CAPITULO 2

+TRIGGER WARNING EN ESTE EPISODIO+

Suave y esponjosa era la superficie sobre la cual descansaba su cuerpo, alentado a despertar por el suave sonido de la alarma, alzó el brazo para alcanzarla y desactivarla, cuanto desearía poder quedarse acostado por unas horas mas sin embargo el deber lo llamaba. Movió su cansado cuerpo y fue directo al baño con tal de tomar una buena ducha, al mismo tiempo su mente comenzaba a marchar haciendo un recordatorio de todos los sucesos disponibles en su conciencia, lavar la ropa, pagar las facturas típicas de renta, agua, luz e internet, ¿habrá suficiente comida? aunque claro, si surtía la despensa lo mas probable era que el setenta por ciento de ella se pudriría, casi nunca estaba en ese departamento y era mas una madriguera provisional, su verdadero hogar estaba en alguno de esos rincones por donde Dios nunca pasó.

Mientras cepillaba sus dientes se arrancó el parche que sostenía sobre la nariz, un leve gesto de dolor hizo su rostro y luego su atención fue hacia el moretón casi verde que tenia en dicha zona, odiaba los golpes en la cara pero a veces era inevitable, agradecía que el evento no hubiera sido tan brusco. Como todo jueves por la tarde de algún mes en algún momento del año, ese dia en particular no le apetecía ni siquiera fijarse de detalles tan básicos como esos, en cuanto la tarea de asearse estuvo completada no tardó mucho en tomar las llaves de la motocicleta y salir del departamento cerrando con todo lo posible, candado, cadena, tope para puertas, placa metálica e incluso tarjeta de seguridad, pequeños lujos que su trabajo podía permitirle. Las noticias de una supuesta banda de criminales que vandalizaban las calles estaba en boca de todos a su alrededor.

–será... ¡sí es!, ¡Timothy por aquí!- un hombre promedio que rondaba los 40 años alzó la mano en cuanto el joven rubio caminaba en su dirección, aunque no precisamente hacia el.

–¡Ey tú!, ¡sí, tú!– insistió mientras cambiaba.

–ah...– inseguro de si aceptar o no, por educación se acercó a quien le llamaba –¿Si?... ¿puedo ayudarle en algo?

-que va, solo quiero saludarte y preguntar si ya estas enterado de lo de ayer– 

Ante sus grisáceos ojos, el sin vergüenza se atrevió a tomarle del hombro y sacudirle, hizo su mayor esfuerzo para no mostrar incomodidad.

–no, no estoy al tanto– de modo tajante se quitó aquella tosca mano de encima, ¿desde cuándo  el vecino se comportaba tan amistoso con él?  debería de estar con severos problemas de visión e incluso de memoria, pues su nombre no era Timothy y el susodicho le era un total desconocido, jamas escuchó a alguien con ese nombre rondar por el edificio.

–una banda de criminales azotaron la calle Edson después del toque de queda, al parecer hubo varios indigentes masacrados esa vez– expresó con un intento de gruñir en su garganta –esos desgraciados, de saber quienes son y si alguno se cruzara en mi camino lo molaría a palos–

–Le recomiendo que con su edad ya no se arriesgue- casi interrumpiendo su discurso de justicia o venganza, Ian se peinó el cabello hacia atrás a la vez que mostraba fastidio en la mirada –no hay nada de que preocuparse, el guardia de seguridad debería estar entrenado para estos casos, usted solo quédese en casa y vea su maratón fílmico, yo tengo asuntos que atender–  el anciano se quedo atónito frente al tono en que el muchacho se dirigió hacia el, como si eso jamas hubiera ocurrido con anterioridad, no le molestó mas y le permitió marcharse, ya en otra ocasión podrían tener quizás algún momento tranquilo.

Llegando al estacionamiento subterráneo que siempre estaba goteando y siempre se mantenía bajo cero, subió a su vehículo para ponerse en marcha, nada mas allá de las tareas mundanas no había nada mas por realizar así que podría considerarse eso como una especie de dia libre.

Ingresar a la autopista siempre lo ponía de los nervios pues por un lado tenia a los bien conocidos imbeciles que fueran en auto y se portaran impacientes ante las motocicletas, por otro lado sus propios "iguales", motociclistas pelmazos que intentan imponer su respeto a altas velocidades, si a eso le sumaban los apagones de conciencia espontáneos no eran algo que pudiera combinarse bien con la carretera.

–Bien... si va a pasar, al menos espero que no irme de frente contra un camión...– rogó para si mismo mientras  y como si fuera una respuesta escucho por su oido derecho un susurro tan palpable que pensó había alguien que sigilosamente estaba al lado suyo, pero en cuestión de segundos corroboró que estaba solo tras voltear bruscamente la cabeza.

"Te alabamos señor, ruega por nosotros..."

–... bien...– algo incomodo, sacudió los hombros por el escalofrío que le recorrió, aquella voz desapareció tal cual como había llegado y sin prestarle mucha importancia emprendió el camino. 

La motocicleta andaba raro, pero pensaba que era normal ya que no recordaba la ultima vez que le dio un servicio digno, era ya una necesidad hacer una visita al taller mecánico pues el mando se sentía mucho mas flojo, menos preciso, tras cambiar de velocidad casi derrapa pues se inclinó demasiado, pero era extraño, siempre había hecho tal cosa ya que el vehículo era demasiado pesado para moverlo con sutileza y sin embargo ahora se sentía como algo mucho mas corriente, menos mal logró mantenerse centrado para no causar algún tipo de accidente.

–Sion, ya vine– miró a los alrededores tras abrir la puerta hinchada por la humedad, la tuvo que empujar para poder abrirse paso y repetir el mismo proceso a la inversa para cerrarla una vez estuvo adentro.

–¿será que no esta?... ¡Sion!– alzó mas la voz y tras no obtener respuesta solo negó con la cabeza para decirse a sí mismo que no había nadie mas.

Tiró las maletas a un lado de sofá al centro de la sala y alzando sus mangas delicadamente acudió a la cocina, debían ser aproximadamente las tres de la tarde asi que si su amado volvía seguramente lo haría con hambre, se rehusaba a dejarlo comer los desdichados alimentos procesados que venden en cada esquina de la gran ciudad, carne enlatada de quien sabe cuando, puaj. Los aromas culinarios exquisitos llenaban el ambiente, sin presumir mucho de ello le encantaba cocinar, pensaba que era una forma en la que genuinamente podría estar concentrado sin necesidad de presionarse la cabeza contra nada, en minutos una buena carne había sido cocinada y la guarnición de vegetales estaba en su punto justo, lo dejó todo dentro de las ollas para que pudieran conservar su calor por mas tiempo, así que ahora solo quedaba esperar.

Comenzó a deambular por la casa arreglando algunas cosas, había bastante desorden a decir verdad, su compañero debía haber estado causando alboroto, la basura acumulada como si hubieran pasado días, polvo acumulado, era demasiado hasta para creer que había sido por accidente, frunciendo un poco el ceño optó por hacer una rápida limpieza en el área, pero apenas terminaba de recoger los residuos de cada uno de los botes su atención fue llamada de golpe por la puerta abierta, bajó las escaleras y vio quien entraba en el lugar.

-¿ya has vuelto? que bien, estaba a punto de...- fue estrechado abruptamente en los grandes brazos de aquel hombre pelirrojo, su piel plagada de tatuajes quedo cerca cubriendo el resto de su vista

-Ey, ¿que te sucede?- era raro, la desesperación que emitía su cuerpo entero era genuina.

-¿En donde te habías metido?!- exclamó con un áspero tono de preocupación y ciertamente algo de enfado, estrujando al de baja estatura entre sus brazos.

-¿De que hablas?, vine directamente a casa...- le daba palmadas a la espalda para darle consuelo de lo que fuera que le estuviera causando tal estrés –actúas como si no me hubieras visto en días y ni siquiera cuando vuelvo de un viaje me tratas así...

-¿Cuatro días después? llevo buscándote sin descanso, no contestas mis llamadas, me dices que tuviste un accidente y en efecto encuentro la motocicleta hecha pedazos pero ni rastro tuyo, ¡¿en que carajo estabas pensando?!

La perplejidad impregnó el rostro de Ian en ese instante, claro, por eso no reconocía las funciones de vehículo, ¿cómo no pudo razonar a tiempo que era una moto nueva?, desapareció durante cuatro días enteros sin dar pistas de nada y podría jurar por cualquier cosa que no se había desviado en lo mas mínimo, no recordaba ni siquiera el quedarse en blanco como otras veces, era un enorme agujero negro que no sabia con que llenar, el silencio se quedó presente por varios minutos mientras que el joven usaba toda su capacidad para entender, para recordar, para completar, ¿que había hecho en cuatro días?, ¿que pasó en cuatro largos días?, noventa y seis horas extraviadas en quien sabe donde.

–Ian... ¿que esta sucediendo contigo? cada dia te entiendo menos, que es lo que te ocurre?– con una pose imponente y cruzado de brazos Sion se plantó frente de Ian.

-te juro que... no recuerdo donde estuve...- respondió este sentado y con los codos apoyados en sus rodillas, se agarraba la cabeza mientras enterraba sus uñas, ya era el colmo. –lo siento... te juro que no lo recuerdo..

–¡¿cómo no vas a recordar lo que estuviste haciendo durante cuatro días enteros?! por dios, no me quieras ver la cara de estupido..

–¡Si es lo que estas pensando debo decirte que no fue así! no lo recuerdo y ya, no hagamos un escándalo por favor...

–Claro, convenientemente no recuerdas que estuviste haciendo en esos días, ¡¿o será que no me quieres decir porque estabas de zorra como  otras veces?!

–¡¿Y de ser ese el caso cual seria el maldito problema?!– se puso de pie para encararlo, se le veia irritado –tu tienes bastantes privilegios, ¡no se porque te molesta que me deje a merced de otros!, pero ya me fastidiaste, ¡si digo que algo no pasó es porque no lo hizo!

–¡¿y eso que es?! -señaló acusador la marca que tenia el sujeto en el hombro descubierto –¡ya quiero ver que clase de excusa inventas para justificarte!

El joven volteo hacia su costado y logro mirar aquella marca, con ese nudo en el estomago por el miedo que le causó, ya no había forma de retractarse, si realmente había pasado algo el solo hecho de decir que no tenia recuerdos no iba a bastar para calmar la furia de Sion.

–... mira.. soy yo quien trae el maldito dinero a esta casa, ¿o crees que con tus tratos mediocres vamos a subsistir?, ¡estaríamos en este mismo momento viviendo bajo un puente de no ser por mi y por mi cuerpo!, ¡deberías estarme agradeciendo...! –apenas estaba por terminar esa oración, aquella gran mano le agarro del rostro y lo embistió con fuerza enviándolo al sillón.

–¡cállate, eso no es una excusa!, ¡en lugar de recriminarme las cosas acepta que te es imposible tener las piernas cerradas!– tras soltar su rostro fue directo a su cuello para presionarlo y estrangularle, causando una reacción inmediata de lucha en contra suya.

–¡S-Sion..!– el quejido salió de sus labios con demasiado esfuerzo, moviendo sus manos y sus piernas en busca de golpearlo o aflojar su agarre, el miedo por quedarse sin oxigeno se disparó a lo largo de todo su cuerpo desencadenando múltiples esfuerzos por soltarse, pero aquel pelirrojo no era tonto, mantuvo los brazos firmes y bien extendidos para evitar que pudiera arañar su rostro, sus grandes piernas le aplastaban parte del cuerpo asi que era mas dificil moverse.

–debería darte otra lección pero parece que entre mas severo soy contigo mas te esfuerzas en hacerme enojar!- su rabia estaba reflejada en sus ojos, la diferencia de poder era injusta en ese momento, un sujeto de un metro ochenta centímetros en contra de alguien de apenas metro sesenta y cinco, un peso incomparable y una fuerza claramente distinta entre ellos. Impasible notaba como los ojos grises de su víctima comenzaban a cristalizarse y a enrojecer, notando su desesperación y su arrepentimiento, las suplicas de ser liberado, pero no se iba a detener ahí solamente.

–m-mal... m-maldito... te odio...– fueron las palabras que acompañaron sus últimos jadeos antes de desvanecer, momento exacto en el que aquel hombre le soltaría por fin, dejando que lentamente el aire y la sangre retomaran su curso.

Si Sion era sincero con el mismo, era de las partes menos predilectas dentro de la relación, realmente no quería herirlo así pero había algo en su actitud que desataba su peor instinto, como aquel león enjaulado al que molestas picoteando con un palo  y una vez que se abalanza ya no hay marcha atrás, de ser las cosas diferentes en verdad sería un mejor compañero y eso podría asegurarlo. Tomó a Ian entre brazos, fue hacia la recamara que compartían para dejarlo recostado en la cama, de a poco su cabeza comenzaba a enfriarse y razonando mejor aquel curioso caso arropó al joven antes de marcharse, la casa quedo dentro de un silencio amargo.

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