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12 de agosto de 2011
La joven niña se miro por última vez en el espejo frente a ella, paso sus manos por su falda plisada perfectamente acomodada y sonrió para si misma.
Esta era la oportunidad de su vida y tenía que estar perfecta, su cabello recogido en una increíblemente bien hecha coleta, y de esta colgaba una peineta dorada.
—Estas hermosa mi pequeña princesa, estoy seguro de que te aceptarán—el señor Abernathy poso la palma de su mano sobre la mejilla de su hija.
—Eso aún no lo sabemos papá, no puedo asegurarlo. —confesó la niña.
Cinco años habían pasado ya, cinco largos y torturados años en los que tuvo que pasar por dificultades que no esperaba en lo absoluto.
Abigail se sentía extraña, su padre nunca la había demostrado su afecto de una manera tan... abierta. Pero el señor Abernathy lo justificaba con las mismas palabras siempre.
Debes aprender a no depender emocionalmente de nadie, este viejo se irá pronto y no quiero que llores cuando lo haga.
Tal vez habían ocasiones en las cuales por lo mucho le deseaba éxito o en el mayor de los casos estaba está situación donde la había llamado "Su pequeña". Su padre la había enseñado a ser dura y centrada en lo que respecta a sus sueños, pero ella en realidad no se sentía lo suficientemente cerca de su padre.
El hombre de aspecto acabado y con sonrisa cansada sabía que su tiempo en el mundo no daría para mucho más... aquel problema lo estaba afectando, aún así en el fondo de su corazón deseaba poder ver a su primogénita debutar y ser una gran bailarina en el mundo del arte contemporáneo. Una niña como ella lo merecía después de todo.
Ser padre soltero después de la muerte de su amada esposa nunca fue una tarea fácil, noches en vela por el llanto incesante de su pequeña hija, días agotadores de trabajo sólo para comprarle regalos de cumpleaños bonitos pero sobre todo, años de ahorros para pagar los estudios de su hija, le causaba mucha ilusión ver a su pequeña ser feliz mientras bailaba y lo deleitaba con coreografías de contemporáneo sumamente hermosas.
A costa de todo y de todos, Edén Abernathy siempre fue un buen padre para su hija, a pesar de no ser tan apegado a ella. La amaba con todo su corazón.
—Estas perfecta, vamos que esos jueces esperan ver por ti. —dicho esto tomo la mochila de su hija y ambos salieron de la habitación.
No había muchas personas en el lugar, tal vez los padres de los chicos que se iban a presentar, los maestros y los jueces quienes serían los encargados de elegir a los tres mejores bailarines e integrarlos a la prestigiosa escuela de danza; Baekseok Arts en Changwon a 40 kilómetros de Busan. Este tipo de eventos no se realizaban con frecuencia, cada 4 años se elegía una escuela al azar, esta vez le dieron la oportunidad a la primaria de Daegu de presentar a sus diez mejores estudiantes.
Las personas que se encontraban mirando el espectáculo aplaudían cada que alguien terminaba de presentarse, los jueces admiraban con sumo detenimiento cada movimiento que realizaban los niños.
Más aplausos se escucharon en el lugar.
Había llegado el turno de Abigail.
—Tu puedes hacerlo, practicaste mucho sé que puedes hacerlo mejor que cualquiera de los que están aquí—la alentó su padre, ella suspiró mientras asentía.
Subió hasta el escenario e hizo una reverencia a los jueces, la música comenzó a sonar por el lugar, la tonada de Gotye-Somebody that I used to know estaba de fondo. Abigail comenzó a bailar al ritmo de la música.
La coreografía que ella misma se había inventado era impecable, y como no, si su padre la hacía practicar casi 8 horas seguidas durante todo el mes. Las piruetas de doble entrada que antes se le dificultaban, salían con naturalidad ahora.
Mientras los jueces se deleitaban por la excelente actuación de aquella niña de al menos 14 años, una persona al fondo la miraba con total gozo y excelencia. Cada uno de sus movimientos le parecían impecables ante sus ojos, y no sólo eso, todo lo que representaba ella misma le parecía algo completamente exquisito.
Ella es increíble.
Se dio una palmada mental mientras pensaba, una sonrisa lacsiva salió de sus labios.
El público comenzó a aplaudir ante la ya finalizada actuación de la pelirroja, esta reverenció nuevamente a los jueces y al público para después ir de vuelta hasta su padre.
—Magnífico simplemente glorioso Abigail, algunos pasos no han quedado tan marcados como lo habías practicado, pero no importa, lo haz hecho bien.
—Gracias padre. —limitó su contestación y cogió una botella de agua para inmediatamente beberla.
Pasaron al menos 30 minutos para qué se terminara el espectáculo, los jueces se tomaron 10 minutos para decidir a los ganadores de la beca. Fue un gran debate, ya que todos aquéllos niños tenían talento en lo que hacían, más solo 3 habían destacado, llamando por completo la atención de los sentenciadores.
—Los jueces han tomado su decisión, y aquí pasaremos los resultados. Recuerden niños, no importa en qué lugar hayan quedado, la academia de Baekseok los verá como los ganadores por igual. —el presentador hizo una breve pausa para sacar el sobre con los resultados—. Bien, el tercer lugar es para Kim Miha, el segundo lugar es para... Abernathy Abigail y con la máxima puntuación el primer lugar es para... Mon HyuRi.
Abigail no tenía ninguna expresión en su rostro, creyó haber dado todo en el escenario, pero aún así le pareció bien de haber quedado entre los tres mejores. Al final de cuentas había ganado sin importar la posición en la que quedo.
El señor Abernathy por otro lado, se sentía decepcionado, no mencionó absolutamente nada. Pero en sus adentros estaba lleno de coraje.
¿Cómo era eso posible? había hecho practicar a su hija más de ocho horas seguidas todos los días.
El hombre mayor, no muy convencido de aquellos resultados dejo a su hija sola tras bambalinas y se dirigió a la parte de enfrente donde los jueces estaban hablando.
—Lo sé, es una lástima que se haga de esta manera, ¿pero que más podíamos hacer? —dijo la única mujer que se encontraba presente entre los varones.
—Ese hombre es colega del director Kim, estoy seguro que de cualquier forma la hubieran aceptado en la academia sin necesidad de participar en estos concursos. —el hombre cuyas palabras salían de manera natural arreglo su corbata.
—Caprichos de una niña que quiere sobresalir opacando a los demás, como sea esto no nos importa a nosotros igual esos niños lo hicieron muy bien. —dijo el tercero de ellos, tomando una carpeta y saliendo del lugar detrás de los otros dos.
Lo que no sabían, era que detrás de una tabla se encontraba aquel curioso hombre, escuchando todo lo que habían dicho.
El señor Abernathy entendió todo en ese momento. La sangre dentro de su interior comenzó a hervir.
Quien quiera que sea ese tipo. No iba a jugar así con la carrera de su hija, sólo por un capricho de aquella mocosa.
Y tan pronto como entro en aquella parte del escenario salió, pero la persona que encontró después de salir de ahí, sabía que ese viejo hombrecillo de cabello canoso tenía información que podría malograr reputaciones.
Por lo que no iba a permitir dejarlo ir tan fácil de ahí.
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