Capítulo 1
Llegué a mi departamento alrededor de las 6 pm, hora la cual normalmente yo llego a descansar ya que mi trabajo es demasiado pesado y agotador. En éste yo andaba de un lado para otro y vaya que merezco un descanso. Además cuando solo tienes un día de descanso a la semana se puede hacer algo frustrante el hecho de hacer la misma rutina todos los días.
El sueño producido por toda esa energía que fue liberada me impedía el hecho de querer hacer otra actividad ajena al dormir. No dudé más en ir a mi cuarto, por lo que caminé a lo largo de mi hogar, claro, si a eso se le puede llamar hogar. Mientras caminaba me desajusté mi corbata y la tiré por donde sea que cayese la misma. Era un alivio el estar ya en mi habitación, por lo que me senté en mi cama para seguidamente quitarme los zapatos y poder recostarme en mi cama.
Antes de conciliar ese sueño tan profundo que tanto anhelaba en ese momento recibí una llamada de alguien especial para mí, era Fernanda, una chica del trabajo y amiga mía de la cual estaba perdidamente enamorado, es de piel blanca, ojos azules, cabello rubio, peso alrededor de unos 49 kg y estatura aproximada de 1.75. Ella es hermosa, es la chica perfecta, como desearía poder tenerla en mis brazos y besarla hasta el fin del mundo. Pero para mí mala suerte sostiene una relación con un completo idiota, será fortachón y todo pero eso no le quita lo estúpido que es.
Sinceramente si hubiese sido alguien más, incluso el tonto de mi jefe, le habría hecho caso omiso, pero al tratarse de Fernanda, siempre estaré disponible para ella.
Contesté el teléfono con el mejor ánimo posible, aunque odio que me interrumpan el sueño, ya que es el único momento en el día en que puedo relajarme y olvidarme de todo el estrés provocado por el trabajo.
- ¿Bueno?
- Leo, ¿Qué tal?
- Todo bien, un poco cansado pero bien ¿y tú Fer?
- Igual, solo te hablaba para avisarte que mañana hay una junta a las 7:00 de la mañana sobre algo de ventas, me parece.
¿En serio? Adoro tu voz hermosa pero no cuando son este tipo de cosas, si de por sí me parto todos los días para conseguir un poco de dinero bien merezco un día de descanso pero no, tiene que haber una junta justo el día de descanso, me cago en todo.
- Ah, bueno, gracias por avisarme Fer.
- De nada hombre, para eso estoy, pero bueno, te dejo porque creo que estabas durmiendo y no quiero molestarte.
- No, no te preocupes, tú nunca me molestarías. – Le dije sincero
- Bueno, aun así te dejo porque tengo que hacer unas cosas.
- Vale, cuídate Fer.
- Igual tu Leo, descansa.
- Gracias, nos vemos.
- Bye.
Colgué la llamada y antes de cerrar mis ojos para así caer en un profundo sueño y poder descansar al fin, recodé que tenía que poner la alarma del celular a las 5:30 am, porque si no lo hago soy capaz de quedarme dormido como un bebe recién nacido. Después de hacer esto, coloqué el teléfono en el buró que está a la derecha de mi cama y cerré mis ojos para así olvidarme por completo de este mundo, aunque sea por solo unas cuantas horas, pero estaba feliz de ello.
Sonó la alarma a las 5:30 como lo había puesto, vaya flojera que tenía, tener que levantarme a las 5:30 en Domingo es una completa mierda, lo detesto, más si no voy me despedirán así que tengo que arreglarme para el trabajo. Me levanté y me di una ducha para despabilarme un poco. Una vez terminé de bañarme me vestí para ir lo más presentable al trabajo. Me puse una camisa blanca, una corbata azul claro, un traje, un pantalón y zapatos de color negro. Odio ponerme eso, me hace sentir que voy a un velorio, de por sí no me gusta este color, me deprime, y el hecho de tener que usarlo todos los días me fastidia.
Salí de mi apartamento y tomé el autobús para dirigirme al trabajo. Bajé del camión justo una cuadra antes de la oficina, que es lo más cerca que me puede dejar. Eran 7:26 así que iba bien pero tampoco me debía demorar demasiado. Caminé hasta llegar a la entrada principal, saludé a la secretaria, tome el elevador y marqué el 3° piso que es donde se ubica mí oficina.
Saliendo del elevador comencé a caminar hacia mi puesto de trabajo pero en ello escuché unos gritos provenientes de Fernanda, la cual andaba caminando deprisa y llorando, y detrás suya Mauricio, el estúpido de mi jefe. Solo oí como ella le gritó:
- ¡Vete a la mierda Mauricio!
¿Pero qué rayos pasa aquí? ¿Por qué se están gritando así? Muchas dudas vagaban recorrían mi mente en esos momentos. Mauricio le respondió:
- ¡Eres una estúpida!
- ¡Jódete maldito idiota! ¡No te quiero volver a ver en mi vida! – Dijo mientras bajaba las escaleras rápidamente
- ¡Te advierto que si sales por esa puerta no volverás a entrar!
- ¡Me importa una mierda tú y tu estúpido empleo!... ¡Renuncio!
- ¡Largo de aquí y no vuelvas!
Todos nos quedamos atónitos, nunca antes había ocurrido algo semejante, yo estaba perplejo, un mundo de sensaciones recorrían mi cuerpo, quería entre agarrar a golpes al cansino de mi jefe por lo que le había hecho e ir tras Fernanda y preguntarle todo lo que había ocurrido. Me lo pensé bien y por poco opto por mandarle al hospital pero no lo hice por temor a perder mi empleo, ya que es muy difícil conseguir trabajo allá fuera.
Después de un largo minuto de silencio Mauricio nos gritó:
- ¡Vuelvan a su trabajo malditos holgazanes!
Joder, que ganas tenía en ese momento de matarlo y hacerle pagar por lo que le había hecho, no es posible tratar a una mujer de esa manera, y menos alguien tan especial y tan hermosa como ella.
Volví a mi puesto de trabajo, era obvio que se iba a cancelar la junta tan importante que iba a haber que me quito mi único día de descanso. En eso fui con Jorge, un amigo mío del trabajo y a quien le tengo mucha confianza, y le dije:
- ¿Por qué Mauricio le ha gritado así a Fernanda?
- No sé, ya ves que a cada rato se pelean
En eso tiene toda la razón, siempre pelean y aun así vuelven pero joder, nunca había ocurrido esto.
- Bueno, eso sí.
- Bueno te dejo porque tengo trabajo que hacer
- Vale, nos vemos luego
Me despedí de él y me fui a trabajar, aunque sinceramente no tenía ganas. Mientras estaba corriendo de un lado para otro quería que diesen las 5:00 pm, hora en la cual ya podemos descansar de este infierno, para poder ir a hablar con Fernanda
Pasaron las horas y a mí se me hicieron eternas pero por fin dieron las 5. Salí inmediatamente del trabajo y decidí marcar a su celular para ver cómo se encontraba Fernanda después del tremendo lío que se había armado. No contestaba, esa era una mala señal, maldita sea, ¿estará bien? Volví a marcar pero fue en vano ya que no respondió la llamada, la única alternativa que tengo para saber cómo está es ir a su casa y comprobarlo por mí mismo. Su hogar se encuentra en la parte sur de la ciudad y no hay ninguna ruta que me lleve, así que tendré que tomar un taxi, aunque sea caro, pero tengo que saber cómo se encuentra, me preocupa demasiado, espero que este bien. Llamé a la central de Taxis y pedí que trajeran uno al centro de la ciudad, que es donde se encuentra mi trabajo. Una vez que llegó, cogí el taxi y le indiqué que fuese a la dirección que le di, me dijo que iba a salir caro pero aun así le dije que no importaba, ella no tiene precio, daría todo por el bienestar de ella, incluso mi vida si fuese necesario. Una vez llegamos noté que la puerta de su casa estaba abierta y me inundé de preocupación, ¿por qué está su puerta abierta? Le pagué al taxista lo que le debía y rápidamente me dirigí a la casa de Fernanda. Entré y era todo un completo desastre. Había muchas fotos de Mauricio y ella hechas pedazos tiradas en el suelo, además de que había varios trozos de vidrio rotos de los cuadros que tenía ella con él. Me comencé a asustar e incluso llegué a pensar que se pudo haber suicidado, ya que había algunas manchas de sangre por todo el piso y eso era lo que más me espantaba. Exploré toda la planta baja en busca de ella pero no se encontraba ahí. En eso llegué a escuchar unos llantos que provenían del 2° piso, obviamente eran de ella, así que subí apresuradamente y me dirigí hacia dónde provenía el sollozo. Ella estaba en su cuarto, tirada en el piso llorando a más no poder. El hecho de que ella estuviese llorando así me preocupa mucho, me duele hasta el alma verla así, es simplemente insoportable para mí el ver a la chica que más amo en este planeta de esa forma, en la ruina, viendo como sufre. Me acerqué a ella lentamente, me puse en cuclillas y le dije:
- ¿Estás bien?
Ella no me respondió y eso me preocupa, y antes de que le dijese otra cosa ella me gritó:
- ¡Lárgate de aquí! ¡No quiero hablar con nadie!
Vaya que está enojada, solo me quedé callado unos segundos y le dije:
- Ven, déjame ayudarte
- ¡NO!
- Si lloras por ese desgraciado eres una tonta – Le dije porque es la verdad - No vale la pena llorar por alguien tan hijo de puta como lo es él.
- ¡Déjame en paz! No quiero hablar – Me dijo entre sollozos.
- Ven, déjame ayudarte – Le dije estirando mi mano para ayudarla a levantarse.
Ella solo estiro su brazo derecho en señal de que le ayudase a levantarse y así lo hice. Cuando lo hice ella solo se sentó en su cama y puso sus manos en su rostro mientras que lloraba. Yo solo me acerqué a ella y la abracé para tranquilizarla y le dije:
- Tranquila, no pasa nada, ya estoy aquí para consolarte.
- Gr-gra...gracias Leo. – Me dijo entre lágrimas
Después de que ella me dijo eso nos separamos de ese tierno abrazo y nuestras miradas quedaron de frente, a través de la cual podía ver su alma, su sufrimiento, su tristeza. Me duele demasiado verla así, es demasiado triste para mí. Si ella fuese mi novia ni loco le hubiera hecho lo que le hizo ese idiota, la ha lastimado no solo psicológica sino físicamente, miren sus brazos, están todos hinchados y llenos de moretones, es inhumano lo que él ha hecho. Me dan ganas de hacerle lo mismo al cansino de Mauricio que lo que le ha hecho a mi hermosa Fer y si tan solo tuviese una oportunidad lo haría, aunque me metiesen en la cárcel pero al menos me quedaría a gusto por dejarlo incapacitado en el hospital por un buen tiempo.
De pronto noté como unas lágrimas caían por su suave mejilla, eso no puede ser, me acerqué a ella y con mucha delicadeza pasé mi dedo por sus mejillas para secar sus lágrimas y le dije de corazón:
- No llores, sabes que me duele mucho verte así.
- Perdona… no lo puedo evitar.
- Tranquila Fer, ya paso todo, ya paso.
Ella solo volteó a verme y me dijo aun en un tono triste pero parecía que de verdad le salía del alma:
- Te quiero mucho Leo
- Yo te quiero mucho Fer, mucho más de lo que te imaginas. – Le dije sincero.
Ella solo se quedó viéndome fijamente de una manera tan tierna que me podía perder en su mirada, es tan malditamente hermosa que podría hacerlo por el resto de mi vida. Sus labios tan resplandecientes por el brillo que se había puesto eran tan hermosos que me daban ganas de besarla toda la noche y olvidarme por completo del resto del mundo.
Ella se fue acercando lentamente hacia mí, ya podía oler el olor de su perfume que me vuelve loco por ella. Fui cerrando los ojos lentamente para poder disfrutar de ese momento tan perfecto. Estaba a punto de besar esos labios cuando de pronto…
*Riiiing Riiiiing* (El sonido del despertador marcando las 5:30 am)
¡¿Pero qué mierda!? Ah… ¿En serio? ¿Me estás diciendo que todo esto ha sido un simple sueño? Joder, me cago en todo…
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