Te odio.
700 visitas ya! No lo puedo creer... La verdad es que agradezco muchísimo cada voto y cada comentario, y por supuesto cada visita. Muchísimas gracias a todas por leer y no seáis tímidas, de verdad que me encantaría poder leer un poco más lo que pensáis de lo que escribo. Sois las mejores!!
–––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––
Daryl estaba contra el tronco del árbol, enfrentando a un infectado que estaba deseoso de morder un poco de él.
La sangre se drenó de mí, no siendo capaz de reaccionar.
Él estaba luchando cómo podía contra el ser monstruoso que tenía al frente y yo estaba congelada, colapsada, sin saber qué hacer.
–Haz algo, Honnie. ¡Maldita sea, haz algo! –Dijo gritándome.-
Con manos temblorosas agarré el cuchillo clavado en el árbol y me acerqué a él, lentamente. "No puedo, no puedo hacerlo. No estoy preparada." pensé.
–Mueve tu culo, Honnie. No voy a poder aguantarlo mucho más. –Gritó de nuevo.-
Cerré los ojos, tratando de tranquilizarme y una vez hecho, los abrí, avanzando con pasos dudosos. Me posicioné tras el infectado y armé el brazo tal y como lo había hecho en las prácticas anteriores.
"Vamos Honnie, tú puedes hacerlo."
Con un gesto poco ágil, clavé el cuchillo en la cabeza del infectado que tras un gruñido desgarrador cayó al suelo. Y yo caí también, presa del pánico.
Las manos me temblaban y me di cuenta que estaba llorando. La temperatura parecía que se había incrementado por lo menos diez grados, haciéndome sudar. Me agarré las rodillas rodeándolas con mis brazos, abrazándome a mí misma.
No había nacido para esto, ni siquiera sabía por qué seguía con vida. Había matado a alguien. Era la primera vez que lo hacía y me sentía tremendamente mal. ¿En qué momento había pensado que sería buena idea aprender a matar infectados? En algún momento de sus vidas ellos también habían sentido miedo, también habían amado, odiado, reído...
Una mano se posó en mi hombro y retrocedí asustada, clavándome alguna que otra rama y piedra que estaba en el suelo. Alcé la cabeza, esperando que otro infectado intentara atacarme. Pero era Daryl.
–Hey, ¿estás bien?
Negué con la cabeza, consciente de que seguía llorando. Con las manos aún temblorosas las sequé como pude.
–Lo has hecho bien. Pensaba que no ibas a matarlo. Suerte que sólo era una prueba.
Sus palabras me desconcertaron. ¿Una prueba? ¿Qué clase de prueba?
–¿De qué cojones hablas?
Pareció aturdido por un segundo, no sabiendo si era yo quién había hablado, supongo por la rudeza de mis palabras teniendo en cuenta que no solía decir palabras malsonantes.
–¿De verdad crees que un caminante de su estatura iba a tenerme a mí contra un árbol? Sólo quería que empezaras a practicar con algo que se moviera.
La ira me recorrió entera, no siendo capaz de saber si lo que estaba diciendo era verdad o no.
Me levanté de golpe, acto que hizo que él lo hiciera también. Y entonces lo empujé.
–Maldito bastardo. ¿Cómo te atreves? –Grité, hecha una furia.- Lo he pasado como la mierda. –Volví a empujarlo.-
Su cara me habría hecho reír en otra ocasión, pero en esa precisamente sólo me provocó más rabia.
–Te odio, joder. Te odio. –Dije, golpeándolo en el pecho. Siendo consciente de que no había parado de llorar aún.-
Él me agarró de las muñecas, con una suavidad que me aturdió unos segundos.
–¿Qué esperabas que hiciera? Es la única manera de que aprendas.
Me solté de su agarré y arremetí de nuevo contra él, golpeándole esta vez en el lateral de su brazo. Él se encogió, tratando de esquivarme, pero no fue demasiado rápido y soltó un quejido. Cuando iba a golpearlo de nuevo me cogió ambos brazos, esta vez no siendo tan delicado y sin querer tropecé con alguna rama suelta en el camino, haciéndonos caer a los dos.
Y entonces lloré, colocando ambas manos en mi cara, tratando así de evitar que volviera a verme llorar de nuevo.
Sentía su presencia cerca de mí, tal vez esperando a que se me pasara y pudiera irse lejos de mí, dónde seguro tenía ganas de estar.
Pero entonces me abrazó. Sentí su brazo izquierdo alrededor de mí y el derecho en mi cabeza, anonadándome por completo. Me recosté en su pecho, sentándome en el hueco de sus piernas posadas a mi alrededor. Y me dejé ir, dejé que se drenara de mi la rabia y la tristeza de tener que vivir tantas cosas de las que nadie me había preparado jamás.
No dijo nada, dejó que me desahogara y se lo agradecí mentalmente, porque en esos momentos sólo necesitaba sentir que había alguien conmigo.
Cuando creí que estaba preparada alcé la cabeza y la cercanía de sus labios me aturdió.
Entonces le miré, y me sorprendió ver su mirada posada en los míos.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top