Chapter five

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Para hacer un pequeño resumen de ese domingo, Felix se la pasó con una punzada en la amistad de su cabeza y con el estómago doliendo, tanta cantidad de alcohol deja estragos por donde pasa, y le había provocado acidez y migraña. Jisung lo intentó ayudar a sentirse un poco mejor, dándole más té y pastillas, pero la resaca le estaba pasando factura.

Felix se quedó en casa de Jisung a pasar nuevamente la noche, con permiso de sus padres claro, ya que no quería recibir regaños al llegar con la resaca aún muy presente. Prefería esperar un tiempo extra.

Hyunjin por su parte solo quería beber más para olvidarme del rubio, sin tener éxito gracias a qué no tenía permitido beber en su casa, teniendo que pasar el día con un leve sonrojo casi permanente y con una sensación extraña en el pecho.

Ah, y escuchando una y otra vez Madonna, específicamente vogue. ¿Razón?, hasta a él le pareció ridícula, pero era la canción con la que relacionaba aquel beso, y ahora sentía una necesidad rara por escucharla.

—¿Qué hago yo escuchando esta cosa para mujeres? —Se cuestionó el mismo luego de repetirla por sexta vez— No es natural.

Sin embargo, por más que quisiera colocar alguno de sus discos favoritos, acababa regresando esa tonada a su cabeza, y con ella, las "ganas" de reproducirla nuevamente.

—Vogue... Vogue... Let your body move... —Coreaba con una mueca de frustración por no poder simplemente quitar esa canción de su mente.

Ese "no le daré importancia a un simple beso de fiesta" no le había durado ni un día completo. Sin quererlo, le estaba dando más relevancia de la que debería, pues si, ese contacto ni siquiera estaba presente en la cabeza de Felix, por su puesto que era un tontería. Pero esa tontería lo obligaba a escuchar Madonna.

Lunes, doce de la mañana.

Felix y Jisung apenas comenzaban a arreglarse para su salida de la tarde después de haber desayunado, aún con más disgustos por parte del rubio.

—Pero yo no quiero ir. —Hizo una mueca harta.

—Totalmente respetable tu opinión Lix, pero ayer accediste, ya no hay marcha atrás. —Sonrió.

—No se vale, me obligaste con tus ojitos brillosos. —Reclamó mientras terminaba su vaso de leche.

—No es mi culpa ser tierno. —Acabo su último bocado de waffle que quedaba en su plato.

—Ash. —Bufó.

Ambos chicos rebuscaron en los cajones de Jisung, para poder encontrar ropa bonita y casual, pues la idea no era vestirse de forma elegante para beber un café. Por suerte, eran de una talla bastante similar solo teniendo diferencias en ciertos detalles, así que bien podían compartir.

O algo así.

—Sunggie, me rindo. —Lloriqueo haciendo un puchero— No me cierra esta cosa.

—Lix, ¿Cómo esperas que te quede eso?, es muy pequeño. —Lo miro intentando no reír.

—Pero a ti si te cierra. —Respondió luchando por quitarse el pantalón ajustado.

—Si, pero a ti te creció el trasero. —Acabo soltando una carcajada sonora.

—¡Oye cállate! —Grito con algo de nerviosismo— El patinaje ayuda okey... no es culpa mía.

—De hecho, si es tu culpa, pero en fin. —Intento parar su burla.

Después de algunos percances para encontrar algo que le quedará perfectamente a Felix, dieron por finalizada su hora de moda a las dos en punto.

Felix usaba una camiseta blanca básica con estampado de un arcoiris, pantalones de mezclilla clara y su par de tenis sencillos en color verde que tanto le gustaban, los mismo que había llevado a la fiesta. Jisung eligió un suéter delgado rosa pastel y un overol, además de tenis blancos sencillos.

Dejaron su cabellos al natural, simplemente cepillandolo para acomodarlo un poco. Se colocaron perfumes diferentes y tomaron sus bolsos para guardar dinero y cosas indispensables, bálsamo labial más que nada y sus llaves.

Jisung siempre usaba bolsos con brillos por todos lados, mientras que Felix llevaba bolsas de colores.

—Listo, solo esperamos a que vengan. —Sonrió el menor un rato después.

—Qué emoción. —Bufó Felix con sarcasmo.

—Minho, por última vez, no quiero ir. —Reclamó saliendo de su casa.

—Hyunjin, por última vez, no me importa. —Camino hasta ambas motocicletas que se encontraban estacionadas sobre la acera.

—¿Que culpa tengo yo de que Jisung te guste?, ve tú solo a verlo. —Tomó su casco.

—No me gusta, y no iré yo solo porque Felix te espera. —Se colocó su casco, ocultando la sonrisa burlona que había formado.

—Cállate, ni siquiera le caigo bien, y él a mí tampoco. —Subió a su motocicleta.

—Ajá, seguro que con la salida de hoy cambiarán de opinión. —Dicho esto, ambos arrancaron cortando la plática.

Eran ya las tres en punto cuando apenas iban llegando a casa de Jisung, dirección que el mismo peliazul le había confiado a Minho. Digamos que ellos a veces eran puntuales.

Estacionaron las motos en la orilla de la acera y se retiraron los cascos, acomodando sus acostumbradas chaquetas negras mientras caminaban a la puerta.

—¡Ya llegaron! —Grito Jisung cuando los vió por la ventana.

—Wow, tiene motocicletas. —Abrió sus ojitos con sorpresa.

—Y se ven lindos. —Añadió saliendo de la habitación.

—¡Mentira! —Felix le siguió el paso.

Bajaron las escaleras y avisaron a la mamá de Jisung que ambos saldrían, recibiendo una aceptación en respuesta.

La expresión de disgusto que Felix cargaba cambió abruptamente en el momento en que Jisung abrió la puerta y dejó ver a sus acompañantes.

Mentiría al decir que no le parecía atractiva la imagen de Hyunjin, a pesar de que no se veía muy diferente a la noche en que lo conoció. Incluso parecía ser la misma chaqueta que portaba el sábado, casi el mismo peinado y la misma cara amargada. La única diferencia que notó fue su camiseta y el acomodo de las cadenas colgantes en su cinturón.

Desvió la mirada al darse cuenta de que llevaba casi diez segundos detallando al chico, cuando realmente su intención inicial no era esa. Y sobre todo se sonrojo cuando Hyunjin lo miró de vuelta.

—Hola, Hoonie, Hyunjin. —Saludo Jisung con una sonrisa— ¿Nos vamos?

—Claro, después de ustedes. —Mi ho se hizo a un lado e hizo un ademán, indicando que Felix y Jisung avanzarán frente a ellos.

—Que caballero. —Salieron y cerró la puerta con llave.

Felix y Hyunjin no se dirigieron la palabra, y ninguno pensaba hacerlo, hasta que nuevamente Minho interfirió en su intento de ignorarse.

—Bueno, hay dos motos y somos cuatro. —Habló con una leve sonrisa maliciosa— Sung, sube conmigo, Hyunjin, llévate a Felix.

—¿Qué?, no. —Contestaron al unísono.

—¿Yo por qué?, llévatelo tú, Min. —Reclamo.

—Pero yo quiero subir con él. —Intervino Jisung dando un paso hacia el pálido— Vamos, compartan transporte, no es malo.

—Ash, bien. —Bufó Hyunjin, guardando el casco en un pequeño espacio en el frente del vehículo— Súbete.

—Vale. —Rodó los ojos.

Cada dúo se acomodó en su motocicletas, y entonces llegó la parte que menos les agradaba a los chicos más opuestos.

Jisung enredó sus brazos en la cintura de Minho con el afán de sostenerse y no caer, además de recargar su mentón sobre el hombro contrario.

—Sujetate. —Indicó el mayor.

—¿De dónde? —Felux realmente quería evadir ese contacto, pero sabía que no podía.

—De mi cintura, ¿De dónde más? —Dijó Hyunjin con cierto tono de incomodidad, y a la vez, nerviosismo.

—Bueno... —Tragó duro antes de hacerlo.

Enredó sus brazos en el mayor, sonriendo qué tan estrecha era la cintura de este, y sonrojándose al acercarse y apegarse a su espalda. Hyunjin sintió sus mejillas arder por la cercanía, y luego sonrió ligeramente cuando encendió la moto y Felix lo apretó momentáneamente.

—¿Te da miedo? —Pregunto divertido, intentando bajar su sonrojo al máximo.

—Claro que no, pero mejor... me sostengo más. —Afirmó su agarré, colocando su mentón sobre el hombro del mayor.

—Bien, no te sueltes. —Finalmente, los conductores arrancaron rumbo a la cafetería elegida por Jisung.

Felix durante todo el trayecto intentó mantenerse normal, pero el aroma a perfume masculino que emanaba el mayor lo hacía sentir extraño, sumado a la cercanía que debían mantener, él realmente estaba luchando consigo mismo para no acabar más rojo que un semáforo.

Aunque no estaba funcionando.

Hyunjin tampoco tenía el mejor control de sus emociones, pues en todo el camino no podía dejar de sentir sus mejillas calientes debido al contacto que tenía con Felix y el aroma frutal que desprendía el perfume del rubio.

Le fue muy complicado relajar su cabeza, pero también tenía una lluvia de recuerdos atormentando su casi nula paz.

Afortunadamente, tardaron solo veinte minutos en llegar a su destino. Bueno, veinte eternos minutos para estos chicos, y eso solo era el comienzo del día.

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