Capítulo 39
—¿Quieres ir un ratito a mi casa? —me consulta luego de salir de la casa de Esther y despedirme de ella. Habíamos pasamos el resto de la tarde sentados alrededor de la piscina, estaba haciendo un sol increíble y fue agradable las cortas horas que estuvimos allí antes que se ocultara el sol.
—Quiero enseñarte un video que estoy realizando para una tarea. Me gustaría que me dieras tu opinión.
Alzo la vista y él baja la cabeza.
—Está bien— sonrío cuando se inclina a darme un beso y traslado mi mano hacia su mejilla para profundizar un poco más.
Vuelvo a poner mi cabeza sobre su hombro y rodeo su abdomen con mi brazo. Mis ojos se cierran y siento como el sueño me invade de nuevo, intento no quedarme dormida, pero este logra dominarme cuando llegamos, Jack tuvo que llamarme varias veces para que pudiera despertar.
¿Qué pasa conmigo?
Bajamos de su honda y caminamos abrazados hasta la entrada de su casa, así como estábamos Jack busca las llaves de su pantalón. Espero paciente con los ojos cerrados mientras la encuentra y sonrío alegre al sentir sus labios en mi mejilla
—Por un segundo pensé que la había perdido— dice contra mi mejilla, su rostro por un segundo se había convertido en solo temor, pero ahora tiene una expresión perversa y divertida, que ya imagino lo que vendrá.
—Sin embargo, me hubiese gustado haberlas perdido—me arrincona contra la pared, lo sabía—. Así tengo un motivo para quedarme en tu casa, preferiblemente en tu cuarto y apropiadamente en tu cama, sobre ti, desnudos, sudados...
—¡Basta! — digo apenada viendo como una señora que pasaba por la calle se quedó viendo—. Eres un cerdo—estalla a carcajadas y busca mis labios para besarme me hago la difícil y no permito que me bese, aunque me muera por sentir sus suaves labios.
—Todas las noches sueño con ese día— suelto una risita y sus dedos tocan mis costillas para tratar de debilitarme.
—Sigue soñando—me burlo.
—La primera vez que te vi desee que fueras mi novia y se me cumplió, un largo y doloroso proceso, pero lo logré— se toca el pómulo y oprimo los labios al entender la referencia— .¿Por qué no se me puede cumplir estar una noche en la cama de mi chica? Si solo vamos a dormir.
Rio falsamente.
—Claro después que hayamos hecho...
—¡Cállate!
—Las tareas— dice sonriendo mientras la maldad invade su rostro—. Después dices que el mal pensado soy yo.
—Tú solo piensas en eso.
—Sí y no sabes cuánto—admite descaradamente y mi boca se abre impactada —. Pero será después de casarnos, quiero llegar virgen al matrimonio.
Estallo a carcajadas y me agarro del estómago, Jack me miraba mientras yo me doblaba de la risa.
Las lágrimas se me salían y no paraba de reír, algunas de las personas que caminan por las aceras giraban sus cuellos para ver que sucedía.
—Que buen chiste—apenas logro respirar.
—Soy señorito, me estoy guardando para ti—aumentan mis carcajadas—. ¿No me crees?
Lo miro con ironía
—Bien, entonces vamos a comprobarlo— me toma desprevenida y me alza entre sus brazos.
—¿Qué haces?
—Tú vas a comprobar si soy señorito o no.
—¿¡Que!?— chillo asustada y aterrizo mis puños en su espalda—.¡Bájame!
— En mi cama— su mano azota mi nalga.
—¡Oye! — se ríe y vuelve a darme otra nalgada. Mi corazón estaba acelerado y mi mente no borraba la imagen de él y yo juntos, mi piel se eriza. Ingresamos a la casa, mis gritos no cesan y de repente todo queda en silencio y su voz ronca hace una exclamación.
—¿Qué haces aquí?
—Tu madre me dijo que estabas en la casa de Esther—mis ojos se abren al escuchar la voz de Stevens y trato de mirar por el costado de su cuerpo, pero no puedo, me muevo para que Jack me baje. Steven sonríe cuando hago contacto sin querer con sus ojos—.¿Cómo la pasaron? Supongo que bien cuando ambos llegaron sin los disfraces—insinúa mirándonos de arriba abajo.
—Te veo después—digo saliendo de su casa como un rayo, no soporto su presencia, es uno de los que menos me cae en mi grupo de compañeros es un odioso y un pedante.
—¡Ángel!
—Me pasas el video correo o WhatsApp.
—Espera Ángel—toma mi codo—. ¿Por qué huyes así?
—Tu amigo no me cae bien— confieso, no quería hacerlo porque sé que es su mejor amigo, pero lo soporto. Odie como uso el doble sentido a las palabras—.Es un pedante y un antipático lo siento, pero mientras él este contigo yo no quiero estar.
—Tranquila hermosa—besa mi frente—. Déjame decirle que se vaya.
—No—lo detengo—. Hablamos más tarde o nos vemos mañana.
—Yo me desahogo de él —vuelvo a negar y me pongo de puntillas darle un beso en la mejilla, Jack me estudia y sonríe como atontado mientras traza una línea con sus dedos justo donde lo besé.
—¿Te vas ir caminando? —asisto, Jack niega con la cabeza después de mirar alrededor—. Yo te llevo.
—¿Y Steven?
Encoge los hombros
—Que se espere— rodea mis hombros y me aplasta hacia su cuerpo.
**
Me detengo bajo el umbral de la puerta viendo a todos mis compañeros resolviendo el examen, todo mi mundo se vino abajo y desee que fuera una pesadilla.
Es imposible, todavía sobraban minutos, ¿Por qué empezaron antes?
—Pro-profesor—llamo, mi corazón latía de miedo, mi boca estaba seca. Otra vez estoy llegando a un examen—. ¿Puedo pasar?
—El examen empezó hace cinco minutos señorita Wells— mis ojos se abren sorprendida.
—Todavía no es su hora— da una mirada hacia la pared y justo encima del pizarrón había un reloj.
Siento un frio en el estómago cuando rectifique con mis propios ojos.
—Ya van varias seguidas señorita Wells— trago lento y lo miro, mientras suplico internamente que se compadezca de mi—. Le restan cinco minutos para que termine el examen, por favor pase.
—Gracias profe.
—Otra falta más y no la dejare entrar—advierte seriamente y toma una pila de hojas blancas que están en el escritorio, me acerco para recibirlas y me sorprendo la cantidad—.Tiene cinco minutos.
—Gracias— susurro y me traslado rápidamente a mi habitual puesto, ignoro las miradas sobre mí y comienzo a leer la primera pregunta, mientras predecía mi futuro.
En cinco minutos apenas llegue a la mitad del examen, juro que quería llorar, nunca en toda mi vida había dejado un examen a la mitad.
—Me preocupas melina—dice Florencia, las lágrimas bajaban por mi rostro— Te lo voy a decir directamente y no lo tomes a mal por favor, si te digo esto es porque eres mi amiga y te quiero— La miro fijamente—.Eres otra Melina desde que estas saliendo con Jack, faltas a clases, no te importa llegar tarde, te entretienes en el teléfono y fíjate hoy, no pudiste terminar el examen completo.
La sinceridad de Florencia me golpea y al mismo tiempo me hacen recapacitar, no me había dado cuenta de lo que estaba haciendo.
Jack y yo debemos dejar de inventar y concentrarnos, es linda su idea, pero no estamos perjudicando.
—Sé que el amor es hermoso y mágico, pero también nos hace perder el horizonte —niego con una mano en la frente—.Y nos vuelve ciegos.
Estoy sin palabras.
—He querido decírtelo solo que no sabía cómo ibas a reaccionar, pues muchos no les gusta oír verdades.
—Te lo agradezco enserio.
—He tenido amigas que les ha pasado lo mismo que a ti y quise aconsejarles de la mejor manera porque se suponía que éramos amigas —rueda los ojos—.Les salí a deber y terminamos enemistadas por eso pensé mucho en decirte, porque sé que el amor es irracional.
Quería hablar con Jack para hablar de lo que estamos haciendo, para ambos puede ser lindo porque no lo negaré, adoro su compañía, pero esto nos va a perjudicar si seguimos haciendo paseos en las horas del cambio de materia.
—Ángel—él estaba con su grupo de amigos y se sorprendió al verme, se acercó y me envolvió en sus brazos.
—Tenemos que hablar—digo mientras regaba besos por mi rostro, labios me producen cosquillas. Las mariposas que jamás duermen cuando estoy cerca, se enloquecieron.
Sus labios capturaron los míos y me dejo llevar, sus manos se acunan en mi cuello y acarician mi piel con sus dedos.
—Ughh vayan un hotel—Jack se ríe picaron y aprovecho para separarlo.
Mis labios vibraban y querían más, pero si me dejo, olvidaré lo que tengo que decir.
—Tenemos que cancelar los paseos—iba a acercar y se detuvo a escasos centímetros de mis labios.
—¿Por qué? —me mira incomprendido—. Pensé que te gustaban.
—Sí, me gusta— admito, muerdo mi labio interno. Sé que le gusta estar en la casa blanca porque allí me cuenta cómo se siente, como le va a en el trabajo, pero no podemos continuar— .Solo que no podemos hacerlo al menos si estamos todavía en clases, estoy faltando y sé que tú también y está mal, podemos perjudicarnos el semestre.
Sus orbes se expandieron dándose cuenta inmediatamente.
—Mierda—espeta.
—Tengo que irme— sale de su trance—.Debo ir al nutricionista, aproveché que ahorita no tengo clases para decirte—beso su mejilla.
—Me avisas como te fue.
—Si por supuesto.
La nutricionista me felicitó con mi progreso y me dio autoridad de comer en pequeñas proporciones todo lo que me había prohibido al principio de la dieta, dice que he rebajado más de la meta que ella me había impuesto y como premio me autorizó comer lo que quisiera sin olvidar que tengo que seguir con sus exigencias.
Estaba mirando el resultado del parcial de hoy y tuve que disimular muy bien para que mi madre no se diera cuenta de mi inevitable sorpresa, me quedo sin aliento y ver el resultado me hizo reflexionar con más claridad.
Esto no me puede volver a pasar
El rizado y yo nos reunimos en la misma heladería que me llevó la primera y vez que salimos, como prometió ese día, compró un helado de varios sabores para los dos.
Casualmente utilizamos las mismas sillas y estuvimos callados mientras comíamos del helado, hasta el decidió romper el silencio.
—Discúlpame Ángel, fue irresponsable de mi parte.
—Fue irresponsabilidad de los dos— reconozco—. Si no fuese por Florencia te juro que ni me doy cuenta o quizás si con la nota que enviaron por correo.
—¿Muy mal?
— Más o menos— retrae los labios—. Tranquilo, estamos a tiempo de recuperarnos, solo recordar no volverlo hacer.
—Discúlpame Ángel.
—Ya olvídalo —señalo su helado—. Y come que se derrite.
Suspira pesadamente
—Tengo unas ganas de fumar— confiesa y expulsa aire exasperado por la boca y mis cejas se elevan —. Yo no puedo darme el lujo de perder ninguna materia Ángel, tu sabes bien.
— Fumar no es la solución Jack y recuerda que eres alérgico al humo— sus orbes me miran sorprendidos lo que me hace entender que había hablado en voz alta.
—Te juro que no lo vuelto a tocar un cigarrillo desde la última vez que me vista— asegura y pasa sus manos por sus rizos despeinados—. Pero esto me produce ansiedad.
—Entiendo— envuelvo sus manos—. Sé que no es fácil, pero intenta evitarlo, como te dije la otra vez, da una vuelta, prepara un té o haz ejercicios, esos son muy efectivos cuando te sientes así, te da una paz única—sus labios arquean una sonrisa y cierra sus manos entre las mías.
—Tú me das paz Ángel— dice con una mirada cautivadora, bajo mi vista tímidamente y detallo unos segundos nuestras manos entrelazadas— Después de comer, ¿Vamos a la casa blanca? —despego mis labios para contestar, pero me espero cuando levanta la mano—. ¿Tienes examen? ¿o alguna tarea?
—No, no tengo nada— contesto volviendo a mirar sus ojos hechizantes— Solo leer la clase de hoy, pero nada importante—aclaro y mojo mis labios para preguntarle lo mismo—. ¿Tu? ¿Algo importante?
—Tampoco —alega alargando una sonrisa ladina y regalándome una tierna mirada, presiona mi mano y después se inclina hacia mi rostro.
Trago despacio y coloco mis manos en su cuello hasta llevarla hacia sus mejillas, pensé que iba a besarme, pero solo me abrazó. Así nos quedamos su buen rato, él con su rostro hundido en mi cuello y yo juego con suave cabello rizado.
Mis manos regresan a su rostro cuando se separa de mí y quedamos enfrentados, Jack se inclina y planta un beso en mi frente.
Sonrío con los labios sellados sintiendo cada latido de mi corazón
—Te quiero Ángel—murmura.
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