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Gracias por el apoyo corazones!! recuerden comentar mucho hehehe.
Melina Wells...
—¿Hades Ross?—repite Florencia.
—El mismo.
—¿Y qué hace el amigo de Nix en New York?
—Es lo que yo me pregunto—manifiesto preocupada—.Tú sabes lo que eso significa, ¿no?
—¿Tú crees que sea capaz de decirle a Nix?—atina.
—Obvio lo hará y....—niego, la ansiedad comienza a invadirme y la mente hacerse ideas de un posible encuentro con Jack—.Tengo que hablar con él antes que se le ocurra abrir la boca si no es que ya lo hizo.
— ¿Y cómo vas a hacer para encontrarlo?
—Él vendrá esta noche a la cafetería.
— ¿Cómo estas tan segura?
—Lo presiento.
— ¿Y si no?
—Si Jack se aparece aquí le voy a dejar bien en claro que no quiero nada, él me destruyó, hizo pedazos mi corazón y...
—Te estas anticipando hermanita aún no sabemos si Hades habló con Nix —me hace gesto con las manos para que me calme. Estaba alterada, el solo escuchar su maldito no nombre me revuelve la sangre—.Respira y no te sugestiones todavía. Tengamos fe que ese chico no le mencionó nada de ti.
—Si sigue insistiendo nada más con llamar a Albert me basta.
— ¿Quién es Albert?—pregunta curiosa.
—Es un amigo de Estela quien también me defendió del viejo verde. Me dejó un número y se puso a la orden.
—¿Y cómo es?
—¿Recuerdas esos pandilleros que manejan esas ruidosas motos y se visten de cuero?—asiste—.Albert es así.
—¿Cómo en las películas?
—Exactamente.
Se ríe.
—Es como ver a Hagrid, pero con el pelo rubio y no tan alto como el guardabosque. Mucho más rudo e intimidante.
—Ya-ya tengo la idea.
—Es más o menos así.
—Hazlo si Jack se pone pesado, no temas en llamar a Albert.
🦋
A diez para la cinco de la mañana estoy ingresando a la cafetería con mis compañeros de trabajo y mi jefa Estela. Los panaderos ingresaron a la cocina directamente sin perder tiempo. Wendy y yo barrimos todo el salón y Lucia acomodó las sillas.
Las otras compañeras preparaban el café y ayudaban a colocar los adornos a las mesas.
Seis en punto de la mañana el café de estela estaba abriendo sus puertas.
El día en un abrir y cerrar de ojos. Los domingos casi no hay clientes y cuando es así, él día es tedioso e infinito, pero hoy fue todo lo contrario y más cuando se trata de esperar a alguien y tu tiempo es limitado.
—¿Qué tienes Meli, te veo tensa?—wendy se dio cuenta, no sé cuántas veces he mirado hacia la entrada de la cafetería cuando esta es abierta.
—Un poco.
—¿Los estudios?
—Si—digo y aquí va la puerta otra vez abriéndose.
Que sea hades por amor a cristo.
La puerta va en cámara lenta y maldigo al idiota que no se apresura.
Mi corazón da un vuelco y ahogo una exclamación, me cercioro que Wendy no haya notado mi actitud y regreso mi mirada hacia el frente.
Es él.
Finalmente.
—Y-yo lo atiendo—casi no me salen las palabras de la emoción.
—No, lo hago yo—se opone Lucia y Wendy interviene.
—Melina ya lo pidió.
—Como si ese hombre muriera ser atendido por ella —se burla con desprecio.
—Necesito hablar con él—me le impongo.
—¿Lo conoces?—inquiere.
—Si.
—Me da igual, ese cliente es mío.
Ruedo los ojos.
—Necesito hablar con él.
—Está prohibido hablar con los clientes—chequeo la hora en mi reloj y sonrío campante.
Ocho en punto.
—Mi horario terminó—me quito el delantal y Wendy me lo recibe.
—Entonces no debes atenderlo...
—Solo serán unos minutos, te lo prometo—aseguro—.Después le meneas las tetas y le enseñas el culo para que te de propina —su boca se abre haciendo la ofendida, como si nunca lo hiciera.
—Anda Melina, atiende a tu amigo.
Hago caso sin importar la mirada de asesina serial que Lucia acaba de clavar sobre mí y la expresión curiosa de Wendy. Yo necesito hablar con Hades urgentemente, esto me ha tenido desvelada y quiero acabar con esta tortura que me quitó el sueño.
—Seré muy breve—advierto y arrastro la silla para sentarme.
Hades se sobresalta en su sitio y cuando levanta la vista hacia mí, sus ojos azules expanden.
—¿Le dijiste a Nix que me viste anoche?
Me mira desconcertado, eso ha sido demasiado directo.
No me importa.
Espero su respuesta, pero no veo señal que me conteste.
—Por favor responde.
Silencio.
—Si no me respondes ahora, te voy a golpear—murmuro amenazante. Sé que no es la forma correcta ni decente para dirigirse a una persona, pero él me desespera porque no habla y tampoco aparta sus ojos azules de mí—.¡Habla por amor a cristo!
—No, no le he dicho nada.
—Por favor no digas donde estoy—suplico—.Por motivos delicados nadie debe saber mi ubicación—dramatizo un poco para que sea más creíble.
—No-no—niega angustiado. Ese era el efecto que quería causar, así no abrirá la boca. Esto da a entender que es de vida o muerte—.D-de mi boca no saldrá una sola palabra, no te preocupes puedes estar tranquila.
Perfecto.
—Gracias, no sabes el alivio que me acabas de dar. Recuerda. Nadie debe saber dónde me encuentro—susurro y me levanto arrastrando la silla con las piernas—.Si alguien lo sabe jamás te lo perdonaré.
—T-tranquila.
—Feliz noche.
—Melina, espera.
—Buenas noches, ¿en qué puedo ayudarle?—aparece Lucia como un fantasma.
—Todo tuyo —murmuro por lo bajo antes de emprender camino hacia la cocina.
Hades Ross...
Volví a la cafetería con la intención de hablar con melina. Anoche la conversación que tuvimos Nix y yo me dejó pensativo. Melina se está escondiendo por una razón que desconozco lo cual presumo que debió ser algo muy grave cuando ni su propia amiga sabe dónde está.
Y seguramente imaginó que yo le pude haber dicho a Nix, por eso decidí ir a hablar con ella.
Al llegar fui abordado por ella. Estaba angustiada y pude notar que casi se le cristalizan los ojos de la desesperación estaba abrumado con ellos nunca había los había visto tan tristes.
Yo los recordaba alegres, llenos de vida y de amor.
¿Qué pasó con ellos?
¿Dónde está su brillo?
Su voz me hizo caer en cuenta y recordé por que razón había venido a la cafetería. Despejé sus dudas y le di mi palabra de nunca decir donde se encuentra.
Fue una conversación demasiado rápida pero sus palabras me dejaron muy marcadas.
"Motivos delicados"
"De vida o muerte"
Definitivamente algo muy serio ocurrió entre los dos cuando me suplicó que no dijera nada de su ubicación.
— Algo mas—aparto la vista de la ventana y doblo mi cuello hacia arriba.
—Estoy bien muchas gracias —la muchacha de ojos claros me sonríe.
Saco la billetera de mi bolsillo y cuento el dinero para pagar mi te.
El café no me gusta.
Prefiero el te.
—¿Eres amigo de Melina?—dejo los billetes sobre la mesa y un poco más para la propina para ella quien fue muy amable.
—Si—contesto y su sonrisa, se desvaneció.
—¿Y.... que hablaron?—inquiere curiosa.
— Cosas de amigos— respondo.
—No me has dicho tu nombre —dice y noto que el escote de su uniforme estaba más abajo—. Me llamo Lucia.
—Hades.
—¿Solo Hades?
—Si.
Cuando una mujer no llama mi atención jamás le digo mi nombre completo. Las que logran cautivarme, les digo hasta mi número de identificación.
Como melina.
—Tu nombre es muy lindo.
— Gracias.
—¿Te gustaría salir un día de estos?—pregunta mientras marca en su libreta de anotaciones—. Te dejo mi número.
Lo aplasta contra mi pecho y me guiña el ojo con coquetería.
— Me avisas ¿eh? —agarro la hoja y la guardo en el bolsillo—. Podemos salir los tres.
— Ajá.
— También podemos hacerlo nosotros nada mas ¿Qué te parece?
—Yo te aviso—miento, ella sonríe esperanzada y me roba un beso en la mejilla que no puedo evitar.
— Lucia—reprende una mujer delgada de cabello negro y medianamente alta.
— Un segundo estelita —vuelve hacia mí. Disimulo una sonrisa—.Entonces así quedamos.
—Aja.
—Vuelve pronto—se agacha hacia la mesa y los hombres que están alrededor, se muerden los labios mirando sus largas piernas.
—Buenas noches— digo forzando una sonrisa y me marcho de la cafetería, me detengo en medio de la calle y vislumbro a Melina subirse en el autobús.
No le aparto la mirada hasta que toma asiento en las ultimas sillas, apoya la cabeza en la ventana y cruza los brazos sobre su pecho.
¿Qué fue lo que te hicieron?
¿Qué te hizo Jack?
El portero de mi edificio me informa que alguien me está esperando fuera de mi apartamento. Le pregunté quién era y él no supo darme explicaciones por la persona pidió que no lo hiciera.
Me molestó un poco que hiciera subir a alguien que no conocía con toda confianza, sin embargo, él me declaró que la persona que subió era muy especial para mí.
¿Quién podrá ser?
Las únicas personas especiales que yo tengo son mis papas, mi hermana, mi nana y mi perro Willow.
—Cualquier cosa yo te llamo.
Apunta el televisor.
— Voy a estar pendiente.
—Muchas gracias Thomas.
—Por nada joven Ross.
—Buenas noches —le digo.
—Hasta mañana—me despido haciendo un ademan con la mano y me dirijo hacia los ascensores con la incertidumbre en mi cabeza.
¿Quién podrá ser?
Salgo del ascensor con mis cavilaciones rondando mi cabeza. Doblo hacia la derecha, hacia el pasillo que me conduce a mi apartamento y al final de este veo a la mujer que me mencionó Thomas parada cerca de la puerta.
Frunzo las cejas y sonreí incrédulo, me acerco pensando que tal vez me había estaba viendo mal y cuando ella se dio la vuelta mi corazón casi se me sale por la boca.
—¿Nana?
—Mi niño querido.
—Nanita...
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