Capítulo 13: Obediencia

Ingresar a la secundaria luego de lo que se situó la noche del viernes se sintió extraño y aterrador. Tuve que frenarme a ojear el pasillo en el cual se encontraban las escaleras donde ocurrió todo. Juro que podía ver vívidamente al guardia que disparé junto al charco de sangre al final de los escalones. Mis ojos no parecían mentirme. Sin embargo, el conjunto de estudiantes de un curso menor me dieron a entender que solo era parte de mi cabeza cuando pasaron por encima de él sin darse cuenta.

Entré a mi salón algo perdido. Habían unos cuantos alumnos hablando con otros, pero ninguno de mis amigos parecía estar allí a esa hora. Avancé a mi escritorio, sentándome y sacando cosas de mi mochila, tal como mi cartuchera y una pequeña libreta. Abrí ésta última, solo para encontrarme con que todavía no había nada escrito. Tenía pensado usarla para anotar cosas sobre el asesino que pensara que me llevaran a descubrir quién es, pero por ahora solo tenía la nota encontrada en el tacho de basura en la casa de Rivera.

-Zayn -llamó Michelle, moviendo su mano de izquierda a derecha desde la puerta. Fueron segundos después cuando me acordé que ella se había enfermado el día posterior al asesinato de Davis.

-Michelle -saludé, algo sorprendido-. Veo que te recuperaste.

-¿Me perdí de muchas cosas esa semana? -preguntó, acercándose y yendo directo al tema.

-Depende. ¿Sophie te contó algo? -cuestioné.

-Me contó sobre Davis, Travis, Lucas y Ron... -dijo, probablemente lastimada y asustada.

-¿Y sobre Rivera?

-Sí, también... Solo es que... dios santo, estoy asustada -admitió, sentándose temporalmente en el escritorio a mi lado-. Realmente temía que el asesino volviera, y deseé que no fuera así, pero...

-Pero sucedió -completé, mirando a mi libreta-. Sí, todos lo deseábamos. Pero, contestando a tu pregunta, eso es lo más importante. Después sabemos que volvió Greg, y que mi padre vendrá a hacernos preguntas constantemente. Después de eso, todo lo normal. 

-¿Tu padre es policía?

-Detective. Está trabajando en el caso.

-¿Tiene alguna pista de quién puede ser? -preguntó, intrigada y rezando en sus interiores de que fuera así.

-No lo creo. Pero supongo que siempre es quien menos te lo esperas, ¿no? -repliqué, riendo fuertemente con la lengua pegada al frente de mis dientes.

-Esto no es una novela policial, Zayn -dijo, suspirando y pidiendo indirectamente que dejara de ser raro. Pude comprender que realmente tenía miedo de la situación-. Podemos ser víctimas del asesino en cualquier momento.

Rodé mis ojos (pues estaba cansado de escuchar siempre lo mismo) y miré de nuevo a mi libreta, aún dando vueltas sobre pistas que me llevasen al responsable de los asesinatos no causados por mí.

-Es decir, no debe matar al azar, ¿cierto? -preguntó Michelle de nuevo-. Tiene que tener una razón.

-¿Y cuál sería su razón?

-No sé. Por algo está matando a cualquiera relacionado con esta clase, sea profesores o estudiantes.

-¿Y por qué sería eso? ¿Porque fue el primer año en el que se sacó un uno en una prueba? -interrogué riéndome. Michelle tuvo que mirarme de forma seria para lograr que me callara.

-No le veo la gracia a esto, Zayn -dijo, levantándose.

-Lo siento, lo siento -disculpé. Pero a los dos segundos estaba volviendo a reírme. 

-Increíble -quejó, comenzando a alejarse-. Pensé que habías madurado.

Greg entró a la clase justo a tiempo, deteniendo aquello que demostraba que yo estaba perdiendo la cordura. Sin embargo, sentí algo distinto en la manera de caminar del profesor, pues estaba sonriendo incómodamente y mirando al piso. Cuando se colocó frente a su escritorio, aún seguía con esa extraña sonrisa, solo que esta vez estuvo dispuesto a mirar detenidamente a cada uno de sus estudiantes.

-Tomen asientos, por favor -ordenó. Su voz parecía temblar.

-Wow, Greg, ¿te sucede algo? -preguntó el estudiante moreno del curso- Pareces---

-¡Que tomen asientos! -gritó, claramente enojado.

Todos los alumnos dispersados obedecieron al instante, y para cuando Jones volvía a sonreír, la puerta trasera se abrió. Fui uno de los pocos en mirar al principio, pero el resto terminó mirando también para no cruzar miradas con el profesor. Del otro lado de la puerta mencionada estaba Toby. Lo que ganó nuestro silencio, sin embargo, era que dicha persona estaba detrás de la silla de ruedas en la que Harry se sentaba.

Mi amigo cerró la puerta previo a llevar al herido a su asiento. Una vez hecho, se volteó para agarrar un escritorio a mi lado y sentarse. Tardé un poco en acordarme que ese no era el lugar asignado para él, pero probablemente quería hablar de algo conmigo, y a Greg parecía no importarle que no estuviera en el lugar que le correspondía.

-Qué sorpresa, Harry -dijo Greg, dejando de mostrar sus dientes-. ¿Qué te pasó?

El estudiante nombrado no hizo ningún gesto. Era claro que no quería responder.

-Veo que estás charlatán hoy -continuó el profesor, volviendo a formar esa perturbadora sonrisa. Aquello fue lo que les indicó a los que recién llegaban que algo andaba mal en él.

-¿Qué le pasa? -me susurró Toby, mirándome preocupado. Me encogí de hombros.

-¿Qué hacías tú empujando la silla de Harry? -susurré a cambio.

-Estaba cerca de él, entonces mi madre me obligó a hacerlo -respondió, frunciendo el ceño.

-¿Al menos sabes algo de Sophie o de Beck? -continué preguntando. Toby tuvo que mirar por toda la clase para notar que ninguna de las dos estaban presentes.

-No, nada -respondió, e inmediatamente se volteó para preguntarle lo mismo a Michelle, quien parecía estar escuchando nuestra conversación. Pero ella terminó negando.

-¿Les habrá sucedido algo? -inquirí.

-Escucha, Zayn, hay algo que---

-Vaya, Toby y Zayn. ¿No quieren compartir lo que tanto quieren comunicar? -llamó Jones, mirándonos inquietamente.

Ambos nos volvimos a acomodar en nuestros asientos, guardando silencio para demostrar que no era algo que queríamos decir en público. 

-Muy bien, entonces... -manifestó, aplaudiendo una sola vez-. ¿Podemos empe---?

Tres golpes en la puerta lo interrumpieron. Supe enseguida de quién se trataba, pero era de esperarse, pues ya me había dicho que iba a venir. Greg se apuró a abrirla, encontrándose a mi padre del otro lado de ella.

-Saludos -inició mi padre, extendiendo su mano-. Vengo a hacerles unas preguntas a sus alumnos, si no le molesta.

La sonrisa del profesor aún no se esfumaba. De hecho, continuó hasta después del apretón de manos. Sin embargo, esa misma expresión decía muchas cosas al mismo tiempo.

-Se supone que tiene que tener una autorización para interrumpir mi clase -le peleó Jones, apoyándose entre los marcos de la puerta para no dejarle pasar al viejo.

-Puede preguntarle al director -dijo mi padre, sonriendo también-. Verá que ya sabe sobre esto.

-Pero necesito continuar mi clase.

-Y yo necesito encontrar al culpable de los asesinatos, señor Jones. ¿Así que por qué no deja de complicar la situación y me deja entrar?

Sé que estoy mencionando mucho lo siguiente, pero es que era realmente aterrador. Greg seguía sonriendo. Solo que esa sonrisa, por más que hubiera permanecido igual, mostró que se había molestado. Es como que un solo mismo gesto, sin siquiera moverse, nos hizo entender que varias cosas le pasaban a nuestro profesor.

Se hizo a un lado para dejar que mi padre ingresara a la clase. El detective se paró frente al escritorio del profesor, y nos miró a todos detenidamente, como si quisiera analizarnos uno por uno antes de comenzar con el interrogatorio.

-Les quiero pedir disculpas, chicos, pero tengo más preguntas para ustedes -comenzó finalmente-. Les haré salir de a uno más tarde, pero por ahora les informaré y preguntaré algunas cositas a todos al mismo tiempo. Algo así como unas preguntas generales.

Me sorprendí. Probablemente no fui el único que lo notó, pero había algo que no cuadraba de aquello. Si yo fuera él, hubiera preferido hablar directamente a solas con cada uno, pues con eso se aseguraba de que todos respondiéramos con lo que quería. ¿Por qué, entonces, nos preguntaría con todos presentes?

-El sábado encontramos a los dos guardias que estaban trabajando aquí muertos en las escaleras -dijo, comenzando así el miedo en los alumnos que no estaban enterados-. No hay dudas de que fueron asesinados. Ambos tenían heridas de balas que, luego de analizar, suponemos que fue con la misma pistola. Ahora, una de mis preguntas para ustedes es, ¿vieron a alguien por la noche del viernes cerca de aquí?

Hubo un intercambio de miradas entre nosotros, pues, por seguro, todos estaban esperando que alguno contestase.

-Tomaré eso como un no -continuó mi padre-. Bien, entonces, vamos con algo distinto... ¿Vieron a alguien caminar por la calle esa misma noche?

Pasaron unos pocos segundos, pero la estudiante ubicada más cerca a él levantó la mano tímidamente. 

-¿Sí? -autorizó mi padre.

-No estoy segura, pero creo que sí fue la noche del viernes cuando vi a alguien.

-¿Sabes quién era?

-No, pero usaba una campera amarilla.

Abrí mis ojos en sorpresa, aunque al instante supe controlar mis gestos. Yo había usado un abrigo amarillo esa misma noche.

-Ahora que lo dices, yo también vi a alguien usando algo con ese color -añadió Michelle-. Pero no le presté atención.

-¿Alguien más? -preguntó mi padre- ¿Harry? ¿No viste a nadie mientras estabas... afuera?

Los ojos de todos posaron sobre el estudiante en sillas de ruedas. Era obvio que a mi padre no le importaba si éste se enojaba.

-No -contestó él, sin siquiera mover su cabeza y junto a una mirada amenazante.

Sin embargo, apenas mi padre apartó la vista de él, Harry me miró. Claro que me asusté. La probabilidad de que se acordase qué abrigo llevaba era bastante alta. Además, todos conocían que Michelle vivía cerca de la secundaria, así que si conectaba los cabos, Harry podría entender dónde me encontraba esa noche luego del escape. Pero, en realidad, con esa mirada parecía tratar de demostrarme que estaba guardando el secreto que le había suplicado que guardase.

-Okay, no es mucho, pero es algo. 

Toby levantó la mano de repente. Habló sin siquiera dejar que mi padre preguntase.

-Escuché los disparos -dijo, temblando.

-¿Qué?

-Estaba cerca cuando escuché los disparos -repitió.

Me sorprendí. Probablemente quería hablarme de eso cuando se sentó a mi lado. Pero lo que más me había pegado era que no lo vi esa noche. ¿Qué si me había visto él a mí?

-¿A qué hora? -preguntó mi padre, sacando la libreta.

-No estoy seguro.

-¿Tienes algo para describir?

-Solo que el segundo disparo fue al rededor de veinte segundos después que el primero.

-¿Nada m---?

-Y yo también vi a alguien -continuó-. Y-Yo también l-lo ví... al de la campera amarilla.

-¿Cuándo?

-Mucho antes de los disparos. Cerca de la casa de Luís... o-o atrás de la casa de Rivera.

Tanto mi padre como yo nos sorprendimos. Apuesto que Harry también lo hizo.

-¿En serio? -preguntó mi padre, mostrándose más interesado- ¿Tampoco sabes la hora?

-No.

-¿No le viste la cara o algo?

-No, no. Estaba lejos.

-¿Y lo seguiste?

-N-No a propósito, al menos. Hubo un momento en el que me detuve y me volví porque pensé que me había olvidado algo, por eso no sé por dónde fue.

-¿Es posible que sea el mismo que el de los disparos?

-No lo sé, pero puede ser. Cuando lo vi, estaba yendo en dirección a la secundaria.

Mi padre comenzó a anotar, sorprendido. Yo, en cambio, estaba empezando a perder mi calma. Estaba entrando en pánico. Pero estaba tratando de controlarme.

Supongo que me salvó la campana. Pero esta vez, la campana no era para nada buena.

La puerta de atrás se abrió bruscamente. Allí estaba Beck, agitada, jadeando, sudando, y, al mismo tiempo, llorando. De un momento a otro empezó a balancearse, y lentamente cayó al suelo.

-¡Beck! -gritó Toby, parándose rápidamente. 

Michelle y él salieron disparados de sus asientos para acercarse a ella. Yo quería levantarme también, pero no podía. Mi miedo me lo impedía. Pensar que Toby pudo haberme descubierto aceleraba mi corazón de una manera ultra rápida. 

-Beck, Beck, ¿qué te ocurre? -preguntó mi amigo, ayudándola a pararse. Ella solo largó un pequeño gruñido, demostrando que estaba mal.

-¿Se encuentra bien? -preguntó Michelle inútilmente.

-¿Tú qué crees?

-Sophie... -dijo Beck de repente. Su voz estaba quebrada, y sonaba adolorida.

-¿Sophie? ¿Qué pasa con Sophie? -insistió Michelle al escuchar el nombre de su amiga.

Beck la miró con sus ojos pesados. Tuvo que recuperar el aliento antes de responder.

-...la mataron.

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