miradas con Chris a través del retrovisor.

Los tres chicos llegaron a su destino en cuestión de minutos. La casa se encontraba en un barrio de clase media-alta, donde abundaban casas de tal extravagancia, amplias, grandes, con patio frontal y trasero y en su mayoría, pileta. Estaba pintada de gris, y tenía un caminito de cemento hasta la puerta, el cual estaba rodeado de universitarios algo pasados de alcohol. Chris estaciono en la cuadra de en frente, metiendo las llaves en su bolsillo.

—Bueno, chicos, me voy adelantando, nos vemos. Jeongin, cuidate, si te vas de la fiesta sin mí, avísame, decime cuando llegues al departamento. Si no lo haces te corto un dedo. —dijo Felix en un tono entre juguetón y amenazante, preocupándose por la seguridad de uno de sus pocos amigos. Se fue caminando hacia la casa, dejando a los dos chicos atrás, compartiendo una intensa mirada.

Entró a la casa, saludando a algunos conocidos. Agarró uno de esos vasos rojos llenos de mezclas de alcohol que de seguro te darán la peor resaca del mundo, pero la mejor borrachera de la semana. Pasó entre varias personas comiéndose la boca, buscando al anfitrión de la fiesta para saludarlo.