¿Tú?

Holaaaaaaa! Dios, siento muchísimo no haber subido nada estas dos semanas pero he estado de exámenes y eran super importantes. Vuelvo a estar aquí y además en mi país es verano por lo que podré escribir mucho más seguido. Espero que disfrutéis de lo que viene porque os aseguro que tengo pensadas muchas cositas! disfrutad:)

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Sabía que las clases con Glenn iban a requerir que perdiera el miedo cada vez más y no estaba segura de hasta donde quería llegar o tan siquiera si sería capaz de avanzar mucho más. Es decir, sí, quería mejorar y quería demostrarme a mí misma que yo era más que una niña asustada que no era capaz de mantenerse a salvo ella sola. ¿Pero realmente hacia todo esto por mí? ¿O era mi orgullo el que me obligaba a demostrarle a los demás que ya no era una carga para nadie?

Don seguía en mi cabeza. Por las noches no podía evitar recordarle y lloraba hasta que que el aire me faltaba y acababa durmiéndome. No sabía qué hacer. Por mucho que intentara pensar en algo que pudiera hacer que lo encontrara nada venía a mi mente. No podía pedirle a nadie del grupo que me ayudara a buscarlo porque no me debían nada, ni a mí ni a Don. Tampoco me sentía capaz de pedirles que arriesgaran su vida por alguien a quien acababan de conocer para ayudarle a encontrar a otro alguien que tan siquiera conocían aún. No era así de egoísta.

Había pensado en la posibilidad de irme en cuanto me viera mínimamente capacitada para valerme por mí misma; pero aún que llegara ese dudoso día, el miedo a no encontrar a Don tal y como lo dejé me deshacía la esperanza y me encogía el corazón. Y volvía a verme sintiendo miedo otra vez. Aún habiéndome prohibido tenerlo de nuevo, aquí me encontraba de nuevo. En el mismo punto en el que había salido.

La única razón por la que me mantenía con ganas de seguir con vida era por mi hermano, y ahora que la incertidumbre de saber si él seguía siendo lo que era crecía cada vez más , las ansias de superarme se desvanecían junto a los días en la prisión.

Glenn y yo nos reunimos tres días consecutivos después de la primera lección. Habíamos hecho bastantes avances pero aún no había accedido a salir del recinto vallado. Quería, pero no podía.


Me encontraba hablando con Elina, con quién tenía una relación cada vez más fuerte. Ibamos andando hacia el patio principal ya que ahí había acordado encontrarme con Glenn para nuestra próxima lección.

Cuando llegamos vi a Daryl dónde se suponía que debía estar mi mentor por lo que fruncí el ceño.

En cuanto me vio se acercó a mí. Sus pasos eran decididos y cuando se plantó frente a mí su expresión fría me heló.

–¿Qué haces---

–Andando.

–¿Cómo que andando? –Dije no entendiendo qué quería decir.-

–Tyreese está enfermo y Glenn debe hacer la guardia por él, así que me ha pedido que te de la clase yo.

–¿Tú? ¿Y has aceptado? –Dije sorprendida.-

Él no contestó y se giró, dándome la espalda. Sus pasos se dirigieron hacia la puerta de la valla y cuando vio que no le seguía se giró.

–¿Vas a venir o qué?

Intentando salir de mi aturdimiento me dirigí hacia él. Cuando estuve a su lado y vi que volvía a ponerse en marcha lo agarré del brazo. Sentí el calor que emanaba y sentí también como se tensó al ver mi mano sobre él. Por un momento no pude reaccionar, hasta que dirigí mi vista hasta sus ojos los cuales ya estaban sobre mí. Algo en él hizo que mi corazón parara un escaso segundo para luego volver a latir con una fuerza abrumadora.

Había algo en sus ojos pero en cuanto estaba apunto de adivinar qué, su expresión se transformó. Aproveché el momento para negar con la cabeza.

–Por favor... –Supliqué, sin estar segura qué era lo que le pedía exactamente.-

Tal vez estaba suplicándole que no me hiciera salir fuera de la seguridad que me brindaba la prisión, o tal vez simplemente estaba pidiéndole que dejara esa actitud tan tosca y me dejara ver más allá de los altos muros que parecía haber siempre alrededor de él.

–Por favor, ¿qué? –Dijo él.-

Tragué duro, pues con todo lo que estábamos viviendo no podía permitirme sentir nada más que mero respeto por todas las personas con las que compartía espacio. No podía permitirme lo que él me provocaba, por poco que fuera.

–No quiero salir. –Dije, balbuceo tembloroso brotando de mis labios.-

–Algún día tendrás que hacerlo.

Sin más se deshizo de mi agarre y se encaminó hacia la puerta, abriéndola. Cuando pude ser capaz de moverme le seguí.

Se dirigió hasta Michonne, quién aguardaba en el doble vallado y intercambiaron varias palabras. Daryl me indicó que lo siguiera hasta un lateral de la verja. Sentí como más allá de dónde estábamos un grupo de compañeros golpeaba las vallas para lograr alejar la atención de los infectados de nosotros. Él deshizo el alambre que aseguraba el cierre de la obertura que habían hecho para salir en ocasiones así. Pasó primero y me estremecí cuando un infectado se aproximó por su espalda. En un movimiento casi perfecto Daryl se giró incrustando su cuchillo en la cabeza del infectado. Este cayó al suelo desplomado y me agarré el pecho sintiendo mi respiración irregular.

Aún no había salido y ya tenía ganas de volver a mi celda y huir de todo lo que significaba volver a estar a la intemperie.

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