2. i wish you would


2. i wish you would



          MARNIE desarrolló serios problemas de confianza a lo largo de sus diecisiete años, por lo que cuando alguien se ofrecía a ayudarla, ella declinaba inmediatamente cualquier tipo de ofrecimiento.

El pensamiento de ella consistía en que si no debías nada, no le darías el poder a la otra persona de estar en un círculo vicioso donde se trataba de una frecuente deuda con el otro.

Quizá y esa tonta ideología apareció en el momento en que su madre le dió la primera traumática lección de su vida en el instante en que decidió abandonarlos. O sólo se trataba de una más de las miles de excusas más que tenía Marnie para no tener más gente dentro de su vínculo social. Llámalo desconfianza o como quieras, pero era preferible a que todos pensaran que ella era una joven ermitaña antes de volver a darle el poder a alguien de defraudarla. Otra vez.

Sin embargo, ella también era una hipócrita, porque a pesar de negarlo un sentimiento de nostalgia aparecía dentro de ella cada momento en que Peter Parker hacía acto de presencia en su vida.

Ella sabía que era una mala idea haberle llevado aquellas galletas de avena con la pobre excusa de que las había horneado para su tía May. Él a pesar de no haberle comentado nada, por supuesto que no se había creído aquello. Fuera o no posible de creer, Peter la conocía y sabía perfectamente que era un discreto gesto de agradecimiento del cual Marnie negaría inmediatamente. Por lo que, se arrepintió al día siguiente cuando lo vió caminar por los pasillos con su patineta en el brazo, él hizo algo que sorprendió hasta su amiga Gwen.

Él le había sonreído.

Era claro que Peter iba a pensar que Marnie estaba cediendo un poco y finalmente luego de casi dos años, la tensión e incomodidad entre ellos dos se apaciguarían.

No era así.

Marnie se maldijo toda la semana evitando cada una de sus sonrisas o cualquier intento de saludo de parte de Peter, los que inevitablemente eran ignorados. Y aún así, nada pareció desmotivarlo al captar la indirecta, siendo un motivante masoquista de su parte para hacer sus esfuerzos de ser amigable aún mas notorios.

—Es como un cachorro perdido en una carretera transitada buscando a su dueño.

Marnie se mofó del comentario de Gwen, quien parecía ser la única de las dos en sentirse mal de cada pobre esfuerzo de Peter por atraer su atención. Ya que ahora mismo estaba del otro lado del pasillo junto a su casillero con su mano alzada esperanzado a que Marnie lo volteara a ver. Y está claro que no lo hizo porque un sonrojo cubrió sus mejillas mientras la rubia lo miraba apenada por el desplante de su amiga, siendo la única en saludarlo de vuelta. Peter saludó a Gwen con vergüenza antes de regresar de nuevo su atención a su casillero, muy probablemente golpeándose con algún libro.

—Eso es porque eres extremadamente amable con las personas que no lo merecen. —Marnie rodó los ojos—. No sé porque pensé que no iba a ser una mala idea llevarle las galletas. Esto me está comenzando a estresar. —acarició su sien con sus dedos recargando su cabeza dentro del casillero—. Debí llamar a la tía May y asegurarme que ella fuera la que recibiera las galletas.

—Yo creo que es lindo.

Marnie regresó su atención a su amiga con su ceja enarcada y un gesto burlón tirando de sus labios, se cruzó de brazos.

—Entonces ve allí y salúdalo tú misma.

Gwen sacudió su cabeza tratando de contener su risa. Se le hacía tan tierna la situación y un poco irritante, era obvio que los dos se extrañaban pero iba a ser difícil por no decir casi imposible volver a arreglar algo que llevaba años roto.

—Por supuesto que no me refería a esa clase de 'lindo'. –aclaró inmediatamente–. Lo que encuentro tierno que cada día se esfuerce más por llamar tu atención. —la rubia explicó poniendo una mano en el hombro de la más alta. La mirada de Gwen se suavizó—. Y aunque fuera lo contrario, él jamás podría verme de esa manera a mí u alguna otra chica. Ha pasado todos estos años revoloteando a tu alrededor como una cachorro perdido rogando por unos momentos de tu atención.

—Se aburrirá en algún momento. —se encogió de hombros restándole importancia y cerró la puerta de su casillero recargándose allí—. Ese es su estilo, aburrirse o dejar las cosas a medias.

—¿Cuántas veces te lo tienes que repetir para creértelo?

—No es creer, es un hecho.

—¿Te encuentras en la etapa de negación, Brock?

—¿Y de quién se supone que eres amiga y cuñada?

La rubia rodó los ojos soltando un bufido.

—Lo único que intento es que no sigas ocultando tus verdaderas emociones, Marnie. Si sigues herida y enojada por lo que hizo, no te lo guardes, sólo ve y habla con él. —la aconsejó con una voz suave. Casi como si temiera que reaccionara mal por sus palabras—. No tienes necesariamente que volver a ser su amiga como en el pasado. Yo creo que es mejor liberar las cosas que retenerlas. No es sano para ninguno de los dos.

Marnie no lo tomó mal, ella no podía enojarse con Gwen aunque lo intentara. Su amiga era muy cálida y una de las mejores personas que había conocido. Sabía que sólo estaba preocupada y quería lo mejor para ella. Pero aún así, Marnie no planeaba ceder.

Era terca y tenía derecho a mantenerse en su postura el tiempo que ella deseara.

Sin poder evitarlo dirigió su mirada hasta el otro extremo del pasillo donde estaba Peter fingiendo buscar un libro dentro de su casillero. Y sabía que sólo fingía porque pudo sentir su profunda mirada sobre ella desde el momento en que llegó al Instituto. Eventualmente, sus miradas se volverían a cruzar provocando que Peter se sonroje por su atención, Marnie bufó irritada. Pero para él, había sido un gran día solo porque ella había puesto sus hermosos ojos grises en él. Volvió a levantar su mano torpemente en su dirección, saludándola nuevamente sabiendo bien que a pesar de verlo, ella no regresaría el saludo.

Mantuvo su mirada en él lo suficiente como para alcanzar a ver cómo apretaba su mandíbula remarcada y la mano que la saludaba se volvía un puño apretado, sus nudillos se volvían blancos mientras sostenía la puerta de su casillero con fuerza.

Ella frunció ligeramente el ceño ante el cambio radical en su humor.

Un brazo rodeó los hombros de Marnie provocando que se tensara inmediatamente y apartara la vista de Peter de pronto.

A ella no le gustaba el contacto físico, le incomodaba y lo evitaba lo mejor que podía. Simplemente no le gustaba que la tocaran, sentía como si le invadieran su propio espacio sofocándola. Las personas deberían de saber lenguaje corporal y evitar hacerlo.

—Hey, chicas... Gwen, MJ —les sonrió Flash a las dos para luego poner toda su atención en la chica más alta que ya lo estaba fulminando con sus ojos grises. Eso hizo que la sonrisa del chico solo incrementara—. Hey Marnie... te estuve buscando toda la semana pero de alguna manera siempre logras ser escurridiza.

Hey, Flash... —murmuró con los dientes apretados y Gwen tuvo que mirar hacia otro lado preparándose para la reacción de su mejor amiga. Los ojos del chico brillaron mientras la miraba de cerca admirando su belleza—. ¿De casualidad conoces a mi hermano Eddie? —preguntó con un tono que debería sonar inocente pero prometía lo contrario.

—Brock, claro que sí. Él antes era el ex capitán de basquetbol del Instituto. —se encogió de hombros sin entender a dónde quería llegar—. ¿Por?

Marnie se giró hacia él dedicándole su atención que parecía emocionarle demasiado a él, pero la persona que la conocía sabía que eso simplemente gritaba peligro, al igual que su sonrisa falsa estirando de esquina a esquina de sus labios.

–Oh, en ese caso ésa única neurona que aún funciona en ti debería comprender que ése ex capitán me ha enseñado muchos de sus trucos y si sólo te atreves o vuelves a intentar tocarme ó invadir mi espacio, yo estaré más que dispuesta a enseñarte cada uno de ellos. Su voz no era amenazante, era tan dulce como la melodía de sirena que te invitaba a saltar pero baja tu propia responsabilidad, y quizá Flash parecía la clase de chico problemático sin uso de razón pero él sabía que Marnie Brock no era una chica dulce. Oh, por supuesto que no. ¿Entendido?

Él tragó saliva, y lentamente fue dejando caer su brazo de sus hombros hasta sus costados, retrocediendo unos pasos mientras sus mejillas se teñían de un rojo suave. Acababa de ser humillado por una de las chicas más guapa del Instituto, su ego estaba fracturado en ese instante y el hecho de que Gwen Stacy estuviera batallando para contener sus risitas no mejoraba su estado.

—Perdón, Marnie. —musitó antes de retirarse y al verlo doblar el pasillo, Gwen no pudo resistirlo más, se empezó a reír sosteniendo su estómago en el proceso.

Marnie aún tenía el ceño fruncido y sacudía sus hombros con desagrado, el comienzo de su mañana no era el mejor pero al menos haberle provocado una risa a su amiga la hizo sentir bien. Ella misma tuvo que reprimir una sonrisa mientras miraba a la rubia recomponiéndose del momento.

—Eso fue... No debería de reírme porque fuiste muy mala pero... wow, Marnie, eres increíble. —Una pequeña sonrisa apareció en el rostro de Marnie y Gwen abrió los ojos sorprendida señalándola con su dedo provocando que inmediatamente ella la borrara–. ¡Estás sonriendo! ¡Te atrapé! —Marnie bufó rodando los ojos tomando su mochila para caminar a su siguiente clase—. ¡Marnie, ven aquí, no seas cobarde!

La sonrisa siguió extendiéndose y mordió su labio tratando de borrarla pero al menos Gwen ya no la podía ver porque estaba alejándose de ella mientras la seguía desde atrás, emocionada con su nueva reacción. Pero hubo alguien más que sí la notó, y sólo pudo sacudir su cabeza con una sonrisa gigante de orgullo mientras la admiraba desde la distancia. Él sabía que su Marnie seguía allí y él no iba a detenerse hasta recuperarla.





























MARNIE pasaba muy poco tiempo con su hermano mayor, por lo que el poco tiempo que compartían era sagrado para ella. Quizá Marnie no era una chica que fuera expresiva con las palabras pero sus gestos lo demostraban todo, cada que Eddie regresaba de su trabajo como reportero para El Clarín, ella lo recibía con alguna cena deliciosa y mayormente saludable, sabía que él por estar tanto tiempo dentro de su trabajo comía lo que encontraba en las calles. De esa manera, Marnie cuidaba de él.

Habían vivido experiencias traumáticas que los había hecho madurar a temprana edad, pero en ningún momento alguno le reclamó al otro por algo que faltara, quizá se debía a que eran lo único que tenían y fuera miedo de que en algún momento también se abandonaran, tal y como estaban acostumbrados. Pero sería imposible que algo así sucediera, los hermanos aunque pelearan por cosas mínimas, al final del día ellos encontraban su paz en el otro.

Pero aún así, ella se culpaba de que Eddie fuera el único que trabajara de los dos solo porque él era 'El-hombre-del-hogar', algo sumamente machista para la época actual en la que vivían pero que también le permitió a Marnie enfocarse más en sus estudios y en los deberes básicos del hogar.

Le gustaba el orden, y llevaba una libreta con sus horarios bien estructurados, lo que había hecho que su vida no fuera un completo caos. Era una casi armoniosa lo bien que podía organizarse, y aún guardar tiempo para hacer otras cosas como la repostería que extrañamente se le daba bien. Aún recordaba cómo había llegado su amor por la cocina y por supuesto que eso no se debía a su madre biológica... Era a causa de la tía May.

Cuando más chica, su hermano la dejaba al cuidado de la familia Parker, ella pasaba sus tardes en la cocina junto a la tía May mientras que Peter ayudaba a su tío Ben. Recordaba el pastel de carne que todos fingían amar para no dañar los sentimientos de la tía de Peter, por ende, conforme el tiempo pasaba y Marnie empezó a ayudar a cocinar la misma tía May le daba libertad para que ella cocinara mientras la otra se encargaba de preparar los ingredientes. Pronto, el pastel de carne junto con otras comidas iban tomando un mejor sazón que le tenían que confesar a la pequeña a escondidas para no herir a nadie.

Ella misma se encontraba amando pasar las tardes con la familia Parker, eran una cura para su corazón roto.

Más tarde, Marnie aprendió que la cocina la ayudaba a distraerse de los problemas, la primera vez que lo notó fue cuando el tío Ben murió y ella se encerró en su propia cocina a hornear diferentes postres que Eddie siempre terminaba regalando a sus mismos compañeros del trabajo al ser excesiva su producción. Era su terapia, la distraía de sus emociones y así, evitaba llorar.

Luego, confirmó que la cocina era su terapia el día que Peter la alejó de su vida rompiéndole así su corazón. Encerrándose más en la cocina ya que al no tener muchos amigos la distraía, en sí, ella siempre tuvo a su Peter.

Hasta que ya no.

Y su compañía se redujo a la cocina y las visitas regulares de May Parker, que sabía que los dos adolescentes estaban en malos términos y no quería perder del todo la conexión que tenía con Marnie.

Por alguna extraña razón, Marnie no se sentía tan sola en ese entonces, antes de que Gwen se volviera una especie de roca en su vida. Ella se sentía protegida. Probablemente era el hecho reciente de que existía un superhéroe de mayas rojas que se columpiaba por todo New York peleando contra la gente mala ó simplemente era que le daba esperanza de que no estaba sola. Pero por lo que fuera, Marnie se lo agradecía al Hombre Araña porque mientras ella perdía una amistad importante en su vida, lo tenía a él haciéndola sentir segura en las calles de Queens.

Justo como en ese momento que le tocaba hacer su despensa semanal luego de ir al instituto, obviamente sola. Se mensajeaba entre ratos con Gwen que tenía que realizar sus pasantías en Oscorp y mucho más a Eddie, a él no le gustaba que Marnie estuviera mucho tiempo sin responderle le daba pánico, por lo que ella siempre procuraba no tardar más de un minuto en contestar cada uno de sus mensajes.

Pero algo se sentía diferente aquel día, era un sentimiento extraño expandiéndose por su pecho que no la permitía sentirse bien consigo misma. Era tan incómodo que compró lo más rápido que pudo a diferencia de otras veces que se tomaba su tiempo de ver su lista, y era probable que muchas cosas se le hubieran olvidado por lo rápido que se movía. Estaba oscureciendo y no había llevado sus audífonos, por lo que se mantenía alerta mientras contaba el tiempo que se hacía de la tienda a su hogar.

«Faltan solo cuatro cuadras más. Solo cuatro, Marnie.» Se repitió haciendo un recordatorio mental de no volver a salir tan tarde.

—¡Muñeca! —Una voz masculina gritó detrás suyo. No estaba tan cerca para hacerla gritar pero si lo suficiente para que sus pasos fueran más apresurados—. ¿A dónde vas tan solita?

«No voltees. No voltees. No voltees.»

—Hey, te estoy hablando, niña. ¡Ven aquí!

El corazón de Marnie se aceleró y sus manos comenzaron a sudar apretando la bolsa de las compras en puños. Podía escuchar su propia respiración irregular.

Los pasos del hombre que la seguía fueron más rápidos y en ese momento, ella soltó la bolsa de sus compras para empezar a correr lo más rápido que sus piernas le permitieron. Las calles estaban solitarias y conociendo el vecindario, lo más probable es que sus gritos fueran ignorados justo como los del tío Ben lo fueron.

Las personas eran muy egoísta para ayudabar, ellos sólo miraban y grababan las tragedias desde la distancia.

El celular en sus bolsillos comenzó a vibrar y sabía que se trataba de su hermano, ella no respondió sus últimos mensajes, lo más probable es que él ya estuviera imaginando los peores escenarios. Y no estaba tan alejado de la realidad.

«Eddie. Corre por Eddie. Hazlo por él.»

Pero aún así, Marnie no había sido lo suficientemente rápida, intentó gritar cuando el hombre la agarró con fuerza del brazo empujándola dentro de un callejón solitario y colocó su mano encima de su boca para silenciarla. Marnie luchó. Ella trató de con todas sus fuerzas de empujarlo con sus piernas pero él la tenía presionada contra su cuerpo y la pared, acorralándola.

—Pero que bellos ojos tienes... ¿Grises, no es así? —Él se acercó más a ella poniendo sus labios muy cerca de su mejilla lamiendo esa área con su asquerosa lengua. Marnie quería vomitar—. Eres por mucho la más guapa que he visto hoy...

Las lágrimas calientes de Marnie recorrieron sus mejillas silenciosas, ella sabía defensa personal, Eddie le había enseñado y ella lo había aprendido muy bien. Sin embargo, en ese momento estaba congelada, era como si hubiera olvidado todo lo que alguna vez aprendió. Se sintió débil, atrapada bajo su atacante.

Ella estaba tan concentrada en intentar que su cuerpo reaccionara que no pudo ver más allá de las facciones del hombre, eran ojos verdes, pero no podía ver más allá. Estaba oscuro y muy probablemente, ella no iba a ver un mañana si no reaccionaba. Lo pateó y mordió su mano en un intento de que la soltara y él lo hizo solo un momento para después volver a tomarla mientras trataba de huir, aturdiéndola con un fuerte golpe en su rostro haciéndola caer al piso.

—¡Perra estúpida! —El la pateó con fuerza en el estómago sacándole todo el aire que contenía. Se subió encima de ella y llevó ambas manos a su cuello asfixiándola—. Aprenderás a obedecerme... Yo te enseñaré...

—No... Por favor... N-No... —Marnie rogó con lo que le quedaba de voz.

Trató de luchar pero se estaba ahogando, quería rasguñarle el rostro hacerle algo que le permitiera huir pero estaba perdiendo el conocimiento mientras mas presión ejercía en su cuello.

—¡Y yo te enseñaré a respetar a las mujeres! —gritó otra voz masculina—. ¡Ella dijo que no!

Pronto pudo volver a recuperar el aliento cuando el hombre salió encima suyo siendo capturado entre telarañas. Ella rodó sobre el piso tosiendo con fuerza y sosteniendo su estomago, las lágrimas aún caían, todo su cuerpo temblaba pero el alivio que sintió no fue nada comparado al del pensamiento: ¿Qué hubiera pasado?

Escuchó que el Hombre Araña compartían unas palabras nada amigables con el atacante pero Marnie no escuchaba nada. Y no porque estuvieran lejos, ya que no era así, si no porque su respiración estaba alterada como su corazón sus propias manos temblaban y sudaban frío.

Unas manos la tomaron del hombro con delicadeza pero ella retrocedió inmediatamente como si fuera un reflejo, pudo ver al superhéroe enmascarado agachado frente a ella levantando ambas manos lentamente como si supiera que ella no deseaba volver a ser tocada en ese momento, mucho menos por un desconocido.

—Tranquila... Todo está bien... Estás a salvo. —Su voz a pesar de estar cubierta por la máscara, pudo notar que era suave. Había preocupación también pero Marnie no podía notar nada más, estaba muy alterada, su cuerpo temblaba y se sentía mareada. Él sí lo notó—. Hey... Estás teniendo un ataque de ansiedad, vamos, respira conmigo. ¿Está bien? —Marnie siguió mirándolo tratando de ver cada patrón en las líneas de su máscara de cerca, y él sin tocarla, con su mano fue subiendo y bajando tratando de guiar sus respiraciones sincronizándolas entre ellos—. Eso, lo estás haciendo muy bien... ¿Me puedes decir tu nombre?

Marnie asintió levemente sin dejar de hacer las respiraciones junto a él.

—Soy... M-Marnie... —Su voz era débil, ronca y sin fuerza pero era lo mínimo que podía después de haber sido asfixiada.

Eso pareció preocuparle porque su mano intento acercarse pero él dudó entonces volviendo a su lugar.

—Bueno, un placer Marnie, yo soy tu amigable vecino, el Hombre Araña. —El extendió su otra mano como un saludo y Marnie lo observó, sin pensarlo, su mano se estrechó con la de él. Ella miro sus manos como si fuera lo más interesante en ese instante sin notar que él estaba tomando su pulso en ese momento—. Tu respiración se está controlando, Marnie. Lo estás haciendo perfectamente... ¿Los ataques de ansiedad son algo regular?

—Sólo... —suspiró subiendo su vista y pudo ver sus hombros tensándose por su mirada sobre él—. ... Sólo cuando me intentan atacar.

Él asintió y casi pensó haber visto su máscara moviéndose a causa de una sonrisa. Pero ella realmente no lo podía asegurar.

Marnie muy probablemente, en algún otro momento, hubiera encontrado casi como una ofensa que la otra persona no se hubiera reído de su propio chiste trágico porque ella detestaba el sentimiento de lástima pero por alguna razón, ella agradeció que no lo hubiera hecho. Lo que más quería era llorar y no se sentía muy bien el tener que hacerlo frente a alguien más, mucho menos el vigilante de la Ciudad.

—Estás a salvo ahora, Marnie, no dejaré que nadie te haga daño. —Él le aseguró dandole un pequeño apretón en su mano, no era una promesa era algo más seguro que eso y Marnie quiso creer en sus palabras.

Él continuó observando su rostro lleno de lágrimas y su labio roto que seguramente ella aún no había notado, su mirada bajo hasta su cuello donde se notaban las marcas de las manos que trataron de asfixiarla. El cuerpo de él tembló con rabia por no haber evitado todo antes, por no protegerla como debía y quiso lanzarse de nuevo sobre su atacante pero no iba a dejarla sola ahora que estaba tan vulnerable.

—Nadie te volverá a tocar sin tu consentimiento, Marnie. Nadie.

Y con la delicadeza y seguridad que le hablaba, Marnie pudo volver a respirar otra vez, más segura ahora que estaba frente a él.

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