Capitulo 9
El consejo de mi madre rondó mi cabeza toda la noche, tanto así que me desvelé meditando si aceptar o no.
Mi actitud fría, cortante y distante no ha dado resultado desde que él empezó hablarme, ni siquiera los dos golpes que le he dado han servido para que se alejé. Quizás la idea de mi mamá no está mal, quizás poniendo su paciencia a prueba determinará si está mintiendo o no.
Lo único que no me agrada del plancito es aceptar que va estar más seguido a mi lado y eso implica que me toque, que me abrace o incluso me bese cuando se le dé la gana, y no quiero eso, porque florecería eso que me inquieta y cuando se está enamorado, te olvidas de lo malo e incluso de ti misma.
Seguiré con mi misma actitud, me volveré caprichosa, no sé cómo le voy hacer, pero hare que no soporte estar ni un minuto conmigo y renuncie.
El Uber me deja frente de mi facultad. Me siento extraña volver a tomar transporte, desde que mi hermano me regaló la bicicleta no volví a subirme a un taxi o autobús.
Aunque es más cómodo y seguro, rodar en mi vehículo de dos ruedas es una experiencia bonita, me trae lindos recuerdos de mi hermano y también me ayuda a ejercitarme, pero no quiero volver a pasar otro amargo momento así que la dejé en casa, está mejor allá en el patio trasero que cualquier otro lugar.
Bajo del Uber y me despido del joven. Él me dedica una amigable sonrisa, pero de repente su semblante cambia y mira asustado por encima de mi hombro.
Frunzo las cejas y entonces una voz me susurra cerca del oído. Mi cuerpo salta del susto y mi mano viaja hasta mi pecho, me vuelvo él y lo empujo enfurruñada.
—¿Estas loco?
—Perdón Ángel —trata de tocar mi brazo, pero hago el quite y cruzo los brazos delante de mi pecho, sus orbes verdes se desvían hacia la zona de mi pecho y después de mi cuerpo sin disimular un poco.
Aclaro la garganta ruidosamente y se detiene, sonríe de medio lado y estoy de nuevo en la mira de sus ojos verdes.
—¿Está bien?
—Si, por suerte sobreviví.
Reprimo las ganas de reír cuando intenta hacer el saludo con mi mano medio muerta y no puede. Cuando me mira no puedo aguantar y me río abiertamente.
Agarra mi mano tomándome desprevenida, y aunque no quise, me rio viendo como intentaba hacer el saludo con la mano medio muerta.
—Te ves hermosa cuando sonríes, deberías hacerlo a diario —adula —. Iluminas el mundo.
—Ni que fuera faro de luz.
Carcajea.
—Entonces iluminas el mío.
Suspiro ruborizada.
—C-comprate una lámpara.
—Antipática.
—Gracias — sonrío.
—Hablo enserio — entre cierro los ojos — Eso haces cada vez que pienso en ti.
Cruzo los brazos delante de mi pecho y lo aprieto con fuerza para que no vuelva a tocarme cuando se queda mirando fijo y los quedamos callados. Él estaba como a dos o tres palmas de distancia de mi y yo sentía que estaba más cerca.
Antes de cortar la conexión que se formó entre los dos, le di un vistazo y antes que lo notara, ya que se distrajo por algo, emprendí la caminata hacia mi edificio.
¿Por qué los chicos guapos visten de negro?
Jack llevaba puesta una camisa tres cuartos negra y con los primeros dos botones desabrochados, dejando a la vista su piel y su pecho tonificado. Jeans del mismo color rasgados en la zona de las rodillas y ajustados, y sus zapatos eran unas Vans que estaba algo sucias y viejas, que no le hacían nada a su aspecto.
Todo lo contrario.
—¿Y tú bicicleta? —pregunta al posicionándose a mi lado, lo miro de reojo y respondo con naturalidad.
—En mi casa.
—¿Le pasó algo?
—Si.
—¿Y qué le sucedió?
—Un vidrio le pinchó los cauchos —miento poniendo una mueca triste y me alejo de su anatomía al percatarme que esta a punto de rozar brazo.
Mi corazón se aceleró.
—Ángel —me agarra de la mano para detenerme y siento un cosquilleo en el estómago. Observo su mano agarrada entre la mía y me suelto de un tirón, tragando despacio.
Jack me mira como si fuera decirme algo pero al final no dice nada, y guarda las manos dentro los bolsillos de su pantalón.
—Te quería decir —aclara la garganta y saluda con el mentón a alguien —.Si no tienes quién te lleve a casa yo puedo buscarte y traerte todos los días mientras arreglas tu bicicleta.
—¿En serio? —fijo que me sorprende y llevándome una mano al pecho, esto es lo más difícil que he podido hacer. Mostrarme amable con alguien no es tan...sencillo, he estado tan sola y todo el tiempo a la defensiva que me cuesta.
—Y no importa si sirve —sonríe acortando nuestra distancia, mis orbes vibran y mi estomago también —. Por mi encantado de llevarte y traerte todos los días.
—Qué lindo, muchísimas gracias.
Me mira consternado y yo también actuo igual, me siento rara, muy rara.
—Espera — parecía ansioso —. ¿Eso es un sí?
—¿Hablas otro idioma?
—Eh...no.
—¿Y en qué momento he dicho que no? — sonríe ligeramente.
¡Demonios!
¿Por qué tienes que ser tan guapo?
¿Y tener esa sonrisa al estilo de William Levy por qué?
—Dime que estoy soñando —dramatiza y pongo los ojos en blanco —. Por favor Ángel, dime que no es otro de mis sueños.
Sonrío maliciosa y con toda la mala intención me lanzo a pellizcar su brazo.
—No, no lo estas soñando —no pude evitar reír al ver su cara de confusión mientras me miraba retraigo y adolorido.
—¿Por qué me pellizcaste? — reclama, iba a responder cuando una sonrisa divertida se dibuja en sus labios —. Apuesto que querías tocar mis brazos.
—No.
—A que si.
—No, estaba comprobando que no estabas soñando.
—Tu tienes acceso a tocarme todo lo que quieras —me guiña el ojo perverso.
—No, no quería tocarte, solo estaba comprobando —repito — . Es la tradición.
— ¿Así? —enarca ambas cejas y en un parpadeo estoy acorralada contra una pared. Los presentes, algunos, giraron en nuestra dirección y comenzaron a silbar, otros a comentar cosas indebidas. Jack que no le gustó, miró los que estaban allí, y estos se callaron al instante.
—Yo tengo otra tradición —dice volviéndose hacia mi.
Mi corazón se detiene al ver cómo se inclina y mis palabras de advertencia no lo detuvieron cuando una voz si lo hizo, aunque hubiese preferido otra menos la del profesor.
—Mi clase está por comenzar y le aconsejo que se retire a su facultad joven — informa seriamente, no podía ver nada, ya que él inepto me tapaba la vista.
—En un momento —espeta girándose y mis ojos se abren pasmados al ver mi grupo de estudio a su lado.
Hago omiso a la manera en cómo reaccionan al verme y me vuelvo hacia el salón. Avanzo rápidamente hasta el último puesto y arrastro la silla para dejar caer mi cuerpo.
Todo el grupo ingresa y elevan su atención en mi dirección, ignoro sus miradas y escondo mi rostro entre mi pesado cabello.
En el bolsillo delantero de mi suéter, mi teléfono repica dos veces. Casi no le contesto, pero recordé que empecé mi plan y si quiero que se rinda, tengo que seguir.
"Te salvó la campana"
"A ti también te salvó la campana donde me hubieses besado"
"¿Y qué me ibas hacer?"
" Te hubiese dejado con un ojo morado"
"Tú me provocas. Tus labios son mi vicio 😈"
"No solo eres apostador también eres un drogadicto, a mí no me gustan los hombres de ese tipo"
"¿Me estás diciendo que te gusto? 😏😏"
"No, solo estoy puntualizando las cosas que odio en un hombre"
" Entonces soy el hombre indicado para ti, no me drogo y tampoco bebo😌😌"
"Pero fumas"
"¿Cómo sabes que fumo?"
"Te he visto"
"Así que me espías"
"Ya quisieras"
"Yo estaría encantado que me espiaras, pero desnudo y lanzándome de la muralla china"
"Primero lánzate de la muralla china y si sobrevives te desnudas"
Tarda unos segundos en responder
"Muy graciosita"
Río en silencio.
"Deja de fumar"
"Si quieres que deje de fumar lo haré, por ti lo que sea"
"Aja"
El profesor comienza a escribir en el pizarrón.
¿Y qué otra cosa odias de los hombres?"
Elevo la vista de mi escondite al sentir que se me sientan al lado. Florencia sellers me dedica una sonrisa y me saluda moviendo levemente los dedos.
—Hola —susurra amigable.
Regreso la mirada hacia la pantalla de mi teléfono móvil sin decir nada y tecleo rápidamente para responderle al inepto.
"Odio que sean mentirosos y apuesten a las personas"
"Una indirecta muy directa ángel, déjame decirte que no soy ninguno de ellos te lo puedo asegurar. Yo no miento y tampoco te apuesto. ¿Cómo hago para que me creas?
"Diciéndome la verdad"
"Esa es mi verdad. ¿Dime que hago para que me creas? haré lo que sea"
"¿Lo que sea?"
"Menos que me aleje de ti"
Viro los ojos, tan cerca.
"Me lo imaginé. Como sea. Una de ellas es que no se te ocurra besarme de nuevo"
"Perfecto, lo intentaré, pero será difícil porque cada vez que te veo, quiero comerme esa boca ¿Y la segunda? "
Me remuevo en el asiento y finjo que no me arden las mejillas.
" Después te digo y otra cosa deja enviar emojis, adiós"
Le escribo para finalizar.
"¿Por qué? 🤔"
"Son estúpidos"
"¿Esa es otra condición?
"Si"
"Bueno😔, lo que me diga mi Ángel"
"Eres patético"
"Y tu eres hermosa"
Apago mi teléfono para terminar nuestra patética conversación y con desdén lo lanzo dentro de mi bolso pero fallo. Ruedo los ojos fastidiada y me inclino para levantarlo cuando alguien más lo hace por mi.
—Pensé que no tenías nada con el amigo de Steven —comenta Florencia con una sonrisa mientras me entrega mi teléfono.
—Es que no, no hay nada.
—Pareciera lo contrario.
Blanqueo los ojos.
—No somos nada —repito.
—Harían muy linda pareja —insiste y yo solo me limito a leer, lo que había escrito en mi cuaderno, al darme cuenta que seguía hablando sin percatarse de mi silencio, me coloco de pie, agarro mi libreta y me dirijo hacia los asientos que están mas arriba.
Ella se me queda viendo un par de minutos, podía verla por el ras de mi ojos, hace una negación y se gira hacia al frente.
Doy un largo respiro y cruzo los brazos sobre la mesa y oculto mi cabeza en ello.
***
Horas mas tarde después de mi clase me encamino hacia el campus. Creí que inepto aparecería y estaría invadiendo mi espacio pero no lo vi por ningún lado, supongo que debe estar muy ocupado en su facultad.
Suspiro.
Ojalá lo retengan un tiempito por allá.
Hoy mi desayuno consta de un sándwich relleno de vegetales, queso bajo en grasas, más un jugo de naranja bajo de azúcar. Terrible. Aun me cuesta este nuevo estilo de vida. Pero si quiero verme bien y saludable debo seguir al pie de la letra las indicaciones de mi médico.
En los siguientes días tengo cita con la doctora y para esa fecha ya debo de haber bajado dos kilos. Soy consiente que no ha sido sencillo. Pero he puesto todo mi esfuerzo.
Mientras comía mi mente la invadía el inepto, en sus la palabras y en su actitud —las cuales son muy parecida a la de él —, También en lo que me está produciendo. Desearía que esto se detuviera, que dejara de sentir. Pero es imposible luchar contra algo al que no se tiene ningún tipo de control.
Cada vez que está cerca, me aterra y me transporta esos días obscuros. Desharía que no se repitiera y lo que él me dice sea de verdad sincero, porque es dios, es tan parecido a mi ex que me hace dudar. Porque no negaré que es lindo y gracioso, tal vez, pero primero debo seguir con esto de la prueba.
***
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