XXI

Lloyd's pov.

Había algo que no veíamos, tiene que haber algo más, una explicación a los sucesos de los últimos meses. No es mera coincidencia que nuevamente nos reunamos después de ocho años, tiene que haber algo.

No esperé a que el auto se detuviera frente a la vieja joyería, para bajarme, Julene estaba aquí. Pode oír como me gritaban mi nombre, hice caso omiso, hasta llegar a ella.

Había cambiado mucho desde la última vez en que nos vimos, me sonrió con arrogancia, un mechón verde cubría la mitad de su cara, su cabellera rubia haciéndose claro hacia las puntas. Llevo una de sus manos a su cintura y la otra a su barbilla, separados por unos dos metros por mucho.

- Hola - dijo finalmente, el ojo que mostraba daba a entender las transformaciones por las que había pasado, negro con la iris morada, alrededor venas finas moradas, suspiro con pesadez bajando la mirada - ¿tanto me odias que ya ni siquiera te atreves a saludarme?

Entiendo ahora de donde heredó la arrogancia Damian.

- ¿Qué es lo que tramas...? - se acercó a mí, un estruendo me hizo callar, las cosas por delante al parecer no iban bien. El sonido de los disparos se hizo presente.

- ¿Crees que con tan solo preguntarme así como así lo soltaría todo? - dijo riendo por debajo, aparto el mechón verde poniéndolo tras su oído, mostrando así que aún es humana, su ojo marrón me veía con desprecio - eres patético - se llevó el dedo índice a los labios viéndome por el rabillo de ojo haciendo una pausa, sus mejillas fueron adquiriendo un color carmesí - ... Y violable.

Agregó con picardía. Pude sentir como mis mejillas se calentaban, volvió a reír. La tome por los hombros fuertemente llevándola contra la pared, milímetros era la distancia entre nuestros rostros, podía sentir como nuestra respiración se fundía.

- ¿Todo esto... Ustedes lo han causado? - bajo su mirada con una sonrisa ladeado, trato de zafarse, hice más fuerza en el agarre. Hizo una mueca, la estaba lastimado, aún así no afloje el agarre.

- Obra del destino - dijo sin más, sus palabras acariciaron mi rostro por la suavidad en que las dijo - sabes bien que algo así no existe.

- ¿Damian es parte de todo esto?

- ¿Todo esto? - esquivó mi pregunta, el mechón volvió a caer sobre su rostro, hice más presión con mi cuerpo, gimió levemente - sólo te diré algo... Habrá muertes que por más que te es fuerces no podrás evitar. 

- ¡Duende! - oí llamarme a lo lejos Brandon, sus pasos se iban acercando, hasta frenar - ¡Duende el puerco espín se está muriendo y tu aquí tirándote al enemigo!

Aflojé mi agarre, cosa que aprovechó Julene por supuesto, sus labios se posaron sobre los míos, en un beso apenas de cinco segundos, se fue apartado de mi con lentitud, dibujo una sonrisa antes de tirarme una patada en la entrepierna, por lo que caí de rodillas.

Puedo verla sonreír mientras desaparece por el portal.

Brandon's pov.

La carcancha aún no se detenía del todo cuando ya el duende iba dando saltos fuera de este, dirigiéndose a la parte trasera de la joyería. El pendejo del puerco espín lo llamó varias veces, atrayendo la atención de Kyrdiness y Luxord. Acompañados, si mis matemáticas no me fallan por unos cincuenta hombres, todos enmascarados con armas de fuego. Abrieron fuego.

- El Comité de Bienvenida - dije saltando traz el auto para protegerme de los disparos igual al señor hacer cincuenta sombras de Julien y el puerco espín con ego de montaña.

- ¿Quieres callarte? - histérico dijo el puerco espín, bufé. Los cristales se estrellaron a causa de los disparos.

Saque mi pistola cargándola, en cuanto mi mano rozó el mango de esta, me estremecí, hacia años que no tocaba un arma.

*

- Cabrón lo logramos - decía el wey cabeza tatuada mientras corríamos por el pasillo rumbo a la salida donde nos esperaban nuestros superiores, yo iba tras de él cubriéndole la retaguardia, este lugar no es seguro que digamos. Su felicidad estaba adelantada aún no nos salvábamos el pellejo cuando ya venía festejando el muy pendejo.

- Pendejo aún no salimos - contesté apresurado el paso.

- Cierra el océano cabrón, recuerdo que puedo volar te esa maceta terca tuya - amenazó adelantándose.

- Tsk - frené en seco igual que la cabra esa superior a mi, la pinche chuta del demonio nos impedía el pasó, apuntándome principalmente a mi con esas pistolas suyas.

- ¡de regreso! - ordenó corriendo de vuelta, paró, estábamos rodeados, el cabra me dio un codazo, empezó a disparar a los que teníamos por delante corriendo, en cambio yo a los que tenía atrás comenzando a correr tras  el wey.

- ¡¿Brandon... ?! - disparé al dueño de esa voz sin fijarme quien era - ¿por qué... ?

Dijo en un hilo de voz. En cuanto me giré vi a la chica del Instituto que tanto me gustaba caer de rodillas, su uniforme grisáceo se tenía del pecho rojo extendiéndose, solté el arma al verla como iba perdiendo la vida poco a poco a causa de una bala, no tardaron en llegar sus compañeros para esposarme.

*

- ¡Brandon! - fue abofeteado por el puerco espín sacando me de mi trance - ¿listo?

- Pendejo - dije acomodando me el chaleco antibalas, salté sobre el auto - ¡Llegó el puto rey!

Sin más comencé a disparar a los pendejos seguido por la reencarnación de Grey y el familiar de Goku quienes atacaban con sus poderes elementales.

Una risa psicópata salió de mi boca al volar la cabeza de uno de ellos, Luxord levantó la ceja.

- No eres tan distinto - susurró el parchado ~ Luxord ~ analizando me con una mirada de interés. Sé que soy sensual pero esa mirada ya era deseo a yaoi. Kyrdiness abrió un portal por donde desaparecieron no sin antes dar un último disparo.

- ¡Ahg! - el puerco espín aparto su mano de su pecho, su mano roja estaba, unas gotas cayeron al suelo antes de que el cayera, la sangre se iba expandiendo por su ropa, dejé caer la pistola al suelo, mis manos temblaban.

- ¡Busca a Lloyd! - me ordenó Zane, asentí para correr tras el negocio.

Damian's pov.

Después que se fueran, todos volvieron a lo suyo. Me centraba en el deporte.

- Doscientos diecinueve - conté con esfuerzo la abdominal, tocaron la puerta. Sigue con lo mío sin molestarme en abrir, vuelven a insistir, por lo visto nadie se ha dado cuenta de ello, solté un gruñido.

Coloque una toalla alrededor de mi cuello sin molestarme en ponerme una camiseta y zapatos, al abrir me encuentro con una chica más baja que yo, cabellera negra con las puntas blancas, unos ojos azul eléctrico. Se sonrojó al verme de tal forma, frucí el ceño, dedicándole una mirada de indiferencia. Me la regresó.

- Hola - saludo la chica entrando a la casa como si fuera suya.

- ¿Y tu quién te crees que eres? - le pregunté sin cerrar la puerta.

- ¿Quién soy? Así soy Adair, hermana de Larxene - dijo colocando su dedo índice en su barbilla sonriendo. Esa sonrisa suya no es de fiar.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top