XXVIII
Lia's pov.
(Fragmento sacado de Rise, capítulo 11)
- Kai... Quisiera que hablemos - dijo aquella chica de blanco uniforme tomándolo de las manos - a solas - añadió al ver que se acercaba su supuesta novia.
El chico asintió dudoso, ambos fueron a la biblioteca donde Lía cerro con llave, tomando sus precauciones ante Selena, sin que el joven se diera cuenta, hizo una barrera alrededor del cuarto, aislando por completo a la criatura.
- ¿De qué quieres hablar? - preguntó impaciente.
- Kai... Selena no es lo que parece - comenzó, le daba la espalda al chico, tratando de ocultar su rostro, tocaba cada lomo de cada libro, apreciando la textura de ellos.
- No es la única - respondió cruzado de brazos, Lía suspiro.
- Es cierto... Nada aquí es lo que parece - dijo tomando un libro antiguo, lleno de polvo color grisáceo, lo abrió en la página doscientos veinte, se lo entregó a Kai - Sólo lee.
- Hace siglos... - fue lo único que se le entendió, pues después fueron puros balbuceos - ¿qué?
La chica se giró, aura negro alrededor de su cuerpo descubriendo así su verdadero ser, no se atrevió a mirarlo a los ojos, pues esto sólo era el comienzo de semejantes revelaciones.
- Serví para Selena en un papel el cual no me arrepiento del todo - dijo alzando la mirada, Kai frucio en ceño en señal de que continuara, suspiro - asesinarte - sintió un vuelco en el estómago al oír semejante cosa - en el té de cada día.
Retrocedió un par de pasos dejando caer el té que tomaba, la taza se impacto contra la alfombra quebrándose así, derramando su contenido. La garganta del chico comenzó a cerrarse, la respiración se le dificultaba, llevó ambas manos a su cuello.
- ¿Qué fue lo que me hiciste? - preguntó tosiendo sangre, cayó de rodillas al suelo.
La puerta se abrió dejando ver a Selena, ojos de un rosa vivo, sus muñecas grisáceas como la roca, conformé avanzaba el lugar se volvía gris.
- Obedecerme - respondió la criatura, se acerco a él tomándolo del mentón, haciendo verla a los ojos - No te encanta - sonrió arrogante - lo conseguí todo.
De su mano ardió el fuego con el que inició el incendio en la biblioteca, Nya hecha piedra comenzó a quemarse.
- ¿Pero qué?
- Conseguí nuevos poderes - mencionó tomándolo del cabello - Viento, humo, sombra, fuego, hielo, agua, rayo, tierra, poder...
- ¿Tu cómo...? - su vista por momentos se tornaba negra.
- Tu fuiste quien me liberó del cautiverio, ¿no lo recuerdas? - Fuego avanzaba consumiéndolo todo - acabaste con el cetro de Chen, el lugar donde privada de mi libertad estaba.
- No...
- ¿No qué? Estas agonizando, al borde de la muerte, no podrás detenerme querido - azotó su cabeza contra el suelo haciendo que sangrara su nariz - triste realidad para ti que te haces llamar "héroe".
Las llamas arrasaron con todo a su pasó, Kai fue testigo de ello.
Desperté.
Tarde un rato en darme cuenta de mi entorno, todo estaba oscuro, traté de levantarme, dándome cuenta así de las cadenas que me mantenía privada de mi libertad, una gruesas cadenas oxidadas. Aún mi cabeza daba vueltas, mi vista en momentos se nublaba, todo por ese maldito segador.
Solté un suspiro de frustración.
Entonces lo noté. Delante mío había una pequeña mesa de madera, con una taza de porcelana muy bien decorada, dándole un aspecto fino, un pequeño recipiente con azúcar y su respectiva cuchara.
Quede algo confundido por eso.
La puerta se abrió entrando una figura bastante conocida para mí, Kai. Llevaba una vela en sus manos alzando así un poco. Lo que me dejó perpleja fue que entró en con una silla de ruedas, y en su regazo llevaba un par de prendas blancas. Su mirada chocó con la mía. Sonrió.
- Al fin despiertas - mencionó alumbrando las paredes, estábamos en una biblioteca, una onda fría estremeció mi cuerpo al notarlo, sus manos pasaron tocando cada lomo de los libros en el estante - Seguro que lo recuerdas ¿no es así?
Baje la mirada avergonzada de mi misma, como no olvidar el día en que lo traicioné por primera vez, el día en que se dio cuenta de mi verdadera identidad, el día en que por poco logro asesinarle.
- Te conocí como mi enfermera al perder la movilidad de mis piernas, sabía que algo andaba mal contigo, pero nunca llegue a pensar en que serias tu quién deseaba mi muerte - habló levantándose de la silla, entregando con ambas manos el uniforme blanco, ese uniforme algo quemado, el uniforme que portaba en esa ocasión.
- ¿Enserio lo conservaste? Que patético - desvíe la mirada, Kai tomó la taza acercándome a ella, su aroma inundó mis fosas nasales, como no olvidar la aroma de ese té que durante meses le preparé. Alejé mi rostro de él, su aroma me daba náuseas .
Ese té me debilitaba mentalmente, y Kai lo sabía perfectamente, pero él también tenía una debilidad, algo que lo atormentará por siempre, algo que nunca podrá olvidar ni perdonarse.
- ¿Papel de héroe después de todo? - su ojos se ensancharon al oír mi pregunta, su mano comenzó a temblar y el agua en sus ojos comenzó aparecer - la oferta sigue en pie, no tiene vencimiento.
- No... - dijo con voz quebradiza, su cabello cubría sus ojos - No... Yo no... Puedo.
Me acerqué más a él, tomé la taza sirviendo dos cucharadas de azúcar, las disolví en el líquido, una media sonrisa se dibujó en mis labios, tomé su mentón haciendo que bebiera de la taza sin ningún problema. Nuevamente el estaba bajo mi control. En cuanto se lo terminó acaricié su mejilla y luego la comisura de sus labios.
- Simplemente aceptalo, y no sufras - susurré antes de unir nuestros labios en un profundo beso.
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