Descubierta

Hello! Gracias por los votos y las visitas. Estoy subiendo bastante seguido porque me encuentro inspirada aún que no sé si será así por mucho tiempo. Espero que disfrutéis y as always, cualquier cosa aquí estoy. Por cierto, mi twitter es HeyItsMellark con arroba pero no sé que mierdas pasa que no me deja ponerlo...

Aleeh, dejo de incordiar. Ahí va:

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Subo las piernas al colchón, colocándome cómo un indio. Por más que lo intente, la duda de si mi hermano está bien me nubla la cabeza, haciendo que esta me duela.

Soy débil, soy una simple carga. Si yo no hubiera estado ahí mi hermano no habría tenido la necesidad de protegerme ganando tiempo enfrentándose a los infectados, por lo que habríamos podido huir. Bajo la cabeza y juego con un hilo del bajo de mis pantalones tejanos que se está descosiendo.

Sigo vagando entre las posibilidades de poder volver a ver a Don cuando diez minutos después oigo voces y más tarde, las llaves abriendo el protón principal del bloque en el que me encuentro.

No pasan más de diez segundos hasta que veo a Glenn, junto a Daryl y un grupo de cuatro personas compuesto por dos mujeres, Rick y un hombre de avanzada edad.

Me sobresalto y por instinto me acerco a la esquina más alejada de la puerta, aún sobre el colchón y con las rodillas flexionadas delante de mí. Glenn abre la celda en la que estoy y todos ingresan en ella, haciendo que el espacio parezca el doble de pequeño.

Mi pecho se oprime y el corazón me late desbocado, casi como si hubiera estado corriendo durante diez minutos en un continuo sprint. Nervios activando mis cinco sentidos, alerta de cualquier movimiento que se efectúe a menos de un metro de dónde estoy.

–Honnie, soy Rick. -Dice el hombre causante de que esté en esta celda.-

Doy por sentado que él debe ser el líder de este lugar por como se expresa y por que parece que todos han dejado que sea él quién se encargue de mí.

–Glenn nos ha dicho que escapabas cuando te lo encontraste en el suelo e intentaste ayudarle, ¿cierto? -Pero sólo puedo asentir por lo que él sigue.- ¿Dónde has dicho que tenéis el campamento?

Miro a todos antes de contestar. Siento cada bombeo de mi corazón, siendo consciente de dónde estoy y frente a quién. Un paso en falso y no creo que pueda tener oportunidad de mucho más.

–En Meansville. Yendo por la diecinueve. -Repito lo que le he dicho a Glenn con anterioridad.-

–¿Estáis lejos de la carretera principal? -Vuelvo a asentir.-

–Bueno, sí. Intentamos evitarla. Hay una casa ubicada cerca de una iglesia metodista y un poco alejada de la carretera secundaria. –Me sorprendo cuando veo que no titubeo y mi voz se hace un poco más clara.–

–¿De qué color es la iglesia? -Esta vez es Daryl quién habla, escudriñándome duramente.-

–Bueno. -Hago una pausa, intentando encontrar un color lógico para una iglesia, y recuerdo aquella en la que solían ir mi padres los domingos.- Es blanca y tiene...

–Mientes. -Dice de repente Daryl acercándose a mí, no dejando ni siquiera que termine con lo que estaba a punto de decir.-

Sin tiempo a reaccionar, me coge rudamente y de un tirón me levanta del colchón. Acto seguido me inmoviliza contra la pared, sujetándome por el cuello. Lágrimas agolpándose en mis ojos, miedo quemándome ferozmente la garganta.

–Está mintiendo. Jodida zorra. Michonne, yo y algunos más estuvimos allí hará un mes. –Aclara él.–

Su agarre se intensifica y por un momento creo que voy a ahogarme de verdad. Aún con las manos atadas intento coger su mano y apartarla de mi garganta dolorida. Él me ignora y hasta parece ajeno a la fuerza que hago para soltarme.

–Daryl, relájate. -Dice Rick apoyando una mano en su hombro, alejándolo levemente de mi. Pero no sirve porque él simplemente se sacude el hombro, librándose de él.–

–¿De verdad creías que ibas a colárnosla, perra? Te has aprendido el mapa entero, ¡enhorabuena!

Sarcasmo invadiendo sus palabras. Tiemblo bajo su mano y cierro los ojos sollozando cómo una niña pequeña, presa del miedo.

–Lástima que en los mapas no ponga de qué color es la puta iglesia metodista que des de luego no está al lado de tu jodido campamento.

–Daryl, suéltala. -Intenta Glenn esta vez.-

–¿O qué? -Inquiere girándose hacia él. Si su tono fuera capaz de reducir los grados de esta habitación, probablemente estaríamos a menos veinte grados.-

–Deja que se explique. Suéltala, Daryl. Nos sirve más viva que muerta.

Mira a Rick, evaluando lo que este acaba de decirle y asiente de lado aún nervioso, no muy convencido. Deshace su agarre y caigo al suelo, tosiendo y frotándome el cuello. No puedo parar de sollozar y eso enfurece más a Daryl, quién se agacha hasta quedar a mi altura.–

–Maldita cobarde. Más te vale que sueltes la verdad, o me valdrá una mierda lo que me diga Rick, ¿me oyes? –Brama.–

Asiento sin mirarlo y su brazo vuelve a agarrarme para ponerme de pie. A penas puedo mantenerme pues el miedo me está inmovilizando por completo.

La he cagado y toda esperanza que tenía se ha esfumado. No los conozco y a juzgar por la actitud de Daryl, no parecen ser propensos a dar muchas oportunidades. Con las manos atadas aparto unos mechones que se han pegado a mi frente y que me están importunando, haciéndome cosquillas inoportunas.

–Bien Honnie, por última vez, ¿dónde está tu campamento? -Habla Rick.-

–Milner. -Susurro.-

–No te oigo, mujer. -Dice Daryl a punto de perder la paciencia, de nuevo.-

–M-milner.

–Bien. Glenn. Michonne. Andando. -Ordena el chico más rudo que he conocido.- Hay un pueblo que explorar.

De repente siento como se me hiela la sangre. Si cogen a Don o a los demás no podré perdonármelo. Dudo que vayan a tener consideración con ellos y sé que Donovan no es como yo. Nadie en mi grupo se doblegará ante ellos y eso va a causarles la muerte.

Y antes de que pueda siquiera pensar en lo qué hacer, agarro con ambas manos el brazo de Daryl.

–No les hagáis nada, por favor. -Suplico con la voz completamente rota.-

Este me mira de lado, más no dice nada. De repente todos se han quedado calladas y sólo se escucha mi fuerte respiración, causada por la idea de que unas personas que no conozco van a ir a por mis compañeros.

Sin más, aparta su brazo de mis manos con asco y se gira, dándome la espalda y alejándose de mí como si fuera la última persona que quisiera ver. Detrás de él, Glenn y Michonne, quién resulta ser una chica negra con rastas, lo siguen sin rechistar.

Caigo al suelo abatida, sin importarme que es probablemente la quinta vez que he llorado en todo el día y a penas deben ser más de las doce del medio día.

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