Capítulo 5

¿Niño bueno...?

El rubio aún no salía de su asombro. Se veía diferente, pero estaba claro que era él. Ahora llevaba ropa oscura, no tenía las gafas. Su ceño estaba fruncido con seriedad más que otra cosa. Su sonrisa falsa ya ni siquiera se molestaba en aparecer, solo una línea recta y sellada.

-¿Qué?- Preguntó como idiota.

El sujeto conectó su mirada con la suya, alzó una ceja como único ápice de sorpresa.

-Ellos son Hunter, Carrillo, Gringo, Mara, Karchez y ya conocen a Evo.- Les presentó Axozer a medida que los iba señalando.

 Hunter era aquél chico que, según él, solo se aferraba a la biblia y Carrillo era el chico albino que siempre estaba a su lado, a los demás no los conocía de nada, además de Evo claro, que era el modo en el que le llamaban a Lolo cuando iban de encubierto.

Todos utilizaban otros nombres o apodos falsos, principalmente para que, en caso de traición, ni siquiera pudieran dar verdadera información. Sobre todo de Juanjo y Heberon, nadie más que el primero conocía el rostro del segundo.

-Y estos jotos son James, Joe, Eryxx, Pato, Sergio y Corko. Serán sus conductores.

Mierda.

-Enviaremos las direcciones a sus teléfonos. Evo, tu con Corko. Gringo, vas con Eryxx. Karchez con Sergio. Pato con Mara, Carrillo con James y Hunter con Joe.

Mierda y más mierda.

-¡Tomen sus mierdas, se encapuchan y se van directo a las putas motos! Si alguien necesita ayuda, los tiradores nos lo harán saber a través de sus radios.- Emilio gritaba todo, solo que a veces gritaba menos. Tal parece, estaba nervioso por la situación. -Si son abatidos, están en sus pechos. ¿¡Me oyeron, pendejos!? -Todos asintieron.- No puedo creer que nuestros cuellos dependen de estos...

Se llevó una mano a la frente y Juanjo volvió a hablar, igual de tranquilo que siempre.

-Vuelvan en una pieza, por favor.

Volvieron a asentir y se colocaron las máscaras. Se juntaron con sus binomios y salieron del establecimiento. Horacio se veía emocionado, en cambio, Gustabo buscaba asimilar las cosas para poder centrarse en su misión, pero no lo logró hasta que estuvo sobre la moto y escuchó aquella voz gruesa detrás suya.

-Concéntrate en esto, en cuanto acabemos podrás hacerme las preguntas que tengas.

 El rubio asintió agradecido. Observó a su alrededor, ya todos estaban sobre sus motos y, no lo había notado antes, pero todos los tiradores llevaban en sus manos unas auténticas SMGs. Trujillo pitó, dando la órden de salida.

Gustabo encendió el motor y Conway se aferró a las pequeñas barandillas del asiento trasero para no caerse.
Retrocedió y salió en hilera junto con los demás. Una vez estables, el mayor sacó su teléfono y revisó los mensajes de Juanjo.

-Frente al badulaque, en la fábrica.- Informó.

-Joder. Amo ese lugar.- Dijo sarcásticamente.

Condujo en un silencio un tanto incómodo, todo el tiempo tenía la necesidad de encender la radio para aliviar un poco el ambiente, pero estaba seguro de que le regañaría. Estaba sorprendido, en la escuela le había sido tan sencillo hablar con él, ahora sentía que si abría la boca recibiría una golpiza a cambio.

Llegaron a la fábrica abandonada. Conway le pidió, más bien, exigió dar unas vueltas alrededor para poder asegurarse que no hubiera ninguna trampa o tirador que les vigilara. Al estar seguro de que estaba limpio, estacionaron en el badulaque. El pelinegro se cubrió detrás del lavadero y Gustabo cruzó la calle para luego tocar la puerta.

-Arroz con pollo...- Dijo mientras rodaba los ojos, las palabras secretas de las pandillas solían ser tan estúpidas...

La puerta finalmente se abrió, revelando a un sujeto que cubría su rostro con la cabeza de un cerdo.

-¿Está todo?- Gruñó.

-Puede verificarlo, caballero.

Le hizo entrega de la caja y el cerdo la abrió de inmediato, contó las bolsas y volvió a gruñir.

-Aquí falta la otra mitad.

-Oh, debe ser la otra caja, aguarde.

Gustabo se dio la vuelta dirigiéndose a la moto, en cuanto tuvo la otra caja en mano, se quedó helado al oír un disparo detrás suyo. Volteó a ver al sujeto de la cabeza de cerdo.

Tenía la mano colocada en su hombro y un arma de combate tirado en el suelo. Observó ahora a Conway, estaba apuntando desde lejos. Sonrió complacido y se acercó al presunto agresor.

-Su entrega, señor. Comprenderá que no esperaré a que lo revise esta vez. -Caminó de regreso a la moto.- Tenga buenas noches.

Subió al vehículo y arrancó, cruzó la calle y Conway subió rápidamente.

-Eso salió bien.- Dijo el menor.

-¡Casi te mata! Debiste estar más atento, ¡capullo!

-Para eso viniste tu, ¿no? Para que no me maten.

Arrancó la moto y el mayor suspiró, revisando nuevamente su celular.

Siguiente dirección, edificio frente a la licorería. Nuevamente dieron la vuelta de reconocimiento, pero esta vez la tuvieron mucho más difícil con tanto escondite disponible. Conway no podía asegurar que estuviera del todo limpio.

Debido a eso, se ocultó en el callejón junto a la tienda, esta vez la sombra sería su aliado más fiel. 

 De nuevas cuentas, Gustabo cruzó solo y tocó el timbre.

-Panda...

La puerta se abrió y un sujeto con pasamontañas se asomó, vio a ambos lados y murmuró.

-Pasa.

-No voy a-...

-¡Pasa!- Gruñó en voz baja.

Gustabo suspiró y asintió, entró al edificio y se aseguró de cerrar la puerta dejando un papel para que no sea imposible volver a abrirla.  Conway aprovechó eso para seguirlos, claro.

Caminaron por un largo pasillo hasta salir a un parking donde había una gran cantidad de personas, todos armados. Rodó los ojos con hastío, si esto se descontrolaba, podía acabar muy mal.

-Cacheenlo.

Comenzaron a buscar entre su ropa si tenía algún arma que pudiera utilizar. Algún micrófono o cucaracha, pero estaba limpio.

-¿A quién debo darle esto?- Preguntó fingiendo interés.

-Al jefe.

Señaló un sujeto sentado que esperaba con cara de pocos amigos. ¿En serio tanto por entregar una caja?

Vio a uno de los muchachos tomar su teléfono y llamar a alguien, pero poco le importó, solo quería acabar con esa mierda. Se acercó al jefe y le tendió el paquete.

-Su paquete llegó, señor.

-Ya era hora, chiquitín.

-¿Chiqui-...?- Suspiró. -Tenga.

Hizo entrega de la caja y esperó a que el hombre la revisara. El jefe alzó la vista y por debajo de su máscara asomó una sonrisa un tanto extraña.

-La familia Magna se lo agradece.

-Con permiso...- Dijo dándose la media vuelta.

-Rubito, escóltalo.

Un chico de mechas rubias lo acompañó de regreso a la puerta, una vez allí, Gustabo agradeció que el papel ya no estuviese. El sujeto abrió la puerta y lo empujó fuera, acto seguido, la cerró sin decir nada.

-Vaya modales, cap de suro...- Dijo mientras se acomodaba la ropa.

-¿Te lastimaste, nenaza?- Dijo Conway, haciéndole sobresaltar.

-¡Avisa que estás ahí, joputa!- Gritó. -¿Por qué las pandillas tienen que hacerlo todo tan difícil?

Cruzaron la calle mientras que Gustabo seguía quejándose del modo operandum de esos idiotas. Conway sólo apretaba el puente de su nariz, de todas las opciones ¿por qué le tocó este anormal?

Subieron a la moto y, con un perfect timing, comenzaron a oírse las sirenas de la policía. Entonces el rubio recordó al chico del teléfono.

-Es una trampa.

-¡Arranca!

Gustabo obedeció y arrancó la moto mientras pensaba en un plan de huida. En ese momento, los patrullas se dejaron ver.

-Dos centauros, un Z.- Informó Conway.

-Mierda, lo reglamentario de un robo. Esto no es una persecución cualquiera, para ellos acabamos de robar.

 Gustabo intentaba prestar atención al camino, conocía las reglas de sobra. No abrirían fuego si respetaba las normas y no ponía en riesgo a ningún civil. Confiado de sus habilidades de conducción, aceleró la moto trazando una ruta en su mente.

-Escucha. Iré a los montes, en cuanto estemos en la autopista, quiero que dispares a las Marys.- Informó Gustabo. -Son las únicas que pueden seguirnos.

-Buen plan.- El rubio sintió el orgullo invadirle, mas no era el momento de sentirse halagado.

Llegaron a la curva que daba paso a la salida de la ciudad. Conway no necesitó una señal, se dio la vuelta y comenzó a disparar a las Marys como habían acordado, mientras tanto, Gustabo intentaba usar a los demás vehículos como escudo.

Logró darle a la rueda delantera de una Mary y el Centauro cayó.

Gustabo debía confiar en el sujeto que tenía detrás, aún si casi no había intercambiado palabras con él. Si Juanjo confiaba en él para esto, entonces no podía estar mal.

La Mary restante acortó la distancia.

-¡Detengan el vehículo!- Gritó.

Desde el Zeta, el copiloto había comenzado a disparar en su dirección, solo podía rogar que aquello saliera bien. No podían ponerle cargos por dinero negro, pues no habían cobrado. Ni por droga, pues ya habían entregado todo. Pero si podían darle un balazo en la cabeza y de eso no hay quien te salve.

-La última salida está a pocos metros. ¡Es ahora o nunca, Hunter! Tendrá ventaja de altura.

-¿Crees que no lo sé, capullo? Concéntrate en lo tuyo.

Gustabo podía ver ya la salida, si su compañero no lo lograba, la Mary se frenaría y les dispararía ni bien subieran la primer montaña.

Podía oír que Conway disparaba, pero ningún aviso de su parte.

-Hunter...- Dijo nervioso.

-¡Que te calles!- Volvió a disparar. -Caído. Haz tu mierda.

Gustabo suspiró aliviado y dobló hacia la montaña. Escuchó como el Zeta frenaba y comenzaba a dispararle. El castaño intentó confundirse entre los árboles.

-Sostente.

Subió el primer monte y lo bajó correctamente, el segundo estaba lleno de arbustos y molestos árboles, tanto así que no fue consciente de que cortaba tan abruptamente.

-¡Mierda!- Gritó antes de caer.

Cayeron unos dos metros, la moto volcó y sus cuerpos rodaron en la tierra.

-Joder...- Gustabo llevó una mano a su cabeza, adolorido sobre todo en las piernas y el hombro.

Volteó para ver a su compañero, estaba tendido en el suelo no muy lejos de él, y a su lado descansaba el arma. Se sentó con unos quejidos y se arrastró hasta el contrario.

-Mierda, Conway...- Se quitó la máscara y la arrojó mientras colocaba una mano en el brazo del pelinegro para sarandearlo con suavidad. -¡Conway, ¿Me oyes!?

-Eres un grano en el culo...- Murmuró.

-Joder, ya está otra vez insultandome. Y yo que creía que eras un niño de bien.

-Capullo.- Se quejó desganado.

-¿Puedes moverte?

Conway intentó sentarse como él, pero un gran dolor de cabeza le invadió e hizo que soltara un quejido. Entonces Gustabo vio una herida en su cuero cabelludo que estaba sangrando, observó el suelo en busca de una explicación y se alivió al ver una roca manchada de rojo.

Al menos no fue una bala.

-Estás herido...

-Vaya observador que eres.- Gruñó.

-¿¡Puedes dejar tu humor de mierda un minuto en lo que intento ver si debo llevarte al hospital o no!?

Conway se quejó, mas no dijo nada. Gustabo se acercó al sujeto y le retiró la máscara con cuidado para ver bien su herida.

-Vas a necesitar puntos.- Sin esperar respuesta, tomó la radio de Conway y la encendió. -Necesitamos auxilio. Estamos heridos, pero vivos. Envío la ubicación por mensaje.

Gustabo sacó el teléfono de su bolsillo y gruñó al ver las grietas, suspiró frustrado y se aseguró de hacerle llegar la ubicación a su mejor amigo.

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21/07/20: Nos vemos en el siguiente cap, que también es un poquito cortito, jsjsjs sorry

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03/11/21: Mi definición de largo es cuestionable jsjs... Also, si... Puse los nombres de los streamers a quienes no se me ocurría que pinga ponerles jsdjjsd Casi pongo Segisworld y Grecolatino

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