04
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A D V E R T E N C I A
Este capítulo contiene descripciones de abuso que pueden resultar perturbadoras para algunos lectores.
Se recomienda discreción.
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Dong Min sin duda estaba en un estado de confusión, sin embargo, se obligó a reaccionar lo más pronto posible para levantarse y desordenar la cama, incluso se llenó el trasero de lubricante para que fuera más creíble lo que "había pasado", pero que más da, que unos minutos más tarde, los hombres de Mingyu entraron al cuarto y se lo llevaron a la fuerza.
—¡¿Qué quieren?!
—El jefe quiere verte, zorrita.
Pusieron un grillete en su cuello y engacharon una cadena para poder jalarlo como un animal. Y ni se podía quejar, solo tenía que cerrar la boca y actuar sumiso, aún si eso implicaba sentir su corazón siendo apuñalado en cada brusco movimiento.
Sabía que lo iban a castigar, se imaginó que ese hombre que lo había visitado le diría algo a su asqueroso proxeneta, así que solo sentía los jalones como método de preparación para cualquier cosa que le llegaran a hacer.
Si era sincero, estaba sumamente asustado, tenía ganas inmensas de llorar porque todo su pasado se le vino encima de un momento a otro, pero también, estaba tratando de se fuerte dado a lo que sucedería dentro de pocos segundos no era broma.
Abrieron la puerta de la oficina del hombre y como un perro, lo tiraron a suelo ante él.
—Aquí está la perrita, señ-..
—¡Retirense! —de inmediato, los calló, poniéndose de pie y caminando hacia el chico.
Dong Min mantuvo su mirada baja, expectante a lo que le haría.
—Esos imbéciles creen que pueden llamarte como se les de la real gana... Hijos de puta.
Porque Mingyu estaba harto de que su doncel fuera tratando como un perro para los come mierda de sus subordinados, sin embargo... Había un detalle que lo diferenciaba de todos ellos...
Mingyu era realmente el esposo de Dong Min. Con papeles y todo.
—¿Qué quieres, Mingyu? —al por fin hablar, solo consiguió que el pelinegro le tomara el rostro con su mano y apretara sus mejillas con sus dedos.
—¿Por qué crees que te mandé a llamar, cariño? —con sus dedos acarició sus barbilla, quería que Dong Min le diera a cara, pero este se negaba. —¡Responde! —exigió una respuesta.
—No lo sé... —pensó que su respuesta inofensiva lo ayudaría con su trato pero, el hombre le dio una repentina cachetada.
—Nunca sabes nada, pero te lo explicaré ya que eres tan estúpido, mi amor.
—¡Ah! —lo sostuvo del cabello con fuerza hasta que gimió de dolor.
—Me decepcionaste, por primera vez me hiciste quedar mal con un cliente y lo peor, es que es mi nuevo socio.
O
—N-no fue mi culpa. —nuevamente le dio una cachetada.
—Siempre es tu culpa, ¿De qué te sirve ser una puta si ni siquiera puedes hacerlo bien? —lo empujó al suelo y le dio una patada. —¿Tan difícil es abrir las piernas para que te cojan?
—Él... Él me cogió, no entiend-¡Ah!— se estaba desquitando con él cosas de las cuales Dong Min ni era culpable.
—Pudo haberlo hecho, pero no es suficiente. Tienes que dejar al cliente satisfecho.
—Mingyu... —su voz sonó a ruego. —Soy tu esposo... No puedes seguir haciéndome esto...
—Y como soy tu esposo y tú un parásito que se mantiene con mi dinero, tienes que obedecer.
—No quiero seguir haciendo esto, ¡No puedes obligarme más! —y el alzar su voz una vez más solo provocó que el hombre nuevamente lo pateara y esta vez, sin descanso y con más fuerza que la anterior.
—¡Cállate, perra! ¡No eres nadie sin mí!
Y solo fueron unos segundos, pero se volvieron eterno con el dolor que sentía en su cuerpo, y cuando Mingyu se cansó y miró a Dong Min botando sangre de su boca, lo levantó del suelo y siendo brusco en todo momento, lo empujó hacia el escritorio donde su cuerpo impacto en la dura madera y dolió cada parte de su pecho.
—No te cuesta nada colaborar. —pasó sus dedos por su cuello, encontrando los dientes de Moon aún pintados, y sintió su estómago hervir de rabia. —Trata de ser obediente, lindo... Sé que puedes serlo.
Presionó en la mordida para hacer gemir de dolor a su esposo, posteriormente, mordiendo en la misma zona, reclamándolo con suyo en un impulso de posesión. Dong Min estaba tan mareado como para protestar y solo sintió como el hombre chupaba su piel mientras su pierna se alzaba y entraba en su interior sin dulzura, destruyendo sus paredes hasta más no poder, pero sabía que no podía gritar, ni hacer ni un mínimo sonido. Más que gemir fingidamente para tener a su esposo contento.
Aquel hombre se sentía en potestad de tomarlo cuanto fuera, de golpearlo hasta la muerte y hacer lo que fuera con él, y aunque sabe que está mal, no puede nunca desear salir de ahí cuando tiene una familia a su lado, cuando fue educado desde niño de esa forma, a ser una puta sumisa entregado a las órdenes de su marido.
No hay escapatoria.
Durante el escalofriante acto sintió el golpe constante de su vientre contra la madera dura y se preocupó horriblemente por el feto que se estaba formando en su cuerpo. Aun cuando en su pensamiento racional estaba el deshacerse de ese bebé no deseado, su instinto maternal quería protegerlo a toda costa, aún si eso significaba recibir algún golpe. Pero después de unos segundos todo acabó y se desvaneció en el suelo gracias a la debilidad en sus piernas, sintiendo ganas de vomitar gracias a lo que se escurria de él.
—Mi socio parece tener una cierta afinación por ti, jamás había visto a un doncel en su vida y por lo que me dijo, quedó encantado contigo. Espero que se complazca cuantas veces quiera.
—¿Q-qué... quiere de mí? —iba a explotar en llanto.
—Nada, cogerte a su antojo y ya. ¿O creías qué alguien más podía quererte como yo lo hago?
Su mirada temblorosa lo observó, la incredulidad en su más alto esplendor. ¿Amor? ¿Cómo podía hablar de amor cuando lo ha obligado a prostituirse por tantos años?
—No... No me refería a eso.
—Lo sé. —le dio un beso en la mejilla. —¿Sabes que te amo, cierto?
Dong Min asintió, pero esa respuesta no fue suficiente.
—¡Dilo!
—Lo sé... sé que me amas.
Llamó a sus guardaespaldas y les ordenó llevar a Dong Min a su habitación, aquel calabozo tan extraño donde dormía esposado a los barrotes de una dura y fría cama de metal, sin cobija y sin un colchón qué ayudara a su descansar.
Pero esa noche, solo pudo observar el techo oscuro y pensar en la persona que había visto ese día... Moon Bin... El mismo hombre que un día le prometió que lo cuidaría con su vida y lo iba a proteger.
El hijo del hombre más perverso que haya conocido en la vida y quien destruyó su joven corazón en pedazo.
El hijo del hombre que desencadenó todas las desgracias que cayeron en su vida...
16 años antes
Luego de que fue metido en el baúl de aquel auto fue llevado ante la gente a la que Jong Suk le debía dinero y quienes eran los nuevos dueños de ese pobre niño que había sido vendido injustamente. Lo bajaron del auto a golpes y con el rostro tapado con una funda gruesa para que no viera por donde era llevado.
Cuando llegaron, le hicieron bajar y entre tambaleos siguió el camino desconocido por donde lo dirigieron. Cuando la funda fue quitada de su cabeza, no hubo tiempo ni que reaccionara cuando ya estaba siendo empujado a una especie de celda oscura donde no existía luz, ni nada vivo a su alrededor.
—¡No me dejen aquí! ¡Por favor, sáquenme de aquí!
Pasó dos días encerrado en ese lugar, sin comer, ni beber agua, cayendo ante el sueño cuando su voz comenzaba a raspar su garganta, cuando en su debilidad entendía que sus gritos desesperados no eran escuchados por nadie.
Y luchando en todo momento con su miedo a la oscuridad, mismo que se apoderaba de él y comenzaba a llorar.
Pero llegó el momento de ver la luz y llegaron a traerlo. Entre empujones y con sus ojos vendados fue dirigido a un lugar diferente, una mansión reluciente, el olor a tabaco y alcohol, y el resonar de los pasos de los hombres que lo escoltaban, que no hacía más que darle miedo y llenarlo de angustia.
Finalmente pararon su andar y escuchó la voz de aquellos hombres con aquel terror inmenso.
—Aquí está el niño, señor.
—Perfecto.
Esa voz...
No...
La venda fue quitado de sus ojos y estaba ahora frente al padre de Bin, el imponente Moon. Y su primer impulso, fue acercarse en busca de refugio.
—¡Señor Moon! —unos pasos dio solamente a ese rostro conocido y a los segundos tenía a más de 6 hombres apuntandolo con una pistola.
—¡Jajaja! —se rio el hombre por su reacción, llevándose su copa con alcohol a los labios —Niñito, ¿Crees que puedes acercarte a mí sin problemas? ¿Nunca te enseñaron que no tienes que ser tan altanero antes el jefe? —el mismo hombre se puso de pie y caminando hacia él, le dio una bofetada. —¡Eres un insolente!
—Señor...—su rostro ardía y solo pudo llevar su mano a su mejilla, y ahogar su llanto.
—El idiota de tu padre me debía demasiado dinero y así como el mismo idiota, te entregó a mí en pago de sus deudas... —acarició su rostro joven y lleno de tristeza. —Ahora eres de mi propiedad, Dong Min.
—Señor Moon, por favor, haré lo que sea, pero por favor, ayúdeme... No quiero estar aquí. —suplicaba asustado de solo imaginar lo que harían con él. Aunque no va a negar que ese toque en su rostro lo puso nervioso y se le hizo extraño completamente.
—Por supuesto que harás lo que sea, pero lo que yo quiero, no lo que tu digas. —explicó con un tono burlesco. —A partir de ahora, tu opinión no cuenta, así que no se te ocurra decir algo porque serás castigado.
—Señor-...
—¡Cállate, Dong Min! Solo estás dándome dolor de cabeza y déjame advertirte algo... —sostuvo su rostro con sus manos para que lo viera de frente. —Las putas son premiadas cuando son sumisas y cierran la boca, así que toma ese consejo porque lo necesitarás.
—¡N-no soy una puta!
—Pero lo serás. ¿O qué creías? Tu padre me debe millones y millones de dólares... Naciste siendo una puta, solo sacaré provecho de ello y tomaré de regreso mi dinero.
—¡Señor Moon, por favor! —no fue ahora Moon quien lo golpeó, sino uno de sus guardaespaldas.
—¡Silencio, niño! —el dolor en su cabeza era sin duda insoportable.
—Prepárate, Dong Min, y espero que seas obediente.
Fue llevado de regreso a aquella celda entre quejas y gritos qué exigían atención, pero que solo lograron que fuera golpeado y finalmente sedado para no tener que escucharlo.
Pero solo era el comienzo, porque el infierno se desataba a partir de aquí...
Los siguientes días no fueron más que una catástrofe, llenos de oscuridad y perversión, el niño fue llevado a un burdel y bajo órdenes de Moon fue exhibido como el siguiente en la lista, carne fresca qué era solicitada por hombres enfermos e incluso mujeres mayores que disfrutaban de los niños. Pedófilos en busca de complacer sus bizarros gustos.
Y Dong Min quiso escapar, intentó huir muchas veces, pero solo consiguió que lo golpearan hasta el cansancio, y la siguiente vez peor que la primera. Todo era confuso para él porque miraba a muchos niños menores que él comportandose como adultos, niñas que ni siquiera habían desarrollado bien siendo coquetas y tocadas por esos asquerosos.
Y el siguiente era él... Porque su virginidad valió miles de dólares y entre gritos desgarradores, llanto, golpes, fue entregado a una mujer que lo usó como su juguete sexual, aun cuando era un doncel. Lo peor es que fue compartido con un hombre a la misma vez y los traumas comenzaron a acumularse.
Después de eso no quiso salir de su celda por 4 días, sus ojos se secaron de tanto llorar, se golpeó a sí mismo en busca de soltar el odio que sentía por su cuerpo usado. Solo tenía 12 años, ¿Cómo pudo terminar así?
Y luego... Su dueño lo reclamó, siendo su cuerpo usado para complacer a quien en algún momento consideró familia, quien creyó sería su suegro y no pudo soportarlo, fue tan desgarrador para él que en su desesperación, corrió hacia una esquina donde descansaba una pistola y sin tener el mínimo conocimiento de como se usaba, solo siguió lo que antes había visto en casa y disparó sin ver.
Afortunadamente, logró darle en la pierna a Moon, pero al ver su rostro hecho un demonio y como se iba a abalanzar sobre él, la soltó y se puso de rodillas en el suelo, recibiendo golpes y viendo la sangre salir de aquel ajeno cuerpo.
Su castigo fue recibir latigazos hasta que sangrara y luego, fue entregado a todo aquel que lo deseaba, para dejarle en claro a Dong Min en lo que se había convertido.
En una puta y un prisionero en manos de un hombre poderoso.
Una vez, fue llamado por Moon luego del incidente y el hombre lo sentenció.
—Haré como si nada ha pasado, solo si me prometes que vas a colaborar.
Quería su sumisión, su entrega en el trabajo, no quería más gritos, ni llanto. Quería que Dong Min fuera su oveja estrella.
—¿Cómo puede pedirme eso? ¿Acaso... No es consciente de mi sufrimiento?
—No me interesa si sufres o no, solo me interesa recuperar mi dinero y tenerte a mi disposición cuando te necesite.
—Yo tendría que ser su yerno, no su puta... —Y con el dolor de su alma lo decía, porque en su corazón estaba Bin todavía, por más que su padre fuera una bestia.
—¿Mi yerno? —el hombre se rio a carcajadas en su cara. —Mi hijo no piensa de esa forma contigo, solo te tenía compasión.
—Eso es mentira, Bin me ama.
—De acuerdo... Solo te diré si sigues insistiendo con mi hijo, haré que comas mierdas todos los días, peor de lo que ya has estado comiendo.
Dijo refiriéndose a su situación tan espantosa donde debía de sobrevivir ante los adultos y sus perversiones, a los maltratos y violaciones. Lo dejaba sin opciones.
No prometió nada, sin embargo, Moon se encargó con los días de que toda pequeña ilusión que aún guardara en su corazón, se destruyera y estando en aquel burdel un día, miró como en una de las salas privadas estaba Bin con unas mujeres mayor que él y sintió asco.
¿Acaso él era igual? ¿Acaso aun siendo de la misma edad él tenía esos gustos al igual que su padre?
Y aunque quiso, no pudo ver a Bin de la misma manera. Sin imaginar que las cosas no eran como se le mostraban. Pero después de ese día, se enteró que el chico estaba siendo entrenado, que había cambiado una consola de videojuegos por un arma de fuego, que se estaba convirtiendo en un asesino al igual que todos en la organización.
Que seguiría los pasos de Moon y Dong Min se sintió tan extraño, tan solo, perdiendo un poco más su esperanza en que el chico lo encontrara o al menos, lo buscara.
Pero ya era una pequeña prostituta, no valía la pena ser buscado por Bin, menos cuando de seguro el chico sabía que estaba bajo el control de su propia familia.
Y tuvo que ser sumiso en su confusión, y comenzó a seguir cada asquerosa orden que se le daba, hasta que el tiempo pasó y después de dos años, algo brutal sucedió.
Uno de los socios de Moon lo agredió al no ceder ante él por completo y lo mandó a matar, ya que en el momento todo fue un desastre y huyó antes de le hiciera algo.
Y Moon se enteró de las intenciones de su socio, de como habían ya masacrado a golpes al chico y en su protección, lo entregó a su hombre de más entera confianza.
Casi desmayado Dong Min fue llevado ante Moon y aunque no entendía nada, solo miró a un hombre de mediana estatura y cuerpo delgado entrar al lugar.
—Dígame, señor.
—Myung Jun, es todo tuyo.
—¡¿Q-qué?! —el hombre se notaba sorprendido.
—Kim, no sé si sabias, pero a este niñito lo van a matar si yo no hago algo. Si eso pasa, tendré que lidiar con mi hijo y sus tontería, así que-...
—Bin va a saber algún día lo que usted me hizo. —el simple hecho de que se lo mencionaran hacia un hueco profundo en su pecho.
—Voy a salvarte la vida solo porque ibas a ser mi yerno, pero considerando también que eres una buena mercancía y no estoy dispuesto a perder mi mina de oro solo por tus estupideces.
—¡No es más que un hijo de puta! —Y se enfadó con oír aquello «Ibas a ser mi yerno», el muy desgraciado prefirió vengarse de su padre y hacerlo pagar a él todo como si tuviese culpa, prohibiendo que pudiera al menos verse una vez con la persona que realmente amaba.
—Maldice todo lo que quieras, al fin y al cabo... Bin se casará en unos años, se terminará olvidando de ti y tomará mi lugar.
—Bin no es como usted, Bin si es un ser humano.
—Pero en este negocio nadie puede serlo, ni un poquito... Así que quítate de la cabeza que tu príncipe azul vendrá a salvarte. Yo soy quien lo está haciendo.
—¡Preferiría morir antes de seguir obedeciendo a sus mierdas!
—¿Ah, sí? —sacó su arma y apuntó a su frente. —Ponte de rodilla ahora.
Y aunque el miedo era más grande que Dong Min, en algún punto, se sintió cansado de todo y el obedecer lo hizo gustoso, porque todo iba a acabarse.
Pero esa valentía y mantener su rostro en alto a pesar de que estaba a unos segundos de perder la vida, hizo que Moon solo le diera un golpe con el arma y lo dejara ir.
—No quiero saber nada de ti, solo el reporte de tus ganancias. Llévatelo, Kim.
Y Dong Min fue arrastrado por los escoltas de aquel hombre hasta una camioneta doble cabina, donde al momento de subir solo hubo un...
—Soy Kim Myung Jun, y de a partir de este momento, seré tu tutor.
Tal vez era una puerta de esperanza era la que se estaba abriendo a él, tal vez ese era el final de sus desgracias, pero Dong Min solo era un niño todavía, lleno de ilusiones y sueños que jamás podrían cumplirse.
Estaba encadenado al maltrato y explotación.
No tenía escapatoria.
Porque aquí conocería verdaderamente el infierno...
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