Capítulo 37


—¿Cómo has estado? —me pregunta Rubens al reunirme donde se encontraba él. El pecho me subía y bajaba de forma erratica, mis piernas eran una gelatina.

Había estado ejercitándome y desde la maquila de fortalecer piernas lo vi. Me alegró de verlo. Él ha sido u n chico muy especial y carismático.

—Bien y ¿tu como estas? —respondo.

— Excelente —contesta expulsando aire pesado y se seca el rostro con un paño. Rubens es tan atractivo, incluso sudado—.He terminado, ¿Quieres subir?

Niego y le informo que también había acabado mi rutina. Lo pierdo de vista cuando me integro  al baño y lo vuelvo a encontrar justo en la salida. Él me decida una sonrisa espontanea y empuja la puerta para mi. Salgo, sintiendo como la brisa choca contra mi cuerpo y me dirijo hacia el estacionamiento.

—Te llevo.

Me detengo a medio andar y me giro sobre los pies. Rubens se acerca y insiste en llevarme, no tenia mas escudas para negarme así que me rendí. 

—¿Qué tal un café? —ofrece mientras nos encaminamos hacia su coche —. ¿Te gusta el café o prefieres otra cosa?

—Café está bien.

Entramos a la cafetería y mi nariz se llena de goce con ese majestuoso aroma tan peculiar del café, noto que no soy la única porque Rubens aspiro a todas sus anchas el delicioso aroma. 

—¿Cómo te gusta?

—Con leche, por favor.

—Por favor señorita, dos cafés con leche.

—Si señor —responde la empleada con una sonrisa amigable —. ¿Desean algo más?

—¿Melina te apetece algo más?

Niego.

—Solo café —digo cortés.

—Ven — me dice y lo sigo. 

Las personas que ocupan las mesas dejan sus asuntos para mirarlo, algunas chicas parecían hipnotizadas. Me causa gracia ver como se le iba el cuello. Ocupamos una mesa que acabaron de desocupar y quitamos lo que habían dejado. Nos sentamos a la vez y por un segundo imagine que esta invitación seria solo miradas y tal vez una conversación que solo duraría un par de minutos. 

Pero me equivoque.

Hemos hablado de todo y me sorprendo de mi misma, que pueda expresarme abiertamente con alguien a quien temía si quiera hablar. Rubens es muy simpático, y tiene una mirada dulce que te hace sentir que todo esta bien.

—¿Y a qué se debe tu nombre?

—A un cantante—sus cejas castañas se alzan de curiosidad—. En realidad el titulo de una canción en español que mi mama adora y dijo que si tenia una hija, le pondría ese nombre. 

—¿la canción se llama Melina?

El rostro se me tiñe de rojo.

—Si, no es un nombre común.

—Es  muy lindo.

—Gracias.

—¿Cómo se llama el artista?— inquiera —Para un día escucharla y saber porque tu mama te lo colocó.

—Camilo sesto —asiste pero se le ve en la cara que no tiene idea de quien hablo.

—Muy ingeniosa tu mamá.

Rio.

—Si, un poco.

—El mío no es tan inspirador, ni especial, ni nada—comenta divertido —. Solo me pusieron el nombre de mi tatarabuelo porque me parezco a él. ¿Quieres ver?

Asisto varias veces y me inclino para mirar la pantalla de su teléfono.

—¿Ves?—estaba sorprendida, lo dos son como gotas de agua —.Somos iguales, solo espero no ser cascarrabias como él.

***

Luego de una charla tan agradable con Rubens vuelvo a casa con aura diferente y una emoción inexplicable que me sigue recorriendo el sistema. En el recorrido, la conversación no quedó en la cafetería como había supuesto, esta siguió y conocí un poco más de él. 

Me confesó que su color favorito es el verde y ama los deportes, cualquier menos el golf, dice que es demasiado aburrido y estoy de acuerdo con eso. Le encanta la música electrónica y le encanta adivinar el nombre de las personas con solo mirar su atuendo. Como la primera vez que nos conocimos. Se equivoco tanto que empezó a aceptar que no tenia ningún poder pero aun así, no se decayó y siguió jugando hasta que llegamos a mi casa. 

Quedamos en salir otra vez. Me dio un poco de miedo pero lo supe dominar y me dije a mi misma que nada iba a pasar.

En mi habitación estoy  leyendo para la clase de mañana, el sonido de mi teléfono y su luz llama totalmente mi atención. Pauso un segundo mi lectura y estiro el brazo para alcanzarlo. Una sonrisa automática se dibuja en mis labios al ver el nombre de él en pantalla. 

— Hola—digo, controlando mi emoción.

— Hola—saluda, seco y cortante.

Uy, y ese actitud. 

—¿Estás en tu casa?— inquiere, y su tono de voz se hace mas severo.

—Si, si estoy, ¿qué pasa?—intento preguntar y me cuelga.

Me quedo viendo la pantalla del teléfono desconcertada y me pregunto que le pasa. Le devuelvo la llamada pero no me responde. Lo que hace aumentar mi intriga. Dejo de insistir y espero que llegue, la verdad no se que esta ocurriendo.

Me cambio de habitación y me siento en el sofá de la sala a esperarlo. No pasan diez minutos cuando escucho el rugido de una moto acercarse. Dejo el libro que tenia en mis piernas a un lado y me pongo sobre los tobillos. Camino hasta la puerta principal. Me asomo un segundo por la ventana y él ya esta en la puerta. 

Después de tragar despacio, me coloco en frente de la puerta, antes que pudiera tocar, la abro. Jack ingresa directamente y a pesar de la velocidad con la que lo hizo, pude distinguir una expresión molesta en sus facciones. 

—¿Eres sincera conmigo? —pregunta a mis espaldas y me doy vuelta.

—¿A qué te refieres?—no sabia que ocurría, a que se debe tanto enojo y por que ha soltado una risita irónica—. ¿Qué te sucede?

Hace una negación como si hubiera hecho algo que le defeccionara y levanta su teléfono hacia mi. Sigo sin entender que esta ocurriendo hasta que me enseña lo que pasa. 

—¿Qué hacías tú con él?

Me toma varios segundo procesarlo. La mano de Jack temblaba. En la foto aparecíamos Rubens y yo conversando en la cafetería queda cerca del gimnasio. Trato de encontrar la razón de su enojo pero no veía nada. Solo éramos nosotros, hablando de forma natural.

La cuestión aquí, es quien la tomó y que intención tenia de enviársela a él. 

— ¿Quién tomó la foto?

—Responde lo que te dije, Melina —impone —. ¿Qué hacías con este tipo?

—Tomando un café.

—¿Y por qué estabas tomando un café con él?

—¿Qué tiene de malo?

—No me gusta—contesta — y no me agrada él.

—Solo es un amigo.

—Eres muy ingenua para no darte cuenta que a ese tipo le gustas.

—Lo que sienta es su problema, no el mío —cierro la puerta y le paso por el lado.

— Debes alejarte—me detengo en seco y vuelvo hacia él.

—¿Que?

—No te quiero cerca de él—impone y mi paciencia llega su limite.

—¿Quién tomó la foto?—mi voz no suena amable, y sale mas severa de lo que hubiese imaginado.

—E-eso no importa.

— Si, si importa— levanto mi voz y insisto que me diga quien fue el autor de esto—. ¿Quién te la envió?

—Olvídalo.

—¿Quién fue?—no es capaz de mirarme, y su actitud responde todas mis incertidumbre.

— Steven, ¿verdad? — digo entre dientes—. ¿Estas espiándome?

—Fu-fue casualidad.

—Oh, si claro casualidad—digo con sarcasmo y mi tono de voz hace que sus ojos me miren con arrepentimiento —Mira, Jack, si tu vas empezar con esa estupidez de prohibirme y exigirme cómo debo llevar mi vida lo es mejor que dejemos esto hasta aquí—le aclaro con seriedad— A mí nadie me impone nada. Él único que puede imponerme es mi padre y sin embargo ya no tiene el mismo derecho—me alejo de un arranque cuando intenta acercarse —. Estoy tratando de empezar otra vez. Estoy tratando de volver a creer en las personas y Rubens es parte de ese proceso del cual tú ya no estabas enterado. Así que no vengas hacerte la víctima o el indignado que no te queda. Además eres mi novio, no mi dueño.

Sus orbes se abren en shock.

—Melina—niego viendo su cara de arrepentimiento—. Discúlpame.

—Eres un idiota Jack— cruzo los brazos indignada.

—Ángel—abandono la sala y me encamino hacia los dormitorios, sus pasos me siguen—.Bonita.

—Si vas hacer el típico hombre que exige la manera de vestir te olvidas de mi—lo enfrento.

—Te juro que no soy así— niego y me alejo otra vez pero me alcanza sin problemas.

—¡Suéltame!

—¿Qué debo hacer para que dejes de estarlo? —hunde su rostro en mi cuello y aprieta fuerte mi cintura—.¿Por favor dime que hago para que me disculpes?

—Desaparece de la faz de la tierra con tus celos estúpidos.

—Ángel— reclama mordiendo mi cuello—. Hago lo que sea.

Respiro hondo y me alejo.

—Limpiar toda la casa y ordenar mi dormitorio—tropiezo con mis pies y el camino se corta al encontrarme con la sólida pared.

—¿Me perdonas? —coloca ambas manos cerca de mi cuerpo  y me acorrala—. ¿Dime qué hago para que me perdones?

—A limpiar, ya te lo dije— decreto sería mirando por encima de su hombro evadiendo sus ojos. Trago despacio cuando toma mi s mejillas entre sus manos y me conducen a mirarlo. Su rostro se acerca el mío y aplastan sus labios contra los míos. Me hago la dura al principio, pero después de unos segundos, estoy respondiendo y me olvido de todo.

****

Jack termina de cumplir la penitencia. Le presto mi habitación para que se cambie ya que la  había ensuciado su camisa. Le presto una de mi papá que tenia en el armario. Él la mira con horror pero no dice nada, agradece y sin mas precedentes se saca la camisa  en frente de mis ojos. Trago despacio, y trato de eludir fingiendo que nada he visto.

—¿A donde vas? — Corro hacia la salida y suelto un grito ahogado cuando me logra atrapar. Me arrastra con él hasta el baño con una facilidad que me sorprende. Lucho pero su fuerza es mayor a la mía que logra introducirme en la ducha. 

Él busca la llave de la regadera y la abre sin vacilar. El agua me cae directo en la cabeza y suelto un gritito por la temperatura. Él también moja su cabello y se inclina buscando mis labios. Me hago la difícil pero después de vacilar me dejo llevar y nos besamos bajo el agua, hasta que consigo dominarlo y logro escapar.

— ¿Ya estoy perdonado?—pregunta con voz melosa cerca de mi oído, con sus brazos a mi alrededor de mi, preparaba algo caliente.

—No.

—Ángel, pensé que me habías perdonado—reprocha y hunde sus dedos en mis costillas.

Me remuevo y alejo sus manos de mi.

—¡Jack!

—Discúlpame.

— ¡Jack! — Sus manos me arrastran lejos de la estufa y me saca de la cocina. Peleo para no dejarme vencer, pero creo que después del baño retomó fuerzas, porque en un parpadeo estoy acorralada en la misma esquina donde hace un rato nos habíamos besado.

Él respiraba con irregularidad al igual que yo. Mantenía una media sonrisa dibujada en sus magnéticos labios. Mis ojos no podían dejar de apreciar lo sexy que sea veía con el pelo mojado y alborotado.

¿Habrá algo imperfecto en él?

Sus ojos me detallan con profundidad, se mueven de hito a hito, aún mantenía su sonrisa ladina. Me pregunto que estará pensando de mi cuando me tiene cara a cara. Es tan difícil de creer que alguien pueda mirarme fijamente a la cara sin asco. Una vez me dijeron que mi rostro no era agradable para la vista y aquí tengo a Jack Grey, demostrando lo contrario.

—Perdóname Ángel— vuelvo del pasado al escuchar su voz, subo la vista y sus ojos esmeraldas me miran suplicantes.

Recuerdo lo que pasó y por qué me había enojado con él. Jack había tomado una actitud posesiva que no me gustó, no me agradó la manera como se comportó por una estupidez y tampoco me gustó que steven se este metiendo en nuestra relación. 

— Está bien— accedo al fin y después de hacerlo padecer. Él sonríe campante y esta a punto de darme un beso pero retiro la cara y lo miro seria, aunque por dentro estoy hecha mantequilla—. Que sea la última vez que se repita.

—Te prometo que será la última.

—Porque tú no eres mi dueño—lo apunto con el dedo, le da un leve mordico y me arrastra hasta él por la cintura.

—Tu si eres mi dueña y puedes hacer lo que quieras conmigo.

—Dile a Steven que parece una vieja chismosa.

—Cuando lo vea le patearé las bolas—sostiene firmemente mi mentón y se acerca con la mirada puesta en mis labios. Los latidos de mi corazón estaban muy acelerados, mi respiración se vuelve irregular cuando siento el suave roce de sus labios en los míos. Jack juguetea con ellos, luego con mi nariz. Mi deseo de besarlo se vuelve desesperada y tomándolo de la camisa soy yo quien lo recorto la poca distancia.

Siento mis mejillas arder cuando gruñe y hunde sus dedos en mi cintura. Estaban tocando mi piel y estaban enviando miles de sensaciones por todo mi cuerpo. Sonrío encantada por lo que estaba experimentando y cruzo las manos detrás de su cuello para sentirlo más cerca.

—¿Quieres ayudarme con la cena? — pregunto saliendo del trance y recuperando el aire.

—Si— responde entrecortado y se lanza de nuevo a mis labios, está vez más con más intensidad. Cierro mis ojos cuando ataca mi cuello y pega mis muñecas contra la pared. Jack se detiene después de hacer maravillas con sus besos, abro los ojos y contemplo la lujuria en los suyos, mi cuerpo comienza a quemar—. ¿Comemos o nos comemos?

—Vamos hacer la cena— se ríe y me da un beso aplastante.

****

Estábamos en la sala viendo una serie en Netflix. Jack tenía recargada su cabeza sobre mis piernas y mis manos se enredaban entre sus rizos. Nuestras risas se mezclaban y de vez en cuando compartíamos un casto beso o uno profundo que me hacía estremecer.

Había un ambiente de paz y de tranquilidad, éramos nosotros dos. Compartiendo un lindo momento juntos después de un mal momento que espero que no se repita.

—¿Qué has pensado sobre la fiesta de Esther? —pregunta rompiendo el silencio.

Había olvidado la fiesta de Esther. Pero anoche estuve meditándolo. Si parte de mi proceso es confiar en las personas también debo afrontar mi trauma. Las fiestas nunca fueron de mi agrado y a la única que asistí me dejó un amargo recuerdo. Tengo que fe que está vez será muy diferente.

—Si me aseguras que no me vas a dejar sola.

— ¿Por qué? — gira su cuello en mi dirección—.¿Piensas a ir?

Pauso la serie y bajo la cabeza.

— Si me prometes que no te vas a separar ni un segundo de mi lado, voy.

— ¿Hablas enserio?—parpadea atónito.

—Créeme que lo estuve pensando mucho y si me gustaría— confieso—. Además, debe ser divertido disfrazarse de hombre.

—¿Segura? —se notaba muy emocionado—.Porque no es obligado, como te dije Esther suele manipular cuando no consigue lo que quiere.

— Si quiero ir— concreto sin vacilar.

—Si es así, mañana iremos por los disfraces— me dio un regocijo en el estómago y sonrío nerviosa—. Tenemos que ser los mejores de esa fiesta.

— Recuerda que no trabajo y el dinero que tengo es de mis padres.

—De eso no te preocupes. Hay una tienda de disfraces que venden súper económico y tienen de todo, podemos ir allá y escoger los nuestros—soluciona. 

— Se me ocurre vestirnos de Queen— digo de repente, sus cejas se alzan con interés—. Yo sería Freddy y tú.

—Mary Austin.

—Pero... Freddy vestido de mujer como el video I want to break free—se ríe.

—Me gusta la idea, es buenísima.

—También podemos vestirnos de los locos Adams —ensancha su sonrisa—. Bueno allá vemos al final que vamos a escoger y lo que alcance el bolsillo.

—La vamos a pasar bien, ya lo verás.

—Mientras no te separes de mí.

—Nunca— toma mis mejillas y me lleva hasta sus labios.

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