Capítulo 9 (FINAL)


Trigger warning: En este capítulo se tratan temas delicados como la pérdida de seres queridos. Lean con precaución y si están pasando por un momento difícil respecto de dicho tema, no lean a menos que se sientan listos.





* * *




Jungkook emergió entre las sábanas del colchón donde dormía. Restregó sus ojos con sus dedos, tenía demasiado sueño por haberse acosado tarde la noche anterior. Había estado de fiesta con sus amigos.

Estiró todo su cuerpo, arqueando su espalda y soltando un gran bostezo. Cuando miró hacia un costado, vio la funda de guitarra que Jimin le había regalado. No había sacado el instrumento de ella aún. Había estado demasiado ocupado estando enojado con Jimin, que no se permitió volver a ver su regalo.

Se puso de pie a duras penas, parte de la sábana que tenía encima cayó al suelo y sus piernas quedaron descubiertas, en contacto con el aire frío de la habitación. Vestía shorts, pero no hacían nada para abrigarle, tampoco su camiseta de manga larga, por lo que se apresuró a tomar la funda de una de sus correas y llevó consigo la guitarra hasta volver a sentarse en el colchón. Se tapó, acobijándose lo más que pudo, y abrió el cierre de la funda, encontrándose nuevamente con aquella guitarra eléctrica de color rojo y blanco.

Acarició el cuerpo, sintiendo la textura totalmente lisa y fría de la superficie con la yema de sus dedos. Brillaba con el reflejo de la luz del día, provocando destellos cuando el sol golpeaba en las cuerdas metálicas. Era bellísima, sin dudas, el tipo de guitarra que había visto por años colgada y expuesta en las vitrinas de las tiendas de música, y que había visto a sus ídolos tocar. Una suave sonrisa se dibujó en sus labios al pensar en que Jimin había pensado en ese regalo especial para él. Había llegado a la tienda de conveniencia con una sonrisa enorme, como si no pudiese contener la emoción de mostrarle el regalo que había conseguido para él. Pero él no había logrado verlo en ese momento por la repentina confusión y el posterior enojo.

Una punzada de culpa atacó su pecho, sintiéndose mal por haber reaccionado como lo hizo en ese momento. Jimin era su felicidad, su luz, su todo. Verle sonreír era lo que más quería cada día. Su sonrisa y sus ojos, ambos resplandecientes y desbordados de emoción, era todo lo que Jimin merecía sentir y expresar libremente.

Se colocó la guitarra en su regazo en posición para tocar. A pesar de que necesitaba un amplificador para que produjese sonido, el vibrar de las cuerdas era suficiente para él en ese momento. Tocó la melodía que mejor sabía, de la canción que hablaba de no querer despertar hasta que finalizara septiembre. Septiembre, el mes de su cumpleaños.

Puso una vieja casetera, reproduciendo esa misma canción y siguiéndola con su guitarra, cerrando los ojos y dejando que el instinto ya adquirido en sus dedos le guiara por sí solo.

Conseguiría en algún momento un amplificador, y podría tocar el solo de guitarra eléctrica de esa canción.

Sintió una caricia en su espalda baja, sobre su piel desnuda. Se giró un poco y Jimin estaba boca arriba, mirándole con sus ojos casi cerrados, lleno de sueño aún. Su cabello suave estaba revuelto y parte de su rostro algo rojizo por estar apoyado contra la almohada por un largo tiempo.

Le dedicó una sonrisa de buenos días y dejó la guitarra apoyada en el suelo, para liberarse y poder recostarse sobre Jimin, abriendo sus brazos y envolviéndolo por completo en un abrazo apretado.

- Te amo, en serio lo hago - dijo, y una pequeña risita que soltó Jimin le hizo cosquillas en el cuello.

- ¿Lo haces? - preguntó con tono juguetón. Jungkook respondió afirmativamente con un ronroneo, acariciando el costado del cuello de su amigo con su nariz - ¿Y lo harás siempre?

- Sí, siempre - respondió soltando su aliento caliente, sus labios tocando la piel de Jimin.

- Siempre como... ¿para toda la eternidad? - insistió, a lo que Jungkook rió y se alejó un poco para hacer contacto visual.

- Siempre como... para siempre - soltó con una risa, porque no había otra manera de interpretar un "para siempre". Jimin le siguió, riendo también - Te amo para siempre. De aquí hasta el resto de mi vida - se inclinó, acercando sus bocas - De aquí al final de los tiempos - unió sus labios.

- ¿En todos los universos?

- Sí, en todos ellos.

- ¿Y en todas tus vidas?

- Sí. Voy a amarte en cada una de mis vidas.

Para demostrar su amor, Jungkook llenó de besos el rostro de Jimin, haciéndole reír. Bajó lentamente, plantando besos en su pecho, y siguió por la línea media de su abdomen. Mantuvo sus ojos en él, para ver cómo le sonreía disfrutando de la atención. Sentía en sus labios el calor de la piel de Jimin, y con su nariz su perfume. Dio un último beso antes de su obligo, y apoyó la cabeza de lado allí, justo a un lado del tatuaje que juntos se habían hecho. Permaneció así, recostado, con sus manos en la cintura de su amigo y sus pulgares acariciando la suavidad de su piel.

Ese tatuaje era una de las manifestaciones de la personalidad impulsiva de Jimin. No lo había pensado ni un segundo antes de someterse a una aguja y a tinta permanente en su cuerpo. Había querido compartir algo eterno con él, así que simplemente había ido a por ello.

Las manos de Jimin fueron a parar a su cabello, y comenzó a peinar mechones de éste con sus dedos. Amaba eso. Amaba cómo le hacía sentir. Amaba cada momento estando en su propia piel gracias a Jimin. Era una persona capaz de arrancar todos los recuerdos oscuros en su mente, y hacerle amar cada segundo de su vida.

Eso, lo que tenían en ese instante, era todo lo que necesitaba.

El buen momento se rompió con los gritos de su madre y su novio, y también por la obligación de tener que ir a clases. Entonces, se vistieron y se fueron tan rápido como les fue posible.

Como era parte de la rutina, al terminar las clases iniciaba su jornada laboral. Jimin llevó a Jungkook en su bicicleta a la tienda de conveniencia y se despidieron con un beso.

- Vendré por ti como siempre - aseguró Jimin con una sonrisa y se alejó pedaleando en su bicicleta.

Las horas se pasaron mientras Jungkook atendía clientes y escuchaba música en la radio de la tienda. Algunos clientes habituales le daban un poco de charla, como una anciana que le contaba de sus nietos, que ya habían crecido y que estaban por iniciar el colegio. Decía que esperaba que no tuviesen dificultades y que pudiesen adaptarse bien.

- Hoy en día es mucha la competencia - decía ella algo preocupada mientras tomaba las bolsas con algunos jugos, leche, y paquetes de fideos y arroz - Yo sólo quiero que se mantengan saludables y felices - suspiró.

- Seguro todo saldrá bien - dijo él, su voz algo baja pero amable. No se le daba muy bien socializar con otras personas, pero lo intentaba cuando querían hablar con él.

La señora estuvo de acuerdo y le saludó antes de cruzar la puerta de vidrio y salir de la tienda.

Jungkook observó a la señora alejarse mientras un pensamiento cruzó su cabeza, y era que a él le hubiera gustado tener alguna persona así en su familia, alguien que le cuidara y que le quisiera ver feliz. Ya habiendo crecido y teniendo la compañía de Jimin, era que se había dado cuenta de cómo le había afectado la falta de cariño y cuidado.

Cuando era más joven lo veía como algo común, su madre había sentido rechazo hacia él siempre, así que él nunca esperó algo diferente. Pero la edad le había hecho volverse más consciente de ese hecho, viendo cómo otras familias eran saludables y se preocupaban el uno por el otro. Entonces, unió los puntos, y comprendió que incluso aunque se hubiera acostumbrado a esa dura realidad, había un deseo natural de todo niño de ser querido por sus progenitores. No había sido su caso, así que ese amor lo buscó en Jimin y sus amigos. Por lo mismo, antes de que Jimin se confesara ante él, nunca pensó posible que su amigo se enamorara de él.

Al pasar las horas de trabajo, y acercarse la hora en que Jimin tenía que llegar, estuvo al pendiente del reloj en la pared, volviendo el paso del tiempo más lento aún.

Finalmente, logró ver a Jimin llegar con su bicicleta y estacionar fuera. Sacudió su mano desde allí, saludándole con una gran sonrisa. Ya era hora de irse.

Jungkook se preparó, y en cuanto su compañero llegó él se fue de allí, subiéndose a la parte trasera de la bicicleta de Jimin y dirigiéndose ambos a la casa de su amigo como todas las tardes.

Mientras Taehyung le explicaba cómo tocar una nueva canción a Jungkook, Jimin entraba a la habitación con dos cajas de pizza que apenas había traído el delivery. Estaban hambrientos, así que ni bien él las apoyó sobre la alfombra del suelo, Jungkook y Taehyung bajaron de la cama, dejando la guitarra sobre el colchón. Los tres se sentaron en el suelo para comer y acompañaron la comida con algo de cerveza y coca-cola.

Estaban discutiendo de estilos musicales y bandas favoritas, cuando se escuchó un sonido en la habitación.

Jimin sacó de su bolsillo un celular. Encendió la pantalla y permaneció mirándola.

- ¡No sabía que tenías celular! - dijo Taehyung sorprendido - Tienes que pasarme tu número.

- No es para uso personal... es para el trabajo - aclaró con una sonrisa algo incómoda. Taehyung no lo notó, pero Jungkook sí y entendía por qué.

- Oh, eres todo un hombre de negocios - bromeó.

Mientras Taehyung seguía hablando y comiendo, Jungkook notó que Jimin estaba escribiendo un mensaje mientras que la expresión en su rostro parecía preocupada, o al menos demasiado seria.

- ¿Algo está mal? - preguntó. Le inquietó que Jimin recibiese un mensaje de su trabajo. Su amigo suspiró cansado antes de responder.

- No, es sólo que necesitan que haga una entrega ahora, un paquete que no fue entregado cuando tenían que haberlo hecho - dijo con algo de irritación, volviendo a guardar su celular en el bolsillo de su pantalón y poniéndose de pie.

- ¿Saldrás ahora? - Taehyung preguntó, pero Jungkook tenía otros planes en mente.

- Iré contigo.

- ¿Qué? - Jimin alzó las cejas como si le hubiese dicho una locura - No, no vendrás conmigo - negó de inmediato.

- ¿Por qué no? - su voz sonó desafiante esta vez, presionando - Es sólo una entrega, ¿cierto? Puedo acompañarte. Voy contigo, hacemos la entrega y volvemos.

- No - repitió. Intentó usar un tono suave, pero era obvio que no quería que Jungkook fuera con él. Algo de tensión se produjo en el ambiente - Será rápido, y será aún más rápido si voy en bicicleta y no llevo a nadie. Está bien, ¿de acuerdo? - preguntó, ante la expresión recelosa de su mejor amigo - No es la primera vez que me llaman fuera de horario.

Mientras Jimin se ajustaba su chaqueta y preparaba para irse, Jungkook lo miraba cruzado de brazos, mordiéndose la lengua para no empezar una pelea. Jimin salió de la habitación y él se quedó en el suelo y en silencio. Taehyung giró su rostro para mirarle, sospechando que algo no estaba bien entre ellos.

- ¿Qué sucede? Algo parece haberte molestado.

No era algo de lo que debería hablar sobre Jimin con otros. No se suponía que todos se enterasen del tipo de trabajo que tenía, ni de los problemas en su relación. Pero, se trataba de Taehyung, no de todos. Taehyung se había vuelto uno de sus amigos más cercanos, y Jungkook no podía aguantar más tiempo el nudo en la garganta por sí solo.

- Jimin está vendiendo droga.

Así de brusco como lo lanzó al aire, Taehyung abrió su boca en shock. Jimin era un chico que rara vez se metía en asuntos que pudiesen ser problemáticos. De alguna manera, él simplemente era demasiado sano en comparación a muchos otros en aquel ambiente. Siempre habían sido conscientes de las consecuencias que podían traer los malos hábitos cuando ellos eran chicos que vivían más en la calle que en sus casas. Si no tenían principios y una voluntad fuerte, caer en la mala vida era demasiado fácil. Yoongi, por su parte, había sido el único que había comenzado a coquetear con el mundo de las drogas. Él aseguraba no consumir y sólo vender, pero ¿cuánto tiempo pasaría hasta que la tentación fuera más fuerte?

- ¿Por qué? - Taehyung preguntó ante la confusión.

- Por dinero - negó con la cabeza al si quiera recordarlo, mirando hacia abajo en sus manos. Con sus uñas intentaba arrancar la piel de la equina de uno de sus dedos pulgares, los nervios inconscientemente haciendo de las suyas.

- ¿No se suponía que era delivery de comida?

- Mintió - respondió, el rencor volviendo su voz rasposa y grave. Taehyung exhaló molesto, también parecía indignado y ofendido.

- Él estaba actuando demasiado extraño ahora. Habrá tenido un problema.

- Me aterra si quiera pensarlo.

- Vamos - dijo de repente.

- ¿Qué?

- Vamos con él.

Taehyung se puso de pie y tomó a Jungkook de su brazo con ambas manos y tironeó de él para que le siguiera. Bajaron las escaleras corriendo, se colocaron sus abrigos y calzado y salieron de la casa.

A lo lejos, vieron a Jimin en la bicicleta, ya emprendiendo su viaje.

El plan de Taehyung era seguirle de cerca, asegurarse de que todo estuviese bien y volver los tres a su casa. Jungkook sabía que, si Jimin los veía, iba a enojarse. Probablemente comenzaría a sentirse agobiado y a preguntarles por qué no podían confiar en él y dejarle hacer su trabajo. Jimin siempre aseguraba tener todo bajo control. Él siempre sabía lo que hacía.

Corrieron por algunos tramos, doblando en las mismas calles que Jimin lo hacía. Cuando Jimin se detuvo en una esquina. Ellos también lo hicieron, en la esquina contraria. Taehyung sostuvo a Jungkook de la muñeca cuando éste dio un paso adelante al ver que un auto se estacionaba justo a un lado de Jimin. Al parecer iniciaron una conversación y Jimin dejó su bicicleta contra la pared del edificio y se acercó a la ventanilla del auto.

Jimin dijo algo, pero inmediatamente dio un paso atrás cuando una mano con un arma se asomó por la ventanilla.

Se oyó un disparo, y el sonido explosivo se propagó por toda la calle.

El cuerpo de Jungkook se quedó duro, sus oídos se inundaron con un pitido.

Como pudo, siguió con sus ojos la escena. Vio a Jimin caer al suelo, e inmediatamente bajaron dos hombres del auto, recogieron el cuerpo, abrieron el baúl, y como si se tratase de una bolsa de basura, lo lanzaron dentro, cerrándolo luego.

Todo sucedió en segundos. Al principio parecía como estar viendo una película y no la realidad de su vida. Ajeno.

Pero luego tembló. Todo su mundo tembló. Y se sintió como caer a un pozo sin fondo cuando vio el auto arrancar y avanzar.

Su corazón empezó a latir rápidamente y se echó a correr, pero Taehyung lo detuvo bruscamente, poniéndose frente a él.

- ¡Hay que irnos! - dijo desesperado, sus ojos rojos y llenos de pánico.

- ¡Suéltame! - le empujó, queriendo sacárselo de encima.

- No puedes hacer nada - dijo con el llanto atascado en su garganta - ¡Van a matarte!

- ¡No me importa! - Jungkook soltó un grito gutural, su pecho partiéndose al medio.

Taehyung le dejó, dando un paso atrás y sus lágrimas comenzaron a inundar sus ojos.

Jungkook corrió, alejándose de él. Corrió siguiendo las lejanas luces de aquel auto, pasando del charco de sangre que había ahora a un lado de la acera.

Corrió y gritó. Y a medida que las luces se volvían más y más lejanas, y se perdían entre las luces de la calle, de los semáforos o de alertas de tránsito, su corazón se rompía en más pedazos.

No se lo lleven. No me lo saquen.

Cuando perdió el auto de vista, comenzó a tomar caminos aleatorios, alternando entre correr y caminar, doblando en esquinas, siguiendo callejones, luego algunas calles más transitadas. Caminó y corrió, y mientras tanto le llamaba.

- ¡Jimin!

Caminaba, mirando hacia todas direcciones, queriendo encontrar algo, queriendo saber dónde se lo habían llevado. Las calles estaban silenciosas y el sonido del tráfico era lejano. Por momentos no podía ver, sus ojos estaban empañados por las lágrimas. Su cabeza dolía, el sudor bajaba frío por su nuca, y su pecho estaba comprimido. Estaba agitado, estaba jadeando, pero aun así seguía caminando, con sus ojos desesperados por encontrar aquel auto.

Y mientras tanto, le seguía llamando.

- Vuelve por favor... - sollozó. Escondió su rostro en las palmas de sus manos y se dejó caer de rodillas al suelo. Ya no tenía fuerzas - No es cierto... - susurró, su voz acongojada, sus lágrimas filtrándose por sus labios, su pecho aplastándose.

Agonía era lo que sentía.

Se apretó el pecho con su mano, dolía demasiado.

- No es cierto - repitió. Negó con la cabeza repetidas veces. Una y otra vez, mirando hacia el final de la calle, silenciosa y desolada.

Era su Jimin.

Se suponía que iban a envejecer juntos.

Pasó toda la madrugada divagando por las calles, sollozando. Aullando como un lobo solitario y herido. La angustia era tanta que no tenía aire. Le estaba ahogando, le estaba exprimiendo la vida, pero incluso así la muerte no llegaba.

Si era posible morir de angustia, él lo haría en cualquier momento. Era más de lo que podía soportar. Demasiado pesado, y él ya no sentía que nada pudiese sostenerle.

Se metió a un bar que encontró por allí y bebió todo el alcohol que pudo, con el dinero que tenía en sus bolsillos. Media hora fue suficiente para embeber su mente y su cuerpo en alcohol.

Entonces, volvió a la calle, caminando sin rumbo, hasta que se topó con un grupo de chicos. Éstos estaban formando un círculo en el suelo, reparados de la vista de otros por bolsas y contenedores de basura. Tenían sus brazos al descubierto y jeringas en sus manos. Agujas en las venas.

Necesitaba encontrar algo que pudiera hacerle olvidar lo que estaba pasando. Un golpe en la cabeza o una sustancia que borrara todas sus memorias.

Entonces, esa fue la primera vez que probó la heroína, con el ardor corriendo por el interior de sus venas y calentando su cuerpo, adormeciendo poco a poco esa aprensión en su pecho, llenando ese oscuro y profundo agujero. Al principio había sido extraño y molesto, pero pocos minutos después no hubo más nada en su mente. No hubo nada en su pecho. Nada dolía.

Y olvidó lo que había estado buscando esa noche. Olvidó por completo lo que había perdido. Como si se hubiese tratado de un viejo libro, o una simple caja de cigarrillos, o las llaves de su casa. Pero no era cualquier llave la que había perdido. Era la única que lograba encajar consigo y darle sentido a todo lo que le rodeaba.

El último pensamiento que tuvo fue que le despertaran cuando terminara Septiembre.

O tal vez nunca.

Jungkook nunca había comprendido realmente el significado de una de sus canciones favoritas, ese deseo por huir del dolor. Esa necesidad de dormir hasta que todo acabase.

Pero Septiembre pasó, y él deseó seguir durmiendo. Y lo hizo por mucho tiempo. Las sustancias le mantuvieron dormido, empujaron al fondo todos sus sentimientos, todo su dolor.

Sin embargo, Taehyung le despertó. Y estar despierto se sentía como la mierda.

Al principio la luz brillante y blanca le cegó, y estaba confundido por no saber dónde estaba. Una persona vestida de blanco comenzó a hablarle, comprendió luego que era una enfermera.

Tenía algunos cables conectados a su cuerpo, y las máquinas a su alrededor hacían sonidos de pitidos leves, midiendo sus signos vitales.

Su organismo había sido limpiado de los opioides. Y eso apestaba, porque la vida era una mierda cruel y sin sentido.

Caminó por el pasillo del hospital, su mirada era pesada y sin emociones. Se acercó al mostrador, apoyó sus codos y miró a la chica que estaba del otro lado.

- ¿Qué mes es? - preguntó secamente, su voz áspera. La chica le analizó unos segundos antes de contestar.

- Diciembre.

Diciembre.

Ya había sido suficiente.

Recogió sus papeles donde registraban que le daban el alta, y caminó hacia la puerta de salida.

- ¡Jungkook! - Taehyung corrió hacia él, y le sonrió un poco - Despertaste.

- ¿Qué hago aquí? - le preguntó, su tono enojado y nada alegre por verle. Taehyung dejó de sonreír.

- Estabas... enfermo - dijo - Tenías una infección y... estabas intoxicado.

Miró a Taehyung como si le doliera simplemente respirar el mismo aire.

Necesitaba olvidar todo de una vez.

No dijo nada, simplemente le esquivó y siguió caminando hasta salir del hospital. Su antiguo amigo le siguió.

- ¿A dónde vas? No estás en condiciones para irte solo. Ven a mi casa.

- Déjame solo - respondió.

- No puedo, no lo haré. No puedes estar así, no más.

Jungkook se giró y le empujó en el pecho, alejándolo de él.

- ¡Dije que me dejaras solo! - le gritó - Me importas una mierda. No te necesito. No necesito nada.

Continuó su camino, hacia su casa. No estaba demasiado lejos, pero Taehyung le siguió los pasos, casi pisándole los talones.

- Sé que desaparecí por todo este tiempo, pero... lo siento. Yo... aún no lo supero. Fue - a Taehyung se le fue la voz - demasiado horrible. No podía enfrentarlo en ese momento - hizo una larga pausa - Pero quiero ayudarte, quiero que estés bien. Él querría verte bien.

Jungkook se giró y sus manos fueron hacia el cuello de Taehyung. Cerró contra su garganta sus dedos pulgares y lo empujó contra una pared. Los ojos de Taehyung se abrieron grandes, sorprendido y asustado. Los dedos de Jungkook se clavaron al costado de su tráquea, y comenzó a ahogarse.

- No me interesa que no hayas vuelto - Jungkook soltó entre dientes, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas - No quiero nada de ti. No quiero nada de nadie - negó con la cabeza. Sus manos estaban rojas al igual que el rostro de Taehyung - ¿Él querría verme bien? - le preguntó - Él está muerto.

Taehyung sostuvo con sus manos los brazos de Jungkook y con la poca fuerza que le quedaba intentó que le soltara, tironeando desesperadamente su ropa y sus brazos.

Jungkook había pasado todos esos meses bajo los efectos de la droga, y no recordaba exactamente cómo había logrado sobrevivir tanto tiempo. Sólo recordaba que cada vez que el efecto de la droga golpeaba su cuerpo, y se dormía profundamente, se llenaba de una sensación similar a la que tenía cuando estaba con Jimin. A cuando Jimin le hablaba al oído por las mañanas, cuando le abrazaba, cuando le acariciaba el pecho y le decía lo mucho que le quería.

Cuando estar vivo se sentía correcto.

Entonces el recuerdo de la muerte de Jimin le consumió. El recuerdo de que ya no le tendría consigo para toda la vida volvió a hundirle en esa mezcla espesa de angustia y desesperación.

Él no necesitaba grandes cosas. No necesitaba una guitarra eléctrica.

Soltó un sollozo estrangulado, y con eso soltó el cuello de Taehyung.

- Déjame. No quiero verte nunca más - sus lágrimas corrieron por su rostro y cayeron al llegar a su mentón.

Taehyung no le siguió, permaneció en el suelo, tosiendo a medida que intentaba recuperar el aire.

Jungkook caminó, con dirección a su casa.

Él no había necesitado grandes regalos. No necesitaba ni la comida ni las golosinas. No necesitaba toda la leche de banana que el dinero pudiese comprar. No necesitaba una casa nueva, ni ninguna clase de lujos.

Jungkook no necesitaba dinero, no lo quería.

Todo lo que él quería era tener a Jimin a su lado. Con eso le hubiera bastado.

Atravesó el jardín delantero de su casa y llegó a la puerta. Entró sin llave, porque la cerradura estaba rota.

Estaba sucia y desordenada como la recordaba, la televisión encendida pero no había nadie alrededor. Cruzó el pasillo y llegó hasta su habitación. Miró a su alrededor y vio la funda de su guitarra. Estaba abierta, y vacía. Se acercó, se agachó, y con sus rodillas contra el suelo tocó el interior de la funda sintiendo la tela con sus dedos.

Se la habían llevado.

Se inclinó hacia delante, apoyó su frente contra la tela y lloró.

Si alguien le hubiese dicho que para tener dinero y lograr ese soñado futuro juntos, Jimin iba a arriesgar su vida, él se hubiera rendido a todo con tal de que las cosas se quedaran como antes.

No quería nada de eso, no le importaba.

Todo lo que Jungkook quería era estar con Jimin. Eso hubiera sido suficiente para él.

"Quiero que seas feliz".

Él ya lo era. Lo había sido.

Luego de abrir el baúl del auto del novio de su madre aparcado fuera de la casa, y que los recuerdos horribles de esa noche azotaran su cabeza, sacó el barril de gasolina de allí. Lo llevó consigo al interior de su casa, vertiendo todo el contenido en la alfombra de la sala y en el sofá frente a la televisión.

Consiguió una jeringa con aguja que estaba guardada en un cajón de su habitación, y miró la mesa llena de cigarros -usados y no usados- llena de suciedad y restos de comida. Un plato con una porción de pizza a medio comer y una lata de cerveza abollada.

A un lado, había un frasco de pastillas, de las cuales tomó un par, no importaba cuántas, las hizo polvo, las disolvió en la cuchara con agua que siempre utilizaba para hacer la solución de heroína. Con la llama de un encendedor bajo la cuchara hirvió la solución.

Miró los cigarrillos, esparcidos por la mesa. Tomó uno consigo y lo prendió. Inhaló el humo hasta sentir el calor en sus pulmones, y se recostó contra el respaldo del sofá, dejando todo su peso caer.

Jungkook no lo decía, pero solía imaginarse lo que su vida sería en un futuro. Y en ese futuro siempre había estado Jimin.

Pero, ¿Qué clase de futuro iba a ser, entonces, si la primera vez que subiera a un escenario a tocar la guitarra Jimin no iba a estar ahí para verlo? Porque se suponía que cuando eso sucediera, él miraría al público y Jimin estaría en primera fila, sonriendo inmensamente por él.

Cuando terminara el colegio, se suponía que Jimin lo terminaría con él. Y cuando se mudara al fin de su casa, Jimin estaría en la sala de estar, dejando las cajas con todas sus cosas. Y ese sería su nuevo hogar. El hogar de ambos.

Así se suponía que tenía que ser. Porque no se suponía que se fuera antes de tiempo.

Entonces, de todas las fotografías que había tomado de su futuro en su mente, Jimin automáticamente se borró de ellas. Se esfumó como el fantasma que era.

Aunque el público bajo el escenario cantara a todo pulmón y llenara el lugar, para Jungkook iba a estar vacío. Y cuando terminara el colegio, ese "Estoy orgulloso de ti" que tanto esperaba escuchar jamás llegaría. Y su futura casa no se sentiría como un hogar.

Iba a faltarle su risa, sus chistes, sus caricias, sus locuras.

Soltó la última bocanada llena de humo y lanzó el cigarro encendido al suelo. Ató el elástico a su brazo como solía hacerlo, tomó la jeringa que ya contenía la solución de Xanax, y cuando la vena del doblés de su brazo se mostró hinchada la pinchó con la aguja. Lentamente hizo presión con su pulgar sobre el émbolo y el líquido entró, se mezcló con su sangre y se transportó por su cuerpo.

Jimin era su todo. Su hogar, el lugar donde se sentía seguro, donde siempre querría volver y estar. Donde podía ser él mismo y abundaba todo el amor que no había recibido de su familia. Porque Jimin era para él. Todo lo que necesitaba y todo lo que quería. Y le extrañaba más que toda una vida.

Necesitaba algo más de tiempo, pero el tiempo no podía pedirse prestado. Porque no le parecía suficiente los momentos que habían pasado juntos, ni las risas y abrazos que habían compartido. Porque no se sentían suficientes los besos que le había dado, ni la cantidad de veces que le había dicho "Te amo". Porque tendría que habérselo dicho más veces.

Y es que las almas jóvenes creen que siempre habrá un mañana. Pero, a veces el mañana es demasiado tarde.

Jungkook cerró los ojos, y recostado contra el respaldo del sofá se sentía abrazado. El dolor poco a poco se adormeció.

Había estado dormido por meses, soñando y flotando entre los recuerdos bonitos de su vida con su mejor amigo.

No importaba cuánto tiempo pasara, nunca iba a entender por qué había tenido que ser así. Su mejor amigo se había ido, y ya no iba a volver.

Ni un mar de lágrima y súplicas le traerían a Jimin de vuelta. Se lo habían arrancado.

Todo el amor que sentía por él, ya no tenía un lugar de destino.

Poco a poco el fuego se avivó y las llamas comenzaron a avanzar por toda la habitación, consumiendo lo que sea que había a su paso.

Deseaba haber podido hacerle comprender a Jimin que él no necesitaba nada. Que él no quería que se pusiera al hombro el futuro de ambos.

Deseaba poder volver el tiempo atrás, a cuando las cosas eran más fáciles. Deseaba haberle dicho más cosas, hacerle saber que no había prisa, que ambos estarían bien.

Le diría que ambos eran perfectos así.

El aire en la habitación se había vuelto caliente y la piel de Jungkook brillosa por el sudor. El reflejo del fuego anaranjado en su rostro bailaba como las luces sobre el rostro de Jimin la noche de su primer beso en la playa.

Jungkook inspiró profundo, sintiendo un aleteo en el pecho y en el estómago. Todo su cuerpo estaba relajado, y aunque estuviese vestido sentía caricias en su piel, yemas de dedos suaves corriendo por sus brazos. Y de fondo escuchaba música, cuerdas de guitarra y la voz de Jimin por debajo, acompañando las melodías que él había logrado aprender.

Le conoció cuando se sentía como un muñeco olvidado y abandonado en un arrumbado ático. Jimin lo tomó, y con sus gentiles manos le había vuelto el brillo a la porcelana y cubierto las grietas.

Le conoció en una oportunidad única en cien vidas, y aunque deseaba cambiar su final, estaba agradecido de que le hubiera marcado como el tatuaje permanente que llevaba en su piel.

Había sido lo más lindo de su vida.




FIN



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No quise poner un trigger warning muy explícito porque no quería mal predisponerlos o que se centraran en todo el capítulo en quién iba a perder la vida en la historia, o qué iba a pasar, porque ese no es el punto de este final. Pero tampoco quería que si alguien está pasando por un momento delicado respecto del tema "muerte", se sintiera aún peor.

Probablemente quieran asesinarme, y entiendo el sentimiento, pero hace tiempo ando dando vueltas alrededor de este tema, y aunque en un momento pensé en no ir tan profundo en la descripción de las escenas y las emociones, son cosas que tengo adentro y quería expresarlas como siempre lo hago acá. Poner esta angustia que guardo en un cajón para que no me moleste en mi día a día, pero está. Está y está bien que esté. Es el dolor del amor que ya no podemos darles a los seres queridos que se van.

Sólo para aclarar: Si les parece familiar la escena de prender fuego la habitación, quiero decir que no tiene relación con el Bangtan Universe. Esa escena la saqué de una idea que tuve para una historia que nunca terminé de escribir en 2014 (aprox), y aún no conocía a Bangtan. Y quería usarla.

Por otro lado, escribir un final trágico no fue para agregar drama, sino porque realmente quería tocar este tema de forma directa y necesitaba que sea así. No se centren en el hecho de ellos no estando juntos y muriendo, sino en los sentimientos.

Desde muy chica he tenido que pasar por pérdidas, e incluso después de tantas veces, no duele menos, incluso duele peor, pero lo que cambia es que puedo verlas de una manera algo diferente. La última pérdida que tuve fue hace dos años, y me duele tanto como esa primer noche de mierda, cada vez que lo recuerdo. Es algo, que siento que muero lento cada vez que me acuerdo de eso.

La muerte de Jungkook no es literal, sí en el marco de la narración y la historia, pero quiero que sea visto más como una representación de lo que se siente perder a alguien, y que morimos con esa persona, a pesar de que no nos quitemos la vida literalmente. Quitarse la vida no es una opción, entendí eso gracias a que mi salud mental mejoró después de terapia y mucho trabajo personal. Hay partes que mueren pero otras pueden seguir siendo alimentadas y llenadas de amor aunque esa persona no este o aunque no tengamos cosas resueltas.

Cuando recuerdo mi pérdida, en esos momentos siento que soy solo eso y nada más. Y lloro, y lo dejo ser, prendo fuego mi habitación y me dejo consumir. Pero después respiro y vuelvo a nacer, de alguna manera, porque así como algunas cosas me hacen morir, otras me hacen nacer.

Quiero vivir una vida donde pueda ser consciente de que tengo que agradecer todo lo que tengo y no dar nada por sentado, no dejar nada para mañana. Porque una tarde pensé que al otro día iba a ver a mi prima luego de su cirugía, pero ella nunca volvió.

Yo tengo una red de apoyo, pero en esta historia Jungkook no la tenía más allá de Jimin y algunos de sus amigos, que también puede verse como una representación de que estando con el dolor de las pérdidas todos nos sentimos solos en el mundo o como que no hay nada que pueda darle sentido a las cosas otra vez.

Jungkook volviéndose adicto representa ese deseo por borrar nuestra memoria y dejar de tener aquellos recuerdos que profundizan el dolor.

Pero por otro lado, al final de ese dolor y de esa muerte que sentimos, logré encontrar un poco de "paz" en el pensamiento de agradecer haber conocido y tenido a esa persona en mi vida. Y espero que ese sentimiento de agradecimiento y felicidad por haber sido parte de mi vida, se haga más fuerte que el dolor de la pérdida algún día.

Jungkook se dejó ir, agradeciendo y aceptando que su vida con Jimin había sido buena, quedándose sólo con eso y olvidando el dolor.

Así que esto fue todo por esta historia.

Voy a estar actualizando otras historias. Para cuando suba este capítulo va a haber disponible el prólogo de una nueva historia, esa será Jikook, para quien quiera engancharse con una historia nueva.

Por otro lado, esperen con ansias la actualización de otra historia que estoy preparando que será Kookmin. Será un poco triste al principio, tendrá una vibra melancólica, pero va a ser muy linda de todas formas, y sé que no se arrepentirán de leerla.

Nos leemos próximamente, gracias a quienes llegaron hasta acá y por todo el apoyo 🩷

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