30🦋

Disimuladamente toco mis labios con la punta de mis dedos y una media sonrisa se eleva. Mi corazón se acelera y siento un cosquilleo por todo mi cuerpo con solo recordarlo.

Es el segundo beso en los labios que nos hemos dado y aunque fue corto fue mucho más significativo que el primero. Me removió todo y me dejó con el deseo de seguir besándolo, como el hecho de estar en vuelta en sus grandes y acogedores brazos.

Quiero volver a sentirme rodeada en ellos y quitarme este vacío que me dejo cuando nos separamos.

Ya no me dio miedo. Los recuerdos en ningún momento me abrumaron y me dejé llevar por el sentimiento; olvidando por completo el plan.

Hades quedó como ensimismado, su mirada se perdió y pensé que no iba a reaccionar. Fue demasiado tierno y casi me rio, pero por suerte volvió en sí y me siguió el juego.

Yo no quería que lastimara al tal Lando, no sabemos quién es y qué repercusiones podría tomar. Sabía que Hades no se quedaría con los brazos cruzados, sabía que me iba a defender y sabía que lo iba a amenazar.

Dean me confesó que Hades lo había amenazado si me llegaba a lastimar, no tenía idea que él había hecho. Su confesión me sorprendió y me hizo sentir más protegida.

Por eso lo convencí que no le hiciera nada a Lando es porque si fue capaz de afrontar a Dean, Hades es capaz de todo.

Y funcionó, el patético Lando corrió como la propia gallina cuando vio que le estaba contando a Hades supuestamente.

Él lo miró aterrorizado y prefirió huir.

Espero que con esto le sirva de advertencia y de una vez se aleje de mí.

Si no llamaré a Albert, el señor que se parece a Hagrid.

—¿Es este? —me giro y hago una negación con la cabeza. Hades resopla con frustración y rio bajito.

Tuvimos que ingresar a un supermercado porque para lo que yo quiero cocinar no alcanza con lo que yo tengo en mi cocina. Y tal parece que Hades nunca ha visitado uno de estos porque no conocía nada.

—Todo es confuso para mí—admite —. Por lo general el servicio de mi casa son las que se encargan de hacer esto eso. Yo lo único que hacía era pedir mis cosas favoritas en una lista.

Ya me di cuenta.

—A mí en cambio me llevaban a recorrer todo el supermercado desde las verduras hasta la carnicería.

Asiste pensativo.

—Era divertido y más cuando te decían que podías llevar tus galletas favoritas o tus chocolates.

—Supongo que debió ser así —murmura con la mirada perdida —. Yo nunca lo he hecho. Me refiero a estas cosas simples de la vida cotidiana, mis papas pagaban para que hicieran todo eso.

Asisto comprendida y es lógico. Viniendo de una familia adinerada es común en ellos.

— ¿Te gustaría recorrerlo? —sus orbes se abren sorprendidos y sus mejillas se tiñen de rosa al mismo tiempo que expulsa una risita genuina —. Es divertido.

—Ya no creo que tenga la misma gracia Melina...

—Jamás deja de tener emoción —aseguro rodeo su muñeca —. Andando.

Hades vuelve a reír apenado y se deja llevar después de haber puesto resistencia. Ingresamos a todos los pasillos del supermercado y pude darme cuenta que sus palabras no eran mentiras. Él miraba las cosas como si se tratara de un parque emblemático o algo parecido.

Parecía un pequeño.

Dejo el pasillo de los dulces de ultimo para que fuera una sorpresa. Para todo el mundo esta es la mejor área y también la más complicada. Porque no sabes que llevarte y más cuando te encanta todo.

—Esta es la mejor —comento y dejo que él se adelante para que se dé cuenta por sí solo. Cuando lo hizo se gira donde ingresamos y saca de las estanterías de las largas estanterías una bolsa de chocolates Snikers.

—Nunca creí que aquí también los vendían. Yo los pedía por una página de Instagram y me los traían hasta la casa. ¡Esta genial! —alza la vista —. Voy a llevar esto.

Su actitud me enternece. Hades puede ser dulce, rudo y sexy al mismo tiempo.

La combinación perfecta.

—Y es más económico también —comenta riendo, levanta el rostro y sus ojos me miran entusiastas —. ¿Hay más?

—Tu sigue —asiste y deja cinco bolsas de Snikers dentro del carrito y sigue atravesando el pasillo con la misma actitud.

El carro estaba lleno. Había de todo; desde galletas hasta helado. Jamás había visto tantos dulces en un carrito de compras, siempre eran una o dos productos.

Hades quería pagar todo y tuvimos una pequeña discusión al momento de pagar. El costo era elevado y él no quería que yo pagara. La cajera nos observaba en silencio y se reía entre dientes mientras luchábamos, no me quería aceptar el dinero.

—Porque no pagan la mitad —sugiere la cajera, ya exasperada —. ¿Es mejor no creen?

Así pagamos y ninguno de los dos discutió más hasta que tuvimos que empujar el carrito de compras hasta el estacionamiento. Allí volvimos un pequeño altercado.

—Eres muy necia.

—Tu no quedas atrás.

—Solo quería ser caballero.

—Y yo quería ayudar al caballero.

—Casi no me doy cuenta —dice en un tono sarcástico y suelto una risita. Ambos empujamos el carrito y las personas se nos quedaban viendo.

Hades acomoda las bolsas de manera ordena y alineadas dentro del maletero, todo con perfecta simetría.

—Eres muy ordenado —observo.

Se ríe.

—¿Y tú, eres desordenada?

—Solo cuando estoy estresada —confiesa y asiste —. Del resto soy una chica ordena.

—Entonces cuando nos casemos sabré que estarás estresada si veo las cosas desordenadas —comenta en un tono juguetón, no le contradigo y solo me lo imagino.

—¿Y cómo sabré cuando estas estresado? —pregunto curiosa.

—Bebo más té de lo normal o me irrito fácilmente. Todo me molesta.

—¿Hasta yo? —niega con una sonrisa y acaricia mi mejilla con delicadeza haciendome suspirar.

—Tu jamás me molestarías —paso con dificultad cuando acorta un poco la distancia entre ambos —. Es imposible.

Cierro los ojos cuando besa mi frente y cepilla mis mejillas con sus pulgares.

Alce la vista y nos dedicamos una sonrisa. Él me toma de la mano y encaja mis dedos entre los suyos sin titubear consiente que mi cuerpo dio un respingo al notar que se alinean muy a la perfección.

Tal como en mis sueños.

Hades me ayuda a subir al auto y se dio la vuelta después de cerrar la puerta. Observo mi mano y la llevo hasta mi pecho sonriendo.


Hades...

Melina permaneció en silencio hasta que llegamos a su apartamento. Dejamos el auto al mismo tiempo y sacamos las bolsas de la parte de atrás de mi carro.

Su amigo Dean se ofreció ayudarme y aunque no lo soporto ni un poco, dejé que nos ayudara con las bolsas porque eran muchas.

Tuve que soportar sus habladurías hasta llegar a la casa de Perséfone. Cuando por fin se fue manifesté mi desagrado total y lo que sentía de él.

Hay algo que no me gusta, no me cuadra. Quizás porque es muy engreído o muy egocéntrico, no lo sé, pero no me gusta.

Así haya salvado a melina dos veces, su personalidad no me convence.

No dije nada porque no es mi asunto, pero Melina me importa demasiado y no deseo que nada le ocurra.

Ojalá esté equivocado.

Melina...

Hades no disimula su desagrado hacia Dean. Cuando se ofreció ayudarnos noté como su actitud cambio y le lanzó una mirada mordaz.

Dean es consciente de ello y es obvio que lo hizo solo para molestarlo. Por un segundo pensé que Hades no iba a aguantar y se iba a lanzar sobre él para que se callara, imaginé golpeándolo en la cara.

Cuando Dean se marchó pude respirar y noté como Hades cambio de actitud y la tensión que sentía se esfumó.

Pasamos directo a la cocina y Benji no lo recibió como pensé que lo haría. Mi perro le gruñó y trató de morderlo; actitud que me extraño porque Benji es cariñoso con todos.

El día que vino Hades él estaba durmiendo en mi cuarto y no hubo tiempo para presentarlo. Tampoco se enteró que estuvo aquí.

Lo reprendí y lo encerré en mi habitación. Me disculpe con Hades y él no dijo nada al respecto, le pareció curioso.

— A ti odia, pero a Jack todavía lo ama —ruedo los ojos con fastidio.

—Igual que Willow por Madison —hago una mueca —. Pero no estamos aquí para hablar de nuestros abominables ex. Estamos aquí porque mi quería novia me va a cocinar.

Mi piel se erizó

—Novia de mentiras.

—Déjame soñar unos momentos por favor —pide.

— Te dejaré —esboza una sonrisa.

— ¿Hasta que me vaya? —pregunta y no respondo —. Tomaré eso como un sí.

— ¿Te gusta el pollo agridulce?

—¿Pollo agridulce?

Asisto.

—Si, por supuesto.

—Eso voy a preparar —parpadea sorprendido.

—¿Sabes cocinarlo?

—Si —me coloco el delantal y me lavo las manos —. Y me queda muy bueno. Si quieres te sientas y ves algo en la televisión.

—Déjame ayudarte.

—No, no tu siéntate que yo me encargo —digo modestamente.

—De ninguna manera.

—Es mi manera de agradecerte por haberme ayudado.

—No es necesario —insiste y pasa por mi lado. Llega hasta la gaveta y saca otro delantal —. ¿Qué hay que hacer?

—No, no me parece justo.

Sus manos se colocan en mis hombros y las mariposas en mi estómago se enloquecen.

—¿Qué hay que hacer? —iba a volver a negarme, pero sabía que Hades no iba a dar su brazo a torcer, estaba renuente así que deje de insistir y le indico que debía hacer.

Hades me ayudó con la salsa agridulce y yo me encargué de lo más difícil, que era el pollo. Teníamos a Shawn Mendes cantando de fondo, tarareando sus canciones y también cantándolas.

Me sentí tan cómoda y no me importó si se me iban los gallos o me equivocaba con Hades no había forma de sentirse avergonzada.

La salsa quedó bien y Hades se colocó muy contento. Bañamos los pedazos de pollo en esa salsa y después seguimos con los demás.

Estaba tan animado que se ofreció hacer el arroz, no quería quitarle la ilusión así que le indiqué que debía hacer.

Cuando terminé de freír la papa, el olor a arroz quemado inundó mis fosas nasales, casi hago reguero en el intento de evitar que se siguiera quemando.

Servimos y Hades estaba avergonzado por el accidente del arroz. Se quemó la mitad, le faltó cocinar más y quedó sin sal, pero igual fue mi lindo lo que hizo.

Hades se comprometió hacerlo la próxima vez e iba aprender a cocinar para cocinarme un mejor arroz.

Mientras me platicaba como le había ido en su primer año de medicina no podía dejar de mirarlo. Lo detallaba y me parecía incrédulo que él sea todo lo contrario a las dos personas que conocí, pero tengo que aceptar que si existen hombres buenos y honestos como él en este mundo.

Tengo que aceptarlo y abrirme paso a lo que siento de una vez por todas, no quiero volverlo a ver cuándo el destino nos una quiero verlo y disfrutar de su compañía.

—Espera un momento —me levanto de la silla sin previo aviso y me dirijo a mi dormitorio. El corazón me bombeaba fuertemente dentro de mi pecho por lo que tenia pensado hacer . 

Tomo aire profundo y me coloco el anillo azul en mi dedo índice.

Lo observo unos segundos y vuelvo a la sala. Hades permanecía sentado en el mismo lugar y me acerqué hasta quedar detrás de él.

—Hades —su cuerpo se gira sobresaltado. Una sonrisa nerviosa se plasma en mis labios. Hades me miraba confundido y se levanta consternado mientras me detallaba.

Sus ojos vibraron impresionados y antes que dijera algo levanto la mano derecha y sus ojos confundidos viajaron hasta mi mano y se volvieron estupefactos.

—Me-melina.

—Por favor no me rompas el corazón —pido tomando sus mejillas entre mis manos y lo acerco hasta mis labios.

Hades me detiene y no comprendo porque su reacción. Estaba temblando y había una sonrisa incrédula se tallaba en sus labios.

—¿Tu-tu estas segura mi Perséfone? —hundo mis labios y asisto mirando directo a sus ojos cristalizados —. Porque yo puedo esperar el tiempo que sea, no tengo afán. Me gusta como estamos llevando esto...

—A mí también me gusta —confieso —. Y me gustaría ser más que esto. Ya no tengo miedo.

Sus ojos vuelven a ampliarse.

—Mi corazón está dispuesto.

—Y yo estoy dispuesto a querer y hacer feliz a ese corazón —susurra.

—Yo también —musito antes de unir nuestros labios.

Mi corazón y mis entrañas vibraron con vigor. Las chispas recorrieron cada parte de mi sistema y las lágrimas comenzaron descender de mis ojos.

Hades sonreía mientras me besaba y me contagia de su emoción, mis labios también sonrieron abiertamente y me dejo llevar por el sentimiento. Lo beso profundo y después lo abrazo con todas mis fuerzas, él me responde y apoyo su cabeza en la mía.

—Prometo nunca romperte el corazón —niego sobre su pecho y alzo la vista.

—Sin promesas —le pido —. Las promesas se rompen y esas duelen mucho.

Inclina la cabeza y deposita un beso corto en mis labios.

—No romperé tu corazón —asegura con voz dulce y aterciopelada —. Y lo cuidaré como si fuera mío.

Sollozo y me vuelvo a refugiar en su pecho.

—Te amo Perséfone —dice profundamente y mi corazón se detiene varios latidos. Sus brazos me estrechan hacia su pecho —. Te he amado desde la primera vez que te vi y siempre soñé con este día.

Aspiro su aroma y lo aprieto hacia mí.

—Ya no tienes por qué seguir soñando.

—Y tú ya no tienes que temer, porque yo no te daría daño jamás —levanta mi rostro entre sus manos. Sonreí cautivada por sus palabras —. Ahora mi querida Perséfone que somos ahora; novios de mentiras o novios de verdad.

Rio como una nenita.

—Novios de veritas —se sonríe y me besa.

—Tenemos que avisarle a mi nana —espeta suavemente mientras juega con mi nariz—. Se pondrá muy feliz.

—Avísale —Hades sonríe y deposita otro beso en mis labios —. Te amo.

—Te amo—besa la punta de mi nariz y sin apartarnos uno del otro. Hades marca a su casa, pero nadie responde, supone que debe estar en la calle y le llama al celular, pero sucede exactamente igual, su nana no contesta —. Esto es extraño, mi nana no responde.

—Seguro se le descargó el teléfono.

—Ella jamás deja que su celular se descargue —menciona preocupado.

—A lo mejor se quedó dormida.

—Puede ser —musita pensativo —. Vamos a verla, quiero asegurarme que este bien. Me parece extraño que no responda.

—Vamos.

🦋

¡Holaaaa chamaas!

¡Feliz domingo!

¿Como estan?

Espero que les haya gustado corazones, no vemos el otro fin semana.

Gracias por el apoyo❤

Se les quiere.

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