Capítulo 30


Salgo del coche sin decir una sola palabra y con pasos medio torpes subo las cortas escaleras que me dirigen a mi casa.

—¿Oye que pasó?—pregunta su voz confundida detrás de mí, no le contesto y me detengo en el último peldaño.

Mi mano reposaba en mi pecho, después de captar la realidad. Nuevamente la punzada aparece haciéndome presión al punto de dejarme sin aire y los recuerdos, malditos recuerdos.

—Si no quieres salir está bien—suena molesto —yo solo quería que me conocieras, pero veo que pierdo mi tiempo —aprieto los ojos y me regaño a mi misma  —. Hasta mañana Melina.

Me llevo una mano a la boca y luego limpio mis lágrimas que bordeaban mis párpados.

Respiro profundo, y entre abro la boca para llamarlo.

—¡Espera! —Jack se detiene a la mitad camino, pensé que no iba a hacerlo, me alivia que lo haya hecho. Sin embargo el hecho que este allí, ni me asegura nada. Muerdo mi labio indecisa y rasco mi cuello con ansiedad.

Él espera paciente mientras yo lucho internamente con mi... Trauma.

—¿A-a qué horas pasas por mí?

—No te sientas obligada Melina no es necesario —dice orgulloso en un tono frío, nunca lo había usado conmigo y me siento extraña, no me gusta pero supongo que me lo merezco.

Vamos melina.

Le pido que se detenga, y lo hace después de hacerlo varias veces.

—Yo-yo perdí.

Me mira por encima de su hombro.

—Después hablamos.

—¿A qué horas pasas por mí? — insisto y se queda un rato mirándome así.

—¿Tú de verdad quieres? —inquiere y suelto el aire contenido de mis pulmones cuando se da la vuelta. Miro sus esmeraldas indecisa otra vez y me dejo caer sobre el filo de las escaleras.

—No lo sé.

Siento sus pasos aproximarse y hago un inmenso esfuerzo para no alejarme.

—¿Estas indecisa? —pregunta en un tono suave —. ¿Tiene que ver con tu pasado?

—Si —meto las manos debajo de mis axilas —. Tengo miedo.

—¿Me tienes miedo?

—Temo que después de entregarte mi confianza tú termines traicionándome o peor aun apostándome.

—No hay nada que temer, créeme —cepilla delicadamente mi mejilla cuando estrecha su mano hacia mi cara, su toque era cálido y suave, rozaba mis heridas sin lastimarme, no soy capaz de mirarlo —. Confía en mí.

****

Estaba acabando de cubrir las heridas de mi rostro cuando mi madre me anuncia que el inepto había llegado y me está esperando en la sala. No voy a negar que solo escuchar su nombre perdí un poco mi estabilidad.

Estoy muy asustada, me cuesta creer que este reviviendo nuevamente faceta de mi vida, todavía no lo asimilo.

—Hola —saludo en cuanto el rizado se percata de mi presencia, sus orbes verdes me observaron con detalles profundos.

—Ho-hola —balbucea, dándome a entender que lo había impresionado —. Luces maravillosa.

— Gracias —dije sonriendo ruborizada y con mucha discreción lo observo a él también, lucia más atractivo que siempre.

—Hasta pronto mami —me despido con un abrazo y me susurra en el oído que sea bueno con él, ambos se despiden estrechando las manos y después de colocarse los zapatos que había dejado la entrada, juntos dejamos mi hogar.

—¿Trajiste la cámara?

—Eh...si, ¿por qué?

—¿A quién le vas a sacar foto?

—Algo que me parezca, único y hermoso.

Imagino el cielo, un árbol, el atardecer, un perrito pero que podría haber algo hermoso en esta ciudad llena de edificios.

—¿Y según tú carrera que es lo único y hermoso para hacer es tipo de fotos?—indago, mi mente sigue pasando lista.

Un carro, una moto... Unas flores.

Tantas cosas.

—Tiene que ser algo inspirador y hermoso.

—¿Y que ha sido lo más inspirador para ti? — intento buscar con la mirada.

—Tú —dejo de hacer inspección y lo miro, da un paso hacia mi, mi corazón se detiene varios latidos y no puedo dejar de mirarlo.

Jack me da una sonrisa ladina mientras me analiza y lleva un mechón detrás de mi oreja.

—¿Y no me vas mirar incrédula y me vas a soltar tu típico ajá? — pregunta al ver que no me muevo.

—Hoy... no...— aclaro la garganta — . Creo, no bueno, hoy no.

—Mmmh —me mira dudoso achinando los ojos — . Sospechoso.

—¿Podemos irnos ya? — me irrito disimulando con una sonrisa.

— Ahí está la Melina que conozco pero que me encanta.

Me abre la puerta del coche y me lanza miraditas de suspicacias, no aguanto lo risa y entro al auto riendo. Jack corre del otro y lado y se mete a tropezones dibujando una sonrisa, parecía feliz.

Me dedica una de esas sonrisa alegres y se coloca el cinturón de seguridad, apunta con su mano para que yo también lo haga. Abrocho el seguro y miro hacia el frente, ignorando sus esmeraldas en mi cuello.

Jack enciende las luces del coche y sintoniza una de las emisoras. Deja Billie ellish cuando se lo pido y salimos del barrio en cuestión de minutos.  

*****

—Parece que no hay nada bueno -comenta decepcionado.

Hago una mueca.

—¿Caminamos? —sugiero—. Todavía es temprano a lo mejor ofrecen algo mas tarde.

—Me parece buena idea —salimos de la sala de cine y comenzamos a recorrer las vitrinas del centro comercial.

—¿Te gustaría comer una Dona? —ofrece y la boca se me hace agua enseguida. Pasamos por una tienda y el rizado se detuvo al verlas —. ¿Cuál te gusta?

—Todas.

— No creo que pueda comprarlas todas —comenta entre risas—. ¿Cuál quieres?

-Ahorita no puedo estoy a dieta y no puedo romperla.

—Una no te hará daño.

—Mejor que no —retrocedo ante la tentación—. Si tú quieres compra para ti, yo me conformo con un vaso de agua.

—¿Por qué te limitas a comer lo que te gusta? —pregunta incomprendido —. La vida es una sola Melina y hay que vivirla.  Hoy es un privilegio y mañana es un misterio.

—Es que...no lo sé.. digo es demasiada azúcar y toda mi vida he sufrido de sobrepeso

—Solo será una.

Muerdo mi labio indecisa.

—No quiero ser gorda otra vez.

—Tú te ves perfecta, así como estas—me señala —. No necesitas dietas estrictas que te limitan a comer cosas que te agradan y hacer fuertes ejercicios que te dejan sin aliento para lucir bien.

—Lo mío es por salud, no por estética.

—Para mí, así como estas te ves hermosa —una sonrisa se dibuja en mis labios—. Muchas chicas desearían tener esas curvas que tú tienes.

—Es grasa.

—Igual me gustas con o sin ellas —siento un cosquilleo en el estómago y nuevamente estoy sonriendo —. ¿Tal vez una malteada?

—Me parece mejor.

En el ascensor dos chicos ingresan y ambos se me quedan viendo y no precisamente de forma agradable. Comienzan a murmurar groserías sin importar que no estaba sola. El ambiente se vuelve tenso, estos no dejaban de agredirme y Jack no les perdía la mirada.

Estaba deseando llegar a nuestro piso antes estallara la bomba. Porque las agresiones no se terminaban. Cuando uno de ellos se gira en mi dirección, Jack sale delante de mí en defensa. El tipo Sonrie de manera burlona y junto a su amigo, se bajaron del ascensor.

Jack se me queda viendo y lo único que hice fue salir también del ascensor, respirando hondo y que esos insultos, las risas despiadada y las cara de burlas no me afectaran.

Ingresamos a las malteadas locas, Jack caminaba muy cerca de mi casi rozando nuestros dedos. Me susurra en el oído que tome asiento y cuando me dirijo hacia una mesa vacía, un hombre me ataca con insultos apenas llego.

—¿Cómo puedes defender a una cosa como esta? —su cometario aumenta la furia de Jack, quién sale en defensa. Sus ojos no se apartaban del sujeto, parecían echar fuego —. Por favor amigo da la pelea por una mujer de verdad no por esta cosa que ni siquiera forma tiene, este simulacro de mujer —me aferro a la muñeca del rizado para que no se lance sobre el hombre y lo deje ir.

—¿Por qué me detuviste? —exclama furioso, volviéndose en mi dirección.

—No vale la pena que te pelees por mí, es estúpido.

—No, no es estúpido, debiste dejarme darle su merecido -bufa y lo miro tiernamente -. Tenía que hacerte respetar.

—Pero no valía la pena.

—Tus vales la pena Melina, y nadie puede decir que no, nadie —se acerca.

—Gracias —mis ojos se llenan de lágrimas, me pongo de puntitas y le planto un sonoro beso en la mejilla.

Sus ojos verdes se abren impactados y acaricia levemente con sus dedos dónde lo beso.

Le dedico una sonrisa ladina y me dirijo hacia la salida del local apenada.

—¿Y ese beso? —pregunta al posicionarse a mi lado.

—Es mi manera de agradecer —sonríe embobado con la mano aún en su mejilla.

—Voy a tener que defenderte más seguido.

Río.

—Mientras tu estés a mi lado nadie se meterá contigo.

—Gracias Jack.

—Por nada bonita —sonrío apreciada.

****

Caminamos por todo el centro comercial después de pedir nuestros cafés y me detuve en seco frente a una tienda de bicicletas. Sin vacilar ingreso a la tienda y recorre el local, observando de arriba abajo.

—Buenas tardes —saludo cordialmente al vendedor de la tienda de deporte y este se dio la vuelta al escuchar mi voz.

Oh, es Rubens.

—Que grata sorpresa -manifiesta con una ligera sonrisa.

—¿Trabajas aquí?

—No en realidad —me acerco hasta el mostrador— Le estoy ayudando a un primo. Se enfermó y me pidió que atendiera su negocio mientras se recupera. Asisto —. ¿Y tú que haces por aquí?

—Paseando—respondo mirando las bicicletas que estaban a pocos metros de mí. Había una de color morado y gris, era de tamaño medio y era muy linda.

—¿Te gusta?

—Es hermosa.

—Fuese mía la tienda te la regalo.

—Gracias—me guiña el ojo y sonrío tímidamente —. Ya me tengo que ir.

-Salgo en cinco minutos ¿Te gustaría tomar algo?

—Vengo con un amigo y seguro ya se dio cuenta que lo dejé abandonado en el puesto de café. Muchas gracias por la invitación —giro sobre mis pies y pego un brinquito al conseguirlo de frente.

—Buenas tardes, ¿en qué puedo servirle? —saluda Rubens.

—Gracias—le responde el rizado y baja la cabeza hacia mí—. Hey. ¿qué pasó? Me dejaste solo.

Hundo mis labios y pido perdón, no debí haberlo hecho, pero no pude resistir la tentación de echarle un vistazo a las bicicletas.

Antes de salir de la tienda de deportes, me despido de Rubens. Él hace un ademán con la mano y se despide de Jack, pero este ni le respondió.

—¿Quién era él?

—Él es otro que quiero darle oportunidad de conocer. Su nombre es Rubens.

—Me alegra que estés volviendo a confiar en las personas —me parece que no estaba siendo del todo sincero.

—¿Vamos a ver que función hay?

—Sí, vamos—responde con desaliento y no aguanto la curiosidad.

—¿Está todo bien? Te noto aburrido.

—Me preocupa él —frunzo las cejas, pensé que me diría otra cosa —. Tú me gustas y estoy luchando por tu confianza y tu cariño, para mi seria desagradable que después que tanto te luche tú te enamores de otra persona.

Mis ojos se abren ampliamente sorprendidos. Percibo inseguridad en su mirada y se me hace extraño viniendo de una persona como él, que todo este tiempo se ha mostrado seguro.

—No sé qué decirte.

—Sólo te pido no te vayas a enamorar de él.

Rio sorna.

—Es enserio ángel, no lo hagas, porque —hace una pausa—. Me romperías el alma.

—Tampoco exageres.

—En el corazón no se manda-me recuerda y aprieta los ojos resignado.

—Olvida eso y vamos a ver si colocaron algo decente para ver.

Insto con la cabeza hacia la zona de cines.

—Ángel—reprocha.

—Solo te diré que eso no pasara-me mira incrédulo — .Confía en mí.

Una sonrisa se dibuja en sus sexys labios.

—Eso quiere decir-antes que mencione lo obvio, me adelanto varios pasos adelante para no ver su cara triunfante. Él pasa por un costado y antes echar a correr, alborota mi cabello.

Dimos otro paseo por el centro comercial y regresamos a casa, no hubo función que nos llamara la atención. En el trayecto hablamos acerca de algunas tiendas de ropa y de puestos de comida muy conocidos en Washington, cuando el rizo detuvo el auto frente a mi casa, vecinos caminaban cerca voltearon a mirar.

Dios mío.

—Es una pena que no hubiésemos visto nada —menciona triste mientras subimos los peldaños de las escaleras.

—No te preocupes.

—¿Podemos salir otro día?—pregunta— .Por supuesto si tú quieres.

—Puede ser.

—La pasé muy bien contigo.

—También yo -sincero.

—Nos vemos mañana.

—Mañana voy al nutricionista. —informo, hace un puchero.

—¿Quieres que te lleve?

—Gracias, pero iré con mi mamá— asiste y hacemos nuestro saludo para despedirnos.

—Me avisas cómo te fue -no sé qué responder.

—Por favor desbloquéame del WhatsApp —suplica —. Los mensajes son muy caros, por favor.

Rio maliciosa.

—Ángel te lo pido, tengo gastos.

—Pague sus deudas—se echa a reír.

—Tú lo dices porque no tienes responsabilidades en cambio yo si— junto las manos—.Por favor.

—Con una condición.

— Bendita sean las condiciones—dramatiza mirando al cielo—. Bueno dime que quieres.

—Te desbloqueo con la condición que me cuentes por qué te llaman Nemo.

—No, no te voy a contar esa historia.

—Sigue gastando saldo.

—¡Esta bien! —me detengo—. Te contaré la historia, pero desbloquéame.

—Me parece justo.

—No importa la hora solo hazlo.

—Que sea lo mismo -alce el dedo índice como advertencia —. Si no me cuentas te vuelvo a bloquear y quedarás pobre.

Se ríe.

—Te lo prometo—suena sincero y nuevamente volvimos a hacer nuestro saludo —. Buenas noches y muchas gracias por todo.

—Buenas noches Ángel -lleva mi mano envuelta por la de él hasta sus labios y besa mis nudillos. Mis mejillas se contraen y olvidó como respirar

—Descansa —solo asisto, Jack me dedica a una sonrisa ladina y baja los escalones rápidamente hasta aproximarse a su auto, se sube y en un parpadeo ya no está en mi campo visual.

Suspiro y cepillo la zona de mis nudillos sonriendo. Mientras todo mi cuerpo es un cosquilleo, vas muy bien Jack, aunque tenga miedo, vas bien.

**

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