Capítulo 9: Desesperación

Fuimos forzados, incluido Greg, a quedarnos en las aulas hasta que la policía llegara. Ninguno de todos los estudiantes de mi clase se animaba a hablar, por lo que lo único que oíamos eran los jadeos del profesor. Pero alguien tenía que romper el silencio.

-Greg -comenzó Harry.

El nombrado respondió a su llamado con un giro lento de su cabeza.

-¿Quiénes están muertos? -interrogó el estudiante, adquiriendo furia.

Jones se rehusó a hablar en un principio, pero él quería decirlo tanto como todos queríamos escucharlo. Así que luego de inhalar lo mejor que podía, soltó la respuesta.

-...M-Michael... Ron... y Lucas.

Tal como lo esperaba, solo nos dejó en silencio. Pero en estos momentos, todos hicimos lo mismo. Nuestros ojos se fijaron en Harry, quien mantuvo su mirada clavada en el profesor. Cada segundo, su barriga y su pecho se inflaban más rápido, pues su respiración se iba acelerando.

-Mientes -soltó.

-Harry...

-¡Mientes!

-Harry, lo digo en serio.

-¡Estás mintiendo! 

-¡No es una broma, maldita sea! -gritó Greg, causando que Harry mantuviera su hocico cerrado- ¡Los vi con mis propios ojos! ¡Los tres fueron asesinados!

-...¿Asesinados? -preguntó Sophie.

Greg la miró preocupado, entendiendo lo que había hecho. Pero no iba a mentir, por lo que asintió.

-Los tres fueron asesinados -dijo, sentándose en su asiento.

Esa respuesta solo causó que un poco de caos apareciera en el aula.

-No, no, no, no -quejaba una de las estudiantes de la punta.

-No puede ser eso, ¿no?

-No jodas.

-¿Crees que...?

-¿Seremos próximos?

Las voces se acumulaban más y más, hablando uno arriba del otro. Pero todos apuntaban a la misma dirección.

-El asesino volvió, ¿cierto?

Aquella última pregunta calló a todos, pues la voz del responsable fue lo suficientemente clara para que todos escucharan.

-El asesino de la mascare volvió a atacar, ¿cierto? -preguntó Toby, claramente asustado.

-¡Ja! Estamos jodidos -río Harry. Su risa probablemente era por la locura que estaba predominando entre esas cuatro paredes.

-Primero Davis y ahora tres estudiantes de nuestra clase -saltó Beck-. Creo que estamos siendo objetivos de alguien.

-¿Y si es alguien de esta clase? -preguntó Harry, claramente a punto de desatar su última neurona.

-¿Perdona?

-Puedes ser tú, tranquilamente -dijo, apuntando a Toby-. O... O... ¡O Zayn! ¡El callado siempre es el loco!

-¿Y por qué no tú, eh? -preguntó Sophie, dispuesta a defender a sus amigos.

-¡Porque yo no mataría a mis amigos! -gritó Harry, casi rompiendo su voz.

-¿Y cómo hacemos para creerte? -continuó Sophie.

-¡Porque ellos eran mis amigos!

-Esa no es una respuesta.

-¿Fuiste tú?

-¿Qué?

-Fuiste tú, ¿cierto?

-Claro que no.

-¿Y cómo hago para creerte? -preguntó Harry, a punto de llorar- ¿¡Cómo hago para creerle a cualquiera de ustedes?!

-¡Chicos! -gritó Jones, dándose cuenta finalmente de lo que se había desatado.

-¿¡Por qué seríamos nosotros?! -gritó Sophie.

-¡Porque ustedes los odiaban!

-¿¡Y tú no?!

-¡Silencio! -gritó Greg de nuevo.

Aquello logró hacer que Sophie y Harry se callaran. Pero uno de ellos todavía tenía una vena marcada en su cuello. Lo siguiente que sucedió fue que Harry agarró su pequeña cartuchera para lanzarla a la cabeza de la rubia.

-¡Hey!

El bravucón corrió hacia ella, pero Toby se levantó para frenarlo, colocándose frente a su amiga. El puñetazo que Harry lanzó iba dirigido a Sophie, pero alcanzó a su defensor en cambio, lanzándolo al suelo.

-¡Ey!

Me lancé sobre Harry para empujarlo a un lado y apartarlo de mis amigos. Pero en esos momentos no me había dado cuenta que Jones se había levantado también. Y con unos pocos pasos, alcanzó a Harry, agarrándolo de su remera y mirándolo con mucha rabia.

-¡¿Crees que ellos son capaces de hacer eso!? -gritó el profesor. Sus ojos estaban completamente abiertos- ¡¿Crees que tus propios compañeros matarían a otros de la misma clase!? ¡¿Eh!? ¡No! ¡No fueron ellos! ¡No fue ninguno de nosotros! ¡Así que o te comportas como alguien de tu edad o te vas de la clase!

Para cuando el bravucón logró escaparse del agarre del profesor, estábamos todos igual de atónitos. Sin embargo, Harry solo se sacudió su remera.

-Pues me voy entonces -dijo.

Y así, el estudiante empujó bruscamente la puerta para salir atormentado de la clase.

-¿Estás bien? -preguntó Sophie, agachándose a Toby para ayudarlo a levantarse.

-Sí, sí.

-Gracias por defenderme -le agradeció ella.

-Gracias a ti -dijo Toby, mirando una última vez a la puerta.

Luego de ese agradecimiento, las sirenas llegaron a la entrada de la secundaria.

* * *

-Zayn.

Me volteé justo a tiempo para ver a mi padre caminando desde la otra punta del pasillo hacia mí. En vez de acercarme, apoyé mi espalda sobre la pared que estaba entre las puertas que llevaban a mi clase.

-Hola -saludé, muy desanimado.

-¿Estás bien? -preguntó él.

-Eso creo -respondí, suspirando y cruzando mis brazos-. Ningún asesino entró a mi clase.

-¿Eran tus amigos? -interrogó repentinamente.

-No realmente -me encogí de hombros-. Ya sabes que no me llevaba bien con Travis.

Mi padre no respondió, sino que mantuvo su boca cerrada. Giró su cabeza para mirar a los policías que hablaban con los profesores y con el director, pero volvió a mirarme segundos después.

-¿Y el resto de tu clase? -preguntó.

-Deben estar en el baño -respondí-. O sino están aquí dentro. Pero no creo que se hayan escapado.

-Voy a tener que hablar con todos...

-Sí, lo sé, lo sé -repliqué-. Cosas de tu trabajo.

-¿Te molesta si empiezo contigo? -preguntó.

-Ya estoy aquí, así que... ¿qué esperas?

-¿Cuándo fue la última vez que los viste?

Me sorprendí brevemente. Fue directo a la pregunta. Ni dudó en hablar.

Fingí estar tratando de acordarme la última vez que los vi, pero realmente pensaba una coartada. Tenía miedo que, si alguien de mi clase le decía a mi padre que yo había llegado muy tarde, podían conectar los cabos.

-Hoy -respondí. La respuesta sorprendió a mi padre por seguro.

-¿Hoy?

Asentí antes de responder.

-Salí tarde de casa, así que los vi mientras caminaba hacia aquí -continué-. Pero no quería cruzarme con ellos, así que crucé de calle y avancé por otro camino. No me importaba llegar más tarde, así que no perdía nada en hacerlo.

-¿Y viste algo sospechoso cuando caminaban?

Negué con la cabeza.

-Solo ellos tres siendo los de siempre. Ya sabes... vivos.

-¿Por dónde andabas cuando los viste?

-No me acuerdo la verdad -respondí-. Con el tema de la niebla, solamente estaba concentrado en no chocarme con nada.

-¿No viste a nadie más en el camino?

-La verdad que no.

Mi padre asintió, sacando una pequeña libreta con lapicera y comenzando a anotar algo de lo que dije. Pero de nuevo, mi mente jugaba conmigo. Por unos breves segundos, pensé que estaba anotando "culpable" múltiples veces en la primera hoja libre. Sin embargo, cuando dejó de escribir, pude echarle un vistazo corto a lo que había escrito, mostrándome que solo seguía siendo mi paranoia.

-¿Conoces a alguien que pudo haberlos matado? -continuó preguntando.

-¿Qué cosa?

-¿Conoces a alguien que tuviera un motivo para hacerlo?

Vacilé unos segundos.

-Básicamente toda la secundaria -dije-. Esos tres eran el grupo de bravucones del pueblo. Aquel que no les tuviera odio estaba de su bando.

 -¿Crees que alguien de tus compañeros fuera capaz de matarlos?

-¿Porque preguntas solo por mis compañeros?

-Porque pienso que ustedes son el objetivo. Es decir, Davis solo les dio clases a ustedes, Rivera era profesora suya también, y Travis y los otros dos eran sus compañeros.

Parpadeé doble vez. Había algo en lo que había dicho que me había desconcertado.

-¿Rivera?

-¿Eh?

-¿Por qué mencionaste a la profesora Rivera? -pregunté, separándome de la pared lentamente.

-¿No lo saben?

-¿Saber qué?

-Rivera apareció muerta en su casa con un brazo menos.

Mi corazón se frenó y mis ojos se abrieron por completo.

-Pensé que se los habían dicho -admitió él-. Es lo que esperábamos que hicieran, al menos.

Comencé a buscar cada vez más aire, agachándome y mirando al piso asustado.

-¿Zayn?

Aún no podía dejar de seguir inhalando y exhalando cada medio segundo. Mis rodillas cayeron al suelo, causando que mi padre se acercara todavía más.

-Zayn.

Yo no había matado a Rivera.

Yo no lo hice.

A ella no.

Es por eso que estaba actuando de esa forma. Porque solo significaba una cosa.

El asesino había vuelto.

-Zayn.

-¿Qué ocurre? -preguntó un oficial, acercándose a ambos.

-Nada. Es un ataque de pánico, es todo -respondió mi padre.

-¿Necesita...?

-No, no. Está bien. Yo me encargo.

Creo que en esos momentos ya se me había permitido respirar por la nariz, comenzando a calmarme muy de a poco.

-Oye, Zayn, no hay de qué asustarse, ¿okay? -trató de tranquilizar mi padre- No permitiremos que nada les pase; ni a ti ni a tus compañeros.

Negaba con la cabeza muchas veces. No era esa la razón de mi pánico. No me importaba si el asesino iba tras nosotros. El hecho de que el asesino volviera ya era suficiente para asustarme. Porque eso podía significar unas cuantas cosas, las cuales no me agradaban.

¿Qué si yo motivé al asesino a seguir matando?

¿Qué si el asesino sabe que fui yo?

¿Qué si el asesino quiere motivarme a mí a seguir matando?

-Vamos, arriba -dijo mi padre, ayudándome a levantarme-. No conseguirás nada haciendo eso.

-Lo-Lo-Lo siento, es que...

-Sí, lo entiendo -dijo él-. Lo entiendo. Mírame a los ojos. Ahora inhala... y exhala. Inhala... Exhala.

Hicimos eso unas pocas veces más, hasta que ya estuviera lo suficientemente calmado como para hablar.

-¿Mejor? -preguntó. Asentí doble vez suavemente- Perfecto. Ve al baño si quieres. Te haré las preguntas más tarde.

Volví a asentir, pasando a su lado de forma vaga y cansada.

-Pero Zayn -me frené cuando lo escuché decir mi nombre. Al voltearme, mi padre estaba respirando en mi rostro-, no lograrás mentirme. Soy tu padre. Sé que lo hiciste tú. Sé que fuiste tú. Sé que los mataste tú. Asesino. Asesino. ¡Asesino!

-¿Q-Qué?

-¿Eh? -preguntó él.

Pestañeé doble vez, revelándome que de hecho mi padre no estaba tan cerca a como lo creía.

-No dije nada -indicó, asustado de haber hecho algo malo.

Volví a pestañear, y exhalé con temor algo de aire. Mi mente me estaba mostrando cosas que no estaban sucediendo de verdad. Solo fue una alucinación.

-Olvídalo -dije, retomando el camino al baño. Pero esta vez, aceleré mi paso.

Ingresé con prisa, dirigiéndome al lavamanos para abrir el grifo y mojarme repetidamente el rostro con agua. Luego de que el líquido dejara de salir, apoyé mis manos sobre los costados. Noté que mi respiración estaba acelerada cuando mi pecho empezaba a arder. No estaba disfrutando lo que sucedía. Ya quería que el día acabase.

Me miré al espejo rápidamente, pero mi vista captó de forma inmediata al sangriento Travis parado al lado de mi reflejo.

Largué un pequeño grito antes de girar, solo para ver nada más que los baños de siempre. Es decir, no había nadie más que yo allí dentro. Solo era mi cerebro que aún seguía jugando conmigo. Y con furia, golpeé a puño cerrado el lavamanos. Y otra vez. Y una vez más. Una y otra vez. Pero a medida que me quedaba sin energía, mis pies se iban deslizando, causando que me acercara al suelo poco a poco. Para cuando ya no llegaba a golpear, simplemente decidí sentarme y dejar que pasara lo que el mundo quisiera que pasase. 

Así, la primera lágrima salió de mi ojo izquierdo, seguido por otra del derecho. Sin embargo, no hice nada para impedir que más continuaran saliendo. Solo las dejé salir.

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