1. let the light in
1. let the light in
QUEENS,
2013
MARNIE detestaba la clase de deportes, en sí, detestaba el tener que sudar en el Instituto porque no soportaba la idea de tener que bañarse en las regaderas. Para el conocimiento de varios, ella solía detestar muchas cosas muy seguido ya que lo expresaba abiertamente cuando algo le desagradaba, solo que quizá no tanto una sola persona.
Su mejor amiga Gwen Stacy, era como el rayo de luz que provocaba que sus labios se estiraran solo un poco (casi inexistente), era como apreciar el fantasma de una sonrisa.
Marnie no solía sonreír tan seguido desde hace varios años.
—¿En serio debes darle tutorías a ése idiota? —y sobre todo, ella detestaba a Eugene 'Flash' Thompson. Marnie tenía su cabeza descansando en las piernas de su amiga y su mirada estaba en la cancha sobre el susodicho que le provocaba náuseas—. Teniendo en cuenta que eres muchísimo mejor que ése perdedor, no entiendo que haces desperdiciando tú tiempo con él.
La mayor parte del tiempo, al ver a Marnie esperaban que fuera una persona de carácter frío y no era así, ella sólo era una persona demasiado honesta para su propio bien y el de los demás.
Incluso sentadas en las gradas viendo el pésimo intento de Flash Thompson por impresionarlas con su juego de básquetbol era desagradable. Si pudiera físicamente vomitar en ese momento lo haría para dar un ejemplo del desagrado que le provocaba sólo respirar el mismo ambiente que él.
Ella no soportaba a las personas que abusaban de otras sólo por considerarse más fuertes que el resto de la población.
Gwen sacudió su cabeza levemente.
—Es parte de mi trabajo, ayudar a los demás. Y no me afecta en nada, aunque ahora mismo sí me gustaría cancelarle e ir contigo a hornear galletas a tu casa.
—¡Shhh! —Marnie se lanza sobre ella cubriendo su boca con sus manos—. Si alguien te escucha arruinarás mi reputación, Stacy.
Gwen tomó sus manos y las alejó de ella con expresión divertida.
—Pero si haces las mejores galletas de avena que he probado, Marnie.
—Te aprovechas de mí porque te tolero. —la morena rodeó sus ojos y regresó su mirada al partido—. ¿Debería ir hasta allá y demostrarle cómo es un juego de verdad?
Una sonrisa burlona estiró de los labios de Marnie solo pensando en el placer que le causaría humillar solo un poco a ése engreído. Quería darle una sola probada de lo que sentía el resto de los estudiantes que él les hacía bullying.
—No, Marnie. —la detuvo—. Le prometiste a Eddie que no volverías a meterte en problemas este mes.
Y por supuesto que su hermano se enteraría, Eddie Brock siempre iba a buscarla como una excusa para ver a Gwen. Eventualmente, alguien se acercaría y terminaría diciéndole de las nuevas detenciones de su hermana, con el fin de intentar caerle bien a él.
Aburrido.
Resopló volviendo a dirigir su vista a Gwen mientras se reincorporaba en su asiento y cruzaba las piernas.
—Sigue siendo asqueroso que salgas con mi hermano.
—¡No salimos! —replicó Gwen sonrojándose—. Y Eddie, así como yo, solo nos preocupamos por ti. Y lo sabes.
Marnie estaba preparada para darle un discurso completo sobre las mentiras y el como ella era pésima en eso, cuando escuchó unos gritos de sorpresa. Al voltear pudo ver cómo una pelota se acercaba con fuerza hasta donde estaban las dos amigas sentadas, justamente en dirección al rostro de Marnie. Su reacción más rápida y razonable en el momento fue cerrar los ojos esperando el impacto del balón.
Pero nunca llegó.
En cambio, abrió los ojos lentamente observando una mano frente a ella, sosteniendo el balón que solo era detenido a unos pocos centímetros de su rostro. Marnie no sabía que estaba reteniendo su respiración hasta que observó desde el brazo extendido hasta el rostro de la persona que la acababa de salvar de terminar en la enfermería con una nariz rota.
—¡Buen reflejo, Parker! —gritó uno de los chicos que jugaban básquetbol.
La mirada de Marnie estaba en el chico de ojos marrones, ella sabía perfectamente de quién se trataba. El chico con ojos de venado, era su vecino y en su momento también fue uno de sus amigos más cercanos. Eventualmente, con el tiempo ellos terminarían alejándose del otro (Sorprendentemente, no había sido culpa de Marnie).
—Oh, Marnie. ¿Estás bien?
No pudo responderle la pregunta a Gwen, ella continuaba mirando a Peter como si hubiera preferido más el golpe que darle las gracias a él.
Peter se giró a la cancha, mirando sombríamente al culpable de que casi lastimara a Marnie, después, con mucho más (y sorprendente) fuerza, le lanzó el balón a Flash que terminó en el suelo al intentar atraparlo. Hubieron risitas burlonas de los mismos jugadores, y Marnie hubiera encontrado satisfactorio el ver a Eugene humillado pero en su lugar, ella seguía sentada encontrando extraña la fuerza de su vecino, quien tenía en absoluto algún dote en los deportes.
Él comenzó a bajar de las gradas sin decir más, sabiendo que Marnie no le agradecería nada.
Y esa era su especie de relación, donde Peter siempre estaría cerca y ella acabaría ignorándolo.
Después de todo, eso era mejor que volver a decepcionarse otra vez.
MARNIE no era una persona que acostumbraba a guardar rencor. Al menos intentaba serlo, hasta que su cumpleaños número trece llegó, lo que prometía ser un gran día junto a las personas que más quería, se volvió en uno de los peores.
En vez de despertar con una canción de cumpleaños, pastel ó sus regalos. Recibió una carta (no precisamente la más esperada como la de Hogwarts) si no una de su madre despidiéndose de ella antes de continuar su vida lejos de ellos, junto a otro hombre.
Abandonando a su hermano y a ella sin preocuparse en cómo eso les afectaría a los dos.
Eddie quizá fue el que peor lo tomó, él era el más cercano a su madre, fue el que se llevó la apuñalada más profunda de su traición. Por un tiempo, él se lleno de rabia y rencor, Marnie sabía que él trataba de buscar una razón a su abandono, como si hubiera sido él el causante de ello. Sin embargo, eso fue lo que provocó que madurara más rápido, enfocándose en buscar un trabajo para mantener a su hermana pequeña, al final, ella solo tenía trece años y él diecisiete en ese momento.
Por otro lado, con la casa con tantos recuerdos guardados de su madre que poco a poco iban desapareciendo gracias a que Eddie no quería que Marnie creciera recordando ó sintiéndose mal por su progenitora. El único lugar seguro en ese momento mientras Eddie se iba por horas y horas, fue la familia Parker que la recibió con gusto todas las tardes después de regresar del colegio, convirtiéndose en una segunda familia para ella.
Inevitablemente, Marnie encontró consuelo en el niño que vivía a lado de su casa, ese niño que usaba gafas y lucía débil para el resto.
Peter Parker.
Él parecía comprender su dolor mejor que cualquier otra persona, aunque no se podían comparar, ya que una había vivido abandono por falta de amor y elección egoísta, a diferencia del otro que la muerte fue el único responsable. No era lo mismo pero en ese momento, ellos lograron buscar ése consuelo, encontrando ambas experiencias traumáticas como una manera de apoyo en el otro.
Eran la roca del otro y parecía funcionar muy bien para ellos. Al menos fue así durante unos años hasta que cumplieron quince años y la situación empeoró.
Marnie era muy joven cuando su padre había muerto, ella nunca lo conoció y ella pensaba firmemente que no se podía extrañar a alguien que no había convivido jamás.
Oh, pero ella si tuvo una figura paterna más cercana... y fue con Ben Parker, el tío de su mejor amigo. Él era como una brasa cálida para su frío corazón que parecía descongelarse entre más lo conocía.
Su corazón le dolía cada que recordaba a Ben, había convivido tan poco con él y había sido lo suficientemente bueno con ella para guardarle un espacio en su alma que se había llevado con su muerte.
En el momento en que él fue asesinado, algo se había agrietado en la amistad de ambos vecinos. De pronto, Peter parecía más distanciado, alejándose más y más de su lugar seguro que era ella.
Él estaba cambiando y ella se sentía congelada en el tiempo viendo como el rayo de luz que era en su vida se volvía más helado y sombrío.
Marnie no lo juzgó cuando la alejó, ella trató de comprender el dolor de su amigo. Al final, era la segunda figura paterna que él perdía y a su manera, ella también. Sin embargo, las palabras siempre serían más crueles que las acciones y en ese momento Peter necesitaba sacar toda su rabia. Quizá y por eso fue que le rompió el corazón.
«Tú no eras nada de él.»
Ella trató de ignorar el dolor que le causaron sus palabras, quiso seguir intentando llegar a él para ayudarlo a sanar pero Peter no quería ser comprendido, él quería venganza. Marnie se sentía perdida, Peter era su brújula y lo había perdido justo como a Ben.
Eventualmente, los ruegos de Marnie porque Peter dejara de alejarla terminaron.
Se pudo encontrar a sí misma alejándose de él, evitando visitar la casa de los Parker aún cuando continuaban siendo vecinos. Con el paso del tiempo se iba haciendo más sencillo, evitar encontrarse en los pasillos era un excelente trabajo cuando eran por las dos partes.
Después de todo, Marnie no guardaba rencor a sus casi dieciocho años pero tampoco mentiría si ella dijera que detestaba sentir que le debía algo a Peter.
¿La había salvado de un golpe? Sí. ¿Marnie iba a agradecérselo? Jamás.
Al menos no directamente pero Gwen tenía razón de que dejarle unas galletas como manera de quedar a mano, era una buena idea y le iba permitir a su consciencia descansar ese día.
Igual y él jamás estaba en su casa en las tardes, lo más probable era que la que abriera fuera la tía May, quién iba a ser mucho más cálida que verlo a él.
—Tú puedes, es solo tocar y dejar las galletas. Listo. No debería ser tan difícil.
Marnie respiró profundo antes de que sus nudillos tocaran el vidrio de la puerta y llamara con unos golpecitos que deberían ser considerados casi ilegales de lo suaves que fueron.
«Por favor, que responda tía May. Sé tía May, sé tía May...»
Después de unos segundos que fueron eternos para la chica, decidió que era una pésima idea y se giro sobre sus talones para regresar a su hogar, dispuesta a comerse todas las galletas ella sola.
—¿Marnie?
Cerró los ojos con fuerza y mordió su labio para evitar soltar una maldición, mientras los volvía a abrir girándose despacio para verlo frente a la puerta con su cabello despeinado y sus lentes que permanecían en la punta de su nariz, ella contuvo su ansiedad de querer colocárselos bien.
—Oh–uh... ¿Y tía May? —Marnie fue directa tratando de mantener la calma. No es como si fuera la primera vez que hablaban en dos años. Para nada.
Peter se rasco la nuca incómodo.
—Hoy le toco turno extra en el hospital. —le explicó.
Era muy probable para Marnie que el tener que verla frente a su puerta después de que la salvara de un golpe esa mañana fuera molesto tener que fingir por segunda vez en el día que no le molestaba su presencia.
—En ese caso, regreso luego.
Marnie comenzó a bajar las escalones con la frente en alto deseando llegar a su casa para quejarse con Gwen en llamada sobre su pésima idea pero los pasos apresurados de Peter y su suave voz la detuvieron.
—¿Necesitas algo, Marnie? Quizá no sea mi tía May pero yo te puedo ayudar en lo que necesitas... Si quieres.
Ella mordió su lengua para evitar soltar un comentario sarcástico sobre como lo necesitó antes y no ahora. No necesitaba empeorar la situación, solo faltaban unos meses para que Marnie fuera a la universidad y muy lejos de él.
—Venía a dejarle estas galletas a la tía May, sé que le gustan mucho. —No era mentira pero tampoco era totalmente la verdad. No planeaba darle la satisfacción de agradecerle personalmente por su gesto humano ésa mañana. Esto era lo mejor que ella podía hacer y él iba a obtener—. Son varias. —añadió entregándole la caja en donde las había metido.
Él la tomó y cuando sus dedos se rozaron sintió que la tensión en el ambiente se podía cortar muy fácilmente. Ella se cruzó de brazos tratando de mantener distancia entre ambos para no incomodarse más.
—Yo se las daré. Gracias, Marnie. —la miró de una forma en que ella sabía que quería agregar algo más pero mejor decidió quitarle la oportunidad.
Marnie asintió sin agregar nada más antes de volver a seguir su camino a su casa.
Aún cuando ya estaba en la entrada de su casa, seguía sintiendo la mirada de Peter sobre ella pero nunca volteó.
Hace tiempo que había perdido la oportunidad de volver a ser amigos.
Nada volvería a ser lo mismo entre ellos.
NOTA DE AUTORA
Amo esta trope,
no puedo negarlo, me encanta volver a estar escribiendo para ustedes.
¡Espero que les guste
la historia!
Nos vemos en el
próximo capítulo.
Besos enormes,
Fergie.
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