Capítulo 5: Transparente
El irritante sonido de la alarma fue lo único que causó que me despertara esa mañana. Pero por primera vez por todas, mi cuerpo no se estaba inclinando a detenerla. Estaba quieto. Mis músculos no respondían a lo que mi cerebro les trataba de ordenar. No estaba muerto, pues sentía cómo mi pecho y estómago se inflaban cada vez que ingresaba aire a mis pulmones, pero realmente me sentía como si no pudiera hacer nada.
Los recuerdos de la noche anterior invadieron mi cabeza. Tal como en aquellos momentos, mi corazón estaba acelerado y a punto de explotar. Ya había pasado una noche entera desde la muerte de Davis, pero los mismos sentimientos recorrían mi cuerpo con la misma intensidad.
-¡Apaga la maldita alarma, Zayn! -escuché gritar a mi padre, molestado por el fuerte ruido.
Si no hubiera sido por su intervención, mis brazos no se hubieran extendido a apagar el aparato. Casi me caía de la cama al hacerlo, pero pude mantener el equilibrio. Y no sé si fue esa pequeña acción lo que lo causó, pero mi respiración estaba agitada.
Volví a acostar mi espalda sobre el colchón de la cama, tratando de calmarme. Mis alrededores giraban de forma nauseabunda, y, aparentemente, tenía gotas de sudor que comenzaban a recorrer mi frente. Aún estaba impactado por lo que había hecho.
Había matado a Davis.
¿Ahora qué iba a suceder una vez que ingresase a la secundaria?
Tuve suerte de, al menos, ver que mi padre estaba dormido para cuando había llegado a casa la noche anterior. No tuve que hacer nada más que entrar sin que se despertara e ingresar a mi cuarto como si hubiera estado toda la tarde allí. Pero, al menos media hora después, decidí que lo mejor era despertarlo. Si lograba convencerlo de que llegué antes de la hora en la que realmente había ingresado, podía tener una prueba falsa de que estuve en casa y que, por ende, no podía haber matado a nadie. Aunque, claro, la prueba era falsa. Sí había matado a alguien.
Después de cenar, me acosté en mi cuarto y comencé a hacer la tarea para el día siguiente, solo porque iba a servirme para decir que no hice nada fuera de lo común la noche anterior. Si lo entregaba en condiciones, probablemente nadie sospecharía nada. Aún así, la tarea costó un rato, y para cuando pude terminarla, me dormí al instante en el que me acosté.
Para cuando terminé de repasar en mi mente lo que había hecho esa noche, me di cuenta que mis ojos se estaban volviendo a cerrar, significando que me estaba volviendo a dormir. Me traté de sentar bruscamente para que el movimiento evitara que cerrara mis ojos. Si no salía de la cama, iba a llegar tarde a la secundaria.
Me cambié y aseé lo más rápido que pude, principalmente porque estaba nervioso. Tenía miedo de que mi padre notase mi angustia, así que pensé que era buena idea salir de la casa lo antes posible. Por ello, agarré y preparé mi mochila con prisa, pero estaba a punto de abrir la puerta al exterior cuando mi padre me detuvo.
-¿Ya te vas? -preguntó, mirándome sorprendido. Para él era raro que salga de casa tan temprano.
Guardé unos pocos segundos de silencio, en los cuales solo me dediqué a mirarlo a los ojos. Sus manos estaban agarrando el borde de la nevera, pero mi mente estaba jugando conmigo y me hacía creer que, en cualquier momento, sacaría la cabeza de Davis de allí dentro.
-¿Zayn? -volvió a preguntar, trayéndome de vuelta a la realidad.
-¿Eh?
-Te pregunté si ya te ibas.
-Ah, sí. Es que tenemos que discutir con Toby sobre un trabajo grupal antes de que llegue la profesora -respondí. A decir verdad, mi voz había salido muy confiada.
-¿Eso significa que no lo hicieron? -insistió el hombre.
-No. Es decir, sí, lo hicimos. No importa.
-¿Al menos desayunarás?
-N-No, no tengo hambre. Lo siento.
Volví a voltearme para agarrar el picaporte, pero volví a escuchar su voz.
-Espera, Zayn -me detuvo, esta vez acercándose a la mesada-. Sobre ayer...
Tragué algo de saliva antes de pronunciar algo.
-¿Sí?
-Dijiste que habías llegado más temprano de lo usual.
-Así es. ¿Algún problema?
-¿No se suponía que tenías clases de drama?
-Sí, pero Will no podía presentarse, así que solo volví a casa justo después de clases.
-Ah, está bien. Me preocupaba que estuviéramos pagando esas clases y que no te estuvieras presentando.
-No te preocupes. Esas clases son muy importantes para mí -respondí, fingiendo una sonrisa-. Ahora sí, me voy. Adiós.
-Claro. Adiós.
Cerré la puerta con fuerza, pues me estaba comenzando a asustar. Necesitaba alejarme del viejo de mi padre y así relajarme. Pero tenía que sí o sí ir a la secundaria o empezarían a dudar. Ni siquiera sabía si habían encontrado el cadáver de Davis, pero sería raro que no lo hubieran hecho. El pueblo tiene la cantidad de personas suficiente como para saber qué sucede en cada extremo.
Supongo que eso podría complicarme las cosas de ahora en adelante.
* * *
-Llegas temprano -indicó Beck, notablemente sorprendida.
Lancé mi mochila a las patas de la silla de mi pupitre, sentándome posteriormente en la misma.
-La alarma funcionó -usé como respuesta.
-¿Qué te sucede? -preguntó- Parece como si no hubieras dormido en toda la noche.
-Respuesta parcialmente correcta -indiqué.
-Bueno, al menos estás aquí en tiempo récord.
-Sí, sí, como sea -dije, apoyando mi cabeza sobre el escritorio.
Beck se mantuvo en silencio al darse cuenta de que estaba muy cansado como para hablar. Yo, en cambio, levanté un poco la mirada para mirarla directamente. Fue raro, pues fue la primera vez que sentí terror al verla a los ojos. Sentí como si estuviera viendo a través de mí, como si ingresara a mis pensamientos y encontrara el momento en el que empujé a Davis. Sentí como si mi propia amiga fuera a delatarme.
-¿Estás bien? -preguntó, frunciendo el ceño dubitativa.
Esa pregunta me ayudó a entender que solo fue cosa de mi paranoia y que solo estaba preocupada por mí. Creo que el miedo me estaba haciendo sufrir más de lo que debería. Me estaba volviendo loco, si es que ya no lo estaba.
-Sí, lo siento -respondí, fregando mi ojo izquierdo con un dedo-. Solo estoy agotado.
-¿Al menos hiciste la tarea para la profesora Rivera? -preguntó.
Escondí mi cabeza entre mis brazos para luego asentir junto a un gruñido, demostrando que aún tenía sueño.
-No sé ni para qué pregunto, que ya me esperaba la respuesta -soltó ella. Sus intenciones eran hacerme reír, pero ninguna señal de felicidad cruzó mi rostro.
Dos manos se apoyaron en mi escritorio fuertemente, intencionalmente asustándome para llamar mi atención. Claro es que casi grito, pero pude controlarme.
-Veo que volviste a ser la gallina de siempre -bromeó Sophie, la responsable de dicho susto.
-Veo que sigues siendo la perra de siempre -repliqué, ganándome un golpe en la cabeza de su parte.
-Muy gracioso -manifestó con un tono lento.
-¿A qué te referías con "la gallina de siempre"? -pregunté, frotando una mano en donde recibí el golpe.
-Es que ayer mostraste un lado nuevo... El "rebelde" diría yo -respondió-. Es la primera vez que se te ocurre hacer una de esas locuras.
-¿Algún problema con que esté creciendo? -seguí interrogando.
-No. Justamente me agrada -admitió ella-. Por cierto, Michelle se enfermó en serio esta vez, así que no vendrá.
Me encogí de hombros antes de volver a apoyar mi cabeza sobre mis brazos.
-Okay, ¿qué haces aquí a esta hora? -preguntó alguien cuya voz es inolvidable.
-La alarma funcionó -le mentí a mi amigo.
-La alarma siempre te funciona -replicó Toby, casi emitiendo una risa.
-Supongo que esta vez me decidí levantar de la cama al instante -dije, mirándolo de reojo.
-Eso es más creíble -indicó.
-Pero no soy yo el único de nosotros que llega tarde -manifesté. Mis ojos parecían desafiarlo.
-Las mayorías de las veces llego antes de horario -justificó él, riendo.
Escuchamos la puerta más cercana al pizarrón abrirse. Obviamente que todos dirigimos nuestras miradas hacia allí. Según el reloj de la pared, aún quedaban unos pocos minutos antes de que las clases empezaran. Pero lo que más nos sorprendió no fue el horario en que la puerta se abrió, sino que fue quién la abrió.
El mentiroso.
El director avanzó hacia el escritorio de los profesores lentamente. Podía jurar que escuchaba sus pasos dentro de mi cabeza, pero es que el aula estaba tan en silencio que no parecía ser yo el único en hacerlo. Si alguien fuera brujo, es muy probable que pudiera ver el aura a su alrededor, el cual se notaba en tan solo un segundo que no era para nada bueno.
Mentiroso.
-Por favor, tomen asiento -ordenó el hombre. Todos los estudiantes obedecieron, pero parece que fui yo el único que se dio cuenta que su voz estaba algo quebrada.
Era obvio por qué.
-Les tengo una noticia desgarradora -empezó, mirando a cada uno de nosotros. En el pequeño momento que cruzó sus ojos con los míos, sentí que una eternidad había pasado, hasta que los sacó de encima-. Por favor, cuéntenles a sus compañeros que no están presentes también. Pero me informaron que el profesor Davis fue encontrado muerto ayer en el río que cruza el pueblo.
Tal como lo esperaba, un gran murmullo comenzó a aparecer en cada rincón. Tanto Toby como Beck se miraron entre sí, y me miraron a mí. Aún así, yo no me había dado cuenta, pues mis ojos estaban puestos en el mentiroso del frente, quien se mostraba serio, pero que por dentro se derrumbaba. Yo sabía lo que le pasaba. Lo había visto.
A mí no me engañaba.
-Por favor, escúchenme -suplicó el mismo, tratando de callar la gran multitud de palabras que se cruzaban por todo el salón. Al ver que no le hacían caso, se vio obligado a subir la voz-. Oigan. ¡Silencio!
Como siempre, gritar sirve con los niños. Supongo que hasta Michael Travis le temía al director.
-Escuchen, si alguno lo vio ayer por la tarde, por favor, repórtemelo. Pensamos que quizá fue asesinado. Así que, por favor, hagan memoria. Gracias. Eso es todo.
Antes de alejarse, el director escaneó con sus ojos a cada uno de nosotros. Esa acción fue la que activó mis sentidos de detective. No nos lo había dicho para que supiéramos de su muerte.
Sospecha de alguien.
No lo había pensado, pero él vio a Davis cerrando la cortina, así que pudo intuir que su amante fue tras quien sea que estuviera del otro lado de la ventana. Claro es que no solo sospecha de nosotros, pero probablemente no descartó la idea de que pudo haber sido uno de sus nuevos estudiantes. Si eso es cierto, entonces está buscando al responsable. Y algo me dice que no lo hace para entregarlo a la policía.
La profesora Rivera apareció inmediatamente por la puerta, bloqueándole el paso al director. Ella pareció asustarse al principió, pero le dejó el paso al hombre segundos después, un poco más calmada. Una vez que éste desapareció de nuestra vista, la profesora nos miró a todos algo confundida.
-¿Alguien que me ayude a entender qué hacía Conrad aquí? -preguntó, sonriendo con duda.
Sin embargo, su sonrisa se esfumó cuando vio que ninguno de nosotros sonreía.
-Davis fue asesinado -saltó Travis inesperadamente.
-¿¡Qué?! -gritó Rivera.
-Aún no sabemos si fue asesinado -le dijo una chica de pelo oscuro al estudiante, quien se sentaba a su lado.
-¿Qué más pudo haber sido? -preguntó él a cambio.
-Pudo haberse caído, es todo -contestó Sophie.
-Vaya, pues sí que eres estúpida -soltó Travis. La rubia gruñó como respuesta.
-No se pudo haber caído un hombre de esa edad al río -contestó uno de los amigos de Michael Travis-. Tuvo que ser empujado.
-O a lo mejor le dispararon cuando estaba cruzando y perdió el equilibrio -comentó Travis.
-Si hubiera sido con un arma de fuego, alguien tuvo que haber escuchado los disparos, ¿cierto? -preguntó Toby.
-No si usaba un silenciador -respondió de nuevo Michael-. Usen la cabeza, bobos.
-Travis tiene razón en que, si se hubiera caído al río, no hubiera muerto al menos que hubiera otra causa -saltó Beck.
-Por fin, alguien que sí piensa -manifestó el estudiante nombrado.
-Pero el director dijo que no saben si fue asesinado o no -respondí. Probablemente lo mejor hubiera sido cerrar el hocico, pero necesitaba contestarle al idiota ese.
-¿Y? -preguntó el mismo Michael Travis, preparado para contestarme.
-Que si hubiera sido disparado, la causa de muerte hubiera sido clara, ¿no crees? -respondí-. Pero como no lo saben con certeza, una bala no pudo haber sido.
Al juzgar por su reacción, logré lo que quería. Simplemente chistó y alejó su rostro, algo avergonzado.
-Usa la cabeza, bobo -bromeó Sophie, dirigido a Michael. Algunos otros se rieron, pues no éramos solo dos los que lo odiábamos.
Debo decir que mi argumento tenía huecos, como que, por ejemplo, a lo mejor todavía no habían investigado el cadáver, pero en realidad Travis no era tan inteligente como lo aparentaba.
-Bueno, dejen de pelear que la clase empieza -dijo Rivera, aún asustada por la noticia-. Dios... Sé que es algo de lo que hablar, pero por favor, no ahora, ¿está bien?
Si la profesora nos hubiera tratado distinto durante todo el año, nadie le hubiera hecho caso. Pero Rivera era una de las mejores profesoras que teníamos, así que todos aceptamos y cerramos el tema por unas dos horas.
Aunque no era difícil notar un cambio de ambiente en la clase. Creo que todos a excepción de mí estaban pensando en una posibilidad a la que realmente le temían, el cual giraba en torno al asesino de la masacre anterior. Pero yo, en cambio, estaba más concentrado en cómo evitar que descubran que la muerte del profesor suplente fue mi culpa.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top