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Melina...

He contado los días desde la última vez que vi a Hades y hoy se cumplen cuatro semanas. Casi un mes.

Y me siento... admirada, no lo voy a negar. Pensé que iban a ser solo palabras para que yo me quedara tranquila y que al final terminaría rompiéndolas.

Él ha cumplido y eso me tiene muy tranquila. Haber confesado mi pasado me sirvió más de lo que hubiese esperado.

No es el momento para arrepentirse en esto porque ya lo que pasó, pasó. Pero si tan solo le hubiese contando a Jack acerca de mi pasado desde un principio quizás él hubiese desistido de la apuesta implantada por el maldito de Steven.

Quizás.

Sacudo mi cabeza para alejar esas interrogantes para no caer en la tristeza y me concentro en el espectáculo que está en frente de mí.

Comenzó el mes de diciembre y los teatros comenzaron abrir sus funciones inspiradas en el mes más bonito del año y más alegre.

Adoro asistir a los teatros y más en estas épocas donde las funciones son maravillosas.

Como quisiera tener a mi familia aquí conmigo compartiendo este momento. Pero ha habido tan muy mal clima que mi deseo de viajar a la capital del país ha quedado en segundo plano.

Las vías terrestres y también las aéreas están bloqueadas. Ha llovido y ha nevado mucho en todo el mes de noviembre y por ende el sistema de transporte se ha visto en la obligación de cerrar todos sus servicios.

Esta sería la primera vez que pasaría fiestas decembrinas sola. Para el día de acción de gracias no me fue tan mal. Lo celebré junto a Estela en su lindo hogar.

Ella estaba enterada que no iba a poder viajar para estar con mi familia y me invito a la celebración de acción de gracias a pasarla con ella.

Estela es un amor.

Conocí a sus seres querido y me llevé bien con su hija, con quien interactué sobre la carrera y la saqué de varias dudas que tenía en cuanto a unas leyes del país y del estado.

Es una chica muy dulce, solo tiene veinte años y es bastante educada. También muy servicial. Me trató como si ya me conociera y después de me confesó que Estela todo el tiempo habla muy bien de mí.

Mi jefa también invitó a varios compañeros más. Como Wendy y la odiosa de Lucia. Quién se ha visto muy afectada por la ausencia de Hades.

Ella piensa que somos "amigos" y constantemente me pregunta por él. A veces le miento diciéndole que visitará la cafetería solo para hacerla sufrir. Me da pena como se prepara cuando se lo digo, pero es mi manera de hacer justicia por todas las cosas que me ha hecho desde que llegué.

—Excelente función— comenta una señora que camina junto a mí.

—Fue muy hermosa.

—Creo que volveré a verla.

—También yo— ella comparte una sonrisa conmigo y después se despide de mí en la entrada del teatro.

Suspiro plenamente antes de salir a la acera. Me coloco sobre mi cabeza el gorro de mi chaqueta. El ambiente helado me arropa a pesar que estoy bien abrigada y siento como caen diminutos copos de nieve sobre mis pestañas y también mis cejas.

También había que caminar con cuidado porque el asfalto estaba completamente liso y un resbalón podría ser muy doloroso.

—Hola mamá—estaba mirando hacia la vía vehicular y aparto un segundo la vista al escuchar aquella voz tras de mi—. Estoy saliendo del teatro.

¿Hades?

—Te llamo cuando este en el apartamento, mi teléfono se ha descargado — giro un poco mi cuerpo para comprobar si había escuchado bien y siento que se me baja el corazón al estómago cuando lo veo, a pocos metros de mí.

Me giro de vuelta enseguida y permanezco inmóvil sobre mi sitio, escuchando cada latido de mi corazón. Me preguntaba si debía alejarme de donde estaba o quedarme allí antes que se dé cuenta, no estaba muy lejos y podía oír claramente su conversación.

El taxi se detiene justo en frente de mí, el piso no estaba congelado, pero sentía como si lo estuviese. Caminaba más lento de lo normal y parecía que no me estuviese moviendo.

—¿Melina?—mi mano apenas alcanza la manilla de la puerta del coche, cuando me nombra.

Escucho sus pasos ligeros acercarse y me veo obligada a voltear.

—Hola.

—¿Cómo estás? — pregunta con una sonrisa, mientras sus ojos azules detallan cada parte de mí.

—Muy bien — contesto e ignoro todo lo que está produciendo su manera de mirarme—.Buenas noches.

—¿Quieres que te lleve? — niego y destranco la puerta del taxi, para ingresar.

—Estoy bien gracias— sonrío forzadamente—. Buenas noches Hades.

—Melina, déjame llevarte— insiste y me zambullo dentro del auto sin darle crédito a su propuesta.

—¿Y el señor?— pregunta el taxista señalándolo con la mirada.

—Él no viene conmigo—aclaro—.Siga por favor.

—De acuerdo.

—Melina.

—Qué año tan horrible— comenta el señor disgustado y antes de responder le doy mi dirección de mi casa—.Ha sido el más helado de todos, este año no pude ver a familia. Soy de las vegas, nevada.

Asisto

—¿Y usted?—pregunta amigable.

—De aquí— miento.

Hace días me volví a encontrar con Dean y él me aconsejó que nunca dijera de donde era y tratara de imitar el acento. Me comentó que los taxistas se aprovechan de las personas que eran extranjeras y también las que son de otros estados para estafarlos.

—¿Qué parte?

Aclaro la garganta

—Manhattan— contesto, natural.

—Tomaremos un atajo— dice de pronto—.Hubo una colisión por su ruta y nos llevará horas salir de allí.

—De acuerdo—dije alerta y miro el taxímetro.


Hades...

La veo subirse en el taxi y me quedo en el mismo lugar, debatiendo si quedarme o seguir mi instinto de protección.

Hubo una mala energía. El taxista me lo produjo y me dio mala espina y por esa razón le insistí a Melina que se viniera conmigo.

Si no me tuviera desconfianza, aceptaría sin dudar.

Malditos sean Jack y ese otro.

Olvido mi palabra y me subo a mi auto. Salgo de estacionamiento tan pronto como pude para poder alcanzarlos conduje por la misma avenida que había tomado el taxi y que después se desvia.

Logro memorizar la placa pero no hallo el taxi.

—¿A dónde fue?— pregunto, mirando todas las placas de los carros amarillos entre las avenidas.

Un aire de alivio me recorre la espalda cuando reconozco el carro.

El hombre tenía el brazo fuera de la ventana y recuerdo que tenía una horrible camisa color verde con naranja.

Paso entre los autos cuidando que no hubiese policías alrededor. Continuo y mi ceño se frunce al darme cuenta a donde estábamos llegando.

¿Por qué Melina se ha metido en lugar tan peligroso como este, lleno de pandilleros y gente mala?

El coche sigue y luego lo perdí de vista por una fracción de segundos. Era una vía desalojada, había carros usados y viejos estacionados aledaños a los feos edificios en mal estado.

Continuo sin saber a dónde se habían metido. Era una calle ciega y cruzo hacia la derecha porque no había más camino que cruzar.

El taxi se había detenido en una calle también ciega y este estaba rodeado de varios hombres amenazantes.

La tensión se me baja y miro a todas partes buscándola con desesperación.

Cuando la diviso la encuentro detrás de un chico alto de cabello rubio, que al parecer la esta protegiendo. Me bajo de inmediato enredándome en el proceso con el cinturón de seguridad y corro hacia donde estaba ella con el tipo robusto.

El tipo gritaba por piedad mientras ellos le recriminan y lo golpeaban a la vez que gritaban violador.

El aire se me corta de mis pulmones y no escucho el ruido a mi alrededor.

¿Violar?

—Tranquila, tranquila—dice la voz del chico alto—. ¿Estás bien?

Salgo de mi trance y observo a Melina temblando del miedo. Las palabras no le salen y todo lo que hacía era llorar. El chico de aspecto rudo me mira cuando intento llegar a ella.

—¿Tu quién eres?— pregunta intimidante y amenazante.

—Soy un conocido—respondo, sin miedo. Encarándolo fijamente, dándole a entender que no me intimida.

—Hades—pronuncia la voz temblorosa de Melina y me desarmo de solo escucharla.

—Melina.

Sin previo aviso su cuerpo se abalanza sobre el mío y me abraza con mucha fuerza. Esconde su cabeza en mi pecho y se aferra con firmeza. Me toma varios minutos responder.

—¿Q-ue pasó?

—¿Es tu amigo?—pregunta el rubio aun desconfiado, pulverizándome con la mirada.

—Sí, es mi amigo—responde melina—.Gracias Dean.

—Sácala de aquí—ordena y se gira hacia el grupo de chicos. — Golpéenlo en las bolas, déjenlo infértil a ese infeliz.

—Ven Melina— susurro despacio y ella se aferra más a mi pecho aterrorizada.

—Largo de aquí, Bades — dice el rubio.

—Hades.

—¡Muévanse!

Ella se suelta de mi cuando le musito que debemos marcharnos. Melina refugia su mano en la mía y mis dedos se entrelazan. Provocándome chispas por todo el cuerpo.

Siento emoción y al mismo tiempo tristeza.

Jamás sabré si seré correspondido por siempre de esta manera.

La guio hasta mi vehículo, su mano esta helada y húmeda. Ella continuaba llorando atemorizada.

—Debí hacerte caso— murmura entre sollozo—.Ese hombre estuvo a punto de violarme.

Este no es el momento para reproches y menos para regaños, no vale la pena ahorita, si tan solo me hubiese hecho caso en estos momentos estaría muy tranquila en su casa.

Gracias a esos desgraciados, Melina prefiere lanzarse a un principio que aceptar algo de mí.

¡Carajo!

Será bien difícil ganarme su confianza y unir los pedazos de su corazón.

—Hades —la ayudo a subir a mi auto sin decir una sola palabra. Todo dentro de mi estaba vibrando.

Tengo una crisis de nervios y siento que si no exteriorizo nada de lo que tengo en la punta de la lengua no me voy a quedar tranquilo. Son los nervios, estoy asustado.

Donde este tipo no hubiese estado, ese hombre le hubiese hecho algo antes que yo llegara.

—Te llevaré a casa— digo tratando de controlarme.

—Gracias— su voz de culpa me desestabiliza—. Sé que tú me dijiste...

Levanto la vista.

—Todo está bien—repito y me inclino, beso su frente y quito una manchita de sangre que había en su mejilla. Ella retrocede. Maldigo nuevamente esos desgraciados y respiro profundamente para poder hablar —. Te llevo a tu casa.

🦋


Gracias por leer hermosas, las quiero un montón.

Nos vemos prontito.







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